El nuevo gobierno griego hizo sospechar a muchos que pronto habría
de rebajar no sólo el tono, sino también sus actuaciones inmediatas en materia
social, de derechos humanos, inmigración… Pero las primeras medidas adoptadas
parecen demostrar que se mantienen en lo esencial, por ahora, las promesas
electorales que le llevaron al poder. Syriza, coalición
heterogénea que se convirtió pronto en partido debido a que la ley electoral
griega ‘premia’ al ganador, se dotó pronto de un discurso alternativo a los
dictados de las instancias comunitarias y recogió, en gran parte, el malestar y
el deseo de cambio de una sociedad griega duramente azotada por la crisis y que
ha venido protagonizando un sinfín de movilizaciones y huelgas generales que,
sin embargo, no han logrado modificar la tremenda situación de asfixia social y
la bancarrota en la que está sumido el país heleno.
El hoy ganador Alexis Tsipras era consciente, por
tanto, de las dificultades que la formación política que presidía debía
afrontar si alcanzaba el poder. Antes de las elecciones que llevaron a Syriza
al gobierno, reconocía que a los activistas y partidarios de su formación
política les preocupaba que, al igual que le ocurriera al PASOK en 1981, una
victoria electoral pudiera enfrentarlos a compromisos que se resistieran a
cumplir; esto es, que la dirección de Syriza, sometida a las tensiones extremas
de la negociación de la quiebra económica de Grecia, con Berlín, Frankfurt y
Bruselas, tuviera que plantearse abandonar su agenda radical de cambio social y
económico de Grecia. En efecto, los ‘movimientos’ protagonizados por las
grandes potencias de la UE y por la propia Comisión Europea a los pocos días de
llegar Syriza al poder y los contactos de Alexis Tsipras y del ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis con las instancias comunitarias
demuestran que el nerviosismo prendió rápido en los mercados y que la UE se
aprestó, de inmediato, si no a apagar, sí a suavizar el ‘fuego’.
Pero los nuevos gobernantes
griegos están dando muestras de un cierto pragmatismo, no exento de realismo.
Así, por ejemplo, su decisión de mantener a Grecia en la Eurozona, pese a que
son conscientes de que esa continuidad va a causar no pocas dificultades al
Gobierno, imposibilitado de crear liquidez al no tener un banco central que lo
respalde. Syriza salvaba ese escollo en su programa electoral con una mayor
imposición fiscal a las grandes fortunas. Pero se sabe que los ricos ya se han
llevado sus euros a Suiza, Frankfurt, Londres…, lo que ha conducido a una mayor
tributación de una depauperada clase media.
El nuevo gobierno se enfrenta,
pues, a un cúmulo de dificultades. No obstante, ha tranquilizado, en parte, a los mercados con
la promesa de permanencia en la UE, pero con una modificación importante del
asfixiante corsé impuesto por las medidas de ajuste, hecho que el ministro de
Finanzas griego ve posible. Así, para
propiciar el crecimiento, Vaorufakis sugiere que el BCE compre grandes
cantidades de bonos del Banco Europeo de Inversiones destinadas a financiar un
programa de recuperación europeo promovido precisamente con inversiones. A su
juicio, esta medida podría aplicarse de inmediato, si hubiera voluntad
política.
Este pragmatismo y sentido común de que está
haciendo gala el nuevo gobierno se pone también de manifiesto cuando, en una
reciente entrevista de Alesandro Bianchi
a Varoufakis en la revista digital italiana L’Antidiplomatico, el ministro de finanzas
griego afirma que nos es el momento de cambiar el Tratado de la Unión, pues, a
su juicio, había que evitar la fragmentación, recordando que el actual marco
normativo de la UE permite la ‘cooperación reforzada’, es decir, que nueve Estados
miembros o más puedan llevar a cabo por su cuenta la aplicación de políticas de
la Unión Europea que no serán vinculantes para los demás. A su juicio, el sur de
Europa podría hacer uso de este instrumento institucional.
Como dice Apostolis Fotiadis, lo que en España debemos de aprender de Grecia
es que “la gente está preparada para desafiar el sistema fiscal. Syriza
necesitará mucho apoyo internacional. Los italianos y españoles que llegaron en
Grecia para las elecciones han demostrado que ese apoyo existe, pero se
necesita más […] Cualquiera que esté interesado en que el experimento de Syriza
tenga éxito debe estar preparado para alzar la voz. Tsipras y su gobierno solos
no tienen nada que hacer. Si la esperanza que han suscitado es decapitada
súbitamente, Europa perderá otra oportunidad. Los neoliberales de Bruselas lo
saben muy bien y atacarán en los próximos meses. Querrán demostrar a Tsipras y
a Grecia que están solos y sin ayuda. Que nos escuchen”.
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