jueves, 16 de marzo de 2023

REVITALIZAR EL MUNICIPALISMO

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Desde mi picoesquina

 

REVITALIZAR EL MUNICIPALISMO


Línea ICO para la cancelación de deudas de los ayuntamientos con ...

 

Afirmaba hace unos días en su columna mi amigo José Haro, también colaborador de La Opinión, que para que Sumar, el proyecto que impulsa Yolanda Díaz, segunda vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo, echara raíces habría tenido que estar presente en las próximas elecciones autonómicas y municipales. Y no le faltaba razón.

Voy a centrar mi columna de hoy en aportar unos breves apuntes sobre una de las instituciones más próximas a la ciudadanía, el municipio, con una visión mínimamente retrospectiva para calibrar su importancia en la vida política del país.

HITOS DEL MUNICIPALISMO DECIMONÓNICO. En 1808, con el secuestro por Napoleón de la familia real española en Bayona, y ante el vacío del poder central, surgen las Juntas (locales, provinciales y la Junta Suprema Central) que, además, controlaron y canalizaron las revueltas populares, preservando el orden social vigente. A partir de 1808, cualquier revolución triunfante o derrotada se iniciaba con levantamientos locales y provinciales. Así sucedió en 1820, inaugurando el Trienio liberal, pero ese fenómeno juntero se repetiría también a lo largo del siglo XIX en 1835-36, 1840, 1843, 1854-56 y 1868.

De 1835 a 1868, pues, según la autorizada opinión de Walter L. Bernecker (Universidad de Berna), asistimos a una etapa de luchas populares, protagonizadas también por la clase media y pequeña burguesía, ligadas al liberalismo democrático, al socialismo utópico y al federalismo.

De especial interés es el bienio progresista (1854-56), durante el cual el malestar social de las capas menos favorecidas nutrió las barricadas en un improvisado proceso de participación popular: las juntas se constituían en autoridades que cubrían el vacío del poder local. Existía un paralelismo entre esas juntas y la Milicia Nacional; ambas fueron instrumentalizadas por la burguesía, por lo que fueron dejadas de lado cuando su carácter tendencialmente democrático iba más allá de lo que esa burguesía estaba dispuesta a asumir.

Tras la caída de Isabel II (Revolución La Gloriosa, septiembre de 1868), los nuevos poderes locales (y también provinciales) asumieron la fórmula popular de juntas revolucionarias, con un programa basado en el sufragio universal, la libertad de enseñanza, de cultos y de industria, abolición de la pena de muerte y de las quintas…. Es el mismo programa que defenderían los federalistas intransigentes durante la Revolución cantonal de Cartagena (julio 1873-enero de 1874). Pero en ese año 1868, volvía a repetirse el fenómeno conocido: las juntas provinciales hubieron de someterse al general Prim.

Hay que insistir en que, desde los inicios del siglo XIX y hasta el final de la Primera República en diciembre de 1874, progresistas, demócratas y republicanos federalistas unieron sus propios proyectos a las libertadas urbanas de origen medieval en Castilla, en clara oposición al centralismo de los moderados: “El árbol genealógico de la apuesta municipalista comienza con el primer juntismo, en 1808, e incluye el Federalismo de la I República y el municipio libre del movimiento anarquista”, en opinión de Pamela Radcliff, Universidad de California. Para los progresistas, los demócratas y los republicanos, los municipios eran la base de la libertad y la participación: sobre esos poderes locales debería construirse el Estado-Nación.

Pi i Margall, segundo presidente de la efímera I República y que había bebido en las fuentes de Proudhon, concibió un orden político de municipalidades autónomas unidas mediante pactos federales; lo local era uno de los elementos sobre lo que construir (si bien, desde arriba) la Federación, con una amplia base social formada por las clases urbanas, pequeña y mediana burguesía y los jornaleros. Para este brillante político (según Xabier Domènech, Un haz de Naciones. El Estado y la plurinacionalidad en España), la forma de llegar a la República pasaba por la consolidación del proceso revolucionario juntista.

Más a su izquierda, los republicanos federales intransigentes, que nutrieron las revoluciones cantonales (como la de Cartagena antes citada), defendían que la República debía ser construida desde la base, mediante un comunalismo municipalista.

El colapso de esa I República inauguró un periodo en el que las ideas municipalistas quedaron desplazadas, pues el turbulento periodo del Sexenio condujo, por el ‘miedo escénico’ de las clases dirigentes, al estatalismo centralizador de los liberales de la Restauración.

SIGLOS XX Y XXI. En plena I Guerra Mundial, conflicto en el que España se declaró neutral, surgen en 1917 las Juntas Militares de Defensa, que nada tenían que ver con el juntismo civil anterior, situándose por encima del mismo, sin duda debido al peso histórico de los militares. De hecho, la decisión del Gobierno de declarar facciosa a la Asamblea de Parlamentarios llevó a esas Junta Militares a la salvación del orden oligárquico que denostaban inicialmente.

Por lo que se refiere al periodo de la II República, y en opinión de Pamela Radcliff,  “aunque la Constitución de 1931 reconocía el estatus autónomo de los municipios (así como el de las regiones) la formulación de una ley de gobierno local no se incluyó en la ambiciosa lista de prioridades de los republicanos de izquierdas y socialistas del primer bienio […] Los principales portadores del estandarte de la defensa de las libertades locales democráticas durante este periodo fueron los anarquistas […] Si bien no todos los anarquistas incorporaron el gobierno municipal en sus programas, sí atribuyeron un lugar privilegiado a la organización y las estructuras políticas autónomas de base local como fuente de libertad y participación popular”.

El largo paréntesis de la dictadura franquista, con alcaldes elegidos a capricho de los jerarcas del régimen, supuso, como es sabido, una postergación de la larga tradición democrática del municipalismo del país. En cualquier caso, en los últimos años de la década de los setenta del pasado siglo, el potente movimiento ciudadano vecinal se constituía en una poderosa herramienta que incluía las ideas municipalistas clásicas de autonomía local y participación ciudadana directa, desde la que iniciar la democratización del resto de instituciones del Estado. El objetivo de ese movimiento vecinal era la transformación de los barrios en beneficio de intereses colectivos, propugnando la municipalización de servicios, la planificación urbana (participando en la génesis de los Planes de Ordenación –PGOU-), el derecho social a la vivienda, espacios verdes, el transporte colectivo… Movimiento vecinal nutrido, como es sabido, por el esfuerzo de militantes de organizaciones de izquierda, con notable influencia del PCE en pugna, las más de las veces, con ORT y otras organizaciones de izquierda por protagonizar, dinamizar y, en ocasiones, dirigir ese movimiento vecinal, situaciones que vivió en persona quien estas líneas les escribe.

Por último, no podemos obviar la experiencia de los llamados ‘ayuntamientos del cambio’. Según nos recordaba hace unas fechas El País, las marcas locales asociadas a Podemos llegaron a gobernar en 2015 en Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, A Coruña, Santiago de Compostela y Cádiz, pero las divisiones internas y problemas de gestión hicieron que casi todo ese poder municipal se fuera diluyendo, durando tan sólo una legislatura. Y es que, aunque el artículo 140 de nuestra Constitución otorga a los municipios una autonomía y descentralización respecto de los poderes autonómicos y estatales, el problema de los municipios sigue siendo, en muchos casos, el de la asunción de competencias impropias y la infrafinanciación: los ayuntamientos absorben sólo el 15% del gasto público, cuando el Estado autonómico recibe el 35% y el Estado Central, el 50%.

En ese contexto, y según decíamos al inicio del artículo, la decisión de Yolanda Díaz de no concurrir con su proyecto Sumar a las elecciones municipales y autonómicas puede ser otro factor que dificulte el fortalecimiento y crecimiento del espacio a la izquierda del PSOE en los municipios.

Hay que revitalizar el municipalismo, pues una potente democracia local vigoriza, sin duda, la democracia en todas sus esferas.

Diego Jiménez García. Profesor de Historia

@didacMur

 

martes, 17 de enero de 2023

LA DERECHA NO CREE EN LA DEMOCRACIA

 https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2023/01/17/derecha-cree-democracia-81267952.html

 


jueves, 22 de diciembre de 2022

EL FERROCARRIL CONVENCIONAL SÍ VERTEBRA LA REGIÓN DE MURCIA

 https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2022/12/19/ferrocarril-convencional-vertebra-region-80191348.html



                                                    (Imagen: Wikipedia)

Desde mi picoesquina

 

El ferrocarril convencional sí vertebra la Región

Cuando estas líneas vean la luz, se habrá producido ya, con todo boato, la inauguración oficial de la llegada del AVE a Murcia. Un AVE que despierta reticencias por parte de una derecha crítica con la excesiva duración del viaje a Madrid, obviando que ello es consecuencia directa de ese absurdo itinerario por Alicante, ‘gracias’ al Pacto del AVE de Murcia suscrito el 8 de enero de 2001 en el palacio de San Esteban entre Francisco Álvarez-Cascos y los presidentes autonómicos Ramón Luis Valcárcel, Eduardo Zaplana, Alberto Ruiz-Gallardón y José Bono, pacto que condenó al ostracismo a la línea tradicional Cartagena-Chinchilla y nos hizo depender de la zona ferroviaria de Valencia, según nos ha recordado una y otra vez Joaquín Contreras, portavoz de la Plataforma Prosoterramiento.

Nuestra Región de Murcia es, hoy, un desierto ferroviario. La obsesión por volcar el flujo de mercancías y personas por carretera y por la potenciación del AVE ha llevado al desprecio del ferrocarril como elemento vertebrador de nuestras comarcas. El cierre de la línea de ancho ibérico Murcia-Caravaca, que estuvo operativa hasta 1971, se justificó por razones de escasa rentabilidad. Por idénticos motivos, el ferrocarril Almendricos-Baza-Guadix dejó de prestar servicio el 1 de enero de 1985.  Esas líneas clausuradas sentaron el precedente para la nefasta suspensión actual de los trenes Cartagena-Chinchilla, justificada, dice ADIF, por las obras del soterramiento en Barriomar, olvidando que siempre estuvo abierta la posibilidad de utilizar provisionalmente la estación de Nonduermas, que hubiera evitado el flujo de pasajeros hasta Albacete por carretera.

LA LÍNEA CARTAGENA-ALBACETE HA DE SEGUIR SIENDO PRIORITARIA. Por razones de utilidad social, por economía y por sentido común, se impone recuperar el servicio ferroviario entre Cartagena y Albacete, con vías desdobladas y electrificadas. Esa línea sí que vertebra el territorio regional.

En fecha 30 de enero de este año, Josep Vicent Boira, comisionado del Gobierno para el Corredor Mediterráneo, afirmaba en una nota de prensa que la línea Cartagena-Chinchilla pasa a la primera división de la Red Europea de Transportes. A este respecto, Antonio del Campo, responsable del Gabinete Técnico de Infraestructuras en CCOO, nos recuerda que el pasado 11 de noviembre concluyó el plazo de presentación de enmiendas para la Red Básica Europea de Ferrocarriles y mantiene, así mismo, que se da prioridad al eje Cartagena-Albacete, actuación que, en todo caso, no va a ser inmediata. Nos recuerda que las inversiones europeas en materia ferroviaria contemplan tres variables: la Red Básica Prioritaria, con horizonte temporal en el 2030 y en la que entraría esa línea; la General, prevista para el 2040, y la Ampliada, para el 2050. En todo caso, a la hora de considerar el trazado de esta nueva línea Cartagena-Albacete hay que tener en cuenta que debe hacerse el Estudio de Detalle y la Declaración de Impacto Ambiental durante al menos tres años.

Respecto de esa futura línea mejorada, Joaquín Contreras, que también sigue apostando por que sea prioritaria, me hizo una observación importante: el ferrocarril Cartagena-Murcia-Albacete sería la salida natural de Almería y Granada (si se consolida la recuperación del ferrocarril Baza-Lorca, del que luego hablaremos) hacia Madrid, mucho más ventajosa que por Despeñaperros.

Empero, si de vertebración regional ferroviaria hablamos, hemos de considerar otras actuaciones.

EL CORREDOR MEDITERRÁNEO.  Consiste en una plataforma de ancho internacional y de alta velocidad, que discurre desde la frontera francesa hasta Algeciras. Infraestructura necesaria que impulsará la economía, el turismo y el empleo pero que está pensada sobre todo para el transporte de mercancías. De hecho, en la página web ‘Quiero corredor’, de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), citada por Ángel Martínez (El ferrocarril en la Región de Murcia 1 y 2), denuncian el retraso de más de 25 años que acumulan las obras de este corredor y exigen al Ministerio una línea exclusiva de mercancías desde Monforte del Cid hasta Murcia. La redacción del estudio de la misma se publicó en el BOE el 8 de noviembre de 2011, sin que llegara a adjudicarse. La novedad es que esa línea de mercancías, según esta asociación, no debería atravesar Murcia, sino que habría de ir en paralelo a la autovía A7 para conectar, a la altura de Santomera, con los corredores de Cartagena y Albacete y continuar hasta Lorca y Andalucía.

A este respecto, Contreras nos recuerda que, efectivamente, el Corredor Mediterráneo llega hoy sólo hasta Monforte, con doble vía de ancho internacional, y que, por ahora, está previsto que las mercancías pasen por Murcia por el túnel soterrado, un peligro por el tránsito de graneles, productos tóxicos, etc., en caso de accidente.  Opina, además, que las vías para mercancías deberían ser diferenciadas de las de viajeros.

EL ACCESO A CARTAGENA Y EL FERROCARRIL A BAZA. Varios barrios cartageneros afectados por el trazado propuesto por ADIF para la entrada del AVE a la ciudad vienen oponiéndose al mismo, por el efecto barrera de las vías, y apuestan por la propuesta número 5, es decir, la entrada a la estación ‘Víctor Beltrí’ -convertida en una estación intermodal que acogería el FEVE Cartagena-Los Nietos- con un trazado paralelo a la carretera de La Unión.

A este respecto, Fulgencio Sánchez, portavoz de la plataforma ‘Tren a Cartagena’ y presidente de la Asociación de Vecinos del Sector Estación, denuncia que, en estos momentos, pese a que hay tramos del AVE en obras en el sector de Riquelme-Torre Pacheco, no hay proyecto claro para la entrada del tren a Cartagena y, además, se produce una preocupante dilación de las reuniones. La prevista para noviembre, no se ha celebrado. Este portavoz aclara que la reivindicación vecinal actual no es tanto sobre la llegada del AVE sino sobre la exigencia de una línea moderna, electrificada y con el trazado antes citado, que, además, es más barato que el propuesto por ADIF.

En relación con la antigua reivindicación de la reapertura del ferrocarril Almendricos-Baza-Guadix, Antonio Francisco Martínez, de la Asociación ‘Amigos del Ferrrocarril de Baza’, nos dice que nadie daba un duro por la reapertura de esa línea, pero en marzo de 2021, en Almería, se consiguió del ministro Ábalos el compromiso del inicio de un estudio informativo de viabilidad, que llevan a cabo dos empresas adjudicatarias con un plazo de 24 meses.

Nos dice que el coste de las obras, unos 800 ó 900 millones de euros, entre Guadix y Lorca no es un obstáculo; es cuestión de voluntad política. La situación actual es de parálisis desde los meses del pasado verano, pero el Ministerio afirma que se va a compensar la situación en 2023, de modo que en 2024 pueda remitirse el estudio informativo a la Unión Europea para la financiación de las obras.

Y LAS CERCANÍAS. La vertebración regional propuesta sería incompleta si no se considerara la situación de los trenes de cercanías en la Región. A este respecto, hay que mantener y mejorar el eje este-oeste (Alicante, Murcia, Lorca, Águilas), potenciar el eje sur-norte (Cartagena-Murcia-Cieza-Hellín) y recuperar la clausurada conexión Calasparra-Cieza (hoy, vía verde), con un tren lanzadera para unir ambas poblaciones, pues el cierre de la estación de Calasparra y el levantamiento de las vías, algo que lamenta José María Rodríguez, de IU Cieza,  ha dejado incomunicadas a más de 110.000 personas del Noroeste murciano e incluso del Altiplano granadino, según expuse en mi artículo de LA OPINIÓN de 2 de abril de 2019.

Hay que potenciar también el intercity Cartagena-Albacete y considerar la posible conexión del Altiplano con Murcia, con una línea que uniría la capital con Fortuna, Abanilla, Jumilla y Yecla, propuestas de mi amigo Juan Antonio Conesa, de la Plataforma en Defensa del Ferrocarril, que también advierte de la desaparición de la conexión con Alcázar de San Juan, por el nuevo trazado del AVE. Para terminar, no podemos olvidar la prolongación del FEVE Cartagena-Los Nietos hasta Cabo de Palos, La Manga y, por qué no, hacia localidades ribereñas del Mar Menor.

 

Diego Jiménez García. Profesor de Geografía e Historia

@didacMur

miércoles, 23 de noviembre de 2022

YOLANDA DÍAZ: ESCUCHAR, UNIR, SUMAR

 

 

Spain's Deputy Prime Minister and Minister of Labor and Social Economy Yolanda Diaz delivers a speech during the presentation of the "Sumar"...

(Foto: Getty Images)

 Diego Jiménez García

@didacMur

Como es sabido, el próximo mes de mayo se celebrarán elecciones en 12
comunidades autónomas (CCAA) y en más de 8.000 municipios de todo el país.
Procesos electorales a los que no serán ajenas, una vez más, las ansias de unidad
de amplios sectores sociales que quieren ver, a la izquierda del PSOE, unas
candidaturas fuertes que frenen el avance de la derecha y de la extrema derecha
y que consoliden el actual Gobierno de coalición. Pero la relación entre
Podemos, Izquierda Unida (IU) y otras formaciones (Más Madrid,
Compromís…) difiere según cada territorio.


En relación con las posibles confluencias territoriales para las elecciones
autonómicas entre las dos principales fuerzas de la izquierda del PSOE, esto es,
Podemos e IU -descartando las que puedan darse en muchos municipios, cuyo
número y complejidad harían imposible un análisis exhaustivo aquí-, y según
refiere un detallado artículo de Público (14/11/2022), esas confluencias se dan
por prácticamente hechas en Cantabria, La Rioja, Extremadura, Baleares, donde
Unidas Podemos, que ya forma parte del Govern de la socialista Francina
Armengol, desea repetir la alianza para revalidar el gobierno progresista, y en
Navarra, en que se da un acuerdo a tres bandas de corte soberanista entre
Podemos, IU y Batzarre, con el nombre de Zurekin Nafarroa.


En Asturias, el acuerdo parece distante, así como en Castilla-La Mancha y en
Aragón, región en que la Chunta Aragonesista se plantea acudir en solitario. En
Madrid, la segunda fuerza política, Más Madrid, rechaza confluir con Podemos e
IU. En Valencia, Compromís también apuesta por concurrir en solitario a las
autonómicas: en esta Comunidad, Podemos presenta como candidato al actual
vicepresidente, Héctor Illueca, y por parte de IU, que ahora celebra primarias,
existe la voluntad de soldar una candidatura conjunta con esas dos formaciones.
En nuestra Región de Murcia, son conocidas, hoy, las diferencias entre Podemos
y Más Región, aunque Urralburu, líder regional de la formación política
comandada por Errejón, en reciente entrevista en la prensa, manifestó que no
dificultaría futuros pactos. De hecho, IU-Verdes, Más Región y Verdes-Equo se
han reunido para tratar de alcanzar un acuerdo, al que IU intenta que se sume
Podemos.


Por último, en Canarias, la presentación el pasado octubre del Proyecto Drago,
una opción política encabezada por Alberto Rodríguez, el que fuera
secretario de Organización de Podemos, ha removido las aguas de la izquierda.
Ante ello, Podemos no desearía quedarse fuera de una candidatura conjunta, e
IU trabaja para lograr la confluencia.

EL PROYECTO SUMAR DE YOLANDA DÍAZ. En ese contexto territorial
heterogéneo ha eclosionado el movimiento ciudadano Sumar impulsado por la
vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, un proceso
que tiene como horizonte temporal las elecciones generales de finales de 2023
(ese proyecto es aún muy incipiente para tener presencia en las próximas
elecciones autonómicas y locales) y que busca abrirse paso en un contexto
económico y político complicado, lastrado por la alta inflación y las diferencias
en el seno del gabinete e incluso de Unidas Podemos.


El breve comunicado con que se ha presentado esta iniciativa incide en que
vivimos “tiempos decisivos” y que, tras la pandemia parece claro que “hay que
cambiar cosas importantes de nuestras vidas y sociedades”, pues “con la guerra
[de Ucrania] han vuelto la inflación, la incertidumbre y también los discursos
del odio y del miedo al diferente”, por lo que los partidos políticos no parecen
capaces de ofrecer “soluciones de fondo” y, en este contexto, “la ciudadanía
nos está esperando”.


Por ello, “Sumar quiere ser una herramienta que ensanche la democracia”,
razón por lo que Yolanda está impulsando un proceso de escucha por todo el
país tendente a lograr trabajo decente y mayor igualdad, un país líder en la
transición ecológica, y que sea vanguardia del feminismo y del conjunto de
derechos y libertades. Hasta ahora, ha llevado ya su proyecto a Madrid, O
Courel (Lugo), Bilbao, Gijón, Sabadell, Mérida y el País Valenciano (a Murcia
podría venir el próximo mes de enero), en un recorrido que debe compatibilizar
con la agenda institucional del ministerio y su labor de coordinación, como líder
de Unidas Podemos (UP) en el Gobierno, con el presidente Pedro Sánchez.
El pasado día 17, en Murcia, miembros del equipo de trabajo de la
vicepresidenta presentaron ese proyecto en asamblea ciudadana abierta. Nos
dijeron que se está en pleno proceso de recabar datos sobre los anhelos del
pueblo, conscientes de que se ha abierto una brecha entre la ciudadanía y la
política. En los lugares que ha visitado la ministra de Trabajo, se reúne en sesión
matinal con sindicatos y otros colectivos sociales organizados y, por la tarde, en
asambleas abiertas con la ciudadanía.


El proyecto se sustenta, hoy, en 35 grupos de trabajo, que integran ya a más de
1.100 personas expertas de los distintos ámbitos, y se pretende que en enero
haya concluido lo que llaman ‘un proyecto de país’ para los próximos diez años.
Sumar, pues, se constituye en un movimiento político-social que va más
allá de los partidos, que no es un partido, pero que tampoco va contra
los partidos. Habida cuenta de la dispersión del voto de izquierdas, Sumar
pretende constituirse en el ‘cemento’ que aglutine a las distintas
formaciones políticas, con un componente abierto y transversal en su
formulación, teniendo en cuenta las variantes regionales y nacionales. Pretende
la conexión de la política con la calle.

Se trata, en definitiva, de concitar acuerdos para unas candidaturas unidas y de
progreso para las elecciones generales de 2023, teniendo presente, no obstante,
que, como se ha dicho arriba, el proyecto va más allá de esa fecha. En Sumar no
hay, por ahora, estructura organizativa territorial y el trabajo se sustenta en la
aportación de personas voluntarias y en la no dependencia financiera de nadie,
con cuotas y aportaciones en función de la voluntad de las personas donantes.
Frente al respaldo tanto de Izquierda Unida como de Catalunya en Comú, la
formación de Ione Belarra (UP), según El País, ya empezó a dejar claro en
julio algunas de sus condiciones para la futura alianza: presentarse en una
coalición electoral con Yolanda sin diluirse en ninguna plataforma. La misma
intención fue reafirmada en una entrevista en TVE por la titular de Igualdad,
Irene Montero. La ministra se manifestó convencida de poder acordar los
términos de esa coalición que les permita ser socios y aliados electorales.


Personalmente, no creo que haya motivos para la existencia de recelos hacia
esta plataforma ciudadana. Me convence este trabajo de la vicepresidenta y
ministra de Trabajo, que está logrando lo que tanta falta hace en la izquierda:
escuchar… para unir y lograr sumar.

jueves, 6 de octubre de 2022

¿ES REAL LA AMENAZA NUCLEAR?



Anoche, día 5 de octubre, en El Objetivo de Ana Pastor, un general de división ya jubilado expuso que hay un 85% de posibilidades de que Rusia, cuyo Ejército, al parecer, está retrocediendo en el sureste de Ucrania, llegue al emplear el arma nuclear, en principio con armas tácticas de limitado y concreto alcance.

3.071 fotos e imágenes de Hongo Nuclear - Getty Images

 (Foto: Getty Images)

Todo el programa de Pastor estuvo dedicado al riesgo nuclear en el que estamos inmersos. Habrá que agradecer a EEUU, a la OTAN y al Reino Unido, que se ha alineado indisimuladamente con Occidente, el que hayamos llegado hasta aquí.

Porque, si bien es cierto que Putin, violando el Derecho internacional, ha invadido un país soberano, también lo es que la política de acoso que ha venido practicando Occidente hacia Rusia, aproximando la OTAN y la amenaza que esa organización militar supone hasta sus fronteras, y el fuerte apoyo militar a Ucrania, han determinado que Putin, cual jabalí herido, haya incrementado su nivel de agresividad hacia Occidente, pues llegó a afirmar que sus amenazas "no son un farol".

Estamos ante una evidencia: así como las dos guerras mundiales fueron un instrumento del capitalismo más salvaje para la readecuación de las fuerzas productivas a un nuevo escenario de crecimiento y consumo, en estos momentos una hipotética, y nada deseable, III Guerra Mundial tendría unas connotaciones semejantes. Porque, además de la guerra de Ucrania, las maniobras militares norteamericanas en el Mar de China, que anticipan un enfrentamiento EEUU-China por la situación de Taiwan, y la respuesta norcoreana con el lanzamiento de misiles no auguran nada bueno.

Creo que, aunque no lo queremos ver, estamos asistiendo a los prolegómenos de esa III Guerra Mundial que cité arriba.
 

Frente a este escenario bélico, más que nunca, los pueblos del mundo han de alzar la voz para lograr que se consolide la paz y la coexistencia pacífica en todo el planeta.

miércoles, 5 de octubre de 2022

NEOFASCISMO, UNA AMENAZA REAL


https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2022/10/04/neofascismo-amenaza-real-76744627.html

Desde mi cornijal/ Diego Jiménez, Murcia, 4 octubre de 2022



       (Foto: SPORT/ Flavio Lo Scalzo)

 La victoria de Giorgia Meloni, en las recientes elecciones del país transalpino, al frente de Fratelli d´Italia (Hermanos de Italia), formación nacida del posfascista Movimiento Social Italiano, ha encendido todas las alarmas en Bruselas.

Según nos recuerda Esther Palomera, en un artículo de elDiario.es, no es para menos. En el reciente mitin en Marbella de la campaña electoral andaluza, al que había sido invitada por Vox, la italiana proclamaba: «O se dice sí o se dice no: sí a la familia natural, no a los lobbies LGTB; sí a la identidad sexual, no a la ideología de género; sí a la cultura de la vida, no al abismo de la muerte; sí a la universalidad de la cruz, no a la violencia islamista; sí a fronteras seguras, no a la inmigración masiva; sí a la soberanía de los pueblos, no a los burócratas de Bruselas; sí a nuestra civilización y no a quienes quieren destruirla».

Empero, y como no podía ser de otra forma, la caverna mediática española se ha encargado de iniciar un proceso de banalización de unos resultados electorales con los que la derecha tradicional italiana ha sido fagocitada por el universo ultra.

Cuando se produce este rápido ascenso de la ultraderecha neofascista cabe atribuir el hecho a causas diversas. Conocida la persistente inestabilidad ministerial en Italia, es fácil colegir que ello lleva al hastío de una ciudadanía que observa cómo el mando real del país cada vez tiene menos que ver con lo expresado en las urnas. Baste recordar que, desde que en 2008 Berlusconi ganó las elecciones y comenzó su tercera gestión al frente del Ejecutivo, el país ha tenido al frente del Consejo de Ministros a políticos tecnócratas, como Mario Monti o Mario Draghi, que nunca ganaron unas elecciones.

Se ha producido, por ello, un desplome de la participación en un país donde el acudir a votar se consideraba no sólo un derecho sino también un deber cívico: en las pasadas elecciones participó el 64% del electorado, nueve puntos menos que en 2018, lo que evidencia ese desinterés creciente de la ciudadanía por la política, perceptible desde 1979.

A mayor abundamiento, sumemos a ello la desnaturalización de la izquierda tradicional. Conocidos los distintos cambios que experimentó la socialdemocracia italiana, desde sus orígenes marxistas iniciales hasta su identificación con las recetas neoliberales que han conducido al Partido Socialista italiano a su irrelevancia en la escena política, notable ha sido también la desaparición del histórico Partido Comunista de Italia (PCI), que durante la II Guerra Mundial y la Guerra Fría tuvo un indudable protagonismo; por su influencia social y longevidad la ‘marea roja italiana’ fue considerada la más importante de la Europa Occidental, y sólo las presiones de EEUU a través de la CIA impidieron que se consolidara un Gobierno de coalición PCI-Democracia Cristiana (el ‘compromiso histórico’ de Enrico Berlinguer, impulsor junto a Marchais y Carrillo del eurocomunismo), sobre todo a partir del secuestro y asesinato del democristiano Aldo Moro en 1978.

La descomposición de la URSS en 1991 afectó al PCI, que se escindió en el Partido Democrático de la Izquierda (PDS, hoy PD) y el Partido de Refundación Comunista (PCR). Hoy, los herederos del PCI, que logró tener una potente estructura que en parte ha perdurado hasta la actualidad en regiones como la Toscana, Emilia Romaña o Umbría, siguen divididos. Segunda conclusión, pues: amplias capas populares de Italia, incluyendo a la juventud azotada por el paro y la falta de perspectivas, han quedado huérfanas de apoyos por parte de la izquierda, razón que explica que la derecha haya ‘barrido’ en las regiones industriales del Norte, muchos de cuyos ayuntamientos estuvieron en décadas pasadas en manos de aquélla.

Y un tercer dato: la falta de proporcionalidad en el sistema electoral y la desunión del centro izquierda, al no unirse el PD con el reformado movimiento Cinco Estrellas (M5S) ha conducido a que, hoy, la fuerza dominante sea la de Fratelli d’Italia, excepto en el Sur, donde M5S mantiene su predominio. No obstante, la propaganda mediática que trata de presentarnos una Italia caída en brazos del fascismo oculta una realidad: la persistencia de un importante polo de referencia de fuerzas de centroizquierda en el país. Para demostrarlo, unos datos: el Movimiento Cinco Estrellas y las fuerzas de centroizquierda nucleadas en torno al Partido Democrático han obtenido un total de 11, 7 millones de votos, mientras que el bloque de la derecha y la extrema derecha, al que algunos, eufemísticamente, califican de centro derecha (!), ha obtenido algo más de 12 millones. En la medida que el centrista Tercer Polo (de quien nadie habla) ha obtenido casi 2,2 millones de votos, hagamos números: una coalición tripartita entre el PD, el M5S y este último partido estaba en condiciones claras de disputar el triunfo electoral a las derechas.

Pese a la preocupante situación que ha supuesto el avance del fascismo en la tercera economía de la zona euro, hay quienes se aprestan a normalizar el fenómeno. En opinión del politólogo neerlandés Cas Mudde, de la Universidad norteamericana de Georgia, se ha hipervalorado la victoria de Meloni, pero se olvidan las derrotas recientes de la ultraderecha en Francia, Alemania, Noruega y Eslovenia, por poner algunos ejemplos.

Y en relación con la política exterior italiana a partir de ahora, Mudde opina que, como Polonia y Hungría, Italia depende en gran medida de la financiación europea, especialmente tras la Covid 19, por lo que, según él, es posible que Meloni se alinee con Polonia en el Consejo Europeo, lo que hará a Varsovia menos dependiente de Viktor Orban, primer ministro húngaro.

Según este politólogo, hay buenas razones para confiar en que el nuevo Gobierno italiano no sea un actor especialmente relevante en la política europea, pues Meloni, por su inexperiencia política, va a depender de políticos con ‘egos enormes’, ávidos de ser centro de atención y del poder. Concluye, además, que las elecciones italianas han sido ‘normales’, en el sentido de que los partidos de extrema derecha y sus ideas llevan al menos dos décadas formando parte de la política europea.

En contra de la opinión de Mudde, considero sin embargo que lo ocurrido en Italia es un aviso a navegantes. Creo no equivocarme mucho si recuerdo que, desde los mismos inicios de la legislatura, hay una persistente labor de zapa, acoso y derribo del PP contra la actuación del Gobierno de Pedro Sánchez, tendente a un rápido cambio en la Moncloa. Y para ello el PP necesita a Vox, liderado por Abascal, un émulo de Meloni.

Más claro: España no está libre de lo que ha pasado en Italia, pero coincido con el articulista Javier Gallego en que no todo está perdido. Considera que, como he demostrado arriba con datos electorales, «los resultados engañan si no se miran con lupa, pues Italia no se ha hecho fascista». Nos recuerda que «el sistema italiano favorece las coaliciones» y que «si el centro izquierda se hubiera unido podría haber disputado la victoria. La izquierda europea y española deberían aprender la lección. Las divisiones restan, la suma multiplica». Concluye que «es un deber del progresismo dar respuesta a las necesidades materiales de la gente, a las angustias de la ciudadanía. Dejar de perderse en debates internos, atender a los problemas externos, escuchar a la calle», advirtiendo, no obstante, que, como relata la película Novecento, de Bertolucci, «por supuesto, tendrá siempre enfrente al capital que tratará de evitar cualquier transformación».