domingo, 22 de diciembre de 2013

SI TOCAN A UN@, NOS TOCAN A TOD@S

Con este eslogan de fondo, exhibido en una pancarta, la Coordinadora Antirrepresión de la Región de Murcia denunció, con concentración y posterior rueda de prensa el pasado sábado, 21 de diciembre, ante la Delegación del Gobierno, la detención de Daniel y Raquel, dos víctimas más de las arbitrarias decisiones de Joaquín Bascuñana, delegado del Gobierno.

Diego Jiménez/Murcia.- Los jóvenes Daniel y Raquel, como cientos de personas convocadas por la Marcha de Mareas de Murcia, acudieron al pasado 14 de diciembre al Palacio de Congresos Víctor Villegas de Murcia, lugar en que se celebraba la Convención Regional del Partido Popular, en un acto que contó con la asistencia de Mariano Rajoy. La protesta transcurrió con total normalidad. Pero, a juicio de muchas de las personas asistentes, era claramente visible el nerviosismo de los componentes del numeroso despliegue de fuerzas antidisturbios, hecho que viene repitiéndose en la Región de Murcia con demasiada frecuencia en los últimos tiempos y con actuaciones que rayan los límites de lo permisible en un Estado que se dice democrático. Al terminar el acto, y cuando ya la mayor parte de las personas presentes en la protesta marchaba a sus casas, la policía procedió a la detención arbitraria de Daniel y Raquel, hecho que vino precedido de agresiones y empujones que no venían a cuento, habida cuenta del carácter pacífico que había tenido la protesta y de que, en ningún momento, dichos jóvenes mostraron resistencia ante dicha acción.

Por ello, pasados unos días, ayer sábado, 21 de diciembre, más de un centenar de personas se concentraron en frente de la Delegación del Gobierno de Murcia para mostrar su apoyo a Daniel y Raquel. La concentración y rueda de prensa había sido convocada por la Coordinadora Anti Represión de la Región de Murcia (ARM) y contaba con el apoyo de multitud de organizaciones políticas y sociales de la Región. Las personas presentes mostraron, durante el desarrollo de la rueda de prensa, fotografías de la arbitraria y desproporcionada acción policial contra estos jóvenes que, tras la detención, quedaron en libertad pero con cargos, concretamente  los de "atentado a la autoridad".

Pedro Luis López, portavoz de la Coordinadora Antirrepresión de la Región de Murcia, comenzó la rueda de prensa señalando “que la protesta del pasado 14 de diciembre tuvo en todo momento un carácter pacífico” y que las detenciones se produjeron cuando ésta ya había terminado, por lo que podrían haberse evitado de haber mediado más colaboración por parte de la policía.

Posteriormente, en relación con la versión policial publicada en diferentes medios afirmando que “cuarenta manifestantes se abalanzaron contra la policía cuando estos intentaron identificar a dos personas concretas”, Pedro Luis López insistió en que las imágenes emitidas en diferentes medios “desmienten claramente esta versión y explicó que los allí presentes no tenían una actitud de no identificarse, todo lo contrario, estaban solicitando “que se identificaran a cada una de las cerca de cuarenta personas que permanecían retenidas”. Respecto a los cinco policías heridos, explicó que, terminadas las detenciones, “no había ni siquiera algún policía que se quejase de alguna parte de su cuerpo”, ni tampoco acudieron ambulancias.

Terminó su intervención exigiendo la dimisión del Delegado del Gobierno, Sr. Joaquín Bascuñana, alegando falta de credibilidad e incapacidad de control de las actuaciones policiales,  y la retirada de los graves cargos que se imputan a Daniel y Raquel, anunciando, además, que “la Coordinadora Antirrepresión está elaborando un dossier con imágenes, vídeos, partes de lesiones y reveses judiciales de la Delegación del Gobierno que entregará a organizaciones estatales e internacionales de Derechos Humanos, incluido el Comisario Europeo de Derechos Humanos”, ya que, según Pedro Luis López, “lo que pasa en esta región no es normal”.

A continuación intervino Daniel, muy emocionado,  quien resaltó que ellos no se identificaron pues no se les requirió hacerlo en ningún momento, ya que “la policía en realidad quería identificar a otras dos personas”.  Por último habló Raquel, que apenas pudo articular palabra, para decir que no entiende las acusaciones tan graves que se les imputan, cuando “no había ocurrido nada en toda la protesta y habían mantenido una actitud pacífica en todo momento”.

Finalmente, la rueda de prensa se cerró agradeciendo los apoyos y muestras de solidaridad de todas las organizaciones y colectivos que así lo habían manifestado públicamente, y también a los presentes en la concentración.


jueves, 19 de diciembre de 2013

Manolo Monereo: “Estamos inmersos en un cambio de época hacia peor. El pasado no volverá”

Este conocido jurista y analista político afirmó en Murcia que en España asistimos a una involución social y política, convertidos, cada vez más, en periferia subalterna de la Unión Europea alemana”.



Diego Jiménez/Murcia.- El pasado miércoles, día 18, y en acto organizado por el Frente Cívico ‘Somos mayoría”, el conocido analista político Manolo Monereo dio a conocer en Murcia unas pinceladas de su reciente libro “De la crisis a la revolución democrática”, publicado por la editorial El Viejo Topo y prologado por Julio Anguita. Dicho acto se repitió al día siguiente en Cartagena.

Le precedió en el uso de la palabra el conocido activista José Coy, quien, entre otras cosas, afirmó que “el Frente Cívico quiere ser parte del poder ciudadano que está por construir”. Dio cuenta, además, de las ocho columnas que, desde distintos puntos de España, van a confluir próximamente en Madrid. Concretamente, la de la Región de Murcia, a falta de concretarlo con los compañeros y compañeras de la Comunidad Valenciana, iniciaría su andadura a primeros de marzo de 2014.

Intervención de Manolo Monereo

Por su parte, Monereo comenzó diciendo que el libro que presentaba surgió de una sugerencia que le hizo el editor de El Viejo Topo,  Miguel Riera. A continuación pasó a exponer algunas pinceladas de su contenido. El meollo del libro, la novedad radical que expone, es que “estamos plenamente inmersos en un cambio de época hacia peor”. Afirmó que, en el centro del Imperio –del que la UE forma parte- ha hecho mucha mella la idea de que “el capitalismo financiarizado había superado la noción de crisis”. Además, a mayor abundamiento, una gran parte de la izquierda europea “infravoloró” los efectos de la crisis.

Refiriéndose al caso español, puso especial énfasis en su tesis de que “más que una burbuja inmobiliaria ha existido una burbuja mental”, en el sentido de que en el imaginario colectivo se había incrustado la convicción de que habíamos llegado a un nivel superior de civilización en el que “el sistema nos iría mejorando las condiciones de la existencia”, razón por la que habían quedado desfasados términos como la “lucha de clases”.

Respecto a nuestra integración en Europa, aludiendo al conocido ‘Mito de Casandra’, se refirió a quienes profetizaban males que nadie creía, como en el caso de Julio Anguita. Esos males han llegado y, “por ello –enfatizó- no volveremos al pasado” pues, tras el salvaje ajuste estructural, viviremos en “otro país”. En efecto, en los momentos actuales, dijo, estamos inmersos en un auténtico “estado de excepción”, que para el movimiento obrero es un “estado de emergencia”. España sufre los embates de una crisis del capitalismo de la globalización, pero lo que está en juego es la salida a la crisis que se inició en los años 70. “Ha quebrado el modelo de la contraofensiva del capital que se inició, allá por 1970, y que tuvo su punto final en 2008, con la quiebra de Leman Brothers”, afirmó, por lo que nos encontramos con una “crisis sistémica”, que afecta a ámbitos como el de la geopolítica (con la emergencia de nuevas potencias –China, Rusia, India…- que le disputan la hegemonía a EEUU); una crisis ecológico-social, y una crisis cultural, en la medida en que, “por primera vez en 500 años, tras el mal llamado ‘Descubrimiento de América’ por los europeos, está en crisis el modelo eurocéntrico hasta ahora dominante”.

Puso especial énfasis en afirmar que España es hoy la periferia de una Europa central rica (Alemania), al tiempo que se detecta una crisis del Estado. “Europa es el problema”, dijo, en la medida que “nuestra pertenencia a la UE va a agravar –ya lo está haciendo- nuestra situación”. Su visión pesimista quedó avalada por las previsiones del FMI, que prevé para España, en el horizonte del 2018, una tibia bajada de las cifras del paro (hasta situarse en el 25% de la población activa) y una Deuda Pública que se elevará hasta el 105% del PIB. Ante lo que afirmó: “Estas previsiones pesimistas han rebasado las que se intuían con la aprobación del Tratado de Maastricht”.

En otro orden de cosas, advirtió de que estamos inmersos en pleno proceso de una “lucha de clases”, pero practicada por “los de arriba”, con ataques claros a los tres componentes del salario de los trabajadores: las nóminas, las prestaciones sociales y las pensiones. Insistió en la posición dominante de Alemania en este contexto, aun reconociendo que este país hegemónico, que intenta asfixiar a los demás, también está en crisis: “La Banca alemana ha recibido una inyección de 500.000 millones de euros por parte del Estado”, dijo. En este contexto, criticó que las burguesías madrileña, catalana y vasca han hecho “causa común” con la burguesía alemana para “liquidar las conquistas sociales y los derechos laborales en España”. Además, asistimos a una desertización industrial del país, con la asfixia de la pequeña y mediana empresa, huérfana de créditos, que se intenta paliar con el turismo de masas, con una agricultura residual y con el intento de resucitar la burbuja inmobiliaria. "Es auténtico “golpe de Estado” que conduce claramente a una crisis del régimen", dijo.

Aludió a la carta firmada por Trichet y Fernández Ordóñez   a Zapatero (aireada estos días en los medios de comunicación tras la publicación del libro del expresidente socialista) que demuestra que “España está intervenida de facto por los poderes económicos”. Estamos, como se decía arriba, en una “crisis del régimen”, ante la que caben dos cosas: la ‘restauración’, legalizando el estado de cosas existente, o la ‘ruptura’, que permitiría a la ciudadanía erigirse en protagonista. Lógicamente, se impone la segunda opción para que, como se afirma en la contraportada del libro, sea posible “un proceso constituyente que devuelva el poder a la ciudadanía; en definitiva, una revolución democrática para una ‘República plebeya’. A eso quiere contribuir el Frente Cívico. Somos mayoría".

Tras su exposición, tuvo lugar un animado coloquio en el que, entre otras cosas, se debatió sobre el órdago soberanista catalán, calificado por Monereo como un intento de la burguesía catalana de adquirir cuotas de poder en la UE, desligada del Estado español. Aun admitiendo que, en el seno de las clases populares catalanas, pueden haber motivos de serio descontento, "en ningún caso -dijo- el centralismo de Madrid puede ser el pretexto", pues hoy "el poder real en España lo detentan las instituciones comunitarias, encabezadas por Alemania". 


martes, 17 de diciembre de 2013

LOS DESVARÍOS DE MONTORO


http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2013/12/17/desvarios-montoro/521732.html

No sé si será por la especial aversión que siento hacia el personaje, pero, cada día que pasa, le encuentro más parecido físico a Cristóbal Montoro, el por ahora todopoderoso ministro de Hacienda, con la caracterización con que el actor Max Schreck interpretara al vampiro Nosferatu, en una película muda de 1922 dirigida por F.W. Murnau. Y es que, además, el parecido llega más allá, pues Montoro está resultando peligroso no sólo por lo que dice sino, sobre todo, por lo que hace.

Cristóbal Montoro ha experimentado en su persona lo que la sociología marxista define como ‘desclasamiento’. En efecto, jienense de origen, de extracción social humilde (su padre hubo de emigrar a Madrid, ciudad en la que trabajó como pintor de ‘brocha gorda’), se hizo catedrático de Economía y saboreó pronto la embriaguez que produce el poder. Y, llegado al mismo, su aversión hacia las clases populares es tan notoria como sus reiterados intentos de justificar sus decisiones basándolas en un supuesto interés general. Y, además, todas ellas, adornadas con frecuentísimos desvaríos, sólo equiparables a los de su jefe de La Moncloa, quien recientemente, dando muestras de su probada ‘valía intelectual’, metió la pata, como es sabido, en Johannesburgo. Las meteduras de pata (¿o quizá provocaciones?) de Montoro también son frecuentes. Recordemos su alusión en la tribuna del Congreso a que el paro estaba creciendo moderadamente. También, su peculiar explicación de los ceses de la Agencia Tributaria (AEAT) -una auténtica purga que ha motivado que éstos se hayan elevado a 310 en los últimos 18 meses-  a lo que se suma su reciente anuncio del pasado jueves en el pleno del Congreso de un mayor control de la misma, lo que aumentaría la opacidad de este organismo fundamental del Estado. El mismo pleno en el que vertió amenazas a la prensa, por denunciar esos ceses en la AEAT y la amnistía fiscal a la cementera multinacional Cemex, lo que nos sitúa en un nuevo escenario de “ley mordaza”, según la opinión del diputado Gaspar Llamazares.
Cristóbal Montoro responde muy bien al perfil de quien ha sido investido de poder para hacernos la puñeta cada día a los españoles, pese a su machacona insistencia en que actúa para el bien general. En una entrevista que reproducía hace un par de meses la sección de Economía de El País, afirmaba, por ejemplo, que España, que no puede hacer una devaluación de la moneda como hace unos años, practica una devaluación interna. En román paladino, eso significa que debemos competir con devaluación salarial, con más despidos y con condiciones de trabajo más precarias. Se enorgullecía, además, de la absoluta independencia y soberanía económica de España, razón por la que no forzó que el BCE comprara bonos de la Deuda española, para bajar el coste de financiación de la misma, para, unas líneas más abajo, en evidente contradicción, afirmar que el ajuste estructural de más de tres puntos del PIB en plena recesión ha sido útil para ‘ser creíbles’. Ante los mercados, claro. ¿Pues no quedábamos en que éramos soberanos?

Montoro, además,  miente compulsivamente cuando afirma que la reforma laboral no ha destruido empleo. Pues las cifras, tozudas, le delatan. Según el INE, el cuarto trimestre de 2011 se cerró con algo más de 5, 2 millones de personas desempleadas y hoy se acercan a los 6 millones. Todavía es más drástica la reducción de la población activa, que ha pasado en ese periodo de casi 18 millones de personas a estar en estos momentos en 16,8 millones.
Miente cuando nos dice que la amnistía fiscal ha permitido el mayor afloramiento de bases imponibles y que Bárcenas no se benefició de ella. ¿Alguien le cree? Pero su cinismo nada disimulado queda en evidencia cuando, en esa misma entrevista, llegó a decir que no entendía cómo alguien que esté en política, en un determinado nivel, pueda admitir que se le pague en negro. Afirmación que queda en entredicho a la luz de las recientes revelaciones del juez Ruz de una contabilidad ‘b’ en el PP.

Montoro, al que le repugnan claramente las clases populares, acredita, sin embargo,  una eficacísima gestión para favorecer a las grandes fortunas (se han triplicado las SICAV y ha aumentado en un 14% en un año el número de millonarios en España). Y hace unos días, en una entrevista para El Mundo, encontramos una frase para enmarcar: “ El PP volverá a ganar las elecciones, porque ‘los mercados no son gilipollas’ ”, afirmación ante la que la escritora Rosa María Artal llegó a decir que, sin afirmarlo abiertamente, Montoro se muestra convencido de que los gilipollas se encuentran entre esa sociedad española anónima, otrora lanzada a un consumo inducido y hoy aniquilada. A lo que yo añadiría: una sociedad sólo aparentemente inerme e inactiva, que hoy por hoy sigue soportando sus desvaríos. ¿Por cuánto tiempo?

martes, 3 de diciembre de 2013

¿DEMOCRACIA? ¿QUÉ DEMOCRACIA?


http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2013/12/03/democracia-democracia/518329.html


Recientemente, en mi artículo Emerge el fascismo reflexionaba sobre el preocupante auge del mismo en Europa y en España. Pero, con ser grave esa irrupción de actitudes antisociales y antidemocráticas, no es ése el único mal que amenaza a las sociedades occidentales, formalmente democráticas. Y digo formalmente porque la crisis económica está siendo un pretexto para acabar, no sólo con las conquistas sociales que empezaron a consolidarse en el viejo continente tras el drama de la Segunda Guerra Mundial, sino con la democracia misma.

Hace ya casi dos años, a primeros de enero de 2012, en plena efervescencia de la crisis económica, el presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, en una reunión con líderes sindicales del continente, alertaba sobre el peligro de que la democracia desapareciera de países como España, Grecia y Portugal si no se adoptaban drásticas medidas de ajuste para atajar la crisis. Esas medidas a las que apelaba Barroso se han dado, pero la democracia, hoy, se tambalea.

Si nos ceñimos al caso español, muchos son los indicadores que demuestran que las amenazas del presidente de la Comisión Europea están siendo, de facto, una realidad. Para empezar, el pasado jueves, día 28, fue aprobada en el Congreso la LOMCE. Y no sé a qué venían tantas manos tendidas hacia el titular de Educación, José Ignacio Wert, sin duda orgulloso por haberla sacado adelante, de forma 'democrática', pero con los 182 votos exclusivos de su grupo. No puede considerarse democrática una ley que ha concitado tantos rechazos sociales. El Parlamento es la expresión de la soberanía popular, pero, en virtud del 'rodillo' que ejercen las mayorías, acaba distanciándose de la ciudadanía.

Ese mismo día se aprobó, con menos bombo mediático (con los votos en contra de ERC, Amaiur, IU, Entesa Progres per Catalunya y PSOE), la llamada Ley de Transparencia. Votada el pasado miércoles en el pleno del Senado, volvió al Congreso sin incluir mejora alguna para el derecho de acceso a la información, hasta el punto de que Victoria Anderica Caffarena, coordinadora de campañas de Acces Info Europe, afirmó: «El Partido Popular ha ignorado a la sociedad civil durante todo el proceso de adopción de la ley de transparencia manteniendo una postura única, muy limitada y que plantea una propuesta que viola los estándares mínimos internacionales».

El Senado había ignorado los distintos llamamientos hechos por la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) para la mejora de ese proyecto de ley, al no estar en línea con los estándares internaciones. Según algunas fuentes, acabará ocupando la posición 75 de 96 en la lista de países con leyes de acceso a la información, con una puntuación de 68 sobre 150 puntos según los indicadores del Global RTI Rating (ranking global de acceso a la información). En un contexto en que la ciudadanía necesita dotarse de mecanismos que saquen a la luz tantos escándalos de corrupción, esta ley viene a negar esa posibilidad, pues la misma OSCE afirmaba que dificultaría el trabajo de los periodistas.

Pero, sin ningún género de dudas, si hay alguna norma que evidencia la indudable deriva autoritaria del Estado Español, es precisamente el anteproyecto de ley de seguridad ciudadana, la conocida como 'Ley mordaza'.

Precedida, como es sabido, de contundentes acciones policiales represivas, este anteproyecto de ley, que nos retrotrae al Estado policial franquista, supone un ataque directo a las libertades de expresión y manifestación. Pese a su maquillaje cosmético a su paso por el Senado, la cuantía de las multas que se tratan de imponer a la ciudadanía, incluso por convocar una concentración por twitter ante el sacrosanto edificio del Congreso, nos parece, no ya excesivo, sino simplemente una burla al Estado de Derecho, el mismo que este mismo Gobierno viene atacando sistemáticamente. De ahí a la existencia de un Gobierno formalmente democrático (en el que se conservan la división de poderes, las elecciones periódicas, una supuesta libertad de prensa...), pero que con sus actuaciones bordea los límites de un Estado autoritario semifascista, va un paso.

Porque, lo digo con toda claridad, no puede considerarse democrático un sistema político que gobierna para el 20% de la población más rica y castiga al 80% restante. No hay democracia cuando se salva a la Banca pero se permite que ésta viole el derecho fundamental a la vivienda. No puede ser democrático un Estado que no impide que las rentas del capital crezcan indefinidamente mientras menguan las del trabajo. No puede considerarse que exista democracia en un país en el que más de seis millones de ciudadanos están privados del derecho fundamental al trabajo. No hay democracia cuando estamos cansados de oír las apelaciones de Rajoy al necesario sacrificio de la ciudadanía, mientras que la casta dirigente se escuda en leyes mordaza para que no conozcamos sus tropelías y enormes privilegios de los que gozan. No es democrático un Estado que viola los derechos humanos como en el caso de la valla de Melilla. No sigo por no abrumarles más.

Pero, ante tantas evidencias, me pregunto: ¿Tenemos realmente democracia? ¿Qué democracia?