lunes, 25 de febrero de 2019

Una pieza teatral se sumerge en la esclavitud laboral en el Campo de Cartagena


--De esta obra, que aborda también aspectos como la xenofobia, el racismo y la inmigración, se exhibió una Muestra a finales del pasado año en el Centro Párraga.

---El estreno está previsto para el próximo mes de mayo 



Diego Jiménez.


José Antonio Fuentes y Eva Libertad son dos jóvenes creadores que, con su grupo Sabotaje Teatro, se han empeñado en llevar al escenario, con muestras de teatro experimental, obras que despierten las conciencias dormidas. 

Las personas componentes del grupo teatral, con José Antonio Fuentes, autor y uno de los directores(a la izquierda de la foto) y Eva Libertad, directora también de la pieza (la segunda por la derecha).



En estos meses, se encuentran inmersos en la puesta en escena de una obra, cuyo título en alemán, ‘Was soll ich tun’ (Qué debo hacer), trata de golpear esas conciencias aletargadas sobre un hecho de plena actualidad en estas fechas de inicios de un siglo XXI que se prevé convulso: la coexistencia del fenómeno de la inmigración con el despertar de instintos primarios como la xenofobia y  el racismo, combinados con adecuadas dosis de explotación laboral.




La obra, que tiene como marco referencial el Campo de Cartagena, cuenta con un elenco de personas no profesionales de la escena, es decir, sin experiencia teatral (si se exceptúa al propio actor/director J. Antonio Fuentes), entre las cuales me encuentro, y está previsto su estreno para primeros de mayo. 

Mi libro, ‘La Casa de la Loma’, mereció la atención de los creadores de esta pieza teatral, y de él leo unos párrafos durante su desarrollo.



Para promocionar la misma, el pasado domingo se desarrolló un maratón fotográfico por distintos enclaves agrícolas del Campo de Cartagena, al que siguió una grata comida de convivencia en un restaurante de La Palma.



martes, 19 de febrero de 2019

ASÍ SÍ, SEÑOR BALLESTA




 https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2019/02/19/senor-ballesta/997985.html

Desde mi picoesquina
Así sí, señor Ballesta

No suelo prodigar el estilo epistolar en mis colaboraciones con LA OPINIÓN. Pero hoy voy a hacer una excepción: quiero dirigir mi columna a nuestro alcalde de Murcia, don José Francisco Ballesta Germán.  Le agradezco y le agradecemos, en parte, quienes faenamos en el ámbito de las reivindicaciones memorialistas que, dando cumplimiento a la moción aprobada por unanimidad en el pleno municipal del Ayuntamiento de Murcia de 29 de junio de 2017, un año después se colocara un monolito para rendir homenaje a los 85 murcianos del municipio que sufrieron, penaron y muchos de ellos murieron en los campos de exterminio nazis, desde 1940 hasta 1945. ¿Por qué nuestro parcial agradecimiento? Porque el monolito, una simple placa ubicada en una zona poco visible, la plaza de los Derechos Humanos, y que al poco tiempo fue objeto de un acto vandálico, nada dice sobre la condición republicana de esos murcianos y, además, no cita sus nombres. Y para que recuerde el contexto en que se dio aquella tragedia humana, le voy a refrescar la memoria (también la histórica).
Monumento erigido a los 57 deportados cartageneros a Mauthausen
Como es sabido, a la caída de Cataluña en los primeros meses de 1939, más de medio millón de españoles cruzaron en condiciones precarias la frontera pirenaica y fueron internados en improvisados campos en Barcarés, Septfonds, Argèles sur Mer, etc. Desde allí, ocupada Francia e instalado un gobierno colaboracionista en Vichy, presidido por Petain, muchos españoles fueron capturados por los alemanes y llevados a campos de exterminio tras una breve estancia en campos de prisioneros en donde se respetaban, al menos, las estipulaciones de la Convención de Ginebra. 

Franco se desentendió de aquellos republicanos. Las autoridades alemanas informaron de tal circunstancia a las españolas, ofreciéndoles, de forma reiterada, la posibilidad de repatriar a sus nacionales. En una nota verbal 648/40 de la Embajada de Alemania en España, fechada el 20 de Agosto de 1940, y remitida al Ministerio de Asuntos Exteriores, se decía:  La Embajada de Alemania saluda atentamente al Ministerio de Asuntos Exteriores y tiene el honor de rogarle, quiera comunicar a esta Embajada si el Gobierno Español está dispuesto a hacerse cargo de 2.000 (dos mil) españoles rojos que actualmente se hallan internados en Angoulême […] Las Autoridades alemanas están gustosamente dispuestas a prestar a la Policía de Seguridad española, conforme a sus deseos, toda la ayuda posible en la captura de los dirigentes rojos españoles”.

Varios requerimientos más no dieron resultado. El cartagenero Ramón Serrano Suñer, el ministro cuñado de Franco, decidió que esos prisioneros quedaran en manos de los alemanes y les desposeyó de la nacionalidad española. Ese campo de Angoulême fue uno de los muchos que conocieron los exiliados españoles; desde allí partió el conocido Convoy de los 927, con destino a Mauthausen. Recluidos en este campo y en el subcampo de Gusen, a los republicanos españoles, más de 9.000 en esos campos y otros, se les colocó la ‘S’ de Spanier y fueron considerados apátridas. A partir de ese momento, el horror fue su experiencia cotidiana. Horror que se materializó en: alambradas electrificadas; el transporte de pesadas piedras en la ‘escalera de la muerte’ de Mauthausen, con azotes y empujones hacia el vacío; prisioneros  arrojados a los perros de los SS del campo; crueles azotes y, a veces, ejecuciones por no pronunciar correctamente sus números de presos en alemán;  cautivos músicos de profesión obligados a tocar una marcha festiva mientras se conducía a un preso en procesión para ser ejecutado, con el resto de prisioneros a contemplando dicho ‘espectáculo’; las célebres ‘duchas’ de gas…
Monolito de Murcia

Recuerdo las lágrimas que bañaban aún el rostro de nuestro paisano murciano Paco Griéguez, uno de los últimos supervivientes murcianos de Mauthausen tristemente fallecido en junio del pasado año, cuando, en su domicilio de Gardanne, en el sureste francés, en el que le visité a primeros de julio de 2017, me evocaba aquellos años dramáticos en Mauthausen y me confesaba que, más de setenta años después, aún soñaba con ese campo de exterminio. Vi la emoción con la que Paco abrió conmigo la placa de homenaje que le remitió la Asociación de Memoria Histórica de Murcia. Como me consta también que le produjo una enorme ilusión recibir la enviada por usted, en nombre de la Corporación municipal de Murcia, ciudad a la que no olvidaba. Ilusión e emoción que vi también en el rostro del caravaqueño Juan Aznar, con motivo del homenaje que su Ayuntamiento le tributó el pasado verano, y al que pudo asistir en persona. 
 
Con Paco Griéguez y su compañera Juana en Gardanne, en julio de 2017

El monolito de Murcia no informa suficientemente sobre el sufrimiento y el horror de aquellos españoles que, como Paco y Juan, defendieron la República y, con ella, la libertad, la democracia y la justicia en nuestro país. Pienso que en nuestra ciudad hay que erigir un monumento digno, en sitio visible (¿por qué no en el entorno de la Cárcel Vieja remodelada?), con los nombres de los 85 murcianos que penaron y murieron en aquellos siniestros campos. 

            Mire usted, señor Ballesta. Hace unos días asistí en Cartagena al descubrimiento del monumento de la escultora Natividad Serrano erigido por el Ayuntamiento de esa ciudad, a instancias de la Asociación de Memoria Histórica, en recuerdo de los 57 cartageneros deportados a Mauthausen. Le voy a referir brevemente los actos. Discurso de la alcaldesa, Ana Belén Castejón; discurso del cronista de Cartagena, Francisco José Franco Fernández y de dos de sus alumnas; discurso de Pepa Martínez, presidenta de la Asociación de Memoria Histórica de Cartagena;   presencia de un quinteto de cuerda que interpretó la melodía ‘La lista de Schindler; unas palabras de una sobrina nieta de uno de los homenajeados; presencia de los artistas Mateo Ripoll, Juan Fardo y JATE, autores del mural alusivo en una de las paredes del IES Jiménez de la Espada. Y un detalle: en el monumento (que no monolito) figuran los nombres de los 57 cartageneros deportados, que fueron leídos por el cronista Luis Miguel Pérez Adán.
 
Así sí, señor Ballesta.

Diego Jiménez
Profesor de Historia. Presidente de MHMU
@didacMur

domingo, 17 de febrero de 2019

JORNADA DE VISITA CULTURAL EN CARAVACA DE LA CRUZ


Cerca de un centenar de personas hemos acompañado esta mañana de domingo a nuestra compañera arqueóloga y librera, Juani Marín, que nos ha deleitado con sus conocimientos sobre el parque arqueológico Los Molinos de Papel, ubicado en el mismo centro de la población de Caravaca de la Cruz. 

Juani ha insistido en la importancia del yacimiento calcolítico que ocuparía una extensión de 15 ha, con viviendas de planta circular y con enterramientos colectivos, aunque también se ha excavado una fosa individual de una mujer enterrada con abalorios de marfil, de los que no hay en toda Europa de tal tamaño. Incluso hay esqueletos de perros enterrados, lo que prueba que hace 4.000 años ya se habría domesticado a estos animales. 

Nuestra amiga arqueóloga ha reivindicado, como no podía ser menos, una mayor inversión en la excavación de este yacimiento, dada la importancia que sabemos que tuvo la Edad del Cobre en nuestra Región, de la que son una muestra los yacimeintos de La Bastida, en Totana, y de La Almoloya, en Pliego.
  
Tras la visita al yacimiento arqueológico, nos hemos dirigido a los restos de los antiguos molinos de papel anexos al mismo, una instalación del sigo XVIII (aunque hay constancia de un molino harinero anterior), que también merecerían una mayor atención de la Administración estatal y regional para su puesta en valor. De hecho, junto a los molinos, están los restos de lo que iba a ser un centro de interpretación, pero cuya obra no ha sido concluida.







martes, 5 de febrero de 2019

AQUELLOS REPUBLICANOS DE 'LA FEDERAL'

 

 https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2019/02/05/republicanos-federal/994192.html

"Los Gobiernos republicanos, temerosos de llevar la revolución hasta sus últimas consecuencias, dejaron todo el poder material y los resortes de acción en manos de las clases del Antiguo Régimen, no pasando de tímidos ensayos, por miedo al 'cuarto estado'"


Cuando el próximo 11 de febrero se conmemora el 146 aniversario de la proclamación de la Primera República y cuando, desde cada vez más amplios sectores sociales, se está cuestionando el edificio de la Transición política y se echa la vista atrás añorando las realizaciones sociales y políticas de la Segunda República, es bueno recordar también los anhelos de cambio político y justicia social de tantas y tantas personas, en el ámbito de la política y en sectores obreros, que desde 1868, y sobre todo a la altura de 1873, intentaron romper las amarras con un pasado inmerso en la reacción y el atraso.

Como es sabido, la Primera República vino precedida del estallido de la Revolución de 1868, La Gloriosa, un levantamiento militar, pero con amplio respaldo popular, que condujo a la reina Isabel II al exilio. Para Josep Fontana la caída de Isabel II fue la consecuencia, en el plano político, de la propia dinámica del capitalismo español, que necesitaba apoyarse en sectores sociales más progresistas que posibilitaran su desarrollo. Y, al decir de Labrouche, la Gloriosa exterioriza el levantamiento de los detentadores de la 'richesse en mouvément' (esto es, la burguesía progresista) frente a la 'richesse en état' (la conservadora).

Tras el destronamiento de la reina en septiembre de 1868, el Gobierno provisional de Prim, con Serrano como regente, alumbró la Constitución de 1869, la más progresista del siglo XIX, con una amplia declaración de derechos, pero apelando a la fórmula monárquica del Estado, razón por la que se imponía buscar un rey entre las casas reinantes en Europa. Descartados varios candidatos ( Fernando de Portugal, el duque de Montpensier, Leopoldo de Hohenzollern) tras no pocos problemas diplomáticos, el elegido, Amadeo I de Saboya, llegó a Madrid el 2 de enero de 1871,  al tiempo que le anunciaban la muerte en atentado de su valedor, el general Prim.

Como es sabido, su breve reinado, de apenas dos años, estuvo salpicado de dificultades, pues contó con la oposición de las clases aristocráticas, de la Iglesia, de la clase obrera, etc. Además, tuvo que hacer frente a las rebeliones carlistas y del arma de Artillería, así como a los inicios de la guerra de liberación de Cuba. Por eso, el 10 de febrero de 1873, cuando en Madrid, en toda España y en las cancillerías europeas se conocía ya la noticia de su dimisión, celebraba Amadeo su último Consejo de Ministros.

El general Prim había venido sosteniendo la inviabilidad de una República en España. Pero, ante el vacío de poder, en reunión conjunta del Congreso y del Senado, se proclamó el 11 de febrero. Socialmente, la República fue apoyada sólo por la burguesía intelectual y por los obreros y campesinos, que aspiraban a una revolución social (eliminación de las quintas y del odiado impuesto de consumos). Políticamente, sólo contó con el apoyo de los republicanos, divididos entre unionistas, federalistas y federalistas intransigentes (cantonales). Internacionalmente, sólo fue reconocida por EEUU y Suiza, con la oposición de la Alemania de Bismarck y de Inglaterra, recelosa de una posible 'unión ibérica' entre España y Portugal.

Proclamado presidente Estanislao Figueras, se convocaron elecciones a las que sólo concurrieron los republicanos. Figueras desapareció (del Gobierno y del país, sin previo aviso, tras confesar en el Consejo de ministros que [sic] «estoy hasta los cojones de todos nosotros») y el gobierno de Pi i Margall inició los trabajos de la elaboración de la Constitución de 1873, que no entró en vigor. Ese texto constitucional, que por primera vez en España consolidaba un Estado laico, propugnaba una estructura confederal del país, con 17 Estados, más los territorios de Ultramar, integrados en la Nación española.

Mientras se discutía la Constitución, se acentuó la guerra carlista en el norte y estalló la insurrección cantonal en toda España. El 7 de julio se inició en Alcoy una huelga general, duramente reprimida, y días después se sublevaron los federalistas intransigentes en Cartagena, con el apoyo de los bakuninistas del Arsenal. Miguel Artola señala que en el movimiento cantonalista concurren la impaciencia de los federales, el federalismo de los internacionalistas bakuninistas y, en ocasiones, aunque en menor medida, las reivindicaciones sociales del proletariado.

Tras el breve gobierno de Nicolás Salmerón, que dimitió tras negarse a firmar dos penas de muerte, la presidencia de Emilio Castelar acentuó el giro autoritario de la República. Con el apoyo de los sectores aristocráticos y con el restablecimiento de las quintas (que habían sido suprimidas por Figueras en febrero de 1873), detuvo el avance carlista en el norte y sofocó la revolución cantonal. Sólo resistía Cartagena.

Cuando el 2 de enero de 1874 Castelar comparecía en las Cortes para someterse a un voto de confianza, y cuando se estaba votando un nuevo Gobierno, se produjo la irrupción del general Pavía en el Congreso, anunciando la constitución de un Gobierno militar de emergencia presidido por el general Serrano. La experiencia cantonalista cartagenera duraría hasta mediados de enero, fecha en que fue aplastada por el general López Domínguez.

¿Qué había ocurrido?

Para Miguel Artola, la burguesía, que había estado detrás de todos los ensayos liberales y democráticos desde 1812, atemorizada por la fuerza emergente de las clases bajas [sic], buscará una nueva fórmula, para la que Cánovas del Castillo tenía preparada la respuesta (la restauración de los Borbones).

Tuñón de Lara opina que, tras seis años de choques y conmociones, las estructuras arcaicas permanecieron intactas, y la burguesía, desde ese momento, renunció a 'su' revolución para pactar con las clases tradicionalmente dominantes. Los Gobiernos republicanos, temerosos de llevar la revolución hasta sus últimas consecuencias, dejaron todo el poder material y los resortes de acción en manos de las clases del Antiguo Régimen, no pasando de tímidos ensayos, por miedo al 'cuarto estado'.

Tras haber leído (espero que con detenimiento) esta columna, les sugiero que busquen paralelismos, que los hay, con la Historia más reciente y con la actualidad de nuestro país.