jueves, 21 de febrero de 2008

LA TRAYECTORIA DE LA DINASTÍA BORBÓNICA EN ESPAÑA, ANALIZADA EN UNA CHARLA CONMEMORATIVA DEL 135 ANIVERSARIO DE LA I REPÚBLICA ESPAÑOLA, LA “FEDERAL





El acto, organizado por la ‘Unidad Cívica por la República’ de Murcia, contó en la mesa con la presencia de los profesores de Historia Pedro María Egea Bruno y Diego Jiménez.



Diego Jiménez. Murcia.- A primeros de enero de 1874, el general Pavía entraba en el Congreso de los Diputados, disolvía las Cortes y entregaba el gobierno de la I República agonizante al general Serrano, que protagonizó un gobierno formalmente republicano, pero autoritario, cuyo fin llegaría con el pronunciamiento militar de Martínez Campos, en Sagunto, el 29 de diciembre de 1874. La breve experiencia de la I República, la Federal, constituida el 11 de febrero de 1873, tras la abdicación del rey Amadeo I de Saboya, tocaba a su fin. Con el nuevo ‘ruido de sables’, un episodio más de las frecuentes apariciones del Ejército a lo largo del siglo XIX para inmiscuirse en la vida política, se daría paso a la Restauración borbónica en la persona del rey Alfonso XII, de efímero reinado, pues moriría en 1885, pero que inauguró un régimen peculiar, con un bipartidismo pactado (Pacto del Pardo) entre los partidos liberal y conservador, con el soporte del caciquismo, la manipulación electoral y la corrupción, que caracterizarían todo el periodo que transcurre entre 1875 y 1923.

Charla

Para analizar este trascendental periodo, la Asociación ‘Unidad Cívica por la República’ organizó una charla el pasado miércoles, día 20 de febrero, en el Salón de Actos de la Facultad de Ciencias Políticas, en una fecha coincidente con el 135 aniversario del advenimiento de la I República. Con el sugerente título de “Los Borbones en España: siglo XVIII-¿siglo XXI?. Una mirada crítica”, Pedro María Egea Bruno, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Murcia, y autor, entre otros títulos, de “La represión franquista en Cartagena” e “Historia del distrito minero en la Sierra de Cartagena-La Unión”, y quien suscribe esta crónica, Diego Jiménez, profesor de Historia de Secundaria, colaborador habitual de prensa y miembro de la dirección regional de IURM, fueron los ponentes encargados -tras la presentación del acto a cargo de Javier Sánchez, miembro de la Unidad Cívica por la República- de repasar el periodo crucial de la Historia de España que se extiende desde la instauración de los Borbones en España en 1700 hasta el advenimiento de la Segunda República.

Diego Jiménez centró su intervención, ilustrada con una exposición en formato power point, en los episodios más significativos de los reinados de Felipe V, Carlos III, Carlos IV, Fernando VII, la Regencia de María Cristina, Isabel II, el Sexenio Democrático y su epílogo, la I República. Difícil empeño para el ponente intentar sintetizar, en cuarenta minutos, casi doscientos años de la Historia de España, por lo que Jiménez optó por señalar aquellos hechos que demuestran, de forma palmaria, cómo los Borbones españoles estuvieron en medio del fuego cruzado de la lucha por la hegemonía de las grandes potencias europeas. Concretamente, de la mano de Francia, con Carlos III asistimos a nuestra presencia en la lucha de la Independencia de las Trece Colonias norteamericanas. De la mano de Francia, estuvimos también, como aliados, en lucha contra Inglaterra, lo que nos llevó, entre otras cosas, al desastre de Trafalgar (octubre de 1805), al vergonzoso episodio de la entrada de tropas francesas en la península, para ocupar Portugal, por las ambiciones de Godoy, valido de Carlos IV, y al posterior secuestro de la familia real en Bayona por Napoleón Bonaparte. Las tres aciagas etapas del reinado de Fernando VII también merecieron la consideración del ponente.

Jiménez hizo hincapié en el destino errático de esta dinastía, con la salida forzada de España de la Regente María Cristina -en 1840, tras el final de una guerra carlista que tuvo como misión preservar los derechos dinásticos de su hija Isabel (II)-,así como de la propia Isabel II, tras la Revolución de Septiembre de 1868 (‘La Gloriosa’), resaltando que tanto una como otra se apoyaron en los sectores más moderados del liberalismo para impulsar un tenue, pero incipiente, liberalismo burgués que, sin embargo, no logró consolidar plenamente, como en el resto de Europa, la revolución industrial. Pasó repaso, por último, al breve periodo del Sexenio, una etapa de revolución burguesa con apoyo popular, pero que contempló la moderación de sus impulsores, ante el temor del empuje popular, proyectando una Constitución, la de 1869, que daría pie a la fugaz monarquía de Amadeo I de Saboya y, abdicado éste, a la Primera República, etapa con la que finalizó su exposición.

El profesor Pedro María Egea Bruno, con una charla también profusamente ilustrada con abundante soporte gráfico (más de 300 diapositivas) se refirió al episodio de la Restauración borbónica, tras la entrada en el Congreso del general Pavía, en enero de 1874 y tras el pronunciamiento militar del general Martínez Campos a finales de 1874. Con un planteamiento expositivo con referencia a la que se denomina ‘historia total’, Egea Bruno pasó repaso a los aspectos políticos, sociales, demográficos, culturales, sociales…de esa etapa histórica.

Nos ilustró sobre el gran atraso poblacional, cultural y demográfico de la población española de finales del siglo XIX, con una esperanza de vida de 29 años, por debajo incluso de Portugal. Se refirió a la sangría poblacional que ocasionaron en España el atraso médico, el hambre, las epidemias, las guerras y la emigración forzada, resaltando la ruralización de la población española, en la medida en que más del 50% de ésta vivía en ciudades de menos de 5.000 habitantes. Únicamente Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, Málaga…se podían considerar grandes urbes, en el contexto de una España pobre, atrasada y analfabeta. Habló de la débil industrialización y de la dependencia del capital extranjero en sectores claves como la minería, que era básicamente de exportación, con productos como el plomo, mercurio y cobre, escapando de este control únicamente la industria siderúrgica vasca. Egea Bruno se refirió también al déficit de infraestructuras de comunicaciones en esta época, con una red de carreteras deficiente y un ferrocarril con un ancho de vía diferente al del resto de Europa, lo que nos incomunicó más con ese continente. Sociedad atrasada, con más de 5 millones de personas dedicadas a la agricultura, y que, sin embargo, contempló la consolidación de un bloque de poder que sostuvo al Régimen de la Restauración y que integraban la nobleza terrateniente y la alta burguesía de negocios, con pactos entre ambas. En ese contexto, afloran las protestas sociales, con la profusión del bandolerismo andaluz, las ocupaciones de tierras, la ‘Mano Negra’, etc. Las duras condiciones de la vida rural y urbana están en el origen de esos casos desesperados de resistencia, auspiciados, además, por los bajos salarios, largas jornadas laborales y la explotación de la mano de obra infantil. La clase obrera comenzó a tomar conciencia de su situación, reclamando 8 horas para el trabajo, 8 para el estudio y 8 para el ocio. El final de siglo contempló, además, el nacimiento de las primeras organizaciones obreras, con la fundación del PSOE (1879) y la UGT (1888).

El profesor E. Bruno hizo un repaso exhaustivo, además, a las situaciones más dispares de la vida cotidiana de los sectores populares, enfatizando el papel subordinado de la mujer, sin olvidar citar cómo encaraban los españoles sus espacios de ocio, con referencia a los deportes (reservados a las clases altas), los toros (con presencia femenina entre algunos de los matadores de la época), los bailes y las vacaciones (diversiones de la burguesía), y el teatro, con profusión de comedias costumbristas de Arniches, Jacinto Benavente, los Álvarez Quintero…Incluso las ejecuciones públicas eran un espectáculo común.

Un Régimen, en suma, el de la Restauración, sustentado sobre una Constitución conservadora, la de 1876, y un bipartidismo pactado entre conservadores y liberales, arropados por una extensa red de caciques en las zonas rurales. La tremenda conmoción por la pérdida de Cuba, Filipinas y Puerto Rico hizo tambalearse los cimientos de este peculiar sistema político. Además, por si fuera poco, se inició posteriormente la ’aventura’ de Marruecos.

La II República Española, un régimen que, según E. Bruno, “no pudo ser”, intentó enmendar inútilmente el secular atraso de un país, España, que vio cómo el Régimen de la Restauración contribuyó a alejarnos más de Europa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tengo 17 años y si lo que España necesita es un república me gustaría que me convenciesen de ello; si teneis algun motivo, mi correo es blas_bmula@hotmail.com.
Gracias Me llamo Blas

Anónimo dijo...

porque la republica es la verdadera politica que deberiamos tener, nos implica capacidad de eleccion y un progreso del pais, no como instituciones antiguas como la monarquia. Razones hay muchas pero la verdadera es la libertad.

Pedro Egea, la forma en que cuenta historia te anima a participar mas en lo que verdaderamente no se debe olvidar, la verdad.

Un saludo