Se entrevistó con María Dolores Alarcón, secretaria de relaciones exteriores de la Comunidad Autónoma de Murcia, y le dio cuenta del estado de los proyectos de cooperación financiados por la UE y la CARM, y gestionados y apoyados por la ONG 'ACSUR-Las Segovias'.
Diego Jiménez. Murcia.
El programa, que comenzó en mayo de 2005 y concluye este mes de octubre, ha apoyado proyectos de desarrollo comunitario integral de tres comunidades rurales de la provincia cubana de Granma, según nos informa Isabel Cánovas, de ACSUR, que pretenden “contribuir a la mejora de las condiciones socioeconómicas de tres comunidades rurales del municipio de Bayamo, considerado entre los más vulnerables del país”, según un estudio reciente del Programa Mundial de Alimentos y el Instituto de Planificación Física de Cuba. Las acciones previstas tienen como prioridad la incorporación de la mujer a las actividades económicas y productivas de sus comunidades para la mejora de sus ingresos y la consecución de una dieta más equilibrada con la incorporación de proteína animal. Asimismo se realizará un conjunto de acciones que mejorarán las condiciones de habitabilidad, los servicios sociales y las vías de acceso a las comunidades elegidas. Las acciones de capacitación previstas asegurarán la sostenibilidad del proyecto, así como la incorporación de nuevas técnicas productivas que se adecuen a la situación económica del país.
Transformación y diversificación productiva de la unidad básica de producción cooperativa cañera Guamo Viejo, provincia de Granma.
Los proyectos actuales están dirigidos a contribuir a la reconversión productiva y la eficiencia económica de la Unidad básica de producción agrícola (UBPC) de Guamo Viejo (municipio de Río Cauto, provincia de Granma), con el objetivo de “mejorar las condiciones de trabajo y de vida de los y las cooperativistas, así como de la población de la comunidad, integrando a la mujer en la toma de decisiones y en la vida laboral de la cooperativa”, según nos informa Isabel.
Contexto cubano
Asegurar los alimentos a la población cubana ha sido y es un problema estratégico de alta relevancia nacional. Desde la aplicación de la primera ley de reforma agraria, en 1959, las políticas estructurales, organizativas, económicas y sociales relacionadas con el agro cubano tuvieron en el punto de mira el interés de satisfacer (en cantidad y calidad) los requerimientos alimentarios de todos los miembros de la sociedad.
Hasta 1989 el modelo de desarrollo de la agroeconomía se planteaba el progreso técnico como la base fundamental para el incremento de la producción y ese concepto condujo a un elevado grado de concentración y especialización de la producción agrícola y pecuaria con altos índices de consumos energéticos y agroquímicos, inversiones a gran escala, y amplia utilización de insumos agrícolas. Esa política no resultó eficiente desde el punto de vista productivo y de la protección del medio ambiente, generando una creciente dependencia de suministros importados.
Durante casi treinta años Cuba mantuvo un nivel de relaciones externas con los países socialistas de la Europa oriental basado en principios de intercambio justo para favorecer los programas de desarrollo interno y propiciar la integración económica de la isla al sistema del CAME, integración que suponía el compromiso de exportar aquellos productos para los cuales la isla tiene especiales condiciones naturales productivas. En ese contexto se conformó una agroeconomía altamente especializada y concentrada pero muy dependiente del comercio exterior. Más de la mitad de las tierras cultivadas se destinaban a producir para la exportación, pero aproximadamente el 57% de las proteínas y más del 50% de las calorías consumidas se importaban. Entre el 75 y 80% del equipamiento para inversión procedía de mercados externos. A comienzos de la década de los 90, la desaparición del campo socialista y el recrudecimiento del embargo impuesto por el gobierno de los Estados Unidos puso en crisis el funcionamiento de las relaciones económicas y comerciales de Cuba, en particular, por la brusca e inesperada reducción de su capacidad de comercio exterior.
Efectos en la agricultura
En la agricultura, los efectos de esa situación se reflejaron de inmediato en un descenso drástico de la importación de insumos, por ejemplo los fertilizantes y herbicidas se redujeron un 22% y el combustible, un 39%. El desajuste de los sistemas de abastecimiento provocó una brusca caída en la producción de alimentos y una mayor dependencia de las importaciones. De lo anterior puede concluirse que la seguridad alimentaria en Cuba a partir del año 1992 es precaria y si los efectos adversos no han sido mayores se debe a los logros que en el terreno social se han alcanzado y a la equidad con que se distribuyen los limitados recursos disponibles.
Reacciones del Gobierno cubano y apoyos
Las reacciones del gobierno cubano ante la problemática agroalimentaria se manifestaron, aún antes del agravamiento de la crisis, en un detallado y crítico examen de los fenómenos de ineficiencia y baja productividad del sector agropecuario, proceso que condujo a la adopción de medidas para modificar, en el menor tiempo posible, la situación existente. En consecuencia, se inició un proceso de descentralización y diversificación de la producción, redimensionando las grandes empresas agropecuarias estatales en unidades de producción de mediana escala autogestionadas por los propios colectivos de trabajadores. Para el conjunto de las organizaciones no gubernamentales cubanas, la sostenibilidad agroalimentaria era unas de las principales prioridades del momento. Además, las ONG cubanas están ideando y ejecutando soluciones prácticas, realistas, poco costosas, que retoman prácticas culturales tradicionales, revalorizan el papel de la comunidad y fortalecen la capacidad de los productores para generar iniciativas y resolver sus problemas. Con ese enfoque se esta logrando la incorporación de un mayor número de personas a las actividades de capacitación y a la producción de alimentos mediante la autogestión, e incluso buscando una mayor vinculación de los técnicos y profesionales que habitan en la comunidad.
Pese a las dificultades económicas, las ONG cubanas desarrollan múltiples proyectos con los productores de alimentos, cuyos contenidos tienden a incorporar y afianzar los principios de la agricultura sostenible, aumentar el empleo de fuentes de energía renovable, aprovechar al máximo los productos obtenidos, mejorar la alimentación animal, la nutrición y el manejo de rebaños, la conservación de la biodiversidad, la reducción del uso de los agroquímicos, el empleo de prácticas agrícolas de bajo costo, la producción de semillas de calidad, elaboración y aplicación de biofertilizadores y bioplaguicidas, el rescate de las prácticas de agricultura tradicional, la revalorización de la economía agrícola familiar, etc.
Cooperación internacional
La cooperación internacional, a través de organizaciones e instituciones no gubernamentales de la sociedad cubana, es básica para contribuir a la solución de las necesidades alimentarias de la población y ha posibilitado disponer de ciertos niveles de recursos materiales y financieros para complementar los recursos propios y reforzar las acciones estratégicas y prácticas en que las organizaciones cubanas están empeñadas.
Los proyectos de desarrollo generalmente están dirigidos a apoyar programas nacionales ya establecidos y que requieren de recursos para su continuidad, por ejemplo, la producción de semillas de granos para el consumo humano y animal, la introducción de variedades de hortalizas más productivas, modelos de explotación a pequeña escala de especies animales para el autoabastecimiento de leche y carnes, introducción de equipos para regadío que utilizan energía renovable (aire o agua), instalación de plantas de biogás para consumo doméstico y social, elaboración de alimentos en conserva a partir de residuos y excedentes de cosecha, producción artesanal de artículos de alta demanda para uso personal y en labores agrícolas a partir del aprovechamiento de los recursos locales, extensión de la tracción animal, producción y empleo de biopreparados (fertilizadores y plaguicidas), extensión de la experiencia de los huertos populares comunitarios, etc.
Se están ejecutando proyectos de desarrollo integral autosostenibles en varios territorios del país donde los programas de desarrollo que se venían ejecutando han quedado interrumpidos, total o parcialmente, por la falta de recursos. Son regiones de condiciones naturales difíciles y que requieren de apoyo externo para complementar los esfuerzos locales. El objetivo global de estos proyectos es favorecer un impacto inmediato de las inversiones en términos de mayores cantidades de alimentos, para asegurar el autoabastecimiento y suministrar al mercado. En este tipo de proyectos se incluyen obras de beneficio social como acueductos, viales, electrificación, reparación de viviendas, comedores, escuelas, consultorios, etc. Igualmente incluyen componentes de promoción de la participación comunitaria, del rol de la mujer y acciones de capacitación y asesoría técnica.
La característica general de la política agroalimentaria cubana en el período actual se define por la evolución hacia un modelo de desarrollo racional y autosostenible. En función de ese objetivo se hacen proyectos en los que trabajan investigadores y científicos, productores individuales y cooperativistas, vecinos de las comunidades rurales y urbanas, funcionarios y especialistas de las instituciones del país y las asociaciones y organizaciones sociales interesadas y comprometidas en la solución del problema alimentario nacional.
Encuentro con Dilcia García
No quisimos perder la oportunidad de conocer, de primera mano, las experiencias que se están llevando a cabo para superar los problemas de suficiencia y seguridad alimentarias en esa isla caribeña.
Nos encontramos, a la hora del café, con Dilcia García, veterinaria de profesión y secretaria de relaciones exteriores de la Asociación cubana de producción animal (ACPA), que estaba acompañada de Ana e Isabel, de ACSUR, y Liliana, activa militante de la Campaña ‘Quién debe a quién’, para la abolición de la Deuda Externa. Charlamos con ella en torno a una mesa en una céntrica cafetería murciana.
Para Dilcia, superada en Cuba la etapa del monocultivo de la caña de azúcar destinada a la exportación, y que, a cambio, proveía de otros insumos a la isla, se ha entrado, por necesidad y por convicción del gobierno y pueblo cubanos, en una etapa de diversificación agrícola, con el cultivo de hortalizas, vegetales, fríjoles, plátano, etc. “Eso se llama en Cuba la tarea de conversión de la industria azucarera a la producción diversificada”, nos dijo. Todo este proceso va acompañado de todo el tema de la producción animal, centrada en el ganado ovino, caprino, etc. , “todo ello con el apoyo de la cooperación internacional”, enfatizó Dilcia en un momento de la conversación. Así, se entra en el diseño y puesta en marcha de la UBPC (unidad básica de producción agrícola y producción animal diversificada), proyecto para dos años y que se inició en abril de 2005, con ayudas exteriores de la UE y la CARM (Comunidad Autónoma de Murcia), y que ha contado con colaboración con ACSUR.
“En estos proyectos hemos empezado por la formación de las capacidades de las personas, con procesos participativos con los beneficiarios, para asumir las tareas del trayecto y todas las producciones. En la crianza de animales, las mujeres juegan un papel muy importante”, destaca Dilcia, que, además, afirmó que, junto a la capacitación campesina, se pone especial empeño en el “enfoque de género, transversal en todas las acciones, y, sobre todo, mucha participación de los actores claves, los beneficiarios. ACPA está trabajando por incorporar la perspectiva de género en toda su organización.”
En Guamo Viejo, en el municipio de Río Cauto, en el Oriente del país, área rural que debió transformar su producción azucarera, “la población tiene un nivel educativo adecuado, pero deben comenzar de cero en el tema de la producción agrícola, y he aquí el papel importante que debe jugar este proyecto”, nos aclaró Dilcia, que declaró superados, afortunadamente, los problemas alimentarios y de todo orden que supuso el "periodo especial" por el que atravesó Cuba al inicio de la década de los '90 del pasado siglo.
En un momento dado, le preguntamos si las gentes de estos proyectos, y la Asociación ACPA, en particular, mantenían relaciones con el ingeniero Humberto Ríos Labrada, que recientemente en Murcia nos informaba de las experiencias de fitomejoramiento participativo en el agro cubano. Dilcia nos respondió que sí, que no sólo le conoce, sino que, además, hay una relación estrecha entre la producción agrícola y animal, pues “las semillas mejoradas se utilizan para la producción de alimentos animales. Todos los centros de investigaciones son importantes para nuestro trabajo”.
Dilcia quiso dejar claro el carácter autóctono de los proyectos de mejora de producción animal, que, dijo, “no se diseñan en Europa”, pues, enfatizó, “en este minuto en que estamos hablando, el 95% de los proyectos que formulamos salen de la base. Las provincias hacen los diagnósticos participativos y formulan los proyectos a partir de las necesidades de las personas que han de participar, y todo ello es aprobado, más tarde, por el Secretariado de ACPA nacional”. Además, “todo en relación con las necesidades de desarrollo que tiene el país. El proceso se basa en crear capacidades para llegar al punto en que estamos, que no es perfecto, pero mejor que cuando llegamos”.
Dilcia nos reconoció que las prioridades agroalimentarias pueden quedar pospuestas por las especiales características climatológicas de la Isla, pues “tenemos ciclones que arrasan, por lo que a veces, se retrasan las ejecuciones de esos programas, pues el Estado determina que los áridos, el cemento, etc. deben tener otras prioridades. Esa es la dinámica con que trabajamos”.
Quiso agradecer la especial colaboración de la ONG ACSUR-Las Segovias. “Estamos muy satisfechos de trabajar con ACSUR, en relaciones de confianza mutua, de respeto… hemos aprendido mucho de ACSUR, en particular, de la perspectiva de género a incorporar a la organización. Agradece a Eva, que está en La Habana, su papel”.
Para terminar, calificó el reciente encuentro con la Secretaria de relaciones exteriores de la CARM, María Dolores Alarcón, de “cordial, amistoso y respetuoso”.
Los proyectos actuales están dirigidos a contribuir a la reconversión productiva y la eficiencia económica de la Unidad básica de producción agrícola (UBPC) de Guamo Viejo (municipio de Río Cauto, provincia de Granma), con el objetivo de “mejorar las condiciones de trabajo y de vida de los y las cooperativistas, así como de la población de la comunidad, integrando a la mujer en la toma de decisiones y en la vida laboral de la cooperativa”, según nos informa Isabel.
Contexto cubano
Asegurar los alimentos a la población cubana ha sido y es un problema estratégico de alta relevancia nacional. Desde la aplicación de la primera ley de reforma agraria, en 1959, las políticas estructurales, organizativas, económicas y sociales relacionadas con el agro cubano tuvieron en el punto de mira el interés de satisfacer (en cantidad y calidad) los requerimientos alimentarios de todos los miembros de la sociedad.
Hasta 1989 el modelo de desarrollo de la agroeconomía se planteaba el progreso técnico como la base fundamental para el incremento de la producción y ese concepto condujo a un elevado grado de concentración y especialización de la producción agrícola y pecuaria con altos índices de consumos energéticos y agroquímicos, inversiones a gran escala, y amplia utilización de insumos agrícolas. Esa política no resultó eficiente desde el punto de vista productivo y de la protección del medio ambiente, generando una creciente dependencia de suministros importados.
Durante casi treinta años Cuba mantuvo un nivel de relaciones externas con los países socialistas de la Europa oriental basado en principios de intercambio justo para favorecer los programas de desarrollo interno y propiciar la integración económica de la isla al sistema del CAME, integración que suponía el compromiso de exportar aquellos productos para los cuales la isla tiene especiales condiciones naturales productivas. En ese contexto se conformó una agroeconomía altamente especializada y concentrada pero muy dependiente del comercio exterior. Más de la mitad de las tierras cultivadas se destinaban a producir para la exportación, pero aproximadamente el 57% de las proteínas y más del 50% de las calorías consumidas se importaban. Entre el 75 y 80% del equipamiento para inversión procedía de mercados externos. A comienzos de la década de los 90, la desaparición del campo socialista y el recrudecimiento del embargo impuesto por el gobierno de los Estados Unidos puso en crisis el funcionamiento de las relaciones económicas y comerciales de Cuba, en particular, por la brusca e inesperada reducción de su capacidad de comercio exterior.
Efectos en la agricultura
En la agricultura, los efectos de esa situación se reflejaron de inmediato en un descenso drástico de la importación de insumos, por ejemplo los fertilizantes y herbicidas se redujeron un 22% y el combustible, un 39%. El desajuste de los sistemas de abastecimiento provocó una brusca caída en la producción de alimentos y una mayor dependencia de las importaciones. De lo anterior puede concluirse que la seguridad alimentaria en Cuba a partir del año 1992 es precaria y si los efectos adversos no han sido mayores se debe a los logros que en el terreno social se han alcanzado y a la equidad con que se distribuyen los limitados recursos disponibles.
Reacciones del Gobierno cubano y apoyos
Las reacciones del gobierno cubano ante la problemática agroalimentaria se manifestaron, aún antes del agravamiento de la crisis, en un detallado y crítico examen de los fenómenos de ineficiencia y baja productividad del sector agropecuario, proceso que condujo a la adopción de medidas para modificar, en el menor tiempo posible, la situación existente. En consecuencia, se inició un proceso de descentralización y diversificación de la producción, redimensionando las grandes empresas agropecuarias estatales en unidades de producción de mediana escala autogestionadas por los propios colectivos de trabajadores. Para el conjunto de las organizaciones no gubernamentales cubanas, la sostenibilidad agroalimentaria era unas de las principales prioridades del momento. Además, las ONG cubanas están ideando y ejecutando soluciones prácticas, realistas, poco costosas, que retoman prácticas culturales tradicionales, revalorizan el papel de la comunidad y fortalecen la capacidad de los productores para generar iniciativas y resolver sus problemas. Con ese enfoque se esta logrando la incorporación de un mayor número de personas a las actividades de capacitación y a la producción de alimentos mediante la autogestión, e incluso buscando una mayor vinculación de los técnicos y profesionales que habitan en la comunidad.
Pese a las dificultades económicas, las ONG cubanas desarrollan múltiples proyectos con los productores de alimentos, cuyos contenidos tienden a incorporar y afianzar los principios de la agricultura sostenible, aumentar el empleo de fuentes de energía renovable, aprovechar al máximo los productos obtenidos, mejorar la alimentación animal, la nutrición y el manejo de rebaños, la conservación de la biodiversidad, la reducción del uso de los agroquímicos, el empleo de prácticas agrícolas de bajo costo, la producción de semillas de calidad, elaboración y aplicación de biofertilizadores y bioplaguicidas, el rescate de las prácticas de agricultura tradicional, la revalorización de la economía agrícola familiar, etc.
Cooperación internacional
La cooperación internacional, a través de organizaciones e instituciones no gubernamentales de la sociedad cubana, es básica para contribuir a la solución de las necesidades alimentarias de la población y ha posibilitado disponer de ciertos niveles de recursos materiales y financieros para complementar los recursos propios y reforzar las acciones estratégicas y prácticas en que las organizaciones cubanas están empeñadas.
Los proyectos de desarrollo generalmente están dirigidos a apoyar programas nacionales ya establecidos y que requieren de recursos para su continuidad, por ejemplo, la producción de semillas de granos para el consumo humano y animal, la introducción de variedades de hortalizas más productivas, modelos de explotación a pequeña escala de especies animales para el autoabastecimiento de leche y carnes, introducción de equipos para regadío que utilizan energía renovable (aire o agua), instalación de plantas de biogás para consumo doméstico y social, elaboración de alimentos en conserva a partir de residuos y excedentes de cosecha, producción artesanal de artículos de alta demanda para uso personal y en labores agrícolas a partir del aprovechamiento de los recursos locales, extensión de la tracción animal, producción y empleo de biopreparados (fertilizadores y plaguicidas), extensión de la experiencia de los huertos populares comunitarios, etc.
Se están ejecutando proyectos de desarrollo integral autosostenibles en varios territorios del país donde los programas de desarrollo que se venían ejecutando han quedado interrumpidos, total o parcialmente, por la falta de recursos. Son regiones de condiciones naturales difíciles y que requieren de apoyo externo para complementar los esfuerzos locales. El objetivo global de estos proyectos es favorecer un impacto inmediato de las inversiones en términos de mayores cantidades de alimentos, para asegurar el autoabastecimiento y suministrar al mercado. En este tipo de proyectos se incluyen obras de beneficio social como acueductos, viales, electrificación, reparación de viviendas, comedores, escuelas, consultorios, etc. Igualmente incluyen componentes de promoción de la participación comunitaria, del rol de la mujer y acciones de capacitación y asesoría técnica.
La característica general de la política agroalimentaria cubana en el período actual se define por la evolución hacia un modelo de desarrollo racional y autosostenible. En función de ese objetivo se hacen proyectos en los que trabajan investigadores y científicos, productores individuales y cooperativistas, vecinos de las comunidades rurales y urbanas, funcionarios y especialistas de las instituciones del país y las asociaciones y organizaciones sociales interesadas y comprometidas en la solución del problema alimentario nacional.
Encuentro con Dilcia García
No quisimos perder la oportunidad de conocer, de primera mano, las experiencias que se están llevando a cabo para superar los problemas de suficiencia y seguridad alimentarias en esa isla caribeña.
Nos encontramos, a la hora del café, con Dilcia García, veterinaria de profesión y secretaria de relaciones exteriores de la Asociación cubana de producción animal (ACPA), que estaba acompañada de Ana e Isabel, de ACSUR, y Liliana, activa militante de la Campaña ‘Quién debe a quién’, para la abolición de la Deuda Externa. Charlamos con ella en torno a una mesa en una céntrica cafetería murciana.
Para Dilcia, superada en Cuba la etapa del monocultivo de la caña de azúcar destinada a la exportación, y que, a cambio, proveía de otros insumos a la isla, se ha entrado, por necesidad y por convicción del gobierno y pueblo cubanos, en una etapa de diversificación agrícola, con el cultivo de hortalizas, vegetales, fríjoles, plátano, etc. “Eso se llama en Cuba la tarea de conversión de la industria azucarera a la producción diversificada”, nos dijo. Todo este proceso va acompañado de todo el tema de la producción animal, centrada en el ganado ovino, caprino, etc. , “todo ello con el apoyo de la cooperación internacional”, enfatizó Dilcia en un momento de la conversación. Así, se entra en el diseño y puesta en marcha de la UBPC (unidad básica de producción agrícola y producción animal diversificada), proyecto para dos años y que se inició en abril de 2005, con ayudas exteriores de la UE y la CARM (Comunidad Autónoma de Murcia), y que ha contado con colaboración con ACSUR.
“En estos proyectos hemos empezado por la formación de las capacidades de las personas, con procesos participativos con los beneficiarios, para asumir las tareas del trayecto y todas las producciones. En la crianza de animales, las mujeres juegan un papel muy importante”, destaca Dilcia, que, además, afirmó que, junto a la capacitación campesina, se pone especial empeño en el “enfoque de género, transversal en todas las acciones, y, sobre todo, mucha participación de los actores claves, los beneficiarios. ACPA está trabajando por incorporar la perspectiva de género en toda su organización.”
En Guamo Viejo, en el municipio de Río Cauto, en el Oriente del país, área rural que debió transformar su producción azucarera, “la población tiene un nivel educativo adecuado, pero deben comenzar de cero en el tema de la producción agrícola, y he aquí el papel importante que debe jugar este proyecto”, nos aclaró Dilcia, que declaró superados, afortunadamente, los problemas alimentarios y de todo orden que supuso el "periodo especial" por el que atravesó Cuba al inicio de la década de los '90 del pasado siglo.
En un momento dado, le preguntamos si las gentes de estos proyectos, y la Asociación ACPA, en particular, mantenían relaciones con el ingeniero Humberto Ríos Labrada, que recientemente en Murcia nos informaba de las experiencias de fitomejoramiento participativo en el agro cubano. Dilcia nos respondió que sí, que no sólo le conoce, sino que, además, hay una relación estrecha entre la producción agrícola y animal, pues “las semillas mejoradas se utilizan para la producción de alimentos animales. Todos los centros de investigaciones son importantes para nuestro trabajo”.
Dilcia quiso dejar claro el carácter autóctono de los proyectos de mejora de producción animal, que, dijo, “no se diseñan en Europa”, pues, enfatizó, “en este minuto en que estamos hablando, el 95% de los proyectos que formulamos salen de la base. Las provincias hacen los diagnósticos participativos y formulan los proyectos a partir de las necesidades de las personas que han de participar, y todo ello es aprobado, más tarde, por el Secretariado de ACPA nacional”. Además, “todo en relación con las necesidades de desarrollo que tiene el país. El proceso se basa en crear capacidades para llegar al punto en que estamos, que no es perfecto, pero mejor que cuando llegamos”.
Dilcia nos reconoció que las prioridades agroalimentarias pueden quedar pospuestas por las especiales características climatológicas de la Isla, pues “tenemos ciclones que arrasan, por lo que a veces, se retrasan las ejecuciones de esos programas, pues el Estado determina que los áridos, el cemento, etc. deben tener otras prioridades. Esa es la dinámica con que trabajamos”.
Quiso agradecer la especial colaboración de la ONG ACSUR-Las Segovias. “Estamos muy satisfechos de trabajar con ACSUR, en relaciones de confianza mutua, de respeto… hemos aprendido mucho de ACSUR, en particular, de la perspectiva de género a incorporar a la organización. Agradece a Eva, que está en La Habana, su papel”.
Para terminar, calificó el reciente encuentro con la Secretaria de relaciones exteriores de la CARM, María Dolores Alarcón, de “cordial, amistoso y respetuoso”.