miércoles, 4 de abril de 2007

CRUEL CARRETERA

Redacto estas líneas cuando se ha iniciado la segunda fase de la 'Operación salida' de las vacaciones de Semana Santa. Hasta el momento, cuarenta y cinco personas han pagado con sus vidas el absurdo tributo a la necesidad de movernos de nuestro domicilio para pasar, dicen, unos días de descanso. La publicidad apuesta fuerte por hacernos de nuevo nómadas, por lo que recuperamos ese instinto atávico de ir a cualquier sitio. Salir de casa, aun por dos días, es un signo de distinción social y de estatus. Y, de reclamo, el coche, otro elemento que nos diferencia de los demás.

Dicen las autoridades que la causa fundamental de estas primeras y trágicas muertes es el exceso de velocidad. Otro tributo. Compramos coches cada vez más potentes y seguros, pero también más veloces. Inadecuados, desde luego, a la red viaria secundaria, la que produce más víctimas. Está por dilucidar (las estadísticas no nos lo dicen con claridad) qué numero de muertes se dan en autovías y autopistas y cuántas en carreteras de segundo o tercer orden, abandonadas a su suerte y con serios problemas de seguridad.

De todas formas, está claro que la mortalidad en carretera se está convirtiendo en un problema de salud pública, que nadie (ni las personas individualmente ni los poderes públicos) quiere atajar en serio. ¿Para cuándo una política de movilidad que potencie los transportes públicos? ¿Cuándo se van a atrever los gobiernos a limitar la velocidad máxima de los vehículos? ¿Cuándo, en suma, vamos a comprender que un periodo de descanso vacacional no tiene necesariamente que ir asociado a este afán de nomadismo compulsivo, lesivo para el medio ambiente y para nuestros bolsillos?

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