Coincidiendo con la exposición en Murcia de las Misiones Pedagógicas -de la que di cuenta en mi última columna de La Opinión-, hemos tenido noticias de que, según datos del Boletín Estadístico del Personal al Servicio de las Administraciones Públicas (MINHAP), la Región de Murcia ha registrado una destrucción neta de 4.429 empleos en el sector público, en el semestre de julio de 2012 a enero de 2013. En el sector docente no universitario se registraron 2.126 empleos menos.
Y relaciono ambos asuntos en la medida en que los actuales recortes en Educación -de los que la disminución de plantillas docentes es una de sus manifestaciones- contrastan abiertamente con el enorme esfuerzo inversor realizado por el Estado republicano, sobre todo en el bienio inicial reformista. Y ello pese a que, entonces como ahora, el país estaba siendo afectado de lleno por la crisis de 1929. Pero aquella ´República de profesores´, como algunos la denominaron entonces, entendió que el gasto en Educación era una inversión de futuro. Y en esa dirección se orientaron muchos esfuerzos. Las Misiones Pedagógicas, creadas por Decreto de 29 de mayo de 1931, contribuyeron a ello.
Para conocer la repercusión de aquella experiencia cultural-educativa, el pasado día 20, en el contexto de las actividades culturales paralelas programadas con motivo de la exposición arriba citada, Pedro Luis Moreno Martínez, catedrático de la Facultad de Educación y director del Centro de Estudios de la Memoria Educativa (CEME), impartió una charla titulada Las Misiones Pedagógicas en la Región de Murcia.
Dos Misiones se realizaron en Murcia: la primera, en marzo de 1933, y una segunda, en plena etapa del Gobierno radical-cedista (el conocido como ´bienio negro´, el mismo que recortó los recursos del Patronato de las Misiones), en marzo de 1935. Las personas designadas por el Patronato para llevar inicialmente a cabo esa tarea en la Región de Murcia fueron los docentes Matilde Moliner y Pablo de Andrés Cobos, y el estudiante Antonio Sánchez Barbudo, que contaron con la colaboración de Carmen Conde y Antonio Oliver. Las actividades se desarrollaron en La Universidad Popular de Cartagena, en Cabo de Palos y posteriormente, en Fuente Álamo. Tanto en la misión de Cabo de Palos como en la de Cartagena, colaboró el
poeta oriolano Miguel Hernández, que
había trabado íntima amistad con Carmen Conde y Antonio Oliver. Tras el Campo de Cartagena, los misioneros se adentraron en tierras de Lorca, en Zarcilla de Ramos, lugar que, por su penuria y miseria, impresionó vivamente a Carmen Conde.
La segunda Misión ambulante se desarrolló en dieciséis sesiones en distintas pedanías de Murcia, como Valladolises (a cuyas actividades asistió el niño Antonio Pérez Crespo, el que años más tarde sería el primer presidente del ente preautonómico de Murcia), Corvera y La Murta; en Cañadas del Romero (Mazarrón) y en Campillo de Adentro, La Azohía y El Albujón, en la zona de Cartagena. En esas sesiones se hacían audiciones del Memorial de la Palabra, con las voces de Manuel Bartolomé Cossío, Ortega y Gasset, Unamuno..., se oía música clásica y popular y se recitaban poemas de Juan Ramón Jiménez, Machado, Tagore o de la misma Carmen Conde. También se daban charlas divulgativas sobre temas varios y se proyectaban películas.
Destacaron también otras actividades como la difusión de las dos colecciones de copias de obras de arte del Museo del Prado, que, mediante el llamado Museo del Pueblo, permitieron acercar el conocimiento de aquéllas a varias poblaciones de la Región. Importante el papel desempeñado en ese Museo ambulante por el pintor murciano Ramón Gaya, autor, precisamente, de una copia de Los fusilamientos de la Moncloa, de Goya„ y que junto a Eduardo Vicente y Juan Bonafé habían sido seleccionados por Manuel Bartolomé Cossío, el director del Patronato. El Museo del Pueblo estuvo en varias localidades de la Región (Águilas, Mula, Mazarrón€), por periodos de una semana, con una notable acogida por la prensa regional. Respecto al Servicio de Bibliotecas, en la Región se instalaron, de 1932 a 1934, un total de 72, ubicándose normalmente en centros escolares.
Hubo una estrecha vinculación del Patronato de las Misiones Pedagógicas con la Universidad Popular de Cartagena, institución que, fundada por Carmen Conde y Antonio Oliver, fue, de hecho, una delegación del Patronato, pues contó desde sus inicios con su apoyo constante a lo largo de toda la etapa republicana. Una de sus actuaciones fue la puesta en marcha del ´cinema educativo´.
Estas ofertas culturales hacia la población de la Región tuvieron su continuidad con las actividades de la Escuela Normal de Magisterio de Murcia, merced al tesón y esfuerzo de su director, Domingo Abellán, y el secretario de la misma, Eugenio Úbeda, impulsores de las llamadas ´Misiones normalistas´, en las que colaboraron, entre otras, Encarnita Zorita, Clara Smilg y Pilar Barnés.
En palabras de Eugenio Otero, profesor de la Universidad de Santiago de Compostela y comisario de la exposición, las Misiones Pedagógicas supusieron el mayor esfuerzo de animación a la lectura que se haya realizado jamás en España. Duro contraste con el desprecio a la educación y la cultura de que hacen galas los actuales gobernantes (por supuesto, también en nuestra Región). Por eso es bueno evocar aquella bella y emotiva aventura cultural.
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