martes, 1 de mayo de 2007

HUERTANOS DE UNA HUERTA QUE FENECE

(Artículo publicado en LA OPINIÓN de Murcia. 2-5-2007)

Cuando muchos hablan de las coincidencias entre la izquierda y la derecha o, lo que es lo mismo, la casi ausencia de diferencias en las propuestas programáticas con que se presentan al electorado se están fijando más que nada en las apariencias. Y de apariencias hablamos cuando constatamos la facilidad con que la derecha ha asimilado conceptos tradicionales de la izquierda. Uno de ellos, el del desarrollo sostenible. En los pasados días, se celebraron en Murcia unas Jornadas sobre este tema auspiciadas por la Comunidad Autónoma de Murcia, y de las conclusiones de sus ponentes podíamos constatar, con asombro, cómo la defensa de un desarrollo sostenible puede ir asociada a la consolidación en el Sureste de una megalópolis que una los actuales municipios de Alicante, Murcia y Cartagena, lo que permitiría superar la población de Valencia y situaría a aquélla en el tercer lugar del Estado en población. También, la defensa de un turismo de masas equiparable al que se registra en la Comunidad Valenciana, lo que llevaría implícita la construcción de las adecuadas infraestructuras. Se hablaba también de La Manga, pásmense, como “el último entorno mágico, pues se trata del santuario natural más importante de Europa, con flores y fauna únicas”. Y todos sabemos lo que La Manga fue, allá por los sesenta, y lo que hoy es.
Esta errónea interpretación del concepto de desarrollo ligado a la sostenibilidad medioambiental ha hecho mella en la situación en que se encuentra la otrora llamada ‘Huerta de Europa’. La disminución de 1.500 hectáreas del perímetro regable de ésta es la constatación más palmaria de que los regadíos tradicionales del Segura tienen los días contados. Ante esto, empiezan a oírse algunas voces de protesta. A la tenaz y perseverante postura de denuncia de los Vecinos de la Senda de Granada por la construcción allí de viviendas de la Cooperativa ‘Joven Futura’ se une ahora la desesperada llamada de atención de una pareja de octogenarios amenazados de expulsión de su casa y su huerto. La identidad no importa. Pero me ha llegado por internet la carta dirigida por el yerno de los afectados al Defensor del Pueblo. Extracto, literalmente, parte de su contenido. Dice así: “El caso es que a mis suegros, que pasan ambos de ochenta años, y viven en la Senda de Granada nº 163 (frente al Olimpia Club) en Cabezo de Torres, Murcia, les expropia el Ayuntamiento de Murcia (expediente nº: 0119GE05) para construir la nueva Avenida Miguel Indurain. Y hasta aquí podríamos decir que son inevitables “víctimas del progreso”. Pero lo que sí se puede evitar es la actitud prepotente y avasalladora del Ayuntamiento, que les ha valorado la casa en la que viven (más una cuadra y un almacén) y la parcela que la contiene (de unos 300 m2 ) en una cantidad totalmente insuficiente para reponer los bienes expropiados. El Ayuntamiento intenta solucionar el problema dándoles la oportunidad de solicitar el “realojo”, eufemismo que consiste en la compra de un piso de 70 m2 de renta libre pero que se lo dejan a precio de “protección oficial” […] Con el dinero que les dan no podrían comprarlo y hacer frente a todos los gastos que conlleva el establecimiento en una nueva vivienda. Y más teniendo en cuenta que son gente muy humilde. Lo que no han tenido en cuenta es que mis suegros son ¡huertanos! Desde siempre, sus padres, sus abuelos, sus bisabuelos…ya lo eran. Es decir, cultivan su huerto, tienen gallinas, conejos, palomas, gatos, perros, etc., mantienen las tradiciones huertanas […] Pretenden meter a mis suegros en un piso de 70 m2. Sería lo mismo que meter un gorrión en una jaula […]”
Termina el escrito con esta sensata advertencia: “Y me pregunto yo: si los animales en peligro de extinción tienen una normativa que les protege […], ¿tendrían mis suegros derecho a invocar algún tipo de protección especial por pertenecer a una especie antropológica –el huertano- en peligro de extinción?”

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