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"Enmarca el acoso a que está sometida Venezuela en el intento norteamericano de preservar el unilateralismo en política, obviando que estamos asistiendo a un mundo multipolar, con actores emergentes como Rusia y China, junto a otros países como Bielorrusia, Irán, Turquía e India"
Diego Jiménez 24.06.2019 | 19:42
Venezuela sigue en pie
ILUSTRACIÓN DE FERNANDO MONTECRUZ
La situación política de Venezuela ha sido un tema recurrente de manipulación mediática. El fin del ciclo de campañas electorales en España ha supuesto un cierto paréntesis en la asfixiante proliferación de noticias falsas (fake news) utilizadas para deslegitimar el proceso y debilitar a la izquierda de aquí. Pero se siguen dando.
Recientemente, un artículo en un periódico alternativo desmentía, con datos, una de esas noticias falsas: el supuesto lujo derrochado en la boda de la hija de Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente de aquel país. La periodista Fania Rodríguez, corresponsal en Venezuela del periódico Brasil de Fato, afirma que lo que existe en el interior de Venezuela es totalmente distinto de lo que nosotros nos enteramos sobre el país. Por su parte, Erika Ortega Sanoja, periodista venezolana actualmente corresponsal para la emisora rusa RT, aclara que no se puede entender el fenómeno Juan Guaidó sin la potencia de los medios corporativos internacionales y las agencias de noticias hegemónicas. Parece evidente que, hoy, Venezuela y Cuba se erigen en baluartes frente a las pretensiones hegemónicas del gigante del norte. De ahí los esfuerzos por sacrificar la verdad.
No es posible comprender la situación que atraviesa la República Bolivariana de Venezuela sin recordar hechos como el primer 'Caracazo' de 1989, cuando Carlos Andrés Pérez, a cambio de un préstamo de 5.000 millones de dólares del FMI, puso en marcha un severo plan de ajuste estructural. La rebelión popular contra la brutal subida de precios del combustible y productos de primera necesidad condujo a la dura represión de Antonio Ledesma, gobernador de Caracas, que provocó no menos de 3.000 muertes. Carlos Andrés Pérez fue destituido en 1993, tras una rebelión militar e intentona golpista protagonizada por Hugo Chávez en 1992. Su leve condena judicial fue simultánea a una creciente organización de las gentes de los barrios pobres.
Hugo Chávez recuperó su libertad en 1994 y concurrió a las elecciones de 1998 como cabeza de una candidatura, Polo Patriótico (que englobó a otros partidos de izquierda), y se alzó con el 56% de los sufragios, lo que le permitió hacer avances en su programa electoral e impulsar una Asamblea Constituyente. La implantación de la Quinta República, apoyada por el 70% de los sufragios, y la nueva Constitución permiten el ciclo de reformas económicas que llevan, entre otras, a la Ley de Tierras de 2001. A partir de ese momento se profundizó lo que se conoce como Revolución Bolivariana. Tras la muerte de Hugo Chávez, el 'testigo' lo tomó Nicolás Maduro.
De estos temas nos informó directamente en Murcia, hace unos días, José Antonio Egido, que desgranó parte del contenido de su libro Venezuela vencerá, en charla organizada por el Frente Antiimperialista de Murcia y con la presentación del exdiputado regional Antonio Urbina. Egido es sociólogo, doctor por la Universidad de Provence (Francia) en 2001 y conocedor de primera mano de aquel país, en el que ejerció durante once años la docencia y la investigación.
Admitiendo que la dura dependencia del petróleo, la ineficacia administrativa y la corrupción han lastrado, en parte, el proceso revolucionario venezolano, este autor expuso nítidamente los logros de ese país, que tratan de ser abortados por el triunvirato Trump-Bolton-Pompeo, los 'halcones' de la Casa Blanca. Y para explicar la adhesión del Ejército venezolano al proceso en marcha afirma que, tras el nuevo 'Caracazo' de 2002, Hugo Chávez logró politizar a las fuerzas armadas en un sentido antiimperialista. Aquel golpe supuso el inicio de su radicalización política, tras «sufrir en carne propia la cruda realidad del imperialismo», nos recuerda en su libro.
Enmarca el acoso a que está sometida Venezuela en el intento norteamericano de preservar el unilateralismo en política, obviando que estamos asistiendo a un mundo multipolar, con actores emergentes como Rusia y China, junto a otros países como Bielorrusia, Irán Turquía e India.
Tras recordar que Venezuela soporta una larga tradición de golpes de Estado (cinco en total desde 1908), afirma que el plan actual del Departamento de Estado norteamericano respecto de este país para apropiarse de los inmensos recursos petroleros trataría de: deslegitimar las elecciones presidenciales de mayo de 2018; intentar asesinar al presidente Maduro; encubrir la intervención militar con el falso pretexto de ayuda humanitaria; evitar en lo posible el uso de tropas estadounidenses; intensificar las sanciones y el bloqueo económico y financiero, y reconocer como presidente a Juan Guaidó, de la misma manera que en abril de 2002 George W. Bush y José María Aznar reconocieron a Pedro Carmona.
Respecto a España, Egido critica el reconocimiento del Gobierno del PSOE a Juan Guaidó y aclara que la furibunda obsesión del grupo español Prisa con el chavismo tiene su origen en la negativa de Chávez a que el grupo editorial Santillana lograra la exclusiva de la distribución de los textos escolares venezolanos.
En cuanto a posibles escenarios y perspectivas, cree que si se produjera el derrocamiento de Maduro se impondría en Venezuela un régimen criminal, pues para el sociólogo James Petras el cambio de régimen sería sangriento, por la necesidad de EE UU de asesinar a ciento de miles de personas comprometidas con los avances sociales. Otra posibilidad sería que EE UU renunciara a tomar Venezuela (no lo tiene fácil, el Ejército brasileño y la vecina Colombia no están por la labor), pero iniciaría una larga guerra de desgaste económico, mediático, terrorista, social y político, al igual que hizo desde 1991 a 2003 al gobierno iraquí de Saddam Hussein.
De fracasar dichos planes, podría abrirse paso un proceso de integración regional puesto en marcha por Gobiernos progresistas latinoamericanos con presencia fortalecida de actores en la región como los países citados arriba.
Coincido con José A. Egido en la importancia, hoy, de la solidaridad intensa y eficaz con el pueblo venezolano, pues la patria bolivariana, según el periodista cubano Ángel Herrera Cabrera, es hoy el epicentro de la disputa mundial entre el orden unipolar y multipolar.
Egido nos recuerda que, en Francia, los 'chalecos amarillos' ondean la bandera venezolana en sus marchas. Porque, pese a todo, Venezuela sigue en pie.
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