Oriundo de tierras bañadas por
las brisas marinas, con el olor del salitre aún incrustado en mi memoria
olfativa, confieso que me han cautivado las altas tierras del Noroeste
murciano, hasta el punto que he decidido recalar los fines de semana y largas
temporadas en esos lugares: durante un tiempo, en Inazares; ahora,
en Calar de la Santa.
Me gustan sus gentes. Disfruto
con la contemplación de sus vastos paisajes, bajo un cielo inmaculadamente azul
que, en las suaves noches de estío, nos deleita con el espectáculo sin par de
una bóveda celeste manchada por la Vía Láctea. Cielo en el que aún nos es dado
observar el espectacular vuelo de águilas, buitres y otras rapaces. Me gusta
oír el susurro del viento al besar el ramaje de los pinos en mis paseos por
esos montes que albergan bellísimos ejemplares de cabras hispánicas. En la
espesura de sus bosques, las manadas de jabalíes, difícilmente observables, intuimos
que están ahí, acechándonos. Me place, al amanecer, ver el sueño interrumpido
por el bello piar de los pájaros en el alféizar de la ventana. Y me gusta oír el tañido de las campanas de sus aldeas,
anunciadoras de acontecimientos que van desde la celebración a la muerte.
Paraje del Arroyo de Hondares (Moratalla) |
Moratalla , un lugar idílico
para perderse, para escapar de la vorágine a que nos conduce el modo de vida
urbano. Si no fuera porque, como otros tantos de nuestra Región, sigue siendo un municipio olvidado por mor de
unas políticas que ha venido acrecentando las diferencias entre sus
territorios, en aras de una centralidad capitalina a todas luces nefasta. En un
estudio de La Caixa, ‘Economía murciana. Diagnóstico estratégico’, de 2008, se
dice: “La primera característica que llama la atención es la existencia de
desequilibrios territoriales, tanto en términos de población como de actividad
[…]. Murcia se ha caracterizado por concentrar su crecimiento en áreas del
litoral y en las zonas urbanas y metropolitanas, en detrimento de las zonas del
interior”. Según ese mismo informe, Moratalla
comparte con Ricote la mayor pérdida de población en los últimos años, fenómeno
paralelo a la disminución de los cultivos de secano en un 18%.
Otro estudio del Centro Regional de
Estadística de Murcia (CREM) de 2006,
antes de que estallara la crisis, cifra la renta bruta disponible por habitante
de Moratalla en 8.354 €, muy lejos de municipios más favorecidos, como San
Javier (13.576 €), Los Alcázares (13.318 €), San Pedro del Pinatar (12.727 €),
y Murcia (12.637 €). Y según la revista Expansión, ya con datos más recientes,
el paro registrado en el municipio, con un 27,37%, sólo es superado por
Albudeite (31,04%). En relación con la deuda per cápita municipal, esa misma
revista aporta el dato de que Moratalla, con 1.220 €, se sitúa en cabeza, tras
el municipio de Villanueva del Río Segura.
Son sólo unos datos, pero que
demuestran la marginación que sufre Moratalla por parte del Gobierno regional. Marginación y desprecio. No de otra forma hay que entender
la actitud mostrada por el presidente
Pedro Antonio Sánchez, que, en su visita del pasado día 19 a la localidad,
para exhibirse ante el vecindario en la procesión de Jesucristo Aparecido
–buscando, sin duda, al tiempo que ‘salvar su alma’, réditos electorales- no se
avino a atender el requerimiento de la alcaldesa Candi
Marín para reunirse en el consistorio con ella, “a la hora que sus
actividades personales le permitan”, según nos informaba LA OPINIÓN. Candi se
enteró por la prensa de esa visita relámpago del presidente al pueblo, razón
por la que se puso en contacto con la secretaria para concertar una visita.
Pero, visto lo ocurrido, habrá que concluir que Pedro Antonio se sentirá más a
gusto, más en su ambiente, reuniéndose con sus ‘iguales’, y no con una alcaldesa que, para conmemorar el
85 aniversario de la II República, se ‘atrevió’ a colgar la enseña tricolor en
el Ayuntamiento.
Estas palabras de Candi, que he recogido de las redes
sociales, dan buena cuenta de ese sentimiento de agravio y de desprecio. “… Acude a un acto religioso en
Moratalla, sin haber hecho comunicación alguna a los representantes políticos
de este pueblo. Le solicito que emplee treinta minutos para que le pueda
explicar la situación de emergencia social de la ciudadanía y el grave riesgo
para la salud y la vida de las personas de las pedanías [El Sabinar y Benizar] al cerrar los consultorios médicos por las
tardes. Su respuesta ha sido a través de su jefe de protocolo, que me pide
disculpas por la descortesía pero un no a mantener una reunión conmigo. A pesar
de eso he ido a saludarle, se suponía que íbamos a hablar unos minutos, entre
otras cosas para disculparse personalmente. Pero no, tras el saludo se ha dado
la vuelta y…ahí te quedas. Pues, Pedro
Antonio, no desprecias a una persona en particular, desprecias al pueblo de
Moratalla. Y te exigiré que esas
disculpas que me debes se las pidas a todos sus ciudadanos y ciudadanas”.
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