Esta periodista y escritora
acudió el pasado martes, día 18, a Murcia
para hablar de su libro, en un acto con el que se presentaba públicamente en la
capital la asociación memorialista MHMU-Tenemos Memoria.
Diego
Jiménez. 19 de noviembre 2014.- “La mayoría
de los hombres que componían La Nueve tenían menos de veinte años cuando, en
1936, cogieron las armas por primera vez para defender la República española. Ninguno
sabia entonces que quienes sobrevivieran ya nos las abandonarían hasta ocho
años después, y que en la noche del 24 de agosto de 1944 serían los primeros en
liberar París con la compañía de la
Segunda División Blindada del general Leclerc”. Este es el resumen que
figura en la contraportada del libro de la periodista e investigadora Evelyn
Mesquida, autora del libro La Nueve, y que fue presentado el pasado martes, día
18 de noviembre, en el Txoko ‘Pepe Carvalho’ de la capital. El acto, organizado
por la Asociación para la Recuperación y Defensa de la Memoria Histórica de
Murcia (MHMU-Tenemos Memoria), con la que esta asociación se presentaba
públicamente, se desarrolló en dos fases, con rueda de prensa matinal, con la
presencia de la autora y de Joaquín
López, secretario de dicha asociación, y en horario de tarde, en el citado local,
donde, tras la exposición de la autora, tuvo lugar un animado coloquio.
Joaquín López, secretario de la Asociación MHMU-Tenemos Memoria, presenta a Evelyn Mesquida en rueda de prensa. |
Pedro Pina, presidente de MHMU-Tenemos Memoria, presentó el acto |
ACTO
DE LA TARDE
Notable asistencia de público al acto (Fotografía de Carlos Trenor) |
Pasó a dar cuenta del
nacimiento de la Asociación, a partir de unas Jornadas memorialistas de la pasada
primavera en el Salón de Grados de la Facultad de Derecho. Justificó la
necesidad de la Memoria Histórica, entre otras cosas por la pervivencia actual
de edificios y simbología franquista en la propia ciudad de Murcia. Tras
afirmar que la Asociación es necesaria, por las propias carencias de la Ley de
Memoria Histórica (LHM), afirmó que
procede retirar con urgencia la simbología y el callejero franquista existente
en la ciudad de Murcia, pues la LMH exige que así sea.
Dio cuenta de las próximas
actividades memorialistas, en concreto la participación de la Asociación en la
Exposición en Murcia de las Misiones Pedagógicas, cuyos actos están previstos
para enero y febrero del próximo año. Y,
en lo inmediato, informó de la presencia de la Asociación en las II Jornadas
Anti Represión que se celebran estos días en el Moneo.
Afirmó que otra de las
finalidades de la Asociación es consolidar los espacios de la Memoria,
propugnando, a tal fin, la reconversión de la cárcel vieja de Murcia, un BIC de
propiedad municipal actualmente, en un espacio de la Memoria.
Intervino, a continuación, María Jesús García Ruiz, vicepresidenta
de la Asociación, que afirmó estar muy contenta de presentar a la ponente.
María Jesús, que el pasado verano participó personalmente en los actos del 70
aniversario de la liberación de París, dio cuenta de que el día anterior se
hizo una representación dramática del libro “La Nueve”. Afirmó haber leído el
libro en tres días, confesando que le fascinó, pues considera que está
redactado por una mujer muy humana que llega a establecer un vínculo emocional
con los protagonistas de aquella gesta del verano de 1944. Recordó que Evelyn,
que es periodista e investigadora, es hija de uno de los 15.000 republicanos
que quedaron atrapados, sin poder partir, en la bocana del puerto de Alicante.
Afirmó estar muy contenta de conocer a una persona que ha dedicado unos diez
largos años al estudio de este tema, desde su posición de corresponsal en París,
durante treinta años, de la revista Tiempo. Por último, informó que Evelyn
sigue en la actualidad trabajando en un nuevo libro, en este caso sobre la
‘Resistencia’.
En la mesa, de izquierda a derecha, Pedro Pina, Evelyn Mesquida y María Jesús García. |
INTERVENCIÓN
DE EVELYN MESQUIDA
La autora empezó agradeciendo
la presencia del público invitado al acto, así como a la MHMU-Tenemos Memoria.
Reconoció que en 1998, en que trabajaba
en París como corresponsal de la revista Tiempo,
ignoraba totalmente la Historia de La Nueve. Fue en el contexto de su trabajo
como periodista como hizo su encuentro con esa historia. Corría el año 1998 y
en 1999 se iba a conmemorar la efeméride de los sesenta años del final de la
Guerra Civil española. Con ese motivo, propuso
a la revista hacer algunos reportajes sobre el exilio español. Recordó que en
estos últimos años se están publicando bastantes libros sobre el tema, pero
curiosamente en 1998 todavía no se hablaba apenas de esta temática. La alusión
‘republicano español’ no se encontraba fácilmente en los lugares públicos de la
España de 1998. Por ello, al hacerle aquella proposición a la revista, pensaba
lógicamente en hablar del exilio español, así como de los campos franceses
donde habían sido acogidos los republicanos españoles al final de la guerra,
para lo que se dispuso a hablar con algunos de ellos, de todas las tendencias
políticas (socialistas, comunistas, anarquistas, republicanos…), para que
pudieran explicar sus historias, sus propias vivencias en el exilio.
Se propuso, así mismo, hablar del exilio de Antonio Machado y de su muerte en Colliure. Comenzó, pues, a
trabajar con estos reportajes, contactando con gente. Y en el contexto de estos
reportajes –sobre todo en los que iba a hablar de los campos de concentración
franceses-, un hombre que había pasado
por varios de esos campos le presentó una fotografía –que se reproduce en la
portada de La Nueve-, que presenta a un grupo de soldados. Esa fotografía, que
podría pasar fácilmente inadvertida, parecía simplemente eso, una fotografía de
soldados. Pero aquel hombre le explicó a Evelyn que esos hombres de la
fotografía, que había sido hecha en Inglaterra, van vestidos con uniforme
americano, la compañía en que se integran era francesa… pero todos eran
españoles. Evelyn reconoció que quedó
sorprendida por ello. Pero más sorpresa le produjo la afirmación de su
informante de que esos hombres de la fotografía fueron los que liberaron París.
Primera noticia. Y sorpresa todavía mayor porque ella, residente en París, en
ninguna de las conmemoraciones de la liberación de París había oído hablar de
que fueran españoles los que habían contribuido a ello.
Por ello, se propuso encontrar
a alguno de esos hombres para que le ayudaran a contar esta historia. Se
propuso, pues, localizar a algún superviviente. Tuvo la suerte de encontrar a
algunos; gracias a ellos, en primer lugar, y después, apoyada en sus otras
muchas entrevistas con ciudadanos franceses y en su labor archivística, pudo ir
recopilando datos. Naturalmente, La Nueve ‘apareció’ enseguida.
SÍNTESIS
DEL LIBRO
Reconoció que la historia
contenida en el libro, apasionante, le llevó bastante tiempo y que, para ella,
representa simplemente el combate de los españoles, que fue muy amplio. La
Nueve representa simbólicamente a todos esos españoles.
El libro comienza en 1939, al
final de la guerra de España, durante el éxodo, que el mundo entero conoció
como ‘La Retirada’. La Historia de ‘La Nueve’ comienza, sin embargo, en 1936,
cuando aquellos hombres empuñaron las armas por todos los rincones de España
para defender la República Española. Casi todos tenían menos de veinte años.
Durante dos años y medio lucharon contra cuatro ejércitos: los de Franco, Hitler, Mussolini y Salazar. (Muchos olvidan que Salazar
había enviado 20.000 soldados a Franco).
Enero de 1939, la retirada. Más
de 500.000 personas cruzaron los Pirineos. En esos días, el corresponsal en
España del New York Times escribía: “Todas las carreteras secundarias, todos
los campos, todas las colinas son un inmenso hormiguero, donde miles y miles de
desventurados caminan hacia la frontera. En territorio francés, los recién
llegados fueron separados de familias, amigos y compañeros, y encerrados al
aire libre en numerosos campos cercados por barreras de alambre de espino.
Hambre, sed, frío, humillación, brutalidad… fueron las primeras experiencias
francesas vividas por una gran mayoría de republicanos”.
Fermín
Pujol, futuro soldado de La Nueve, lo contaba así: “Al entrar nos
desarmaban. Nos quitaban todo: anillos, chaquetas, carteras, fotografías… Y nos
enviaban a una playa al aire libre sin ninguna protección, rodeada de
alambradas y vigilada por militares armados. La sarna y los piojos fueron
enseguida nuestros compañeros. Si alguien se escapaba, la tropa colonial
senegalesa tiraba a matar”.
Por su parte, el valenciano Germán Arrúe, afirma: “Nos dejaron en
las playas sin ninguna protección contra la lluvia y el frío, como si fuéramos
animales”.
El andaluz Rafael Gómez cuenta: “Llegamos hasta el campo al que nos habían
destinado, acompañados por gendarmes a caballo y con látigo. Aquellos hombres
no dudaban en pegar a los que, agotados, sin fuerza, se quedaban atrás,
gritándoles “¡Allez, allez, allez!”. Recuerdo aquellos meses como una infamia.
Humillados por el mal trato, la miseria, los piojos, la sarna”.
Eulalio
Ferrer, uno de los exiliados, en su libro Entre Alambradas, evoca el comentario indignado de uno de los
oficiales del Ejército republicano, comandante de Infantería: “Lo más
intolerable de nuestra situación es la humillación moral a la que estamos
sujetos. Nos tratan como a bestias. Nacimos con dignidad: ¿por qué no nos
tratan con dignidad?”
Evelyn, además, recordó en su
exposición que más de 15.000 personas murieron en las primeras semanas de
encierro, a causa del frío, las heridas o la enfermedad. De tristeza, también.
Algunos dejaban de comer, otros entraban en el mar, sin retorno.
Los centenares de miles de refugiados fueron concentrados en más de una veintena de campos por todo el suroeste francés, de los Pirineos Orientales a los Pirineos Atlánticos: Argelès, Gurs, Saint-Cyprien, Septfonds… A algunos, los llamaron púdicamente ‘campos de acogida’ o ‘campos de retención’. El ministro del interior de la época, Albert Sarraut, no dudó en calificarlos como ‘campos de concentración’. Sin ser asimilados a los campos de exterminio nazi, en muchos de aquellos campos franceses se daría la primicia de la brutalidad perversa, implacable, que es característica en la mayor parte de los campos de concentración.
Desde el primer momento, y sobre todo en vísperas de la II Guerra Mundial, miles y miles de esos refugiados fueron incorporados obligatoriamente a la industria de guerra francesa, a los batallones de trabajo de voluntarios extranjeros o a la Legión. En esta última, después de plantearles como alternativa la vuelta a España o en la entrada en la misma. Integrados en numerosas unidades militares, y casi siempre en primera línea de combate, los republicanos españoles continuaron la lucha al lado de los franceses y de las fuerzas aliadas, participando en todos los combates donde luchaban esas tropas: de Noruega al Chad, Gabón, Palestina, Siria, Libia, Egipto, Túnez…Miles de soldados españoles murieron en esos frentes.
Cuando
en 1942 se formó en Marruecos la II División Acorazada del general Leclerc, los
españoles constituyeron una parte importante de las tropas. “Los españoles
legaban de todos lados”, contaría Federico Moreno, un oficial de La Nueve.
Procedían de los campos de concentración del Sahara, de donde habían sido
liberados, o de la Legión, de donde desertaban por centenares. Otros llegaban
de Argel, de Túnez, de Casablanca… lugares en que muchos habían estado más o
menos escondidos. Si no hubieran cerrado los centros de reclutamiento, se
hubiesen podido constituir dos
divisiones de la Francia libre sólo con españoles. Un oficial superior, el
coronel Josep Putz, jugó un
importante papel en ese reclutamiento de españoles. Héroe de la I Guerra
Mundial, antiguo de las Brigadas Internacionales, comandante del Ejército
republicano español (Hemingway lo evoca en “Por quién doblan las campanas”)
Putz fue con quien los españoles se integraron en el III Batallón de Marcha del
Chad, de la II División Blindada, llamado también el “Batallón español”, que
incluía las compañías Nueve, Diez y Once.
LA NUEVE
De las
tres, sólo la Nueve tenía totalmente el estatuto de unidad española. Ciento
cuarenta y seis de los ciento sesenta soldados que la componían, eran españoles
o de origen hispano. El idioma hablado era el español. La gran mayoría de sus
oficiales era española. Las órdenes se daban en español. Sus hombres portaban,
junto a la insignia de la Francia libre, la bandera republicana. Sus tanquetas
de combate lucían también nombres de conocidas batallas de la guerra española.
Compañía destinada a la avanzadilla de tropas, siempre en primera línea de
fuego, La Nueve fue pronto un mito, pues a sus soldados se les reconocía una
extraordinaria valentía y el coraje suficiente para no retroceder nunca, ni
ceder un palmo en terreno conquistado. Germán
Arrúe cuenta: “Cuando los alemanes atacaban una división americana, para
ellos era algo folclórico, pero sabían que con nosotros no; nosotros no
retrocedíamos un palmo…”.
Con las
tropas de Leclerc, La Nueve se preparó en África, en Inglaterra, desembarcó en
Normandía y liberó París. Los supervivientes de La Nueve contaron así la
liberación de la capital francesa. Habla el catalán Pujol: “Después de liberar Normandía, llegamos hasta París. Los
americanos querían detenernos en las afueras y dieron la orden en ese sentido a
nuestro capitán, Drone. Pero cuando llegó el general Leclerc le dijo
que no tenía que acatar órdenes estúpidas y que entrara rápidamente en la
capital con nosotros… Con una sección de tanquetas y otra de tanques, llegamos
a París, hasta el mismo Ayuntamiento. Fue sencillísimo, como una fiesta. La
gente nos vitoreaba por todo el camino. Corrían a nuestro lado, lloraban,
aplaudían, cantaban…El entusiasmo era increíble. Parece ser que, por todos
sitios cantaban la Marsellesa, pero nosotros, con el ruido de los vehículos, no
la oíamos. Poco después de nuestra llegada al Ayuntamiento, comenzaron a sonar
todas las campanas de París.
El
andaluz Lozano cuenta: “Después de
Inglaterra y del desembarco en Francia, enfrentamos a los alemanes siempre en
primera línea, por toda Normandía y otras regiones próximas a París. Después,
en Alsacia, hasta Berschtesgaden. Fue una guerra dura, perdimos a muchos
compañeros, pero no nos hicieron retroceder nunca. Cuando llegamos a París, yo
iba entre las primeras tanquetas que llegaron hasta la plaza del Ayuntamiento.
Fue nuestra compañía, La Nueve, la primera que entró en París. Éramos casi
todos españoles. La gente se sorprendía mucho cuando nos oía hablar; no paraban
de abrazarnos, de besarnos…fue algo extraordinario. Dos días después, cuando el
general De Gaulle desfiló por los
Campos Elíseos, nosotros fuimos los que le servimos de escolta. A muchos
militares franceses esto no les hizo ninguna gracia”.
Amado Granel,
castellonense de Burriana, fue el primero que llamó a la compañía, que esperaba
en la Puerta de Italia, para decirles que entraran. Lo cuenta así: “Las
campanas de Nôtre Dame nos conmovieron. El combate no nos había endurecido
completamente. Todos teníamos lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta.
Traté de cantar con los demás, pero no pude. Esa enorme emoción, aquel gran
entusiasmo significaba simplemente la libertad, la victoria”.
Tras la
liberación de París, La Nueve continuó los combates, los más duros combates
para liberar Alsacia y su capital, Estrasburgo. Y consiguieron llegar hasta el
‘nido de águilas’, el mismo búnker de Hitler en Berschtesgaden. Sólo dieciséis
de entre ellos pudieron celebrar la victoria. Los otros se habían quedado en el
camino, muchos de ellos gravemente heridos.
Drone
diría de estos hombres: “Eran individualistas, idealistas, valientes y
mostraban un valor algo insensato. No tenían el espíritu militar; eran incluso
antimilitaristas. Pero todos eran magníficos soldados. Si abrazaron nuestra
causa, fue porque era la causa de la libertad”.
2 comentarios:
España siempre ha dado soldados heróicos y generales traidores.
Así es, amigo Finchu.
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