Hace
dos años, unos días después del terremoto de Lorca, aún impresionado por ese
luctuoso hecho, escribía en mi columna de La Opinión: “¿Cómo es
posible que en nuestra Región, en la que, según el mapa de peligrosidad sísmica
del Instituto Geográfico Nacional, los niveles de riesgo se sitúan entre VII y
VIII –es decir, los máximos-, nadie haya abordado la necesidad de poner en
marcha programas de educación cívica destinados a saber defenderse ante tales
catástrofes?” […] ¿A quién o quiénes compete no sólo la aplicación de la
normativa antisísmica en las nuevas edificaciones sino la revisión de los
edificios más antiguos, de 20, 30, 40 años, y más, de antigüedad? ¿Cómo es
posible que […] los edificios antiguos no estén sujetos a inspecciones
periódicas y gratuitas con cierta periodicidad también?”. Pues miren
por dónde mi voz inexperta en estos temas coincidía entonces con las
apreciaciones que, hace unos días, exponía ante los medios de comunicación el Ilustre
Colegio Oficial de Geólogos. Esas voces expertas advertían de la necesidad de
abordar no sólo programas de autoprotección, sino, con carácter preventivo,
revisar la obsoleta normativa antisísmica, que se remonta a 2002.
Y tiene que ver también esta noticia con la
reciente constitución en Calasparra de la Plataforma Ciudadana “Cuenca del
Segura libre de fracking”. El pasado día 10 asistí a ese acto, en una Casa de
la Cultura abarrotada de público expectante por saber qué se juega la Región
con las recientes autorizaciones administrativas para iniciar los sondeos
tendentes a la extracción de hidrocarburos en el subsuelo de la Cuenca del Segura. Muchos municipios del norte de esta
Región van a ser afectados (sobre el mapa, puede verse que el proyecto de
sondeos Aries II afecta a los municipios de Jumilla y Yecla, mientras que Leo y
Escorpio se centran en tierras de Cieza, Calasparra y Moratalla). También en el
sur de la vecina provincia de Albacete están previstos sondeos (Aries I y
otros).
Cuando la propia Unión Europea pone en duda la
viabilidad de realizar ese tipo de prácticas, por la evidente repercusión sobre
el medio ambiente, y cuando la propia Ley de Aguas de nuestro país prohíbe
expresamente la inyección de todo tipo de contaminantes en el terreno, en
nuestra Región las citadas concesiones administrativas van a hacer posible iniciar
unos sondeos que países como EEUU han abandonado por inviables económicamente y
por sus efectos medioambientales. Entre los casos claramente demostrados en ese país se citan: el
uso de aditivos químicos en los pozos; la contaminación de acuíferos por gases
ascendentes, y la presencia de sustancias radioactivas (radón) en los sótanos
de las viviendas en una cantidad que duplica los límites normales.
El ‘fracking’ (término en inglés que alude a la
práctica de la fractura de rocas subterráneas para la extracción de
hidrocarburos) consiste en perforar un pozo verticalmente unos cientos o miles de metros
hasta llegar a la capa de roca de la que pretende extraer el gas. Una vez en
dicha capa, se procede a perforación horizontal, uso de explosivos para romper
la roca e inyección de una mezcla de agua, arena y decenas de productos
químicos muy tóxicos. Después se recoge un porcentaje variable de esta mezcla y
se extrae el gas que se libera de la roca.
En nuestra Región, además, al riesgo de contaminación de los acuíferos que
tales sondeos pueden producir –hecho que fue expuesto muy claramente en el acto
de Calasparra antes citado por el hidrogeólogo Francisco Turrión-, se suma el más que probable impacto de tales
prácticas extractivas sobre las zonas de fractura de la corteza terrestre existentes
en esas zonas (fallas de Calasparra y, sobre todo, la de Socovos, que, desde
Cieza se extiende unos 80 km. hacia el sur de Albacete), con el peligro de que
sobrevengan terremotos.
El Ilustre Colegio Oficial de Geólogos nos advertía
del riesgo de que en la Región pueda producirse un movimiento sísmico de hasta
7 grados en la Escala de Richter. Vivimos literalmente sobre un territorio
plagado de zonas de fractura. A las fallas arriba citadas hay que sumar, en el
sur de nuestra Región, la de San Miguel, muy cerca de Murcia-capital, y que se
extiende desde la Costera Sur hacia el sur de la costa alicantina, y sobre todo
la Falla de Alhama, responsable de los terremotos de Lorca.
Los geólogos cumplen con su papel al sugerir que
debemos dotarnos de autoprotección ante fenómenos impredecibles de la
Naturaleza. Tras el seísmo de Lorca, elaboraron un decálogo con el objetivo de
minimizar el riesgo sísmico el cual fue enviado a las administraciones públicas
(ayuntamientos, comunidades autónomas y Gobierno) que, según explican, no han
llegado a concretar nada.
Pero es posible evitar los movimientos sísmicos que
puedan ser inducidos por prácticas humanas, como la del fracking. Hagámosles
caso. Exijamos a quienes puedan evitar dichas catástrofes las medidas tendentes
a tal fin.
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