http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2011/10/04/patente-corso/354719.html
Maltrato del planeta. «La Tierra entra hoy en déficit ecológico». Así daba a conocer El País el pasado jueves los datos de un informe de la Global Footprint Network (Red de la Huella Ecológica Global), que, como su nombre indica, analiza el impacto de nuestro consumo galopante sobre lo que se denominan insumos planetarios.
Según dicho estudio, harían falta cinco planetas como la Tierra para satisfacer las necesidades de consumo de un ciudadano norteamericano, y tres para las de un español, mientras que un ciudadano hindú satisfaría todas sus necesidades con los recursos actuales del planeta.
Pero lo más preocupante de ese estudio, que nos sitúa en alarma roja, es que el planeta había agotado el pasado jueves su capacidad para generar más recursos. Ello nos plantea la necesidad de reconsiderar muy seriamente nuestro nivel de vida y consumo. La noticia, por su especial gravedad, debiera haber ocupado titulares masivos de prensa. No fue así. Estos días parece que lo más noticiable es conocer los detalles del traje de boda de la aristocrática duquesa, junto a la sempiterna letanía de la crisis que no cesa. Es hora de que la ciudadanía pase a la acción.
Disoluciones. Recuerdo de mi época de estudiante la anécdota, no sé si real o ficticia, relativa a un grupo de universitarios de la Complutense de Madrid (de Químicas, para ser más exactos). La Policía a caballo presente en el campus les conminó a disolverse. Uno de ellos contestó, sin inmutarse lo más mínimo —y no sin cierta razón—, que era materialmente imposible que pudieran hacerlo, a menos que se sumergieran en un ácido adecuado. Las disoluciones han estado siempre de moda. Estos días cobran plena actualidad dos: una consolidada por esperada, la de las Cortes, y otra esperada y no consolidada, la de ETA.
En relación con este tema me van a perdonar pero les diré que algo no me cuadra: si el fin de la banda está próximo, si hasta la mayor parte de los presos han renunciado, bien que con matices, a la violencia, ¿a qué viene ahora mandar a la trena a Usabiaga y Otegi? (Recuerdo que no hace mucho, con ocasión de una de las muchas treguas-trampa de ETA, Otegi era considerado un ´hombre de paz´). Al Estado cabría pedirle en estos momentos ciertas dosis de generosidad, ésa que, de acuerdo, nunca mostraron los pistoleros de ETA con sus víctimas. Generosidad unida a ciertas dosis también de prudencia.
La reciente sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, que obliga a España a indemnizar a Otegi con 20.000 euros por su encarcelamiento por injurias al rey, así lo demuestra.
Vienen más recortes. Si el peso relativo de una Comunidad autónoma pudiera medirse por las noticias que ésta genera en los medios de comunicación, está claro que la de Murcia está a la cola. Viene esto a colación por el silencio informativo que se dio en las movilizaciones de funcionarios de Murcia del pasado curso, intensas y de larga duración (más de cinco meses), y que sin embargo no merecieron no ya titulares destacados sino ni siquiera un hueco en la prensa escrita de ámbito nacional ni en los informativos de televisión y radio. Esta situación, evidente, contrasta con el amplio eco mediático que están teniendo las acciones de protesta de los trabajadores y trabajadoras de la enseñanza de lugares como Madrid, Galicia, Navarra… Por cierto, Madrid parece ser el ´laboratorio´ experimental de recetas a aplicar en el resto del territorio a corto plazo. Está claro que en precampaña electoral ningún grupo político se condenaría de antemano a concitar el rechazo social con el anuncio de recortes en ámbitos tan próximos como la Sanidad y la Educación. De ahí el silencio de Rajoy cuando se le interroga por aquéllos, remitiendo su respuesta a un escueto ´programa electoral´. Pero la postura de firmeza de Esperanza Aguirre, no exenta de titubeos y bandazos (como cuando anunció el fin de la gratuidad de ciertos niveles educativos y luego hubo de ´matizar´), nos introduce en un horizonte de más recortes, por lo demás ya puestos en práctica, cuando presumiblemente la Moncloa cambie de inquilino. Si ello ocurre, habremos de despertar. Pues las urnas no tienen por qué otorgar patente de corso para jugar con el futuro de todos.
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