martes, 28 de diciembre de 2010

SE COLMÓ EL VASO

http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2010/12/28/colmo-vaso/292543.html

laopinióndemurcia.es » Opinion


Desde mi picoesquina


"¿Acaso no se ejerce violencia sobre quien se ve abocado al fin de las prestaciones por desempleo sin poder alimentar a su familia o no puede seguir pagando los plazos del préstamo hipotecario?"



DIEGO JIMÉNEZ.  Uno de los argumentos más esgrimidos por quienes defienden la actual fórmula democrática es que la resolución de los conflictos ha de canalizarse por medios pacíficos, por lo que el recurso a otras expresiones, de inmediato, se considera violencia. Las actuales sociedades occidentales han aceptado ese discurso, frecuentemente alimentado por la instrumentalización mediática. Pero se ignora que históricamente muchos conflictos sociales, no pacíficos, han sido el motor de la Historia y han conformado la sociedad en la que vivimos hoy.

Viene a colación esta introducción por la tendencia creciente en la España de hoy, inmersa en una crisis económica, social y política de imprevisible salida, a criminalizar a determinados colectivos (sindicatos, controladores aéreos, empleados públicos…), sin duda para justificar las gravísimas medidas antisociales que se están aplicando. El mecanismo es siempre el mismo: se distorsiona la realidad, se presenta una imagen injusta y falseada de esos colectivos y se les hace aparecer como detentadores de privilegios, con la idea de alimentar el rechazo social generalizado por parte de la población. A continuación, si la respuesta social se aparta de los cánones políticamente establecidos como correctos, la acusación de que practican la violencia está servida.

Ésta ha sido justamente la situación que se ha vivido en los últimos días en la Región de Murcia. Las severísimas medidas de ajuste que el Gobierno autonómico aprobó en la Asamblea Regional en la sesión del pasado jueves, día 23, no podían sino provocar el rechazo general de los empleados y empleadas públicos, no sólo por el alcance que éstas tienen en las condiciones laborales de los mismos, sino por las evidentes repercusiones negativas que aquéllas van a ocasionar en las cada vez más debilitadas prestaciones sociales básicas, así como en la Sanidad y en la Educación. Por ello, acudí a la concentración del pasado miércoles en la plaza de San Bartolomé y, al día siguiente, a las puertas de la Asamblea Regional de Cartagena. Quería estar junto a mis compañeros y compañeras de la Enseñanza, y quería compartir mi malestar con el de los demás empleados públicos que secundaron las protestas. Vi mucha indignación, pero la violencia, en contra de lo que se haya podido pensar, a partir de lo publicado en esos días, no era la norma. Cuando se reúnen varios miles de personas, todo puede ocurrir. Pero concluir que el hecho de increpar a alguien, hacer estallar unos petardos o lanzar unos huevos sobre la fachada del edificio de la Asamblea Regional son manifestaciones de violencia —sin duda para extender la idea, sin afirmarlo rotundamente, de que ésa fue la actitud de la mayoría de las personas manifestantes—, además de constituir una injusta apreciación de lo que esos días aconteció en las calles de Murcia y Cartagena, oculta el hecho de la grave situación que viene soportando la mayoría de la población de esta Región.

En mi último artículo, Sin rumbo ni horizonte, esbocé algunos de los más graves problemas que nos aquejan. Se temía el estallido social. Y empieza a vislumbrarse. Pero ¿esas concentraciones fueron violentas? En caso afirmativo ¿acaso no se ejerce violencia sobre quien se ve abocado al fin de las prestaciones por desempleo sin poder alimentar a su familia? ¿No hay violencia cuando un mandato judicial deja sin vivienda a quien no puede seguir pagando al banco los plazos del préstamo hipotecario? ¿Entenderíamos que un joven, suficientemente preparado, perciba como violencia el hecho de que, como única opción de trabajo, se le ofrezcan contratos ´basura´? ¿Y qué decir del 40% que no puede siquiera acceder al mercado laboral? ¿No es violencia, en sí misma, la extrema pobreza que, cada día más, afecta a miles y miles de familia de esta Región? Y en relación con los empleados y empleadas de la Administración regional ¿no es violento el hecho de que una ley, aprobada a toda prisa, deje sin efecto el cumplimiento de anteriores compromisos contraídos con esos colectivos tras arduas y, a veces, duras negociaciones?

Las concentraciones de días pasados en las calles de la Región distan mucho de ser consideradas violentas; fueron, ni más ni menos, producto de unas actuaciones que podemos considerar la gota que colmó el vaso de la paciencia de un sector de la ciudadanía.

El verdadero estallido social, de no cambiar las cosas, está por llegar.

4 comentarios:

Joaquín Contreras dijo...

Amigo Diego: Tu trabajo me parece atinado, directo, sin rodeos, valiente, denunciador de injusticias... Das en la diana. Pero permíteme que discrepe contigo en esta ocasión de que hayas metido en el mismo saco -paréntesis- (sindicatos, controladores aéreos, empleados públicos…), pues aunque estemos de acuerdo de en que no se debe abusar de las situaciones de alarma o excepción como las que los controladores están protagonizando, en el contexto en el que tu trabajo se emparca, en mi opinión, "chirría" con sus compañeros de paréntesis; yo habría preferido leer (sindicatos, empleados públicos...)
Cordialmente.

Cuadernos Keynesianos dijo...

Muy acertado amigo Diego, felicidades. Nos vemos mañana a las 18:00.

EL CAMARADA dijo...

Yo creo que la mayoría de los funcionarios son unos egoístas, cuando el gobierno PSOE nos quito derechos e hicimos la huelga general ellos se quedaron de brazos cruzados.
También quiero añadir que ahora veo más banderitas de la UGT,¿aquí se lucha según sea el enemigo?
Por otro lado creo que los únicos coherentes son los de IU, como siempre estamos en la defensa de los derechos de "todos" los trabajadores.

Diego J. dijo...

Querido amigo Joaquín, gracias por tu comentario. Y un matiz: el plante de los controladores, también manipulado mediáticamente -al margen de que estemos en contra del procedimiento de protesta que emplearon-, enmascara una clara pretensión de privatizar AENA. Digamos que el Gobierno, si no alentó, sí al menos no hizo nada por evitar ese conflicto, para, repito, desamantelar esa empresa pública.


Amigo El Camarada. Aun estando totalmente de acuerdo con tu comentario, no éstán los tiempos para despreciar la aportación de todos y todas para intentar frenar este latrocinio. A mí me fastidia, por ejemplo, ver en las concentraciones a sindicatos o pseudosindicatos que se han venido alineando claramente con las políticas de derechas en estos últimos años.

Querido amigo Roberto: muchas gracias por tu comentario, que, desde luego, me anima a seguir en la brecha de la denuncia.