martes, 19 de febrero de 2019

ASÍ SÍ, SEÑOR BALLESTA




 https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2019/02/19/senor-ballesta/997985.html

Desde mi picoesquina
Así sí, señor Ballesta

No suelo prodigar el estilo epistolar en mis colaboraciones con LA OPINIÓN. Pero hoy voy a hacer una excepción: quiero dirigir mi columna a nuestro alcalde de Murcia, don José Francisco Ballesta Germán.  Le agradezco y le agradecemos, en parte, quienes faenamos en el ámbito de las reivindicaciones memorialistas que, dando cumplimiento a la moción aprobada por unanimidad en el pleno municipal del Ayuntamiento de Murcia de 29 de junio de 2017, un año después se colocara un monolito para rendir homenaje a los 85 murcianos del municipio que sufrieron, penaron y muchos de ellos murieron en los campos de exterminio nazis, desde 1940 hasta 1945. ¿Por qué nuestro parcial agradecimiento? Porque el monolito, una simple placa ubicada en una zona poco visible, la plaza de los Derechos Humanos, y que al poco tiempo fue objeto de un acto vandálico, nada dice sobre la condición republicana de esos murcianos y, además, no cita sus nombres. Y para que recuerde el contexto en que se dio aquella tragedia humana, le voy a refrescar la memoria (también la histórica).
Monumento erigido a los 57 deportados cartageneros a Mauthausen
Como es sabido, a la caída de Cataluña en los primeros meses de 1939, más de medio millón de españoles cruzaron en condiciones precarias la frontera pirenaica y fueron internados en improvisados campos en Barcarés, Septfonds, Argèles sur Mer, etc. Desde allí, ocupada Francia e instalado un gobierno colaboracionista en Vichy, presidido por Petain, muchos españoles fueron capturados por los alemanes y llevados a campos de exterminio tras una breve estancia en campos de prisioneros en donde se respetaban, al menos, las estipulaciones de la Convención de Ginebra. 

Franco se desentendió de aquellos republicanos. Las autoridades alemanas informaron de tal circunstancia a las españolas, ofreciéndoles, de forma reiterada, la posibilidad de repatriar a sus nacionales. En una nota verbal 648/40 de la Embajada de Alemania en España, fechada el 20 de Agosto de 1940, y remitida al Ministerio de Asuntos Exteriores, se decía:  La Embajada de Alemania saluda atentamente al Ministerio de Asuntos Exteriores y tiene el honor de rogarle, quiera comunicar a esta Embajada si el Gobierno Español está dispuesto a hacerse cargo de 2.000 (dos mil) españoles rojos que actualmente se hallan internados en Angoulême […] Las Autoridades alemanas están gustosamente dispuestas a prestar a la Policía de Seguridad española, conforme a sus deseos, toda la ayuda posible en la captura de los dirigentes rojos españoles”.

Varios requerimientos más no dieron resultado. El cartagenero Ramón Serrano Suñer, el ministro cuñado de Franco, decidió que esos prisioneros quedaran en manos de los alemanes y les desposeyó de la nacionalidad española. Ese campo de Angoulême fue uno de los muchos que conocieron los exiliados españoles; desde allí partió el conocido Convoy de los 927, con destino a Mauthausen. Recluidos en este campo y en el subcampo de Gusen, a los republicanos españoles, más de 9.000 en esos campos y otros, se les colocó la ‘S’ de Spanier y fueron considerados apátridas. A partir de ese momento, el horror fue su experiencia cotidiana. Horror que se materializó en: alambradas electrificadas; el transporte de pesadas piedras en la ‘escalera de la muerte’ de Mauthausen, con azotes y empujones hacia el vacío; prisioneros  arrojados a los perros de los SS del campo; crueles azotes y, a veces, ejecuciones por no pronunciar correctamente sus números de presos en alemán;  cautivos músicos de profesión obligados a tocar una marcha festiva mientras se conducía a un preso en procesión para ser ejecutado, con el resto de prisioneros a contemplando dicho ‘espectáculo’; las célebres ‘duchas’ de gas…
Monolito de Murcia

Recuerdo las lágrimas que bañaban aún el rostro de nuestro paisano murciano Paco Griéguez, uno de los últimos supervivientes murcianos de Mauthausen tristemente fallecido en junio del pasado año, cuando, en su domicilio de Gardanne, en el sureste francés, en el que le visité a primeros de julio de 2017, me evocaba aquellos años dramáticos en Mauthausen y me confesaba que, más de setenta años después, aún soñaba con ese campo de exterminio. Vi la emoción con la que Paco abrió conmigo la placa de homenaje que le remitió la Asociación de Memoria Histórica de Murcia. Como me consta también que le produjo una enorme ilusión recibir la enviada por usted, en nombre de la Corporación municipal de Murcia, ciudad a la que no olvidaba. Ilusión e emoción que vi también en el rostro del caravaqueño Juan Aznar, con motivo del homenaje que su Ayuntamiento le tributó el pasado verano, y al que pudo asistir en persona. 
 
Con Paco Griéguez y su compañera Juana en Gardanne, en julio de 2017

El monolito de Murcia no informa suficientemente sobre el sufrimiento y el horror de aquellos españoles que, como Paco y Juan, defendieron la República y, con ella, la libertad, la democracia y la justicia en nuestro país. Pienso que en nuestra ciudad hay que erigir un monumento digno, en sitio visible (¿por qué no en el entorno de la Cárcel Vieja remodelada?), con los nombres de los 85 murcianos que penaron y murieron en aquellos siniestros campos. 

            Mire usted, señor Ballesta. Hace unos días asistí en Cartagena al descubrimiento del monumento de la escultora Natividad Serrano erigido por el Ayuntamiento de esa ciudad, a instancias de la Asociación de Memoria Histórica, en recuerdo de los 57 cartageneros deportados a Mauthausen. Le voy a referir brevemente los actos. Discurso de la alcaldesa, Ana Belén Castejón; discurso del cronista de Cartagena, Francisco José Franco Fernández y de dos de sus alumnas; discurso de Pepa Martínez, presidenta de la Asociación de Memoria Histórica de Cartagena;   presencia de un quinteto de cuerda que interpretó la melodía ‘La lista de Schindler; unas palabras de una sobrina nieta de uno de los homenajeados; presencia de los artistas Mateo Ripoll, Juan Fardo y JATE, autores del mural alusivo en una de las paredes del IES Jiménez de la Espada. Y un detalle: en el monumento (que no monolito) figuran los nombres de los 57 cartageneros deportados, que fueron leídos por el cronista Luis Miguel Pérez Adán.
 
Así sí, señor Ballesta.

Diego Jiménez
Profesor de Historia. Presidente de MHMU
@didacMur

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