Personas concentradas ante la Cárcel Vieja de Murcia |
El pasado miércoles 28 de octubre las puertas de la Cárcel Vieja de Murcia se abrieron de nuevo, tras 35 años cerradas. En acto convocado por la Asociación de Memoria Histórica de Murcia (MHMU)-Tenemos Memoria, un grupo de personas la visitó junto a dos veteranos luchadores antifranquistas próximos a los cien años de edad y que fueron sus ´inquilinos´: José Fuentes Yepes, exoficial del Ejército republicano, y José Castaño, maestro republicano depurado por el franquismo. En la fachada del edificio, se expusieron sendos listados en los que figuraban 282 nombres de personas fusiladas en Murcia así como los de 285 murcianos que murieron en los campos de exterminio nazi de Mauthausen y Gusen 2. A los pocos días, esos listados fueron arrancados por una mano anónima y, en su lugar, fueron colocadas unas esquelas recordando a algunas de las víctimas de lo que algunos denominan ‘terror rojo’.
MHMU-Tenemos Memoria quiso reivindicar que en la futura remodelación del edificio se destine un espacio para recordar a las víctimas del franquismo que sufrieron y murieron dentro de ese recinto carcelario. En el Pleno municipal del día 29 de octubre estaba previsto debatirse una Moción en ese sentido, que, auspiciada por esa asociación memorialista, iba a ser defendida por Ahora Murcia, Cambiemos Murcia y PSOE. La posible defensa y votación de una moción alternativa por parte de Ciudadanos y PP motivó la retirada de aquélla por parte de los grupos proponentes. Y es que la derecha sigue alegando varios motivos para justificar, en la práctica, la no aplicación de Ley de Memoria Histórica de 2007. El primero de ellos, recurrente, es el de no reabrir las heridas del pasado. Pero difícilmente pueden curarse heridas que no han cicatrizado nunca desde que la Transición hiciera borrón y cuenta nueva del ominoso periodo franquista.
Como es sabido, los requerimientos de la ONU al Estado español para que, de oficio, se exhumen las miles de fosas comunes dispersas por nuestra geografía han sido ignorados por el Gobierno. Una segunda cuestión, también recurrente, tiene que ver con el ya citado ‘terror rojo’. Fruto de la ira popular, la frustración y el secular sentimiento de explotación y opresión del pueblo llano por parte de las clases dirigentes y de algunos sectores de la Iglesia, es innegable que éste existió. Junto a las matanzas de religiosos y otros elementos afines a los sublevados, el asalto a la cárcel de Murcia el 13 de septiembre de 1936 y el fusilamiento de diez condenados a la última pena en los patios de ese recinto, sin que esas sentencias llegaran a ser cumplimentadas por el Gobierno republicano, es uno de los ejemplos de ello. Como el fusilamiento, el 19 de octubre de 1936, en los muros del cartagenero cementerio de Los Remedios, de 49 personas presas en la cárcel de San Antón (la conocida ‘saca de los 49’), a consecuencia de la ira popular desatada tras uno de los más de 100 bombardeos que la ciudad portuaria hubo de soportar a lo largo de la guerra. Con todo, hay una desproporción evidente, cuantitativamente y en su duración, entre la represión franquista y la practicada por elementos de las milicias durante la Guerra Civil, según aclara Carmen González [1].
Como demostré en mi artículo ‘Cuarenta años de impunidad’, publicado en LA OPINIÓN el pasado 13 de octubre, las cifras de víctimas del franquismo en Murcia exceden con mucho a las del terror rojo. Fuensanta Escudero Andújar eleva a un total de 543 las ejecuciones registradas en la prisión de Murcia entre 1939-1942 [2], a lo que hay que sumar las violaciones colectivas practicadas en ese recinto por parte de elementos falangistas, las vejaciones, las humillaciones, y las delaciones por parte de los mismos presos, hasta el extremo que, según Isabel Marín Gómez [3], la prisión provincial de Murcia llegó a constituirse en “uno de los regímenes carcelarios más duros de toda la posguerra española.” El sufrimiento en esa prisión se prolonga más allá de los primeros años de la posguerra. En los años 70, ya en los estertores del franquismo, muchos luchadores antifranquistas dieron con sus huesos en esa cárcel, como lo atestigua el testimonio de mi amigo C.C., preso por un delito de asociación ilícita (organizar el sindicato CCOO en la Región, junto con otros conocidos sindicalistas del momento), tras los informes emitidos en su contra por la Brigada Político Social del régimen.
Por ello, porque es preciso recordar a quienes sufrieron tras los muros de esa prisión, a los murcianos asesinados en Mauthausen y a los esclavos del franquismo, que sufrieron penalidades sin cuento o perdieron la vida en los campos de concentración de Totana, Albatera, en las obras del El Cenajo…, la asociación MHMU-Tenemos Memoria no va a cejar en su empeño de que la vieja cárcel de Murcia albergue un espacio para la Memoria Histórica. Algo que es posible y deseable. Hay ya propuestas museísticas diseñadas en ese sentido, como la publicada por Francisco J. Medina Albaladejo, profesor murciano de la Universidad de Valencia [4]. Sólo es cuestión de voluntad política. Las víctimas del franquismo y sus familias, junto a las del bando sublevado, merecen ser recordadas. Sólo así se cerrarán de verdad las heridas del pasado.
[1] González Martínez, Carmen: Guerra civil en Murcia. Análisis sobre el poder y los comportamientos colectivos. UMU, 1999
[2] Escudero Andújar, Fuensanta: Dictadura y oposición al franquismo en Murcia. Editora Regional-UMU, Murcia, 2007
[3] Marín Gómez, Isabel: El laurel y la retama. 1939-1952, UMU, Murcia, 2004.
[4] Medina Albadalejo, Francisco J: La recuperación y puesta en valor de elementos arquitectónicos de carácter histórico como medio para el enseñar el pasado. El caso específico de la Prisión Provincial de Murcia. Máster en dirección y gestión de recursos histórico-culturales. UMU.
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