Celebradas las elecciones autonómicas y municipales el pasado 24 de mayo, en la mayor parte del territorio nacional y también en la Región de Murcia las urnas han decidido que el tiempo de la hegemonía absoluta del Partido Popular y del rodillo parlamentario se ha acabado.
Diego Jiménez
DIEGO JIMÉNEZ En el ámbito municipal, PSRM-PSOE, con o sin el apoyo de IUVRM, puede gobernar en unos 16 municipios. Los concejales electos de las listas apoyadas por Podemos, con presencia en los municipios de Alcantarilla, Cartagena, Cieza y Murcia, podrían contribuir a constituir ayuntamientos de izquierda en algunos de ellos, dependiendo de la postura que adopten otros partidos.
Respecto del resultado de las autonómicas, al día de hoy Pedro Antonio Sánchez está en disposición de ocupar San Esteban, pese a los escándalos de corrupción que salpican a su partido. Por ello, el PSOE ha empezado a mover ficha; de ahí las sugerencias de su secretario general estatal, Pedro Sánchez, hacia Ciudadanos para que este partido facilite o no obstaculice el gobierno de izquierdas en comunidades afectadas por las tramas Gürtel y Púnica (Madrid, Valencia y Murcia). En lo que toca a Podemos, los contactos de Urralburu con González Tovar se enmarcan en las decisiones de las direcciones nacionales de ese partido y del PSOE de dejar a criterio de los territorios el establecimiento de pactos de gobernabilidad. Es evidente que la posición de Podemos ha virado desde el deseo a la realidad. Esta formación política, que se ha venido reclamando heredera del 15M y que no dudó, por tanto, en calificar de ´casta´ a los partidos que han venido sosteniendo el régimen del 78, ha visto claro que hay que pactar, bien que poniendo por delante unas condiciones de partida. Ese pragmatismo de Podemos tiene mucho que ver con la constatación de que esta Región de Murcia no puede seguir soportando las políticas que la han llevado a encabezar el ranking por autonomías en temas como la pobreza y exclusión social, paro, despilfarro, corrupción...
Tras estas elecciones locales y autonómicas, en el horizonte próximo tenemos las generales, que, si no hay novedades, están previstas para noviembre. Ante ellas, creo que, a tenor del resultado de estas últimas elecciones, hay que extraer algunas conclusiones. Visto el apoyo que han concitado las candidaturas de unidad popular de Madrid, Barcelona, Cádiz, La Coruña, Santiago de Compostela..., está claro que no hubiera sido igual el resultado de las urnas en nuestra Región de haberse agrupado las distintas candidaturas de izquierda que han concurrido por separado en ayuntamientos como Murcia, Cartagena, Lorca, Molina de Segura.. Se ha venido afirmando que la suma multiplica. Y creo que los casos arriba citados lo demuestran.
Podemos ha obtenido seis escaños en la Asamblea Regional, pero, con seguridad, una coalición Ganar + Podemos habría mejorado esos resultados. Por ello, aunque este partido está en pleno proceso de consolidación y expansión, parece claro que en solitario es incapaz de ser alternativa de gobierno, hoy por hoy. Como también es notorio que si no se han llegado a consolidar del todo unos procesos de confluencia en este último proceso electoral es porque han podido más los recelos entre miembros de las cúpulas de Podemos, pero también de IU aunque en menor medida, que la necesidad de cambio social y político que tiene esta Región.
Dicho lo cual, creo que la convergencia amplia de fuerzas sociales y políticas para noviembre es difícil, pero no imposible. Hay muchos recelos que superar, algunas heridas que restañar. Pero Podemos ha de entender que pretender reunir bajo su marca y paraguas a todas las fuerzas del cambio no es lo deseable. En este contexto, la propuesta de Juan Carlos Monedero, que concibe a Podemos como una ´nave nodriza´ que haga posible que haya otras fuerzas que se sientan parte del proyecto manteniendo sus señas distintivas, es un avance respecto de la posición inamovible mantenida por Pablo Iglesias, pero no suficiente. Porque, como decía hace unos días Xosé Manuel Beiras, portavoz de Anova, ninguna fuerza política puede ser el ´gallo del gallinero´.
En lo que se refiere a IU, si aspira a ser una parte protagonista de ese cambio, ha de pasar por un proceso de catarsis, tras digerir su pérdida de protagonismo en comunidades como Murcia y Madrid, y caminar por la senda de la renovación y, por qué no decirlo, de la refundación (siempre pendiente). En esa labor, parece que la figura emergente de Alberto Garzón puede jugar un papel crucial. Pero, en contra de lo que se afirma, IU no está en peligro de extinción. El capital humano de esta formación política es determinante para evitarlo.
Creo que, de cara a las generales, sería deseable un amplio frente de izquierdas, consolidado en todas las circunscripciones con candidaturas de extracción popular, no ´cocinadas´ por las cúpulas, que serían avaladas y apoyadas (pero no necesariamente encabezadas) por los máximos líderes de IU, Podemos, Clias, Equo... Sólo es cuestión de voluntad política: la hoja de ruta nos la han marcado las Mareas Atlánticas, Barcelona en Comú y Ahora Madrid.
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