DIEGO JIMÉNEZ
Tras unos años de aparente desmovilización ciudadana, la sociedad española ha empezado a despertar de su letargo: el 15M, las distintas Mareas, la Marcha por la Dignidad del pasado 22 de marzo que va a tener continuidad en los próximos meses, la eclosión de las distintas Plataformas de Afectados por las Hipotecas (PAH)... y otras movilizaciones nos indican que algo está cambiando. Salvando las distancias, la incipiente respuesta ciudadana me recuerda, en parte, el fragor de las luchas por el cambio en los momentos anteriores y posteriores a la muerte del dictador Franco. Hoy, cuando el régimen de 1978 está haciendo aguas por todos lados, lo que en realidad se está produciendo, al decir de muchos analistas, es el inicio de un proceso 'deconstituyente' tendente a desmontar el 'edificio' de la Transición.
El descrédito de la monarquía borbónica, la lacra de la omnipresente corrupción política, la desnaturalización de la democracia representativa, a la que se intenta vaciar de contenido, las crecientes desigualdades sociales, la falta de expectativas de la juventud, el paro, la pobreza... son manifestaciones de una crisis multifactorial, sistémica. Y las urnas han recogido ese descontento, materializado en el hundimiento del bipartidismo y el avance significativo de las organizaciones de izquierda en las pasadas elecciones europeas. Se ha empezado a romper la pasada atonía. Estamos, sin duda, en un momento de cambio histórico.
Por ello, a nadie se le oculta el hecho de cada vez hay más gente interesada en que, por fin, se produzca la convergencia social y política para desalojar del poder a quienes han sido responsables directos de la grave situación que soportamos. El reto más inminente son las próximas elecciones municipales y autonómicas de la primavera de 2015. A la vista del hundimiento de las formaciones políticas que han sostenido el bipartidismo en estos años, la responsabilidad de llevar a buen puerto una eventual plataforma ciudadana, de contenido social y político y que conceda la voz y el protagonismo a la ciudadanía, recae forzosamente en las organizaciones de izquierda que han venido mantenido una posición de ruptura y de firmeza frente a las políticas neoliberales, por lo que han obtenido un creciente respaldo ciudadano. El marco político actual, con el crecimiento de IU en las pasadas elecciones europeas y con la irrupción de Podemos, junto con otros actores, se revela como una oportunidad única para la superación del bipartidismo y para un cambio real de las políticas realizadas hasta la fecha.
En la Región de Murcia, IU, Podemos, Equo, CLIAS... junto con las organizaciones sociales, están llamados a encontrarse en el camino. Teniendo presente, de antemano, que ni los movimientos sociales, por sí solos, pueden cambiar las cosas, ni los partidos políticos pueden hacer nada sin el apoyo de aquéllos, no hay otra salida que la convergencia. Pues la anunciada reforma electoral que otorgaría la alcaldía a las listas con el 40% de los votos, junto a la también pretendida reforma de la ley electoral regional, con la que habría en la Región de Murcia ¡hasta siete circunscripciones! son motivos suficientes para aparcar lo que nos diferencia para buscar lo que nos une, en la búsqueda de un bloque electoral con vocación de ser hegemónico.
Pero esta unidad debe ir más allá de una simple agregación de siglas; ha de basarse en la convergencia en la lucha, en la presencia en la calle, teniendo como soporte unos mínimos acuerdos programáticos con los que pueda identificarse la gente no organizada. Acuerdos que, partiendo de un amplio y democrático proceso de discusión, debate y aportaciones, individuales y colectivas, puedan constituirse en una referencia ética, política e ideológica. La tarea es urgente, a la vista de la grave situación de excepcionalidad que atraviesa la Región de Murcia. El trabajo debe llevar a consolidar un frente ciudadano con vocación de llegar al poder. Y, en ese sentido, nadie debe poner 'palos a las ruedas'. Teniendo presente, además, que nadie es depositario de certezas absolutas, los vicios de funcionamiento y las inercias del pasado de algunas organizaciones, que para algunos son el mayor obstáculo para la unidad, se pueden soslayar para, con una actitud generosa en la que no falte la voluntad de dejar a un lado prejuicios, personalismos y actitudes sectarias y/o excluyentes, llevar a buen puerto la deseada confluencia.
Algunos pasos han empezado a darse ya. Desde hace dos años, Convocatoria por el Cambio vino incidiendo en la necesidad de constituir un Bloque Social, Político y Cultural que fuera la alternativa a la gravísima situación de la Región de Murcia. Dicho colectivo ha volcado sus esfuerzos en la constitución de Ganemos la Región de Murcia, cuya asamblea constituyente va a producirse el próximo sábado, 27 de septiembre, en el Paraninfo de la Universidad de Murcia. Una primera etapa. Importante. Pues confluyendo podemos ganar todos y todas.
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