martes, 20 de noviembre de 2012

¿RATAS DE LABORATORIO?

http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2012/11/20/ratas-laboratorio/439887.html

Está aflorando una rebeldía ciudadana que, a menos que nos desprendamos de la miopía y ceguera propia de quienes desean ocultar la realidad, es un fenómeno creciente


 
DIEGO JIMÉNEZ
 
Creo que los griegos y los españoles son como ratas de laboratorio para ver qué nivel de castigo y sufrimiento puede ser aceptado por esta sociedad sin que la gente se rebele». Esta reflexión la expuso en una entrevista reciente la conocida politóloga norteamericana Susan George, activista de ATTAC, con ocasión de la visita a nuestro país el pasado mes de octubre. En esos momentos, estaba ya convocada la huelga general del 14 de noviembre (14N) y la entrevistada era conocedora del resultado de la huelga realizada el 29 de marzo pasado. Pues bien: a tenor de lo ocurrido el 14N en el Estado español, está claro que el pueblo llano está dando muestras de iniciar una incipiente „pero, con seguridad, cada vez más contundente„ rebelión. Y en este punto discrepo de las voces interesadas que hablan de una huelga con seguimiento dispar, desigual, escaso€ (aunque esas voces reconocen, eso sí, que fue notable en los sectores industriales clave y en el transporte).
Quienes así hablan parecen ignorar el hecho de que lo que se había convocado para el pasado 14N era, más que una huelga al uso, un paro con las connotaciones de protesta social y de huelga de consumo. Por ello creo que las expectativas creadas antes de esta protesta se cumplieron con creces.
En el caso de nuestra región sólo había que darse una vuelta la tarde del 14 por las calles de Cartagena, Yecla y las del centro de Murcia. En la capital, una auténtica riada ciudadana se adueñó de la Avenida de la Constitución y la Gran Vía, además de las calles aledañas. Vi a muchas gentes de todo tipo, banderas, consignas varias, pancartas multicolores€ Pero, sobre todo, la muchedumbre que pobló las calles aireaba, en silencio o a viva voz, la rabia contenida; la desazón ante el futuro incierto que atenaza a las nuevas generaciones; el desdén hacia una clase política que quiere condenarnos a la miseria; la ira contra unas instituciones bancarias gobernadas por directivos sin alma que dejan, sin miramiento alguno, en la calle a familias enteras; el desprecio hacia una alta clase empresarial que sólo mira hacia sus bolsillos; la severa crítica hacia una delegación del Gobierno que viene permitiendo, si no alentando, actuaciones policiales desmesuradas, que rayan en los límites de lo que es consustancial a regímenes fascistas€
Ante tantas agresiones está aflorando, pues, una rebeldía ciudadana que, a menos que nos desprendamos de la miopía y ceguera propia de quienes desean ocultar la realidad, es un fenómeno creciente. Las miles de personas que están saliendo a las calles de todo el país, cada vez con más frecuencia, están pidiendo a gritos, no sólo un protagonismo político, sino que, como opina Susan George, si actualmente el círculo de mayor influencia son las finanzas, luego la economía y, finalmente, el entorno y la sociedad, hay que revertir la situación, de manera que la economía y las finanzas estén al servicio de la gente, y no al revés.
Miles de personas, pues, están clamando por constituirse en un nuevo sujeto político que reoriente el rumbo de la deriva en que está sumido nuestro país. Quedan, es cierto, sectores sociales que, aparentemente, permanecen ajenos a este compromiso de lucha por el cambio. Hay mucho conservadurismo en la sociedad española, como lo demuestra el notable apoyo que viene disfrutando el PP. Un dato que hay que tener en cuenta a la hora de valorar el seguimiento de una huelga. Pero, además, muchos trabajadores, precarios o no, ignoran el requerimiento a la huelga porque sencillamente pesa sobre sus cabezas la amenaza del despido fulminante. A otros (buen número de funcionarios, la pequeña empresa familiar, los comerciantes€) pareciera que eso de las huelgas no va con ellos. Hay muchas razones que pueden explicar su pasividad. Entre ellas, la consideración de que su problemática es ajena a la que soportan los sectores sociales más desfavorecidos. Craso error. La crisis golpea con saña, y por igual, a la inmensa mayoría de la población. Por tanto, es urgente incorporar a todos los sectores afectados por la misma a la tarea de reorientar el rumbo de la economía y de la política.
Ojalá la próxima protesta ciudadana sea unánime. Entre otras cosas, para que nadie se atreva a experimentar con todos nosotros, como ratas de laboratorio.

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