DIEGO JIMÉNEZ
Las brisas mediterráneas de su Águilas natal y los aires de los páramos leoneses moldearon su forma de ser. El carácter extrovertido y coloquial, que nos es familiar en estas tierras levantinas, coexiste en su persona con la austeridad y sobriedad del castellano viejo. Pedro Costa Morata es el paradigma perfecto del luchador ecologista.
Educado en su infancia lejos de su pueblo natal, en las aulas del colegio de niños huérfanos de ferroviarios, en tierras de León, Pedro guarda un grato recuerdo de algunos de sus profesores. Luego, su carrera universitaria se orientó hacia la ingeniería. Las centrales nucleares eran presentadas, en los estertores de la España franquista, como el signo de la modernidad. Y en ese campo comenzó su vida profesional. Pero, paradojas del destino, las nucleares constituyeron el motivo del giro drástico que iba a experimentar su vida. Pedro Costa fue el impulsor en 1973 del modesto, pero contundente, despliegue de fuerzas para evitar que el bello paraje aguileño de Cabo Cope albergara una central nuclear, momento a partir del cual se va a iniciar lo que este exingeniero define como la ´epifanía´ del movimiento antinuclear español.
Pronto, la evidencia de que el programa nuclear español, impulsado por las autoridades franquistas, no era sino el inicio de lo que se atisbaba como un ataque en toda regla a todo principio de racionalidad medioambiental hizo mella en su espíritu reivindicativo y de lucha, hasta el extremo de hacerle renunciar a la seguridad laboral de su plaza de ingeniero, para, en una mutación constante, comenzar a recalar en campos tan variopintos como el del periodismo (su intento de consolidar la publicación Cuadernos de Ecología no dio los frutos esperados) de asesor medioambiental, y el de la Sociología. Tras un paso fugaz por la política (fue director general de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente en Castilla-La Mancha), terminó accediendo a una plaza de profesor en la Universidad Politécnica de Madrid, donde hoy dedica sus esfuerzos para que la Sociología ocupe un lugar destacado en el currículum de unos estudios de amplios contenidos técnicos y experimentales.
Pedro Costa Morata se nos presenta ante quienes le conocemos sobre todo como una persona austera, un intelectual con planteamientos sólidamente consolidados en defensa de otro modo de vivir, de ser y de pensar. Su lucha tenaz y su perseverancia le hicieron acreedor al Premio Nacional de Medio Ambiente en 1998. Hasta ese momento, y en años posteriores, sus intentos por afianzar en nuestro país el ecologismo político le llevaron a estar en cuantos lugares de nuestra geografía fue requerida su presencia. Para dar testimonio de ese periplo (como luchador ecologista y asesor medioambiental) Pedro Costa, autor, entre otros, de textos como Nuclearizar España (1976), Hacia la destrucción ecológica de España (1985) y Electromagnetismo, silencioso, ubicuo, inquietante (1996), ha dado recientemente a la luz su libro Ecologíada (100 batallas), presentado hace unos meses en Murcia. Publicado por Biblioteca Nueva, aborda el nacimiento del ecologismo; la defensa del litoral; una miscelánea sobre la política, la prensa, los tribunales y otras aventuras; el impacto del electromagnetismo… Su última parte, denominada Circularidades y permanencias —ideas que, afirma, se oponen a la idea de progreso de Condorcet—, se ocupa de temas tales como la autopista Cartagena-Vera, su pasada candidatura al Senado por IU, su imposible regreso a la prensa...
Según confesó Pedro en la presentación de su obra en Villafranca de los Barros —la localidad extremeña en la que se pretendía ubicar una refinería, lo que motivó una amplia oposición vecinal—, «de estas cien batallas, la mayoría las he perdido, pero lo importante es responder a la propia conciencia y a lo que algunos entendemos por obligación y batallar, con independencia del éxito».
Estas breves palabras reflejan a la perfección el alto contenido moral que adorna la trayectoria militante de Pedro Costa Morata. Recientemente, ha sido elegido por unanimidad para encabezar la candidatura al Congreso de los Diputados en la lista de Izquierda Unida-Verdes de la Región de Murcia. El Parlamento español va a contar, con seguridad, en la tribuna de oradores con una de las personas más comprometidas y coherentes que he conocido hasta la fecha.
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