Coincidieron también en calificarla de ‘sistémica’ y postularon la recuperación del Estado como agente interventor y regulador de la economía.
Diego Jiménez/Murcia.- Un año más, el filósofo Paco Jarauta ha ofrecido a la sociedad civil murciana el Foro de la Mundialización. Si en la convocatoria del pasado año se debatió sobre “El futuro de las ciudades”, en esta ocasión era obligado centrarse en el tema que ocupa titulares de prensa a diario, desde hace algunos meses: la crisis económica mundial. Para ilustrarnos con detalles de la misma, durante los días 24 y 25 de noviembre tuvimos en Murcia al politólogo francés Sami Naïr, que recaló una vez más en Murcia, ciudad en la que dijo encontrarse siempre a gusto, y al ex director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet. Las jornadas de debate culminaron el jueves, 27, con la conferencia del periodista Lluís Basset, que se centró en la figura del recientemente electo presidente de EE UU, Barack Obama.
Por cuestiones de agenda, sólo pude estar presente en las dos primeras citas. Me dispongo, en las líneas que siguen, a hacer una amplia reseña del contenido de ambas conferencias.
SAMI NAÏR: “La actual crisis es más profunda que la de 1929, por darse en un contexto de economía globalizada, frente al carácter de economía internacionalizada existente en el primer tercio del siglo XX”
Para justificar la actual situación, Sami Naïr comenzó su disertación remontándose a la quiebra del grupo ‘Lehman Brothers’, cuarto banco de inversión de los EE UU, en julio de 2007. Más recientemente, la crisis de las hipotecas “subprime” ha conducido a un escenario de quiebra del sistema bancario, recesión del crédito y, en última instancia, a un “terremoto” global de todo el entramado económico, afectado de una grave recesión, que se ha extendido desde EE UU al Reino Unido, Alemania, Italia, Rusia, España, Japón, Brasil… El proceso, en Medicina, se llama “metástasis” del cáncer. Y en esas estamos, en una grave crisis recesiva, una depresión que recuerda el grave crack de 1929.
España, país en que, según dijo, el sistema financiero es más sólido que en EE UU, pues las Cajas de Ahorro aquí desempeñan una función más social, menos especulativa, no queda ajena al fenómeno, como lo demuestran los datos del crecimiento del paro: si en 2007, la falta de empleo afectaba a 800 mil personas, hoy el paro afecta a dos millones, y las previsiones, para los próximos cinco años, hablan de una cifra estimativa de cinco o seis millones. En el ámbito mundial, los datos no son más optimistas, pues si en 2006 la cifra de parados en todo el mundo era de 186 millones de personas, seguramente, pasados dos años, el paro afectará a cerca de 250 millones de trabajadores y trabajadoras. La actual crisis, pues, es más profunda que la del año 1929, pues en esa fecha no se daba el fenómeno de la globalización; sin embargo, hoy, la rápida extensión de la misma, con evidentes repercusiones en las bolsas de todo el mundo, se debe a la generalización de los sistemas informáticos como medios para la realización de las transacciones de capitales. La actual crisis es diferente de la del ’29, según Sami Naïr, en que en aquella fecha se necesitaron tres años para reaccionar, con la puesta en práctica, por el presidente Franklin D. Rooselvelt, del New Deal y, en años posteriores, la generalización del “Welfare State” (Estado del Bienestar), mientras que, en la actualidad, la reacción ante la crisis ha sido mucho más rápida, aunque las medidas adoptadas no van a evitar la multiplicación del paro obrero y, lo que es peor, la generalización del racismo y la xenofobia, que pueden cebarse sobre la población inmigrante.
No es la primera crisis seria
El actual marco neoliberal en que ha venido desarrollándose el capitalismo en los últimos años ha conocido otras crisis: la bursátil de 1987; la crisis de los intercambios entre Europa y EE UU en 1991-93; las quiebras bursátiles en Asia, Rusia y Brasil de los años 1997 y 1998, y, más recientemente, la quiebra en bolsa de los activos vinculados a Internet durante los años 2001-2002. Sin embargo, la conmoción actual es diferente, pues podemos calificarla de ‘crisis sistémica’, al desestabilizar todo el sistema económico, social y político, dejando emerger otras crisis ‘latentes’ desde hace varios años: 1. La del sistema monetario (papel del dólar en el mundo). 2. La pobreza y la falta de alimentos en el planeta. 3. Una crisis latente energética, ante la dificultad de controlar el precio de las materias primas. 4. Una crisis de los ecosistemas, ante la resistencia de algunos países a la aplicación del Protocolo de Kyoto.
La actual ‘explosión’ de todo el sistema económico de EE UU va a tener indudables efectos en todas partes. En este sentido, la reciente reunión del G-20 ha consistido en un desesperado intento de EE UU de apuntalar el sistema, recurriendo a los acreedores de siempre, esto es, Rusia, Japón, China, las monarquías petroleras del Golfo….pero, al día de hoy, nada hay decidido. Los países se reunirán de nuevo el próximo abril para analizar los problemas de fondo de un sistema puesto en marcha en 1976, tras la crisis del petróleo de 1973.
Pero el sistema ha quebrado
Más allá de lo que aparece superficialmente, para entender la actual crisis hay que remontarse a la fecha en que se puso en marcha el actual sistema económico neoliberal. Sami Naïr recordó que el nacimiento de las instituciones de Bretón Woods (BM, FMI…) se enmarcan en el sistema implantado tras la II Guerra Mundial, con la implementación de una serie de medidas sociales, de corte keynesiano, que inauguró una época con una cierta ‘racionalidad’ dentro del contexto capitalista, con sociedades en que se daba el pleno empleo, la extensión de la seguridad social, etc. Pero en 1970, con el fortalecimiento económico de Japón y Alemania (países que, según Naïr, fueron los auténticos “ganadores” de la II Guerra Mundial, por la inyección de fondos del Plan Marshall que contribuyeron a sanear sus economías), se asiste a una “dolarización” de la economía mundial. EE UU consiguió que el dólar se convirtiese en la moneda de cambio. Pero las cosas cambiaron rápidamente en 1973. Tras la guerra del Yom Kipur, se produce un auge incontrolado del precio del petróleo y la masiva llegada a los mercados de todo el mundo de los ‘petrodólares’, con lo que los países del Golfo se encontraron, de la noche a la mañana, con una importante reserva de divisas. Los dólares inundaban los mercados y esa moneda fue, a partir de ese momento, la oficial del mundo. Además, en la reunión de Jamaica, se adoptaron dos acuerdos complementarios que reforzarían a esa divisa: se adoptó un tipo de cambio ‘flotante’, lo que condujo a una perenne batalla entre el dólar, el yen, luego el euro, y, además, se procedió a la liberalización de los mercados de capitales, a partir de la década de los ’80 del pasado siglo, lo que condujo a un sistema económico ‘sin reglas’, en el que predomina el dominio de la ‘jungla’ por los más fuertes. Éste es el origen de una economía especulativa, que coexiste con un gradual y progresivo endeudamiento de los EE UU. La Deuda de ese país ascendía en 2007 a 654 mil millones de dólares, pero contaba con el ‘paraguas’ de sus acreedores netos: China, Japón y las monarquías petroleras del Golfo. Hoy esa deuda sigue: en 2009, se prevé que alcance la cifra de 428 mil millones, con el problema añadido de que algunos acreedores, como Alemania, país que, según Naïr, financió en su totalidad la Guerra del Golfo de 1990-91, ha dicho recientemente, en la cumbre del G-20, “¡basta!, hasta aquí hemos llegado”.
Una crisis con la etiqueta ‘Made in USA’
Paul Samuelson, Nobel de Economía, nada sospechoso de veleidades izquierdistas para analizar la actual situación, escribía recientemente en un artículo titulado “Adiós al capitalismo de Friedman y Hayek” que la crisis mundial de 2008 lleva una etiqueta de “Made in USA”.
Para explicar la actual situación, hay que considerar dos elementos claves:
a) Los ochos años de mandato de Bush han mantenido una economía doméstica con bajos tipos de interés y alto grado de confianza en el consumo privado. Hoy, sin embargo, asistimos a la quiebra de las grandes empresas del motor, General Motors, Ford, Chrysler…Como consecuencia, en Europa miles de trabajadores van a ir a la calle. Y en los EE UU, la industria retrocede en sus posiciones por días. Recordemos, además, que ese país, una gran potencia militar, alberga nada menos que a 45 millones de pobres, sin cobertura médica, y que la situación en las escuelas públicas y en el sistema de transportes es dramática. Según Sami Naïr, EE UU es hoy un país pobre y subdesarrollado socialmente.
b) Un segundo elemento nada desdeñable es la total ausencia de transparencia de las actividades bancarias, sistema al que Greenspan, el anterior responsable de la Reserva Federal de EE UU, denominó “autorregulación de mercados”. Pero dicho mandatario reconoció en octubre de este año, en el Congreso: “He cometido un error considerando que el interés propio de los Bancos puede introducir justicia…He descubierto un fallo: dejar circular mil veces más dinero que el que correspondía a la economía real”.
Y lo peor, ante todo este panorama, es la falta de recursos y la inhibición de Europa. En opinión de Naïr, “Europa no existe, Barroso ha desaparecido”, tras lo que se preguntó: “¿Dónde está el famoso Pacto de Estabilidad de la UE”, aquel que fijaba un máximo del 3% de inflación y un déficit público por debajo del 62% del PIB de cada país?” El caso es que el neoliberalismo, como fórmula, ha muerto. Gran Bretaña ha nacionalizado sus bancos. Pero lo peor es que a los anteriores acreedores, China, los árabes, los japoneses, los rusos…vamos a tener que financiarlos ahora todos nosotros, con nuestros ahorros.
¿Qué hacer?
Sami Naïr apeló al importante papel que pueden jugar los intelectuales de todo el mundo, para desenmascarar los entresijos de esta crisis y “decir la verdad a la gente”.
Tenemos que actual sobre el Estado para la puesta en macha de políticas sociales, con reformas fiscales, en el contexto de una economía que ha de basarse en el necesario equilibrio entre el ahorro y la inversión. Además, se necesita:
1) Un nuevo sistema monetario internacional; 2) Recomponer la economía de los EE UU, persuadiendo a sus ciudadanos que, en adelante, han de ser más austeros; 3) Controlar la transparencia del sistema bancario y financiero; 4) Regular los intercambios comerciales; 5) Puesta en marcha de políticas medioambientales, y 6) Fomento real de las ayudas al Desarrollo.
El conferenciante se mostró esperanzado con el próximo mandato de Barck Obama, el cual relanzará la economía doméstica creando dos millones de puestos de trabajo, reconstruyendo hospitales públicos y extendiendo la cartilla sanitaria a 45 millones de pobres de su país. Además, va a negociar políticas proteccionistas con sus vecinos, México y Canadá, y con Corea del Sur.
Para terminar, Sami Naïr dijo que, ante la actual crisis, sólo hay dos salidas: o nos deslizamos hacia arriba, con la puesta en marcha de una capitalismo ‘moderno’, socializado, con pleno empleo, o hacia abajo, con la más que probable destrucción de los sistemas, los acervos obreros acumulados (seguridad social, seguro de paro…), esto es, la adaptación de nuestras sociedades hacia el modelo existente hoy en China, India o Brasil, lo que, a su juicio, sería regresar a la ‘barbarie’.
IGNACIO RAMONET: “Regresa el Estado, vuelve la política”
Ramonet empezó afirmando que nos encontramos ante la primera crisis global del sistema capitalista; Obama la ha calificado de “histórica”. El capitalismo se ha ido aclimatando a esos ciclos de crisis, los ha sobrepasado históricamente y, después de ellos, ha vuelto a avanzar. Éstos no se producen por causas naturales, sino por “disfunciones” dentro del sistema. Y se conocen desde el siglo XVII. De hecho, Ignacio Ramonet afirmó que el contenido de “Los viajes de Gulliver”, de Jonathan Swift, es una parábola de estas crisis regulares del capitalismo; los gigantes y los liliputienses representan los elementos inherentes al propio sistema. Estas hecatombes se producen una vez por siglo; después de la de 1929, ésta correspondería a la primera crisis seria del siglo XXI. Y la actual supone en relación con el capitalismo lo que la caída de la URSS fue al socialismo. El neoliberalismo, teoría acuñada por teóricos tales como Schumpeter, Hayek y Friedman se hunde ante nuestros ojos, sin que nadie parezca tener una solución.
Causas de este hundimiento
La actual coyuntura se ha dado sin que hayan aparecido los síntomas que la anunciaran. El propio Schumpeter afirma que las crisis se dan cuando aparece en el sistema productivo global una nueva tecnología (así, la aparición del ferrocarril hundió todo el sector ligado a los coches de caballos y a la tracción animal). El precedente más próximo fue la crisis ligada a las nuevas tecnologías (Internet) en 2000-2001, lo que produjo una fuerte especulación de los valores (títulos) ligados a estas nuevas tecnologías, con una fuerte expansión de éstos, lo que condujo a que la burbuja especulativa reventara en un momento dado. De todas formas, Schumpeter denomina a este fenómeno “destrucción creativa” (lo nuevo se impone a lo viejo).
De todas formas, en la situación actual no ha habido irrupción de tecnologías nuevas que justifiquen la crisis. Ésta, por el contrario, se ha dado en un sector clásico, el de la construcción. Pero el origen es mucho más localizable. La situación que ha estallado ahora hunde sus raíces en la filosofía neoliberal puesta en práctica por Margaret Tatcher (1979) en el Reino Unido y por Ronald Reagan (1980) en EE UU, y el primer país que “importó” esas tesis fue la Indonesia de Suharto. Reagan afirmaba, tomando la versión más conocida de Hayek, que “el Estado no es la solución, es el problema”, lo cual indica los derroteros que iba a tomar la nueva dirección económica del mundo.
Milton Friedman, asesor del dictador Pinochet, lo que no le impidió ser premio Nobel de Economía, visitó Chile. Los tres ‘apóstoles’ del neoliberalismo (Schumpeter, Hayek y Friedman) crearon una nueva “religión económica” que justificaba las dictaduras a partir de los excesos del “estatismo”, por lo que Reagan llegó a pensar que todo el mundo había de ser neoliberal. A partir de ahí, la nueva doctrina económica no puede definirse ni de derechas ni de izquierdas, en la medida en que fue abrazada en España por el mismo Felipe González y, en Francia, por Mitterrrand. Sin embargo, al día de hoy, vuelve a ser apetecible la “intervención estatal”, lo que se demuestra por el proceso de nacionalización de la Aseguradora AIG en EE UU y por el hecho de que el mismo Sarkozy haya creado un “fondo soberano” para impedir la entrada de capital extranjero en sectores estratégicos. (Después de esta afirmación, Ramonet hizo una alusión jocosa a la inhibición de Zapatero respecto de las operaciones estratégicas de la petrolera rusa Lukoy para hacerse con el control de REPSOL, comentario que suscitó la aprobación cómplice de la sala).
Por qué se produce la crisis inmobiliaria
Alan Greespan, el responsable de la Reserva Federal de EE UU, alentó un sistema basado en el recurso masivo al crédito barato carente de reglamentación, que perseguía el máximo beneficio. La razón fue que la anterior crisis ligada a los valores de Internet había hundido la Bolsa de Nueva York, lo que ocasionó la desaparición de ingentes sumas de dinero y el pánico subsiguiente. En ese contexto, se produjeron los atentados del 11-S, en 2001, lo que produjo un frío glacial, con una crisis moral, psicológica, terror, bajada general del consumo. Por ello, Alan Greespan redujo los tipos de interés, para propiciar el consumo, hasta situarlos en el 1%. El dinero barato inundó el mercado, dirigiéndose hacia el sector inmobiliario. Con ese dinero barato, los bancos hipotecarios van a buscar al máximo de familias de clase media baja; los bancos crean hipotecas fáciles, lo que está en el origen de las “subprime” (créditos con riesgo). Los bancos sabían que había muchas familias insolventes, pero el alza constante del precio de los pisos les llevó a pensar que no corrían riesgos. ¿Qué ocurrió? Que diez millones de hogares norteamericanos recibieron esos préstamos (de los cuales, un 30%, es decir, unos 3 millones de familias, no iban a poder pagarlos). Además, los créditos se suscribían a un interés variable a partir de los dos años. La Reserva Federal, al comprobar que se había disparado la inflación, transcurridos dos años (2005-2006), subió el precio del dinero, por lo que tres millones de familias se declararon insolventes, devolviendo sus casas. El mercado de la vivienda se desploma y los Bancos se encuentran con millones de casas devaluadas.
Un segundo momento de la crisis se dio cuando los bancos desarrollaron lo que denominaron la “titularización”, consistente en considerar la propia deuda de esos bancos como un capital. Ese capital, por el momento no devuelto, se convirtió en “paquetes” que entraron en Bolsa, paquetes que, considerado capital infectado, fueron vendidos en todo el mundo. El “virus” asociado a esos paquetes se extendió por las “venas” de todo el sistema financiero internacional; todos los bancos del planeta eran poseedores de esos capitales “tóxicos”, en un volumen que el FBI calculó que se aproximaba al billón de dólares. Es decir, el sistema había creado instrumentos financieros desconocidos por casi todo el mundo y, cuando estalló la crisis, en julio de 2007, comienza a cundir la alarma. Muchos bancos se dieron cuenta de que disponían de muchos de esos fondos contaminados y se apresuraron a vender a toda prisa. La Banca de Inversión desapareció de inmediato y se generó una total desconfianza de los bancos hacia la Bolsa. Asistimos, pues, a una “crisis sistémica”, en la medida en que ésta adoptó la forma de crisis financiera, bancaria, industrial y social.
Ante esa evidencia, hoy vemos que se ha producido la recuperación del papel del Estado: regresa el Estado, vuelve la política.
Consecuencias en la geopolítica
En este contexto de crisis se produce el triunfo electoral de Obama, aupado al poder, entre otros, por ciertos grupos financieros con la intención de que sanee el sistema. Y el nuevo presidente se dispone a aplicar una política neokeynesiana, volcando el esfuerzo inversor estatal en la renovación de la pavorosa red de carreteras norteamericanas (razón por la que, dijo Ramonet, se compran tantos coches todoterreno en los EE UU) y persuadiendo a la población de que, a partir de ahora, han de ahorrar el 20% de lo que ganan. Una de las razones de estas medidas de austeridad es porque China, uno de los países hasta ahora acreedores netos de los EE UU, se dispone a reconvertir su economía volcando esfuerzos en el mercado interior.
Y uno de los motivos por las que Obama ha anunciado una retirada gradual de Irak es porque esa guerra le cuesta a EE UU unos tres billones de dólares anuales, dinero que no tiene y del que ya no va a poder disponer. Los imperios comienzan su declive cuando flojea su economía, y muchos analistas hablan ya del principio del fin del Imperio norteamericano.
Pero vamos a asistir a cambios drásticos en la actual geoestrategia mundial. Si EE UU se retira de Irak, ¿quién gana? Está claro que Irán, que verá extender su área de influencia. Pero ese escenario, ¿lo van a aceptar Arabia Saudí, Israel, etc.? Está claro que no. Eso conducirá a una inquietud creciente, máxime si, como parece, se recrudece el conflicto Afganistán-Pakistán-India.
Mejores parecen las perspectivas de la relación de los EE UU con Latinoamérica que, probablemente, va a experimentar una clara mejoría.
En suma, el debilitamiento de los EE UU puede conducirnos a un mundo multipolar, de lo que es una muestra la reciente reunión de un G-20, y no de un G-8, como hasta la fecha. En síntesis, un mundo posiblemente algo más inestable, más peligroso, pero que contemple un viraje de la posición de EE UU como potencia que sea más sensible hacia el sufrimiento del conjunto de su población y de los habitantes del planeta.
Diego Jiménez/Murcia.- Un año más, el filósofo Paco Jarauta ha ofrecido a la sociedad civil murciana el Foro de la Mundialización. Si en la convocatoria del pasado año se debatió sobre “El futuro de las ciudades”, en esta ocasión era obligado centrarse en el tema que ocupa titulares de prensa a diario, desde hace algunos meses: la crisis económica mundial. Para ilustrarnos con detalles de la misma, durante los días 24 y 25 de noviembre tuvimos en Murcia al politólogo francés Sami Naïr, que recaló una vez más en Murcia, ciudad en la que dijo encontrarse siempre a gusto, y al ex director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet. Las jornadas de debate culminaron el jueves, 27, con la conferencia del periodista Lluís Basset, que se centró en la figura del recientemente electo presidente de EE UU, Barack Obama.
Por cuestiones de agenda, sólo pude estar presente en las dos primeras citas. Me dispongo, en las líneas que siguen, a hacer una amplia reseña del contenido de ambas conferencias.
SAMI NAÏR: “La actual crisis es más profunda que la de 1929, por darse en un contexto de economía globalizada, frente al carácter de economía internacionalizada existente en el primer tercio del siglo XX”
Para justificar la actual situación, Sami Naïr comenzó su disertación remontándose a la quiebra del grupo ‘Lehman Brothers’, cuarto banco de inversión de los EE UU, en julio de 2007. Más recientemente, la crisis de las hipotecas “subprime” ha conducido a un escenario de quiebra del sistema bancario, recesión del crédito y, en última instancia, a un “terremoto” global de todo el entramado económico, afectado de una grave recesión, que se ha extendido desde EE UU al Reino Unido, Alemania, Italia, Rusia, España, Japón, Brasil… El proceso, en Medicina, se llama “metástasis” del cáncer. Y en esas estamos, en una grave crisis recesiva, una depresión que recuerda el grave crack de 1929.
España, país en que, según dijo, el sistema financiero es más sólido que en EE UU, pues las Cajas de Ahorro aquí desempeñan una función más social, menos especulativa, no queda ajena al fenómeno, como lo demuestran los datos del crecimiento del paro: si en 2007, la falta de empleo afectaba a 800 mil personas, hoy el paro afecta a dos millones, y las previsiones, para los próximos cinco años, hablan de una cifra estimativa de cinco o seis millones. En el ámbito mundial, los datos no son más optimistas, pues si en 2006 la cifra de parados en todo el mundo era de 186 millones de personas, seguramente, pasados dos años, el paro afectará a cerca de 250 millones de trabajadores y trabajadoras. La actual crisis, pues, es más profunda que la del año 1929, pues en esa fecha no se daba el fenómeno de la globalización; sin embargo, hoy, la rápida extensión de la misma, con evidentes repercusiones en las bolsas de todo el mundo, se debe a la generalización de los sistemas informáticos como medios para la realización de las transacciones de capitales. La actual crisis es diferente de la del ’29, según Sami Naïr, en que en aquella fecha se necesitaron tres años para reaccionar, con la puesta en práctica, por el presidente Franklin D. Rooselvelt, del New Deal y, en años posteriores, la generalización del “Welfare State” (Estado del Bienestar), mientras que, en la actualidad, la reacción ante la crisis ha sido mucho más rápida, aunque las medidas adoptadas no van a evitar la multiplicación del paro obrero y, lo que es peor, la generalización del racismo y la xenofobia, que pueden cebarse sobre la población inmigrante.
No es la primera crisis seria
El actual marco neoliberal en que ha venido desarrollándose el capitalismo en los últimos años ha conocido otras crisis: la bursátil de 1987; la crisis de los intercambios entre Europa y EE UU en 1991-93; las quiebras bursátiles en Asia, Rusia y Brasil de los años 1997 y 1998, y, más recientemente, la quiebra en bolsa de los activos vinculados a Internet durante los años 2001-2002. Sin embargo, la conmoción actual es diferente, pues podemos calificarla de ‘crisis sistémica’, al desestabilizar todo el sistema económico, social y político, dejando emerger otras crisis ‘latentes’ desde hace varios años: 1. La del sistema monetario (papel del dólar en el mundo). 2. La pobreza y la falta de alimentos en el planeta. 3. Una crisis latente energética, ante la dificultad de controlar el precio de las materias primas. 4. Una crisis de los ecosistemas, ante la resistencia de algunos países a la aplicación del Protocolo de Kyoto.
La actual ‘explosión’ de todo el sistema económico de EE UU va a tener indudables efectos en todas partes. En este sentido, la reciente reunión del G-20 ha consistido en un desesperado intento de EE UU de apuntalar el sistema, recurriendo a los acreedores de siempre, esto es, Rusia, Japón, China, las monarquías petroleras del Golfo….pero, al día de hoy, nada hay decidido. Los países se reunirán de nuevo el próximo abril para analizar los problemas de fondo de un sistema puesto en marcha en 1976, tras la crisis del petróleo de 1973.
Pero el sistema ha quebrado
Más allá de lo que aparece superficialmente, para entender la actual crisis hay que remontarse a la fecha en que se puso en marcha el actual sistema económico neoliberal. Sami Naïr recordó que el nacimiento de las instituciones de Bretón Woods (BM, FMI…) se enmarcan en el sistema implantado tras la II Guerra Mundial, con la implementación de una serie de medidas sociales, de corte keynesiano, que inauguró una época con una cierta ‘racionalidad’ dentro del contexto capitalista, con sociedades en que se daba el pleno empleo, la extensión de la seguridad social, etc. Pero en 1970, con el fortalecimiento económico de Japón y Alemania (países que, según Naïr, fueron los auténticos “ganadores” de la II Guerra Mundial, por la inyección de fondos del Plan Marshall que contribuyeron a sanear sus economías), se asiste a una “dolarización” de la economía mundial. EE UU consiguió que el dólar se convirtiese en la moneda de cambio. Pero las cosas cambiaron rápidamente en 1973. Tras la guerra del Yom Kipur, se produce un auge incontrolado del precio del petróleo y la masiva llegada a los mercados de todo el mundo de los ‘petrodólares’, con lo que los países del Golfo se encontraron, de la noche a la mañana, con una importante reserva de divisas. Los dólares inundaban los mercados y esa moneda fue, a partir de ese momento, la oficial del mundo. Además, en la reunión de Jamaica, se adoptaron dos acuerdos complementarios que reforzarían a esa divisa: se adoptó un tipo de cambio ‘flotante’, lo que condujo a una perenne batalla entre el dólar, el yen, luego el euro, y, además, se procedió a la liberalización de los mercados de capitales, a partir de la década de los ’80 del pasado siglo, lo que condujo a un sistema económico ‘sin reglas’, en el que predomina el dominio de la ‘jungla’ por los más fuertes. Éste es el origen de una economía especulativa, que coexiste con un gradual y progresivo endeudamiento de los EE UU. La Deuda de ese país ascendía en 2007 a 654 mil millones de dólares, pero contaba con el ‘paraguas’ de sus acreedores netos: China, Japón y las monarquías petroleras del Golfo. Hoy esa deuda sigue: en 2009, se prevé que alcance la cifra de 428 mil millones, con el problema añadido de que algunos acreedores, como Alemania, país que, según Naïr, financió en su totalidad la Guerra del Golfo de 1990-91, ha dicho recientemente, en la cumbre del G-20, “¡basta!, hasta aquí hemos llegado”.
Una crisis con la etiqueta ‘Made in USA’
Paul Samuelson, Nobel de Economía, nada sospechoso de veleidades izquierdistas para analizar la actual situación, escribía recientemente en un artículo titulado “Adiós al capitalismo de Friedman y Hayek” que la crisis mundial de 2008 lleva una etiqueta de “Made in USA”.
Para explicar la actual situación, hay que considerar dos elementos claves:
a) Los ochos años de mandato de Bush han mantenido una economía doméstica con bajos tipos de interés y alto grado de confianza en el consumo privado. Hoy, sin embargo, asistimos a la quiebra de las grandes empresas del motor, General Motors, Ford, Chrysler…Como consecuencia, en Europa miles de trabajadores van a ir a la calle. Y en los EE UU, la industria retrocede en sus posiciones por días. Recordemos, además, que ese país, una gran potencia militar, alberga nada menos que a 45 millones de pobres, sin cobertura médica, y que la situación en las escuelas públicas y en el sistema de transportes es dramática. Según Sami Naïr, EE UU es hoy un país pobre y subdesarrollado socialmente.
b) Un segundo elemento nada desdeñable es la total ausencia de transparencia de las actividades bancarias, sistema al que Greenspan, el anterior responsable de la Reserva Federal de EE UU, denominó “autorregulación de mercados”. Pero dicho mandatario reconoció en octubre de este año, en el Congreso: “He cometido un error considerando que el interés propio de los Bancos puede introducir justicia…He descubierto un fallo: dejar circular mil veces más dinero que el que correspondía a la economía real”.
Y lo peor, ante todo este panorama, es la falta de recursos y la inhibición de Europa. En opinión de Naïr, “Europa no existe, Barroso ha desaparecido”, tras lo que se preguntó: “¿Dónde está el famoso Pacto de Estabilidad de la UE”, aquel que fijaba un máximo del 3% de inflación y un déficit público por debajo del 62% del PIB de cada país?” El caso es que el neoliberalismo, como fórmula, ha muerto. Gran Bretaña ha nacionalizado sus bancos. Pero lo peor es que a los anteriores acreedores, China, los árabes, los japoneses, los rusos…vamos a tener que financiarlos ahora todos nosotros, con nuestros ahorros.
¿Qué hacer?
Sami Naïr apeló al importante papel que pueden jugar los intelectuales de todo el mundo, para desenmascarar los entresijos de esta crisis y “decir la verdad a la gente”.
Tenemos que actual sobre el Estado para la puesta en macha de políticas sociales, con reformas fiscales, en el contexto de una economía que ha de basarse en el necesario equilibrio entre el ahorro y la inversión. Además, se necesita:
1) Un nuevo sistema monetario internacional; 2) Recomponer la economía de los EE UU, persuadiendo a sus ciudadanos que, en adelante, han de ser más austeros; 3) Controlar la transparencia del sistema bancario y financiero; 4) Regular los intercambios comerciales; 5) Puesta en marcha de políticas medioambientales, y 6) Fomento real de las ayudas al Desarrollo.
El conferenciante se mostró esperanzado con el próximo mandato de Barck Obama, el cual relanzará la economía doméstica creando dos millones de puestos de trabajo, reconstruyendo hospitales públicos y extendiendo la cartilla sanitaria a 45 millones de pobres de su país. Además, va a negociar políticas proteccionistas con sus vecinos, México y Canadá, y con Corea del Sur.
Para terminar, Sami Naïr dijo que, ante la actual crisis, sólo hay dos salidas: o nos deslizamos hacia arriba, con la puesta en marcha de una capitalismo ‘moderno’, socializado, con pleno empleo, o hacia abajo, con la más que probable destrucción de los sistemas, los acervos obreros acumulados (seguridad social, seguro de paro…), esto es, la adaptación de nuestras sociedades hacia el modelo existente hoy en China, India o Brasil, lo que, a su juicio, sería regresar a la ‘barbarie’.
IGNACIO RAMONET: “Regresa el Estado, vuelve la política”
Ramonet empezó afirmando que nos encontramos ante la primera crisis global del sistema capitalista; Obama la ha calificado de “histórica”. El capitalismo se ha ido aclimatando a esos ciclos de crisis, los ha sobrepasado históricamente y, después de ellos, ha vuelto a avanzar. Éstos no se producen por causas naturales, sino por “disfunciones” dentro del sistema. Y se conocen desde el siglo XVII. De hecho, Ignacio Ramonet afirmó que el contenido de “Los viajes de Gulliver”, de Jonathan Swift, es una parábola de estas crisis regulares del capitalismo; los gigantes y los liliputienses representan los elementos inherentes al propio sistema. Estas hecatombes se producen una vez por siglo; después de la de 1929, ésta correspondería a la primera crisis seria del siglo XXI. Y la actual supone en relación con el capitalismo lo que la caída de la URSS fue al socialismo. El neoliberalismo, teoría acuñada por teóricos tales como Schumpeter, Hayek y Friedman se hunde ante nuestros ojos, sin que nadie parezca tener una solución.
Causas de este hundimiento
La actual coyuntura se ha dado sin que hayan aparecido los síntomas que la anunciaran. El propio Schumpeter afirma que las crisis se dan cuando aparece en el sistema productivo global una nueva tecnología (así, la aparición del ferrocarril hundió todo el sector ligado a los coches de caballos y a la tracción animal). El precedente más próximo fue la crisis ligada a las nuevas tecnologías (Internet) en 2000-2001, lo que produjo una fuerte especulación de los valores (títulos) ligados a estas nuevas tecnologías, con una fuerte expansión de éstos, lo que condujo a que la burbuja especulativa reventara en un momento dado. De todas formas, Schumpeter denomina a este fenómeno “destrucción creativa” (lo nuevo se impone a lo viejo).
De todas formas, en la situación actual no ha habido irrupción de tecnologías nuevas que justifiquen la crisis. Ésta, por el contrario, se ha dado en un sector clásico, el de la construcción. Pero el origen es mucho más localizable. La situación que ha estallado ahora hunde sus raíces en la filosofía neoliberal puesta en práctica por Margaret Tatcher (1979) en el Reino Unido y por Ronald Reagan (1980) en EE UU, y el primer país que “importó” esas tesis fue la Indonesia de Suharto. Reagan afirmaba, tomando la versión más conocida de Hayek, que “el Estado no es la solución, es el problema”, lo cual indica los derroteros que iba a tomar la nueva dirección económica del mundo.
Milton Friedman, asesor del dictador Pinochet, lo que no le impidió ser premio Nobel de Economía, visitó Chile. Los tres ‘apóstoles’ del neoliberalismo (Schumpeter, Hayek y Friedman) crearon una nueva “religión económica” que justificaba las dictaduras a partir de los excesos del “estatismo”, por lo que Reagan llegó a pensar que todo el mundo había de ser neoliberal. A partir de ahí, la nueva doctrina económica no puede definirse ni de derechas ni de izquierdas, en la medida en que fue abrazada en España por el mismo Felipe González y, en Francia, por Mitterrrand. Sin embargo, al día de hoy, vuelve a ser apetecible la “intervención estatal”, lo que se demuestra por el proceso de nacionalización de la Aseguradora AIG en EE UU y por el hecho de que el mismo Sarkozy haya creado un “fondo soberano” para impedir la entrada de capital extranjero en sectores estratégicos. (Después de esta afirmación, Ramonet hizo una alusión jocosa a la inhibición de Zapatero respecto de las operaciones estratégicas de la petrolera rusa Lukoy para hacerse con el control de REPSOL, comentario que suscitó la aprobación cómplice de la sala).
Por qué se produce la crisis inmobiliaria
Alan Greespan, el responsable de la Reserva Federal de EE UU, alentó un sistema basado en el recurso masivo al crédito barato carente de reglamentación, que perseguía el máximo beneficio. La razón fue que la anterior crisis ligada a los valores de Internet había hundido la Bolsa de Nueva York, lo que ocasionó la desaparición de ingentes sumas de dinero y el pánico subsiguiente. En ese contexto, se produjeron los atentados del 11-S, en 2001, lo que produjo un frío glacial, con una crisis moral, psicológica, terror, bajada general del consumo. Por ello, Alan Greespan redujo los tipos de interés, para propiciar el consumo, hasta situarlos en el 1%. El dinero barato inundó el mercado, dirigiéndose hacia el sector inmobiliario. Con ese dinero barato, los bancos hipotecarios van a buscar al máximo de familias de clase media baja; los bancos crean hipotecas fáciles, lo que está en el origen de las “subprime” (créditos con riesgo). Los bancos sabían que había muchas familias insolventes, pero el alza constante del precio de los pisos les llevó a pensar que no corrían riesgos. ¿Qué ocurrió? Que diez millones de hogares norteamericanos recibieron esos préstamos (de los cuales, un 30%, es decir, unos 3 millones de familias, no iban a poder pagarlos). Además, los créditos se suscribían a un interés variable a partir de los dos años. La Reserva Federal, al comprobar que se había disparado la inflación, transcurridos dos años (2005-2006), subió el precio del dinero, por lo que tres millones de familias se declararon insolventes, devolviendo sus casas. El mercado de la vivienda se desploma y los Bancos se encuentran con millones de casas devaluadas.
Un segundo momento de la crisis se dio cuando los bancos desarrollaron lo que denominaron la “titularización”, consistente en considerar la propia deuda de esos bancos como un capital. Ese capital, por el momento no devuelto, se convirtió en “paquetes” que entraron en Bolsa, paquetes que, considerado capital infectado, fueron vendidos en todo el mundo. El “virus” asociado a esos paquetes se extendió por las “venas” de todo el sistema financiero internacional; todos los bancos del planeta eran poseedores de esos capitales “tóxicos”, en un volumen que el FBI calculó que se aproximaba al billón de dólares. Es decir, el sistema había creado instrumentos financieros desconocidos por casi todo el mundo y, cuando estalló la crisis, en julio de 2007, comienza a cundir la alarma. Muchos bancos se dieron cuenta de que disponían de muchos de esos fondos contaminados y se apresuraron a vender a toda prisa. La Banca de Inversión desapareció de inmediato y se generó una total desconfianza de los bancos hacia la Bolsa. Asistimos, pues, a una “crisis sistémica”, en la medida en que ésta adoptó la forma de crisis financiera, bancaria, industrial y social.
Ante esa evidencia, hoy vemos que se ha producido la recuperación del papel del Estado: regresa el Estado, vuelve la política.
Consecuencias en la geopolítica
En este contexto de crisis se produce el triunfo electoral de Obama, aupado al poder, entre otros, por ciertos grupos financieros con la intención de que sanee el sistema. Y el nuevo presidente se dispone a aplicar una política neokeynesiana, volcando el esfuerzo inversor estatal en la renovación de la pavorosa red de carreteras norteamericanas (razón por la que, dijo Ramonet, se compran tantos coches todoterreno en los EE UU) y persuadiendo a la población de que, a partir de ahora, han de ahorrar el 20% de lo que ganan. Una de las razones de estas medidas de austeridad es porque China, uno de los países hasta ahora acreedores netos de los EE UU, se dispone a reconvertir su economía volcando esfuerzos en el mercado interior.
Y uno de los motivos por las que Obama ha anunciado una retirada gradual de Irak es porque esa guerra le cuesta a EE UU unos tres billones de dólares anuales, dinero que no tiene y del que ya no va a poder disponer. Los imperios comienzan su declive cuando flojea su economía, y muchos analistas hablan ya del principio del fin del Imperio norteamericano.
Pero vamos a asistir a cambios drásticos en la actual geoestrategia mundial. Si EE UU se retira de Irak, ¿quién gana? Está claro que Irán, que verá extender su área de influencia. Pero ese escenario, ¿lo van a aceptar Arabia Saudí, Israel, etc.? Está claro que no. Eso conducirá a una inquietud creciente, máxime si, como parece, se recrudece el conflicto Afganistán-Pakistán-India.
Mejores parecen las perspectivas de la relación de los EE UU con Latinoamérica que, probablemente, va a experimentar una clara mejoría.
En suma, el debilitamiento de los EE UU puede conducirnos a un mundo multipolar, de lo que es una muestra la reciente reunión de un G-20, y no de un G-8, como hasta la fecha. En síntesis, un mundo posiblemente algo más inestable, más peligroso, pero que contemple un viraje de la posición de EE UU como potencia que sea más sensible hacia el sufrimiento del conjunto de su población y de los habitantes del planeta.
1 comentario:
Esta la cosa parda. Muy parda.
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