HAY HOMBRES QUE LUCHAN UN DÍA Y SON BUENOS. HAY HOMBRES QUE LUCHAN UN AÑO Y SON MEJORES. HAY HOMBRES QUE LUCHAN MUCHOS AÑOS Y SON MUY BUENOS. PERO HAY QUIEN LUCHA TODA LA VIDA, ÉSOS SON LOS IMPRESCINDIBLES. (Bertold Brecht).
jueves, 7 de septiembre de 2023
¿SERÁ IRREVERSIBLE EL COLAPSO CIVILIZATORIO?
https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2023/09/05/sera-irreversible-colapso-civilizatorio-91702281.html
Un año más, este verano nos ha demostrado, en contra de la opinión de los negacionistas recalcitrantes -e interesados-, que la crisis climática es una evidencia. Dicha crisis se ha manifestado en nuestra península y en los dos archipiélagos con: olas de calor sin fin; la irrupción del desierto, que se hace cada vez más presente con la invasión de polvo sahariano; los sempiternos incendios, como el que ha devastado miles de hectáreas en Tenerife… y la pertinaz sequía (según AEMET, en España llueve hoy un 12% menos de media con respecto a 1950), acompañada, paradójica y cíclicamente, de lluvias torrenciales de una Dana que en el momento de aparecer este artículo, se habrá enseñoreado ya del Mediterráneo y de amplias zonas del país.
Consecuencia directa de la sequía es la disminución del agua embalsada. A fecha 28 de agosto pasado, los embalses españoles, con 21.083 hm³, estaban al 37,68% de su capacidad, cuando en la misma semana, en la media de los últimos años disponían de casi 30.000 hm³. En la fecha citada arriba, la Cuenca del Segura embalsaba 307 hm³, solo un 26,93% de su capacidad, pese a las precipitaciones habidas en la pasada primavera, anormalmente húmeda. Datos que nos deben cuestionar que la mayor parte del agua de nuestros pantanos, hasta un 80%, se destine al regadío, sobre todo intensivo, y a la industria.
Si trascendemos el ámbito más local, a escala global los síntomas no son menos preocupantes: al voraz e incontrolado incendio de Canadá hay que sumar las graves inundaciones de China, que se han cobrado, como suele ser habitual, vidas humanas, los huracanes destructivos… El planeta lleva años pidiendo auxilio a gritos. Carlos Taibo, profesor de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid y autor del libro Colapso. Capitalismo terminal, transición ecosocial, ecofascismo, nos advierte de que en un planeta con recursos limitados, no podemos crecer indefinidamente. Concretamente, y en el caso español, sitúa la ‘huella ecológica’ en el 3.0, esto significa que necesitaríamos los recursos de tres países como el nuestro para mantener el actual nivel de consumo. Para este profesor, las eventuales causas del colapso están claras: añade al cambio climático y el agotamiento de materias primas otros factores que anticiparían el fin del modo de producción capitalista, como la crisis demográfica, el incremento de las desigualdades de renta, la extensión de pandemias conocidas y por venir, las frecuentes crisis financieras, las guerras sin fin por la apropiación de las materias primas del planeta… Como otros muchos analistas, Taibo anticipa el colapso inevitable de la civilización industrial. Afirma, sin ambages, que el modo de producción capitalista es el principal responsable, desde su irrupción con la Revolución Industrial casi trescientos años atrás; e incluso se atreve a afirmar que la modificación antropogénica de sus hábitats por los habitantes del planeta desde hace 4.000 años puede tener algo que ver en el proceso.
Hay antecedentes históricos.
El bloguero Rafael Poch de Feliu publica un artículo de Michael T. Klare (USA, profesor emérito de estudios sobre la paz y la seguridad mundial) que reseña y comenta el contenido del bestseller de 2005 Colapso: How Societies Choose to Fail or Succeed (Colapso. Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen, Ediciones De Bolsillo), obra del geógrafo Jared Diamond, en la que este se refería a civilizaciones del pasado que se enfrentaron a graves crisis climáticas, adaptándose y sobreviviendo, o fracasando y desintegrándose. Entre ellas, el pueblo del Cañón del Chaco (Nuevo México), la antigua civilización maya de Mesoamérica y los colonos vikingos de Groenlandia. Estas sociedades, que habían alcanzado un gran éxito, implosionaron cuando sus élites gobernantes no adoptaron nuevos mecanismos de supervivencia para hacer frente a unas condiciones climáticas radicalmente cambiantes. En todos estos casos, el clima cambió bruscamente, provocando sequías persistentes o, en el caso de Groenlandia, temperaturas más frías, con la pasividad de las élites gobernantes (¿les recuerda esta situación a la actual?). Para J. Diamond, hoy, el proceso del colapso civilizatorio ya parece estar en marcha.
Carlos Taibo, amparándose en la opinión de varios estudiosos y científicos, afirma que el colapso se produciría gradualmente entre los años 2020-2050, con una sociedad ‘postcolapsista’, ciertamente apocalítica: 1. Reducción drástica de la oferta de energía, lo que afectaría al comercio mundial; 2. Cierre de empresas, aumento del paro, quiebra del sistema financiero; 3. Disminución de la población planetaria; 4. Debilitamiento o desaparición de las instituciones estatales y locales; 5. Desurbanización acelerada y huida de la población al ámbito rural; 6. Quiebra de los sistemas sanitarios y educativos…
Precursores del colapso.
Por su parte, Diamond refirió tres indicadores claves, o precursores de una disolución inminente: un patrón persistente de cambio medioambiental a peor; signos de que los modelos agrícolas están agravando la crisis; y la incapacidad de las élites para abandonar prácticas perjudiciales y adoptar nuevos medios de producción.
A la cabeza de cualquier lista estaría la continua dependencia del petróleo, el carbón y el gas natural, las principales fuentes de los gases de efecto invernadero. Mención especial merece la multinacional ExxonMobil Corporation, que sigue bombeando petróleo y gas, pese a que ya en la década de 1970 sus propios científicos predijeron que los combustibles fósiles podrían provocar un calentamiento global con dramáticos efectos medioambientales antes del año 2050. Por otra parte, el consumo de carbón, aunque se prevé que disminuya después de 2030, sigue aumentando en algunas zonas del mundo.
Hay muchas otras formas en las que las sociedades están perpetuando comportamientos que pondrán en peligro la civilización, como la dedicación de cada vez más recursos a la producción de vacuno a escala industrial, y el crecimiento de cultivos intensivos despilfarradores de agua y con nitrificación de las tierras (¿les suena algo de esto en Murcia?).
Ante estas evidencias, la obligación de los gestores políticos sería la adopción de medidas para proteger a la población. ¿Pero es ello posible en un marco de producción y consumo capitalista?
Acciones positivas, pero no suficientes.
Michael T. Klare nos dice en su artículo que, hace media docena de años, cuando comentó el libro de Jared Diamond con su alumnado, les hablaba de las formas en que el colapso de la civilización aún podría evitarse mediante la acción concertada de las naciones y los pueblos del mundo. Sin embargo, poco imaginábamos algo parecido al verano del 2023. Aun así, reconoce que se ha avanzado mucho en los años transcurridos; por ejemplo, el porcentaje de electricidad suministrada por fuentes renovables en todo el mundo ha aumentado considerablemente; muchas naciones han tomado medidas significativas para reducir las emisiones de carbono… pero las élites mundiales siguen aplicando estrategias que no harán sino amplificar el cambio climático, garantizando que, en los próximos años, la humanidad se deslice cada vez más cerca del colapso mundial.
¿Un proceso irreversible?
Carlos Taibo piensa que sí, que el daño infligido al planeta es enorme. Considera que el capitalismo hoy está cavando su propia tumba. Por ello, plantea opciones para sobrevivir en una sociedad poscolapsista: recuperar lo social y elementos de la sabiduría popular de nuestros antepasados; potenciar el consumo de productos de proximidad; ‘destecnologizar’, es decir, analizar críticamente lo negativo que ha supuesto la proliferación de las tecnologías…
Como aspecto positivo a destacar, Taibo cree que el colapso civilizatorio brindará oportunidades inéditas para la articulación de sociedades más justas, solidarias y sostenibles. Es posible otro mundo, la esperanza es el camino, pero habría que transmitirla con realismo: a título de ejemplo, cree que propugnar que las energías renovables son la solución a la crisis climática, sin cambiar a fondo nuestro orden socioeconómico, es una falacia.