miércoles, 6 de marzo de 2019

Tibieza de Pedro Sánchez ante la Memoria Histórica

 https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2019/03/06/tibieza-pedro-sanchez-memoria-historica/1002287.html

 Sigue pendiente ese homenaje institucional por el Estado español a la diáspora republicana en el exterior


Hace unos días fallecía en París Ramiro Santisteban, uno de los últimos republicanos españoles supervivientes del campo de exterminio de Mauthausen. En junio del pasado año nos dejaba nuestro paisano Paco Griéguez, también superviviente de ese campo del horror. Ni ellos ni sus miles de compañeros en campos nazis han merecido un homenaje institucional por parte del Estado español, homenaje que, como en el caso de nuestra Comunidad Autónoma de Murcia, afortunadamente sí han hecho más de una decena de Ayuntamientos. Los actos simbólicos de reconocimiento por el Estado a esas víctimas (más de 5.000 republicanos españoles, sobre 7.000 encerrados en Mauthausen, murieron en aquel campo de la muerte o en su subcampo de Gusen), así como a otras del exilio republicano, han sido en el exterior. Veamos.

En 2010, en el 65 aniversario de la liberación por los aliados del campo de Mauthausen, ocurrida el 5 de mayo de 1945, la entonces vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, acudió allí. En su alocución dijo que «sólo el silencio engendra el olvido, y el olvido de quienes tanto dieron es la peor, la más insoportable de las mentiras». Pero hemos de recordar que el primer monolito republicano se colocó en ese lugar en 1962 y que la asociación de víctimas españolas, la Amical de Mauthausen, no fue reconocida por el Estado español hasta 1978.

El 28 de abril de 2015, en el 70 aniversario de la liberación, el Congreso instó al Gobierno, mediante una proposición no de ley aprobada por unanimidad, a honrar a los españoles prisioneros en esos campos. El 10 de mayo, el entonces ministro de Exteriores del Gobierno del PP, José Manuel García Margallo, acudió a Mauthausen y destacó la importancia de «honrar y renovar un deber universal de memoria ante la barbarie». En la foto de la agencia Efe, una bandera republicana desplegada tras el ministro recordaba la condición republicana de aquellos héroes, condición que, por supuesto, García Margallo omitió.

Unos mes después, el 3 de junio de 2015, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, en presencia de Felipe VI y Letizia, inauguró, junto al ayuntamiento de París, el jardín de los combatientes de la Nueve, en homenaje a los hombres de esa compañía casi totalmente española (146 de los 160 soldados que la componían eran españoles o de origen hispano) que, al mando del general Leclerc, liberaron París el 24 de agosto de 1944.

El pasado día 24 de febrero, en el 80 aniversario del éxodo republicano, Pedro Sánchez pidió perdón al exilio español ante las tumbas de Manuel Azaña y Antonio Machado en las localidades francesas de Montauban y Collioure, respectivamente, y acudió también a la playa de Argelès-sur-Mer, en donde una placa recuerda que ese fue uno de los improvisados campos de refugiados españoles que huían de la represión franquista tras la caída de Cataluña a finales de enero de 1939. En todos esos actos, la bandera republicana estuvo ausente. Tibia e irreverente actitud de las autoridades españolas si se tiene en cuenta que, ante la negativa del gobierno de Vichy a que se enterrara a Manuel Azaña con la bandera republicana, el embajador de México, Rodríguez Taboada, informó a ese Gobierno que muy gustosamente la tumba del estadista español la cubriría la bandera de su país.

Las citas de arriba demuestran que los homenajes a los héroes republicanos españoles que dieron su vida por la libertad, la democracia y la justicia se dan en el exterior, pero que, tras más de cuarenta años de democracia, están ausentes en nuestro país. En julio de 2017, en mi breve periplo francés, visité la localidad de Argelès-sur-Mer, en donde se está llevando a cabo un encomiable trabajo de recuperación de la memoria republicana. Se ha creado la asociación 'Fils et filles de républicains espagnols et enfants de léxode' (Hijos e hijas de republicanos españoles y niños del éxodo) y se ha abierto el Centro de Interpretación y Documentación sobre el exilio y la retirada (CIDER), con vídeos e información lamentablemente sólo en francés. Ese Memorial recuerda que en 1939 había más de 264.000 republicanos españoles en los campos de concentración de los Pirineos Orientales.
Y en la bella localidad de Toulouse, ciudad en la que el 10% de la población es de origen español, además de rastrear la huella de los cátaros, nos es dado acercarnos a multitud de datos e información sobre el exilio republicano español.

Sigue pendiente, pues, ese homenaje institucional por el Estado español a la diáspora republicana en el exterior. Y en el interior. Unos datos para recordar el alcance del genocidio franquista tras la Guerra de España (me niego a denominarla 'civil', en línea con las últimas tendencias historiográficas): unas 500.000 personas exiliadas tras la guerra; más de 115.000 víctimas enterradas en fosas comunes, de las que más de 2.000 están aún por exhumar, pese a los reiterados requerimientos de la ONU al Estado español; unas 50.000 personas fusiladas, en su mayor parte en supuestos procesos sin garantías jurídicas; casi medio millón de presos convertidos en trabajadores forzosos en los casi doscientos campos de trabajo que funcionaron en el país; atroces represalias sobre las mujeres republicanas; expropiación de bienes a familias republicanas por el franquismo; más de 30.000 bebés robados durante la guerra y la posguerra, etc.

Con estos precedentes, habrá que 'agradecer' el gesto de Pedro Sánchez de acudir a honrar la memoria de esos ilustres republicanos, como también su perseverancia en lograr exhumar de Cuelgamuros la momia del dictador. Pero estos tibios gestos, estos actos simbólicos, no ocultan que la mayoría que lograra para la moción de censura en el Congreso hubiera debido aprovecharla, para, con carácter legal, condenar el franquismo como un régimen genocida que fue, anular todas las causas penales, ilegalizar las distintas fundaciones franquistas y derogar la Ley de Amnistía de 1977.

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