domingo, 22 de julio de 2018

CON PABLO CASADO, MÁS CERCA DE EUROPA


Por primera vez, las bases del PP (bien que en una evidente minoría) hablaron. Y eligieron a Soraya. Pero el aparato del partido ha decidido hacer un PP más europeo. La elección de Pablo Casado no es tan democrática como quieren hacernos creer. Tampoco es casual. Veamos.

En Europa, como en el resto del mundo, asistimos en estos momentos, tras la crisis económica provocada del 2008, a una agudización de la lucha de clases. Sólo que las batallas las está ganando sobre todo el capital especulativo financiero, que, con la crisis, ha logrado incrementar sus beneficios de forma exponencial, a costa de las rentas de las clases asalariadas y de la pequeña y mediana burguesía. 

Pero para que esa operación haya sido factible, ha sido necesario desarmar ideológicamente toda contestación proveniente de la izquierda y de esas clases sociales subalternas. Y la forma de llevar a cabo esa operación ha consistido en ir modelando una mayoría social dócil y receptiva al discurso que le interesa al gran capital. 

De modo que, en el campo de la ideología, se fomenta el individualismo más feroz, como recurso útil de ascenso en la escala social,  aun a costa de barrer la solidaridad entre iguales. Se apela al patriotismo rancio, potenciando el valor simbólico de la bandera,  como forma de borrar cualquier vestigio de acercamiento a la idea de la solidaridad internacional. Y, de paso, se defiende la superioridad de la cultura europea y occidental, con lo que se da entrada en el imaginario colectivo a ideas supremacistas, que son la antesala de la xenofobia y el racismo. Con  la crítica al aborto y al divorcio, se .potencia la estructura de  de la familia tradicional, que le viene muy bien al capital para la reproducción de sus estructuras de dominación. 

Con estos precedentes, choca que sean las clases dominantes, que tanto dolor, sufrimiento y muerte provocan con sus políticas, las que paradójicamente defiendan con aparente énfasis el derecho a la vida, cuestionando, como hemos dicho, el aborto, pero también la eutanasia...

Todas estas ideas expuestas son defendidas hoy por líderes europeos de países como Austria, Hungría, Italia, Francia... Y ayer, en un hotel de Madrid, fueron expuestas con énfasis por Pablo Casado, hasta el extremo de arrancar sonoros aplausos de los compromisarios del PP, sin duda en sintonía con el discurso de extrema derecha de su nuevo líder.

Visto lo cual, y ante la eventualidad de que, en este ámbito sí, nuestro país pudiera homologarse a las tendencias que empiezan a ser dominantes en Europa, a quienes nos sentimos de izquierdas nos toca 'ponernos las pilas' y faenar por la consecución de un amplio espacio de encuentro político y social, de extracción popular e interclasista, que frene la llegada al poder de la extrema derecha. Para lo cual hay una tarea que se me antoja inaplazable: la consolidación, precisamente en el campo de la ideología, de un discurso emancipador y solidario con vocación de constituirse en hegemónico. 

miércoles, 18 de julio de 2018

UNA PROVOCACIÓN-. ¿LA PRIMERA?

https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2018/07/18/provocacion-primera/939380.html


Desde mi picoesquina

Una provocación. ¿La primera?

Se veía venir. El choque de trenes. Tan pronto como el delegado del Gobierno en la Región anunciara, en línea con las reiteradas reivindicaciones vecinales, la fecha del segundo semestre del 2020 para la llegada del AVE soterrado a la ciudad de Murcia, se ha producido la respuesta del presidente regional, F. López Miras, haciendo algo que no debe hacer un presidente que se dice representante de todos-as los murcianos y murcianas: un llamamiento a la (“su”) sociedad civil murciana (porque, ¿cuántas personas caben en  el Auditorio Víctor Villegas?) contra lo que considera el ‘robo’ del AVE.  Al adoptar esa nefasta decisión, no sólo está confundiendo la parte con el todo, porque está claro que de esa sociedad civil está excluyendo interesadamente a los miles de vecinas y vecinos que llevan cientos de días de lucha en las vías, sino que se ubica en una posición de deslealtad hacia el Gobierno del Estado que, por lo que se ha visto hasta ahora, parece ser el inicio de una cadena de confrontaciones permanentes.

Me van a perdonar el símil, pero la postura del presidente regional y de su gabinete me recuerda mucho a la del jabalí herido. Es evidente que el PP no ha digerido aún la forma en que Mariano Rajoy ha debido de abandonar la Moncloa y se apresta, pues, con malas artes, a denostar todo cuanto proceda del campo socialista y de la izquierda. Los exabruptos de su portavoz parlamentario en las Cortes, Rafael Hernando, y este disparate de llamar ‘robo’ a una decisión del Gobierno que sintoniza con los vecinos y las vecinas de las vías, cuando con la gestión del PP no se daban plazos concretos para la llegada del AVE soterrado, así lo demuestran.

Y, además, otra consideración. El día elegido. Pudiera parecer casual convocar un acto en una fecha aparentemente ‘inocente’ como la del 18 de julio, el día del alzamiento fascista contra la República. Pero, a lo mejor, no lo es. Cuando desde el Gobierno central se ha anunciado el inicio del proceso para una reforma integral de la Ley de Memoria Histórica, con actuaciones que no debieran haberse dilatado en el tiempo, como la nulidad de los tribunales franquistas, la ‘resignificación’ del Valle de los Caídos, la ilegalización de fundaciones y asociaciones que ensalzan al dictador, las exhumaciones a cargo del Estado, etc., parece fuera de toda duda que la fecha elegida --por parte de un partido, el PP, que ha venido mostrándose más que refractario al cumplimiento de esa ley y ha exhibido públicamente su desprecio no sólo a las reivindicaciones memorialistas sino a las víctimas del franquismo-- me parece un dislate. Además, cuando por parte de señalados dirigentes del PP ha venido denunciándose que la izquierda, precisamente, desea revivir cierto ambiente ‘guerracivilista’,  la fecha elegida me suena a provocación. ¿Será la primera de una serie de encontronazos graves con el Gobierno del Estado?

Por último, una reflexión más sobre la sociedad civil a la que se refería López Miras. En ella, claro, incluye a la CROEM. Una organización empresarial que ha venido situándose, interesada e indisimuladamente, en una clara posición de defensa del interés particular sobre el general. Porque me van a decir ustedes a quiénes, sino a los que tienen los bolsillos llenos, puede beneficiar una obra faraónica que, amén de llenar unos cuantos bolsillos más –ya saben, por los posibles sobrecostes y las posibles comisiones-, va a condenar al común de los mortales murcianos a viajar a la capital del Reino a un coste superior al del tren convencional. Ese entusiasmo con el AVE de nuestra clase empresarial me gustaría verlo también para exigir, con idéntico énfasis, la apertura de la variante de Camarillas, pero con vías desdobladas y electrificadas desde Chinchilla hasta Cartagena, que harían posible el trayecto de Murcia a Madrid en algo más de tres horas. O para reivindicar una mejora urgente de las líneas de cercanías, que, por lo que he leído, registran una pérdida constante de viajeros por el mal estado de los trenes. ¿Acaso el disponer de trenes modernos y cercanías mejoradas no es de interés general?
Me gustaría que la CROEM aclarara también su posición sobre esos convoyes del Corredor Mediterráneo, de casi un kilómetro de longitud en algunos casos, que van a atravesar la ciudad, a veces cargados de mercancías peligrosas. No he visto a esta organización empresarial defender un trazado alternativo para esos trenes, por ejemplo, en paralelo a la autovía A7, para evitar los centros urbanos (alguien lo sugirió en su momento).

Para mí queda muy claro, vistas las posiciones coincidentes estos días del Gobierno regional y del empresariado murciano en relación con el AVE, que hay una comunión de intereses entre ambas instancias que atentan contra el interés general de todas y todos los murcianos. Algún día, la sociedad civil, esa a la que apela López Miras, conocerá, vía Auditoría u otras actuaciones, qué se escondía detrás de esta obcecación en traer el AVE a cualquier precio. 

sábado, 7 de julio de 2018

LA LÍNEA DEL HORIZONTE, UN RELATO DE LA RECONCILIACIÓN

https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2018/07/07/linea-horizonte-relato-reconciliacion/936583.html

Conocí a la catedrática de Historia y escritora cartagenera Isabel María Abellán con ocasión de la presentación de su novela Isidro, sobre el campo de concentración de Albatera, en mayo de 2016. Me impactó la fuerte carga emotiva de aquel relato, en el que convivían a partes iguales el amor, la amistad, la solidaridad y, sobre todo, el ansia de sobrevivir frente al horror. Me dispuse, por ello, a reseñar aquella novela. Mi artículo, La trompeta de Isidro, se publicó en LA OPINIÓN el 24 de mayo. Esa misma mañana, para mi sorpresa, recibí una llamada de Isabel María, agradeciéndome el gesto. Pese a que no nos conocíamos personalmente, esa llamada fue, como en la película Casablanca, «el comienzo de una larga amistad».
Por ello, cuando a finales del pasado año me encontraba en pleno proceso de corrección de galeradas de mi libro La casa de la loma, no lo dudé ni un momento: decidí que el prólogo de este libro de memorias sobre la vida de mi madre, Ana, merecía ser escrito por una persona de la talla moral, la sensibilidad y, por qué no decirlo, la ternura de mi paisana cartagenera. Por supuesto, Isabel María no sólo aceptó encantada el ofrecimiento, sino que también se prestó a hacer la presentación de mi libro en Murcia, a mediados del pasado mes de marzo.
Hace un par de meses, recibí una llamada suya. Me comunicaba que había pensado en mí para la presentación en Murcia de su primera novela sobre el campo de concentración de Albatera, La línea del horizonte. He de reconocer que ese inesperado ofrecimiento me abrumó en un principio. Dudé, por un momento, que yo pudiera estar a la altura de un acontecimiento literario de esa índole. No obstante, acepté. E inicié el proceso de leer el texto, releerlo y tomar notas para desempeñar lo más dignamente el papel asignado.
La presentación de la novela tuvo lugar el pasado día 26 en el salón de actos de la Fundación Cajamurcia. Ante un numeroso público expectante, y con la presencia en la mesa de la autora y de su editor, Fernando Fernández, hice una breve disección de ese libro, una reedición de las anteriores de los años 2000 y 2009, respectivamente.
En la introducción a la presente edición, de marzo de 2018, de La Fea Burguesía, Isabel nos cuenta que la motivación que le llevó a escribir esta su primera novela fue doble: por un lado, la propia desmotivación de su alumnado de Ciencias del instituto de Albatera hacia el estudio de la Historia, allá por el año 1989 (quienes nos dedicamos a la Enseñanza hemos conocido esa circunstancia), y, por otro, suplir viejas carencias de nuestra formación inicial de base como docentes, derivadas de actitudes como la de aquel catedrático de facultad que, según nos cuenta, allá por el año 1984, «se negó a explicarnos el siglo XX alegando que el nuestro era un grupo muy politizado».
La línea del horizonte, que se desarrolla en tres escenarios, Cartagena, Madrid y Navelgas, en el concejo de Tineo (Asturias) es la historia, narrada en primera persona, del reencuentro de una nieta y su abuelo que, juntos, emprenden un viaje al pasado como antídoto de la soledad en que se ha refugiado Ana y que ha buscado Antonio. Un viaje en el tiempo y la nostalgia que encierra un secreto que el abuelo desvelará a su nieta al final del relato. Y ese secreto tiene que ver con las experiencias del protagonista en el campo de concentración de Albatera, al final de la Guerra Civil.
Para situar la novela en su contexto histórico, hay que recordar que, en los tres últimos días de marzo de 1939, derrotada la República, miles de personas se agolpaban en el puerto de Alicante a la espera de unos barcos, que como el carguero británico Stanbrook, les llevaran hacia el exilio. Pero el bloqueo franquista del Mediterráneo lo impidió. De allí, separadas las mujeres y niños de los hombres, éstos fueron conducidos al Campo de los Almendros (el mismo que diera título a una de una de las novelas de Max Aub) y posteriormente al campo de concentración de Albatera, lugar en el que los prisioneros experimentaron todas las modalidades de horror imaginables, sobre un terreno salitroso, expuestos al sol tórrido, sin protección alguna.
En mi exposición, recordé la similitud de lo relatado por Isabel María con las penalidades sufridas por miles de hombres en las colonias penitenciarias y los batallones de trabajadores durante el franquismo, situación exhaustivamente descrita por el periodista Isaías Lafuente en su libro Esclavos del franquismo, y de la que en la Región tenemos ejemplos próximos: el campo de Totana, los esclavos del pantano del Cenajo, de la minería unionense e incluso de las obras del colegio de las Adoratrices, en Cartagena.
Esa explotación humana y laboral de más de 300.000 hombres repartidos por no menos de cien campos de trabajo se suma a otros hechos ominosos de la represión franquista: miles de personas en fosas comunes; el exilio forzoso de 500.000 personas; más de 50.000 fusiladas en procedimientos extrajudiciales; la depuración de funcionarios-as y maestros-as; la expropiación a familias republicanas, que permitió que se amasaran grandes fortunas por parte de gentes adictas al régimen; el robo de bebés, etc.
Isabel María, por su condición de catedrática de Historia, es conocedora de esos horribles hechos. Pese a ello, en sus dos novelas, hay un elemento coincidente que, creo, se erige en el leiv motiv: la necesidad de la reconciliación entre las españolas y los españoles. Reconciliación que, asume, no significa olvidar el pasado.
Porque tengo para mí que viviremos en una anomalía democrática mientras el Estado español no condene formalmente este aciago periodo de nuestra Historia y se desprenda de las secuelas del franquismo que aún impregnan, en parte, nuestra vida cotidiana.