martes, 13 de febrero de 2018

HOMENAJE PÓSTUMO A MI MADRE

(Artículo publicado en La Opinión. 13-2-2018)



 HOMENAJE PÓSTUMO A MI MADRE: LA CASA DE LA LOMA

Tenía que hacerlo. Lo llevaba in mente desde que, en el verano de 1984, mecanografiara su manuscrito. El mismo que maticé, corregí y mecanografié de nuevo cinco años después. Se trataba de algo tan arduo y complejo como dar forma a un libro. Pero a esa complejidad inherente a cualquier aventura literaria se añadía el hecho de que no iba a enfrentarme al teclado y al vértigo de llenar los espacios en blanco del papel para escribir cualquier cosa. Había un vínculo emocional con la persona que iba a ser protagonista de mi texto. Se trataba de escribir un libro sobre mi madre. 

Nunca me había propuesto superar el reto de componer algo tan complejo, técnica y formalmente, como una novela. El escribir no es sólo un ejercicio de retrospección e introspección. Exige, como cuando nos enfrentamos al requerimiento del periódico para la entrega de un artículo quincenal, el dominio de cierta técnica. Pero no solo. Componer diálogos, describir ambientes, mantener el ritmo narrativo y la atención del lector o lectora, suscitar empatía con quien toma cada noche un libro entre sus manos no es algo baladí. Pero tenía que hacerlo. 

La vorágine en que uno se ve envuelto cuando se está en activo (en mi caso, en el ámbito docente) me impedía tener el tiempo y la paciencia suficientes para abordar esa empresa. Pero, alcanzado el sosiego que nos concede la edad dorada (sí, ¿por qué no?) de la jubilación, me convencí de que en las páginas del manuscrito de mi madre, Ana, una corta pero sentida autobiografía de su vida pasada a la que tituló sencillamente Mi familia y yo, había un manantial de sensaciones para llevar al papel. Y comencé, hace unos tres años, reciente su fallecimiento, la tarea de trasladar sus vivencias a un libro de Memorias, que quise que reflejara una historia más de quien no fue protagonista de la Historia, un libro con una estructura dialogada, más que novelada, en atención a las muchas horas de conversación que mantuve con ella evocando su pasado.
Ana, mi madre, fue una campesina del Campo de Cartagena, nacida con la dictadura primorriverista y atrapada, como tantas y tantas personas de su generación, por las garras de la escasez, el duro trabajo desde su más tierna infancia y la dependencia de los otros, ésos para los que, según me contaba, trabajaban a cambio de nada. Nacida en una larga familia de campesinos sin tierra en la zona de La Aparecida, sólo conoció de niña, de adolescente, de joven, los estrechos límites geográficos del Campo de Cartagena, lugar de penalidades pero también de alegrías compartidas con su familia, sus numerosos hermanos y hermanas, sus padres, sus tíos y su abuela precozmente viuda. 

Llegó el matrimonio. Llegaron los hijos e hijas. Y llegó la viudez, momento a partir del cual dedicó sus muchas horas libres, cuando la soledad se apodera de una casa otrora llena de vitalidad y de sueños por alcanzar, a superar el analfabetismo del pasado. Se matriculó en su cartagenero barrio de Vista Alegre en unas clases de adultos y consiguió, con esfuerzo y perseverancia, la titulación de Graduado Escolar. Esas clases que iniciara a una edad tardía, pero que no le restaba un ápice de entusiasmo, las simultaneaba con la escritura de sus Memorias, nacidas de esas letras que aprendió a unir y de aquellas palabras que logró separar. Y de aquel modesto, pero emotivo texto, que mi madre manuscribiera por la noche, arrancando horas a un sueño que, con el paso de los años, cede espacio gradualmente a una vigilia proclive a recordar, ha nacido La casa de la loma, libro de evocaciones compartidas y enmarcado en su contexto histórico editado por Tirano Banderas.  

La crisis cartagenera de los años 30 y sus secuelas de la emigración exterior, la sempiterna sequía del campo, la Guerra Civil y sus efectos, el hambre de la posguerra, el estraperlo y otros muchos temas tienen cabida, a veces como capítulos específicos en sus páginas, junto a las vivencias de mi madre.
 
En la Casa del Folclores, de La Palma, con José Sánchez, cronista oficial de Cartagena a la izquierda de la foto, y mi primo Paco García, a la derecha (Foto: Mari Carmen Lázaro).   

El pasado sábado, merced a los buenos oficios de mis primos palmesanos Paco y Maravillas, de Ramón, de la dirección del grupo folclórico de La Palma, y del cronista oficial de Cartagena, José Sánchez Conesa, el bello marco de la Casa del Folclore de esa diputación cartagenera (¡cuánto se puede hacer cuando se cuenta con personas entusiastas!) fue el escenario elegido para la presentación de mi libro.  Gracias mil a las personas de la junta directiva de ese bellísimo enclave palmesano, pulcramente decorado, y gracias mil al esfuerzo de mis acompañantes en la mesa, que desbrozaron el contenido ante una audiencia expectante. Primos y primas de la larga saga de los ‘Popos’, por mi abuelo materno José (él y mi abuela Ana tuvieron 14 hijos e hijas, de los que hoy sobreviven dos), a la que pertenezco, mis hermanos y mi pareja me acompañaron en un acto cálido y afectivo, y al que tampoco faltaron amigos próximos.

Me consta que el libro sigue concitando interés. Al acto de ayer de La Palma va a seguir el de mañana miércoles en Murcia, en los locales del Txoko, en calle Polo de Medina, 15, a las 19:00 horas. El próximo mes de marzo estaremos en Caravaca. Me llena de orgullo y satisfacción el haber culminado con éxito ese empeño en concluir mi libro, un homenaje póstumo a mi madre. 

Diego Jiménez @didacMur

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