martes, 21 de febrero de 2017

Es la mafia

http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2017/02/21/mafia/807431.html

He elegido el Calar de la Santa para escapadas esporádicas huyendo del asfalto. Pero, aun en estos apartados rincones, es difícil que un urbanita como yo, transmutado, por mor de la edad y otras circunstancias, en un aprendiz de aldeano, pueda sustraerse a la realidad circundante. La noticia de la sentencia del caso Nóos la capturé en carretera, a primeras horas de la mañana del viernes. Y, supongo que como tantos y tantas españoles/as, no pude reprimir un sentimiento de estupefacción, aun teniendo claro que había que preservar intacta a toda costa la credibilidad de la institución monárquica, tras los devaneos, escarceos amorosos y algo más del anterior inquilino de la Zarzuela. Por lo mismo, era previsible que, pese a los esfuerzos del juez José Castro, la borbónica infanta quedara indemne. Me esperaba, también, que hubiera un cabeza de turco, por lo que no me ha extrañado que el socio de Urdangarin, Diego Torres, cargara con una pena mayor que la del yerno real caído en desgracia. Este episodio del caso Palma Arena, que ha obviado la responsabilidad de los encausados y encausadas de la Comunidad Valenciana, es uno más de los procedimientos judiciales que, pese a que desde la derecha cavernícola y algunos medios de comunicación se empeñen en decirnos que demuestran que la Justicia es igual para todos y todas, me suena a una total tomadura de pelo. No hay proporcionalidad alguna entre la gravedad de los delitos que se les imputan a los acusados con las pena impuestas. Como también me suena a tomadura de pelo la inocencia de la infanta.

Desde que se conoció la sentencia, se nos viene machacando insistentemente con la independencia del poder judicial. ¿Cómo creer en ésta cuando el fiscal de la infanta se constituye en el primer defensor de la misma? ¿Cómo asimilar el hecho de que se envíe a prisión a unos titiriteros o a unos sindicalistas por unos supuestos delitos menores y se esté hablando de recurrir la ridícula sentencia del exduque de Palma para evitar que dé con sus huesos en la cárcel?

Me siento asqueado por tantos y tantos casos de corrupción. Me entristece la complacencia con la misma de una parte del electorado que mira hacia otro lado y sigue otorgando su confianza al partido que nos gobierna, el mismo que alberga a un grupo de delincuentes organizado para disfrutar de las prebendas del poder. Me repugna la manipulación mediática tendente a convencernos de que hay crisis, cuando lo cierto es que ésta no ha sido sino una estratagema destinada a realizar un trasvase de rentas de las capas sociales más débiles hacia los más poderosos. Me rebelo ante el coste del rescate bancario, producto de la irresponsabilidad de sus gestores, y que ello conlleve los drásticos recortes sociales en la Dependencia, las pensiones, la Sanidad, la Educación...como que se estén entregando a empresas privadas estos dos últimos servicios esenciales para la ciudadanía.

La corrupción ha anidado y echado raíces en este país porque, al margen de la responsabilidad directa personal o grupal, hay causas que han contribuido a ello: las leyes del Suelo; la Ley de Contratos del Estado, manifiestamente mejorable; la dificultad del acceso de la población a la información y participación en los asuntos públicos; algunos partidos políticos convertidos en estructuras estancas, impermeables en muchos casos a los auténticos problemas de la ciudadanía... El resultado: la consolidación de una casta que se cree que el ejercicio del poder es un bien patrimonial del que no tiene que rendir cuentas.

Para que la impunidad haya podido campar a sus anchas, era necesario, además, neutralizar todo atisbo de contestación social. De ahí la Ley Mordaza; de ahí el empeño en desautorizar a opciones políticas alternativas (Unidos Podemos); de ahí, por último, que fuera necesario el control del poder judicial.

¿Vivimos realmente en un Estado de Derecho, en una democracia? Porque, aterrizando en nuestra Región, ¿qué podemos pensar del doble asalto que se ha registrado al domicilio del Fiscal Anticorrupción? ¿Por qué se tardó tanto en conocer el segundo? ¿Es razonable pensar que los mismos que han hecho del ejercicio del poder un bien patrimonial, una vez amenazados sus privilegios se apresten a lanzar señales de advertencia? Como si de una actuación premonitoria se tratara, el asunto PAS, que como decía Ángel Montiel en este periódico hace unos días, es ya el 'Caso Fiscalía', es la constatación palmaria, pese a los desmentidos (¿qué van a decir?) del Gobierno, de una evidente presión de la Fiscalía General del Estado sobre la actuación de jueces y fiscales.


Para terminar, una recomendación. Les sugiero, si no lo han hecho ya, la lectura de la novela Crematorio, de Rafael Chirbes, tristemente fallecido, libro editado por Anagrama. El autor nos ofrece un panorama terrible: la corrupción como savia que recorre todo el cuerpo de una sociedad en la que la destrucción del paisaje adquiere valor de símbolo.  Es la mafia en estado puro. Busquen los parecidos con la realidad.

martes, 7 de febrero de 2017

Las eléctricas, un caballo desbocado

http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2017/02/07/caballo-desbocado/803828.html

Ha tenido que producirse un hecho desgraciado (la muerte de una anciana en Cataluña por culpa de la pobreza energética) para que el incesante aumento del coste del recibo de la luz (y sus consecuencias sobre los sectores sociales más vulnerables) sea objeto de debate y alarma social, sobre todo al conocerse que el precio de este recurso básico es el cuarto más caro de entre los países de la UE.
Para empezar, nos resultaron ofensivas las explicaciones del ministro del ramo, Álvaro Nadal, que achacó estas escandalosas subidas, como hiciera Felipe II, a los elementos (meteorológicos, claro). Decía el ministro que el precio se dispara porque ha hecho mucho frío, y consecuentemente ha aumentado la demanda; porque no ha llovido lo suficiente en muchas zonas de España; porque el petróleo es más caro, y porque Francia, que ostenta el récord europeo de instalaciones nucleares, tiene muchas de ellas ´pasando la ITV´...
Pero Álvaro Nadal omite muchas cosas. No nos dice, por ejemplo, que sólo algo más de un tercio de nuestro recibo de la luz responde al consumo real y que hay una parte regulada, pero también otra liberalizada. La regulada incluye los impuestos, el coste del transporte de la electricidad, la compensación a zonas como Ceuta y Melilla, las renovables€ Pero la madre del cordero, que escapa a cualquier control, es la que está liberalizada, y se determina, según nos explica en un buen artículo Juan Carlos Escudier, mediante una subasta que antes era trimestral y ahora diaria. El mecanismo es el siguiente: las empresas generadoras ofertan la cantidad de megawatios (MW) que están dispuestas a poner en circulación. Al tratarse de una oferta y demanda, si esta ley funcionase con normalidad, de haber condiciones meteorológicas favorables y, al propio tiempo, baja demanda, el precio de la luz debería bajar. Pero no ocurre así. En la subasta, se ordenan de menor a mayor coste las empresas ofertantes. A coste cero, la energía procedente de instalaciones que se supone que ya están amortizadas, esto es, la energía nuclear y las renovables, seguidas de las centrales hidráulicas, las de gas de ciclo combinado y, por último, las térmicas de carbón, las más costosas. Y aquí viene la trampa: el precio final que se fija corresponde al de la energía más cara en entrar en el sistema.
Además, sería lógico pensar que, en esos momentos de baja demanda, sería suficiente con usar la energía de las nucleares y la renovables. Pero no ocurre así. Nos habrá sorprendido, al viajar por zonas con aerogeneradores que, en días de fuerte viento, la mitad del parque está fuera de funcionamiento. Como también sabemos que las nucleares, a veces, no operan a pleno rendimiento. La explicación es que las eléctricas se las arreglan para ofertar siempre por debajo de la demanda real, para tirar del consumo con las centrales térmicas o las de gas, algo más caras. La última reforma del ministro Soria, que penalizó las renovables, ha supuesto por ello, amén de un atraco a nuestros bolsillos, un notable incremento de las emisiones de CO2 a la atmósfera, que se cifra hoy en unos 77,4 millones de toneladas.
Otro camelo derivado de las supuestas ventajas del mercado libre es que se nos oculta que el llamado déficit tarifario, que se esgrime como justificación de la subida del recibo, no es sino producto de una irresponsable política de inversiones por parte de las compañías eléctricas, que llevó a aumentar, sin necesidad, la potencia instalada en España. Según Rodrigo Irurzún, de Ecologistas en Acción, en 2012 eran 106.295 MW, cifra que ha ido incrementándose hasta hoy: un informe de Red Eléctrica de España (REE) cifra en 107.481 MW la potencia instalada en 2015. Y lo que tampoco se nos dice es que gran parte de la producción va a los hogares franceses y alemanes, a los que vendemos electricidad más barata que la que consumimos aquí.
La liberalización del mercado eléctrico está diseñada para engordar las cuentas de resultados de las eléctricas a costa del bolsillo de las familias y pequeños consumidores, que pagan más cara la electricidad que las grandes empresas. Unos 56.000 millones de euros son los beneficios declarados desde 2008 hasta hoy por parte del oligopolio de cinco grandes empresas que son las que parten el bacalao. 
Ante tanta indefensión por parte de la ciudadanía, la solución está en nuestra Constitución: la nacionalización del sector eléctrico. El artículo 128 estipula que toda la riqueza del país está subordinada al interés general y que mediante una ley se podrá reservar al sector público recursos o servicios esenciales, especialmente en caso de monopolio, y asimismo acordar la intervención de empresas. Pero no se hace.
¿Recuerdan lo de las puertas giratorias? Gas Natural, por ejemplo, premió la privatización que le regaló el expresidente Aznar incluyéndolo en nómina con una nada desdeñable cifra de 200.000 euros. Otros políticos premiados, de todos los colores: Felipe González, Ángel Acebes, Ángeles Amador, Josep Borrell, Marcelino Oreja-hijo€ hasta totalizar cincuenta. ¿Entienden por qué las eléctricas son como ese caballo desbocado al que nadie osa acercarse para ponerle una brida?