martes, 15 de mayo de 2012

YO TAMBIÉN ESTOY INDIGNADO

http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2012/05/15/indignado/403770.html


DIEGO JIMÉNEZ

Muchas de las personas que me siguen habitualmente en esta columna que, desde hace ya más de doce años, me viene ofreciendo LA OPINIÓN me han expresado en varias ocasiones mi frecuente acierto al abordar, con coherencia y vehemencia, pero con respeto, los asuntos de mis colaboraciones. Pero, miren por dónde, vista la gravedad de la situación en que está sumido nuestro país y nuestra Región, a veces me pide el cuerpo abandonar esa moderación a la hora de expresar la profunda indignación que me embarga.

Estoy indignado por muchas cosas. Una de ellas porque, después de más de 35 años en la enseñanza y de ver pasar por mis aulas a niños y jóvenes a los que he intentado no sólo instruir sino inculcar un espíritu crítico y una actitud de autonomía personal ante la vida, me repugna que muchas voces interesadas se hayan dedicado a denostar nuestro trabajo, presentando a los que nos dedicamos a este noble oficio como unos privilegiados. Ahora, a la vista de los brutales recortes a que someten a la Educación —que van a hacerla retroceder más de treinta años—, sabemos a qué obedecía esa campaña, orquestada y bien planificada.

El ínclito ministro de Educación, José Ignacio Wert, ha venido realizando desde su toma de posesión una serie de declaraciones atentatorias contra  la dignidad de quienes nos dedicamos a esto de enseñar. Y su última bravata ha consistido nada menos que en calificar de mentirosos a quienes venimos denunciando el drástico recorte en los presupuestos de Educación. Pero el decreto, de ámbito estatal, está ahí para su consulta. Los recortes que, dicen, vienen impuestos por los ´mercados´ van a hacer inviable el mantenimiento de una enseñanza de calidad. Y, lo que es peor, nos van a llevar a quienes estamos al borde de una merecida jubilación a ansiar la llegada de ese momento. A muchos enseñantes nos están robando la ilusión. Y la satisfacción por el trabajo bien hecho.

Creo expresar el sentimiento generalizado de hastío de muchas compañeras y muchos compañeros. Hastío que nada tiene que ver con los sinsabores y las dificultades que, en ocasiones, se derivan del ejercicio de nuestra profesión. Nuestro hastío tiene hoy su origen en la constatación de que, pese a ciertas campañas de ´marketing´ dirigidas a devolvernos, dicen, la autoridad perdida en las aulas, lo que realmente se ha diseñado es todo un plan destinado a desprestigiar —para luego, desmantelar— una de las pocas cosas que funcionaban en nuestro país, la Enseñanza pública, como paso previo a su privatización. Por no ser demasiado exhaustivo, les expondré sólo unos ejemplos. No es de recibo que la reducción retribuida de dos horas de jornada laboral al profesorado mayor de 55 años haya desparecido. Como tampoco se sostiene que la tan cacareada aspiración a la consecución de una excelencia educativa venga acompañada de un incremento sustancial de nuestra jornada laboral y, lo que es peor, de las ratios, con aulas saturadas (hasta 36 alumnos y alumnas en la ESO y hasta 47 en los bachilleratos). Es insultante que no se vayan a cubrir las bajas por enfermedad hasta pasados los primeros catorce días. Tampoco es de recibo la subida brutal de las tasas universitarias...

¿Qué se persigue con tanto ensañamiento? Para mí está claro: el gradual desprestigio de la enseñanza pública, la de todas y todos, va a convertirla en marginal y asistencial. Lo que nuestro ínclito ministro no nos va a decir nunca es que el paso siguiente es la irrupción en la educación de toda suerte de empresas, ávidas de explotar y rentabilizar el negocio de una enseñanza privada y elitista. La pela es la pela. Y ya sabemos cómo se las gasta el capital.

Los cargos públicos están, como su nombre indica, para gobernar atendiendo a los intereses de la mayoría de la población. Pero los que hoy hemos de soportar sólo miran por los del capital. Un ejemplo: Bankia. El dinero con el que se pretende rescatar a esa entidad equivale al de los recortes educativos que se anuncian.
En este país, quien lleva a una empresa o entidad financiera a la quiebra se va de rositas, con una buena indemnización.

Los banquillos de los tribunales no suelen reservar lugares destacados para los sinvergüenzas que juegan con los puestos de trabajo o los ahorros de los demás. Por esto, yo también estoy indignado.

1 comentario:

qcr dijo...

¿Y qué se puede hacer? La mayoría les ha votado. Estoy convencido de que esta crisis ha sido provocada para socavar las arcas públicas y cargarse educación, sanidad etc...
Yo, como usted, estoy indignado.
Gracias.
http://lashuellasdelabestia.blogspot.com.es/2012/05/el-voto-del-paleto-por-quique-castro.html