martes, 7 de junio de 2011

15M: PODER POPULAR

http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2011/06/07/15m-popular/328683.html

"No es casual que la eclosión de esta protesta ciudadana se haya producido a un año del anuncio de Zapatero de la puesta en práctica de duras medidas de ajuste —también, en nuestra Región— que se ensañan con fuerza con amplias capas de la sociedad"

DIEGO JIMÉNEZ

Cuando voces expertas en el campo de la Sociología venían exponiendo en sus análisis la sorprendente parálisis e inanición de la sociedad española, en especial de los sectores juveniles, ante un descontento que no tenía su expresión palpable en la calle, el movimiento del 15M ha supuesto una ilusionante irrupción de aire fresco que viene a despertar las aletargadas conciencias y a trastocar los cimientos de la vida social y política de este país. Con el trasfondo de Democracia Real Ya y al grito colectivo de «No nos representan», cientos de asambleas se han constituido a lo largo y ancho de la geografía española, trascendiendo incluso nuestras fronteras, y han agrupado a miles de personas, indignadas con la situación política y social actual. A más de 35 años de una Transición política siempre inconclusa, el movimiento del 15M conecta con las ansias, nunca resueltas del todo, de regeneración política y social de amplias capas de la sociedad española, aunque tal pretensión no tenga, por el momento, una expresión clara en las urnas.

La proliferación de asambleas populares a lo largo y ancho de nuestra geografía —alimentadas y vivificadas, en parte, por los intentos de quienes se han aprestado a desautorizar dicho movimiento y por la tibia, pero evidente, pretensión inicial de criminalización jurídica por parte de ciertas instancias del poder— conecta, además, con un descontento ante la esclerosis que se detecta en un sistema de democracia representativa, que ha tenido su concreción más palpable en la reciente contienda electoral, en la que más de diez millones de personas han desertado de las urnas.

No es casual, además, que la eclosión de esta protesta ciudadana se haya producido a un año del anuncio de Zapatero de la puesta en práctica de duras medidas de ajuste —también, en nuestra Región— que se ensañan con fuerza con amplias capas de la sociedad española. Por ello, lo que el movimiento del 15M está poniendo sobre el tapete es la voz de protesta de la hasta ahora ´mayoría silenciosa´, indignada no sólo por estas draconianas medidas de ajuste estructural, sino también por la generalizada corrupción extendida por la sociedad española y, al tiempo, por la percepción evidente de que las organizaciones políticas y sindicales, que deberían representar los intereses de los sectores populares afectados, han hecho dejación de su responsabilidad.

Sea cual sea el devenir más inmediato de este movimiento, lo cierto es que, por el momento, ha conseguido ya un gran éxito: recuperar el clima de movilización popular, que muchos añorábamos, de aquellos años de la Transición y, conectar, al tiempo, con el inicio de un ciclo de protestas, que nunca debió cerrarse, que se atisbaba tras la huelga general del 29S. La rebeldía, la protesta y el descontento están de nuevo en la calle. A partir de ahora, el movimiento del 15M tiene ante sí difíciles retos. Quizá el más evidente, además de la necesaria permanencia en el tiempo, sea el de conectar al máximo con esos sectores de la sociedad española que, bien se mantienen expectantes, bien ajenos al movimiento. No menos importante y urgente, además, pese al apartidismo —que no apoliticismo— que ha venido expresándose en las diversas asambleas que salpican nuestra geografía, es la necesidad de establecer alianzas estratégicas que doten de contenido práctico a las demandas de la calle, para evitar caer en el riesgo de cierto autismo paralizante. En ese sentido, las asambleas del 15M han de buscar caminos de encuentro con aquellas organizaciones políticas y sociales más receptivas y sensibles a sus demandas, sin que ello suponga, en ningún momento, un intento de instrumentalización política del movimiento.

Pero, pese a la incertidumbre sobre el futuro más próximo de éste, una cosa es cierta: las personas acampadas del 15M están haciendo evidente la emergencia de un auténtico poder popular que golpea los cimientos del poder político y económico hasta ahora vigente, insensible, no sólo a los estrechos límites del actual marco democrático, sino a asuntos tan lacerantes como el paro, la precariedad laboral, el incremento de las desigualdades sociales, los desahucios por los embargos de pisos y los injustos rescates a unos bancos que siguen obteniendo ingentes beneficios cuando la crisis golpea con tal saña a amplios sectores populares.

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