"El grave accidente de la central nuclear japonesa de Fukushima ha reactivado, sin duda, la reacción ciudadana en todo el mundo en contra de la energía nuclear"
DIEGO JIMÉNEZ
El grave accidente de la central nuclear japonesa de Fukushima ha reactivado, sin duda, la reacción ciudadana en todo el mundo en contra de la energía nuclear. Y no es casual que haya sido la canciller alemana Angela Merkel (nada sospechosa de veleidades ecologistas) la primera en adoptar la decisión de suspender la ley que permitía el alargamiento de la vida útil de algunas de las centrales nucleares de aquel país, si se tiene en cuenta la fuerte presión ciudadana en contra de esta fuente de energía. Esa decisión contrasta con la tibieza de Zapatero sobre la cuestión, habida cuenta de que, hace unos días, desdiciéndose de anteriores compromisos electorales, anunciaba la prolongación de la vida útil de centrales cuestionadas, como Garoña, y de otras que, como Cofrentes, están cerca del fin de su ciclo de actividad. Esa postura de Zapatero sin duda hay que interpretarla como una vergonzosa sumisión a los dictados del poderoso ´lobby´ pro nuclear español, si bien es cierto que contando con la complicidad en el Parlamento de fuerzas como CIU, PNV y, por supuesto, el PP. Ante tal estado de cosas, la reacción ciudadana no se ha hecho esperar, de modo que el pasado viernes, organizadas por Ecologistas en Acción, tuvieron lugar protestas en todo el Estado (también, aunque con una respuesta aún minoritaria, en Murcia), cuestionando la pervivencia de esta fuente de energía.
En éste, como en otros tantos temas, somos objeto de una lamentable manipulación. Tan es así que, cuando voces expertas han venido alertando de los peligros que presenta la energía nuclear, inmediatamente salen a la palestra otras supuestas voces autorizadas e ´independientes´ –ligadas, por supuesto, a esta poderosa industria–, desautorizando a quienes ven en esta fuente de energía no sólo un peligro para quienes la soportamos hoy sino para las generaciones futuras. Y lo más sangrante del caso es que en este debate, urgidos por la inmediatez de los graves acontecimientos de Japón, se están obviando las alternativas. Que las hay. Hace unos años, Greenpeace, en su informe Renovables 2050, nos alertaba de que recurriendo a fuentes de energía alternativas, concretamente la geotérmica, hidráulica, biomasa, la mareomotriz, eólica marina, eólica terrestre, chimenea solar, solar fotovoltaica integrada en edificios y solar termoeléctrica, seríamos capaces de cubrir con creces (hasta cuatro veces más) la demanda energética de nuestro país. Y, más recientemente, Ecologistas en Acción ha visto como el Gobierno y el Parlamento han desestimado sus propuestas para ser autosuficientes energéticamente en el año 2020.
Al margen de este apasionante debate, pues está en juego la supervivencia futura del ser humano como especie si seguimos por la senda del consumo ilimitado de recursos (y no sólo energéticos) finitos, lo que la actual crisis nuclear está poniendo en evidencia –junto con la inminente intervención militar de la OTAN en Libia– es algo de lo que muchos lúcidos analistas nos vienen advirtiendo: la imposibilidad de que los insumos planetarios existentes hoy puedan garantizar nuestro actual ritmo de vida y de consumo. El gran dilema en que se debate hoy el mundo desarrollado, Occidente, es el mantenimiento de unos estándares de consumo, insostenibles, junto con una lacerante vulnerabilidad y dependencia energéticas de países de nuestra periferia. Además, no es cierto que el mantenimiento del despilfarro energético en el que vivimos pueda estar garantizado por una fuente de energía limpia, segura y barata. Sabemos que estos calificativos son una falacia más. La energía nuclear no es limpia porque aún no sabemos qué hacer con los molestos y peligrosos residuos que genera. Su escasa seguridad queda suficientemente demostrada con los graves accidentes habidos en EEUU, en Three Mile Island (Harrisburg, Pensylvania), Chernóbil y ahora en Japón. Y respecto de su bajo coste, no siempre se nos dice que, en los últimos diez años, el precio de una libra de uranio ha multiplicado por seis su valor, además de que esta materia prima, como el carbón y el petróleo, es un recurso también finito.
Hay motivos sobrados para pensar que el actual debate antinuclear pueda conducir a que socialmente se den presiones suficientes que conduzcan a la sustitución gradual de esta fuente de energía. Las renovables nos están esperando. Ahora, más que nunca: ¿Nucleares? No gracias.
1 comentario:
Hola Diego, estando de acuerdo contigo en los peligros que entraña el uso de la energía nuclear, no me resisto a hacer algún comentario a tu artículo:
hablas de la postura de A. Merkel y no mencionas que se encuentra en campaña electoral con malas perspectivas, hablas de el accidente nuclear en Japón y lo cierto es que las centrales no han tenido un accidente, más al contrario han aguantado a unos cientos de terromotos de alta escala y a un tsunami (no es comparable a la chapuza Chernobil) y por último, me planteo, como hemos hablado en alguna ocasión, ¿comó producimos a corto plazo el 20% de electricidad nuclear?.
Un saludo...
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