domingo, 20 de abril de 2008

“El franquismo no se acabará hasta que se restablezca la República. De nosotros depende”, afirmó Pedro María Egea Bruno en Murcia.




Egea Bruno, profesor de Historia Contemporánea de la UMU, inauguró, con una conferencia celebrada en el Aulario de la Merced, la Expo-República, una muestra conmemorativa del 77 aniversario de la II República Española.

Diego Jiménez/Murcia.-
Condensar, en poco más de una hora, el largo periodo histórico que arranca desde la Restauración borbónica y que concluye con el inicio del franquismo, tras el trauma colectivo de la Guerra Civil española, es una tarea difícil para cualquier ponente. Pero cuando, como en el caso de Pedro María Egea Bruno, la exposición se sostiene con abundante documentación gráfica e incluso sonora, la empresa resulta posible, además de didáctica.

Una brillante exposición histórica


Con una conferencia titulada “La II República, de la esperanza a la derrota”, el profesor Egea Bruno inauguró el pasado lunes, 14 de abril, la Expo-República, muestra sobre el 77 aniversario de la II República Española que estuvo expuesta en el Paraninfo de la Universidad de Murcia hasta el miércoles 16. Después de la presentación del joven Javier Sánchez, Egea Bruno nos sumergió, a lo largo de hora y cuarto de disertación, con imágenes y documentos sonoros, en el largo periodo histórico que arranca con la Constitución de 1876, que, según E. Bruno , “fortaleció a la Corona”, para dar paso al Pacto del Pardo, en 1885, a la muerte del rey Alfonso XII, que propició el inicio del turno pacífico de la Restauración, con dos partidos, el liberal y el conservador, que ostentaban el poder apoyados en una extensa red de caciques en todo el territorio español y que, además, contaban con la manipulación electoral para acceder al gobierno. Los marginados de ese peculiar sistema político eran los carlistas, los republicanos y el movimiento obrero, esencialmente de signo anarquista. Con el PSOE y la UGT, recién creados, como agrupaciones política y sindical, respectivamente, meramente testimoniales, los poderes fácticos del Estado eran la Iglesia y el Ejército.

La conmoción de 1898 y la Semana Trágica de 1909

El año 1898, fecha de la pérdida de las colonias del Caribe y del Pacífico, supuso para España un revulsivo. Pero, además, España se alejaba de Europa en todos los parámetros de convergencia con el Viejo continente. No había resuelto el problema agrario, ni el fiscal, ni la reforma de un Ejército hipertrofiado. El ‘espíritu del 98’ es la concreción del sentimiento de frustración que experimenta el país. En este contexto, se entra en el siglo XX, centuria que inaugura un periodo de agitaciones obreras y también la eclosión de otros problemas significativos, como la guerra de Marruecos, con el desastre del Barranco del Lobo, la movilización por el gobierno de Maura de los reservistas de Madrid y Barcelona y, consecuentemente, el estallido de la ‘Semana Trágica’ de Barcelona (1909), que conduce al fusilamiento del pedagogo Ferrer Guardia, fundador de la ‘Escuela Nueva’. La situación política y social propicia el nacimiento de la conjunción-republicano socialista, con el logro de un escaño por Pablo Iglesias (PSOE) por primera vez en 1910, pero también la creación de la CNT.

La I Guerra Mundial y la Dictadura de Primo de Rivera

La Primera Guerra Mundial que estalló en 1914, conflicto en que España se mantuvo neutral, supuso para la patronal catalana, sobre todo, un periodo de fuertes beneficios, pero en un contexto de fuerte inflación y paro obrero. La Huelga General de agosto de 1917 es la respuesta a ese estado de cosas. Fuertemente reprimida por la monarquía de Alfonso XIII, produjo ochenta muertos y más de 2.000 detenidos, entre los que se contaba el Comité Revolucionario (Besteiro, Saborit, Anguiano…), que es trasladado al Penal de Cartagena. Huelga general que es casi coincidente con un acontecimiento trascendental, la Revolución bolchevique de Octubre de 1917 en Rusia, que tuvo su concreción en el campo andaluz (“trienio bolchevique”) y con la huelga de “La Canadiense” en Barcelona. El PSOE, mientras tanto, empleando la vía parlamentaria, logra colocar a 6 diputados en las Cortes. El año 1920 surge el PCE., mientras que la CNT opta por la “acción directa”. La cadena de huelgas y la revolución social en que se sume el país conducen a la dictadura de Miguel Primo de Rivera (septiembre de 1923), dictadura que anula las libertades y garantías constitucionales, pero que contempla el colaboracionismo del PSOE. La CNT, que cuenta con personajes tan señeros como Ascaso, Durruti, García Oliver, es condenada al ostracismo, a la ilegalidad.

Final de la Dictadura y advenimiento de la República

El final de la dictadura, a finales de enero de 1930, por la dimisión de Primo de Rivera, lleva al gobierno a Dámaso Berenguer, periodo de transición conocido por la ‘Dictablanda’, y posteriormente al gobierno del almirante Aznar. El Pacto de San Sebastián del verano de 1930, suscrito por todos los partidos del espectro republicano y por el PSOE, conduce al ‘levantamiento de Jaca’ (Huesca), en diciembre de 1930, por el que son fusilados los capitanes Galán y García Hernández. Aznar convocó elecciones municipales previstas para el 12 de abril de 1931. La jornada del 14 de abril supuso una enorme fiesta popular. El advenimiento de la II República, un régimen que suponía consolidar la revolución liberal y burguesa pendiente, es saludado con ilusión por las capas populares y contemplado con fuerte recelo por el poder de siempre, la oligarquía terrateniente y financiera (Juan March), grupo social que ha perdido el poder político, no así el económico, por lo que sale indemne de la experiencia republicana. Su postura, desde esos momentos, va a ser de clara oposición a la República. La clase obrera, por otro lado, se divide: los anarquistas se oponen a ese régimen liberal y burgués, el PSOE, que había auspiciado la Huelga General revolucionaria de agosto de 1917, renuncia a la toma del poder, mientras que el PCE anuncia la constitución de un frente único para oponerse a la República burguesa. Los apoyos a la República proceden de la pequeña y mediana burguesía, los intelectuales, los comerciantes, pequeños industriales, rentistas…Pero el proletariado, al ir en contra del régimen burgués, arroja a gran parte de la burguesía en los brazos de la oligarquía. La República tiene enfrente, además, al Ejército y a la Iglesia. La situación descrita se enmarca en un contexto mundial caracterizado por los efectos de la crisis (‘crack’ bursátil) de 1929 y por el ascenso del fascismo en Europa.

Las tres etapas republicanas

El denominado bienio social-azañista es un intento de consolidación de la revolución burguesa. La Constitución de 1931 contempla la separación Iglesia-Estado trae importantes reformas en el Ejército, entre otras realizaciones novedosas, mientras que el reformismo burgués se expresó en medidas tales como la redacción del Estatuto de Autonomía de Cataluña, la ‘Ley de términos municipales” (medida puesta en práctica por Largo Caballero que obligaba a los patronos a contratar preferentemente a los jornaleros del término municipal), la reforma agraria, el impulso a la enseñanza, con el proyecto de puesta en marcha de 30.000 aulas de párvulos, niños, niñas y mixtas…El grupo teatral ‘La Barraca’, de García Lorca, y la creación de las Universidades Populares, como la de Cartagena (impulsada por Carmen Conde y Antonio Oliver) son, entre otras medidas, la expresión del interés de aquel gobierno pequeño-burgués por impulsar la Cultura. Pero, pronto, la oposición al régimen provino del campesinado y de la CNT, que impuso la “gimnasia revolucionaria”, que se expresó en huelgas como la del Alto Llobregat en enero de 1932, en 1933, en Catauña y Valencia y, sobre todo, en Casas Viejas, donde la represión brutal por parte de la Guardia de Asalto y de la Guardia Civil condujo, entre otras muertes, a la del conocido anarquista ‘Seis dedos’. La oposición centrista y derechista tuvo su concreción en el abandono de la República por parte de Ortega y Gasset, decepcionado con el régimen, así como en intentonas golpistas como la ‘Sanjurjada’ de agosto de 1932. Mientras, la CEDA y la Falange se mostraban claramente contrarias a las reformas emprendidas en ese bienio social.

El denominado ‘bienio negro’ comenzó en noviembre de 1933, con el gobierno del radical Lerroux, que contó con el apoyo parlamentario de la CEDA (Gil Robles). Periodo claramente contrarrevolucionario, en el que asistimos a la contrarreforma agraria, a la amnistía al general Sanjurjo y al boicot patronal a la reforma laboral. “Comed República” era la respuesta de los patronos y terratenientes a las demandas laborales y salariales de obreros y campesinos. En este clima de reacción, el PSOE se radicaliza, de la mano de Largo Caballero, la UGT y las bases socialistas. La aproximación al PCE lleva a la Alianza Obrera y a la Revolución de Asturias de 1934, tras la escasa respuesta a la revolución en otras zonas de España, en que fracasó. La Legión, dirigida en Asturias por el general López Ochoa y por Franco desde Madrid, se encarga de reprimir brutalmente a los mineros asturianos. Aida de la Fuente, la “rosa roja” de Asturias, de 16 años, es uno de los símbolos de aquella “comuna asturiana” fallida, en una revolución (en Murcia, tuvo su expresión en Alguazas) que suprimió el dinero, la propiedad privada y que impuso el poder obrero en toda la Cuenca minera. Los 5.000 muertos y los fusilados sin juicio previo se suman a los más de 30.000 detenidos.

El Frente Popular
En febrero de 1936, triunfa el Frente Popular, una concreción en España (como en Francia) de las propuestas de la III Internacional Comunista (Dimitrov), que auspiciaba esta fórmula política para frenar en Europa al fascismo. Los nombres de José Díaz y la Pasionaria destacan en un PCE que, como estrategia, prevé consolidar en un primer momento la revolución burguesa para, posteriormente, impulsar la proletaria. El Frente Popular había surgido en España el 15 de enero como una coalición de partidos republicanos, el sindicalista de Ángel Pestaña, el socialista, el PCE y el Partido Obrero de Unificación marxista (POUM). Por primera vez, la CNT/FAI no propaga la consigna de no votar, mientras que el propio Durruti anima al voto. Tras la victoria electoral de las izquierdas, el Gobierno queda en manos de Manuel Azaña, con una serie de disposiciones gubernamentales que llevan a la libertad de los presos de Octubre (de 1934) y a la readmisión de los obreros despedidos, mientras que el gobierno contempla cómo el campesinado andaluz se lanza de lleno a un proceso de ocupación de tierras (tras la prácticamente total paralización de la reforma agraria operada en el bienio negro).

Golpe militar fascista y ‘poder obrero’

Para la derecha, la única solución es el golpe militar. Producido éste, en 17-18 de julio de 1936, asistimos a la eclosión del poder obrero y al surgimiento de las milicias populares. Los comités obreros son el auténtico poder en la calle y pasan a controlar la actividad económica asumiendo, al tiempo, la función política dentro de la legalidad. La CNT entró en el gobierno. La mujer se organiza y cobra protagonismo (‘Pasionaria’, Federica Montseny). El fuerte antagonismo sindicatos-partidos lleva a la crisis gubernamental de mayo de 1937, con la caída del Gobierno de Largo Caballero y el triunfo de las tesis del PCE (este partido, como es sabido, prefería consolidar la revolución burguesa, sobre quienes preferían dar el salto hacia la revolución social), pero ya es tarde: con la conquista de Vinaroz, Franco llega al Mediterráneo, con lo que deja la España republicana partida en dos. Luego vendrá la caída de Cataluña y, con ella, el exilio de miles y miles de compatriotas, muchos de ellos cruzando los Pirineos hacia la vecina Francia. Es el comienzo del exilio republicano. Una imagen del último parte de guerra del ‘gobierno de Burgos’, firmado por Franco, y con soporte sonoro, anticipa el final de la charla.

Comienzos del franquismo

Muchos españoles exiliados en Francia contribuirán a la lucha contra el nazismo en París. Muchos otros regresarán a España, como ‘guerilleros’ (el ‘maquis’). Son años de hambre y brutal represión.

La excelente conferencia de Pedro Mª Egea Bruno concluyó con una expresiva imagen (una más de las más de 200 con las que ilustró la charla) de Juan Carlos junto a Franco. Como es sabido, en virtud de la Ley de Sucesión franquista, el militar golpista designó a Juan Carlos “sucesor a título de rey”. Egea Bruno concluyó con estas palabras: “El franquismo no se acabará hasta que no se restablezca la República. De nosotros depende”.

3 comentarios:

supersalvajuan dijo...

Larga vida a Egea Bruno.

Anónimo dijo...

Interesantísimo y trabajado blog al que he legado a través del de Salvajuan Fernández. Lo visitaré con frecuencia. Gracias.

Salud, paz y libertad

Anónimo dijo...

Señor ''Mr Cornijal'', me gustan sus ideas y sus argumentos, pero la sociedad esta afligida, una buena frase que pase por sus oidos ya les gusta y más si es graciosa ejem:xk no te callas? , ya se que estoy generalizando la mayoría de la gente trabaja solo para el fin de semana llegar al centro comercial y gastar y sí puede despues gastar un poco más, ahora la gente no sabe lo que quiere.
vivimos en una sociedad capitalista en la que ahora lo que yo busco es esconderme de ellos...
Saludos ''Mr cornijal''
Me gustaria una respuesta mi blog es lahistoriainterminable10.blogspot.com