La frase “El sistema de enseñanza es la enseñanza del sistema” puede resumir el contenido de su ponencia sobre la repercusión de la globalización neoliberal en el sistema educativo.
Diego Jiménez. –Murcia. “Un viejo proverbio enseña que mejor que dar pescado es enseñar a pescar. Eso está muy bien, muy buena idea, pero ¿qué pasa si nos envenenan el río? ¿O si alguien compra el río, que era de todos, y nos prohíbe pescar? O sea: ¿qué pasa si pasa lo que está pasando?” Esta sentencia de Eduardo Galeano sirvió como presentación de la ponencia que Enrique Javier Díez Gutiérrez, profesor de Pedagogía de la Universidad de León, pronunció el pasado miércoles, día 2 de abril, en el edificio ‘Moneo’, en el contexto de los debates que viene organizando la organización local de IU de Murcia, en acto cuya presentación corrió a cargo, una vez más, de Esther Herguedas, concejala de IU+Los Verdes en el consistorio murciano.
En su exposición Díez Gutiérrez dio un breve repaso a su reciente publicación “La globalización neoliberal y sus repercusiones en la Educación”. Comenzó afirmando que “la globalización nos educa, pero no somos conscientes”. Tres ideas-fuerza sostienen esta teoría económica: el mercado, la propiedad privada y la ineficacia del Estado. En ese contexto, Gutiérrez aseguró que “aunque la Escuela siempre se ha declarado neutral, en realidad transmite lo que se está viviendo, con su colaboración o con su silencio cómplice”, para pasar a afirmar a continuación que “el sistema de enseñanza es, en realidad, la enseñanza del sistema”.
Pasó a desarrollar una síntesis del contenido de su libro, que dijo está dividido en dos partes básicas: un análisis de la globalización neoliberal y las alternativas posibles al modelo.
La globalización neoliberal
Este sistema económico en que vivimos elude y oculta a los beneficiados de la globalización, pero también a quienes la sufren. Para dar una idea de algunos de sus efectos, Gutiérrez aportó el dato de que un niño de Indonesia habría de trabajar 100.000 años para alcanzar el sueldo de un año de un ejecutivo de NIKE para quien trabaja. La globalización en realidad es la expresión de la hegemonía de los EEUU y supone la prolongación del colonialismo de Occidente en todo el mundo. Sus secuelas son evidentes: “Dos mil niños y niñas mueren diariamente en el mundo por efecto de las armas de fuego”, dijo, para expresar su preocupación por que el modelo consumista occidental se esté trasladando a países como la India.
Pasó a enumerar los mitos que circulan sobre las bondades del mercado, como el de que éste nos trae la salvación, religión que se aplica a los pobres, pero recordó que los Bancos centrales de todo el mundo están insuflando miles de millones de dólares (dinero que es de todos los ciudadanos y ciudadanas) para salvar, en estos momentos, a los bancos en crisis. Otra de las consecuencias más relevantes de la globalización neoliberal es el proceso de privatización, pues el capitalismo, per se, necesita expandirse y, para ello, acumular cada vez más beneficios. En ese contexto, los derechos sociales de siempre se replantean bajo la denominación de “servicios de interés general”.
Consecuencias en la Educación
En el contexto antes descrito, las reformas educativas en todo el mundo siguen los dictados del FMI y del Banco Mundial, por lo que Educación ha de adecuarse a la práctica del mercado, convirtiendo a las escuelas en “empresas”. Se ha entrado, además, en una dinámica de sociedades fuertemente dualizadas, con un Estado mínimo para “garantizar algunos derechos sociales” y un Estado fuerte (como el que propugna en Francia Nicolas Sarkozy) para preservar las ganancias de las empresas y del capital en general. En este contexto de dualización social, los sistemas escolares, sobre todo en Latinoamérica, ofrecen escuelas para los grupos privilegiados de la élite y se impulsan, en contra de la evidente diversidad social y económica existente, sistemas educativos que ponen el acento en un currículum homogéneo.
Gutiérrez advirtió de la estrecha alianza existente entre las propuestas clásicas del neoliberalismo, que exige de los sistemas educativos calidad total y elevados niveles de competencia y excelencia académicas, y los nuevos conservadores (‘neocons’) que defienden insistentemente que el aparato escolar se dote de mayores niveles de exigencia. Retomando la cita de Max Weber, referida a una especie de “ética protestante” que adorna el capitalismo, Gutiérrez advirtió que se considera que el fracaso escolar depende de la mayor o menor dosis de esfuerzo individual que aportan los escolares. En ese sentido, “el fracaso reproduce la diversidad de clases sociales presentes en la escuela”, dijo, y en ese contexto se considera al mal alumno como causante del problema del fracaso escolar. Incluso se ha acuñado un término, el de “objetores escolares”, para definir a aquel sector del alumnado que no se acomoda a las normas que exige la institución educativa.
Díez Gutiérrez, que considera que la estructura que se da en la Educación Infantil, con niños y niñas que trabajan en “rincones”, en centros de interés, está muy alejada de la perversión que aqueja al resto del sistema educativo, puso el acento en los males que afectan, sobre todo, a la enseñanza secundaria. Con respecto a este nivel educativo, utilizando la metáfora “separar el trigo limpio”, dijo que las estructuras existentes reproducen la idea de que hay que volcar esfuerzos en quienes quieren estudiar, por lo que se insiste como norma en el culto al rendimiento y la eficacia y, para ello, hay que proceder a separar al alumnado en grupos homogéneos, por lo que la tentación de desembarazarnos del alumnado menos competente pedagógicamente está servida. En este sentido, y haciendo alusión a la Ley de Educación de Cataluña, aportó varios artículos de este texto que caminan por la senda de los criterios neoliberales aplicados al hecho educativo, con una lógica de mercado en que se prima una gestión jerárquica y empresarial. En concreto, aportó un artículo de este texto en el que, más o menos literalmente, se dice que “la segregación económica puede aportar beneficios a los alumnos más aventajados”. Y es que, recordó el profesor Gutiérrez, “la globalización ha colonizado el sentido común”· Se ha entrado en una dinámica de convertir a la Educación en un mercado educativo sostenido con fondos públicos pero que potencia la educación privada de algunas élites, por lo que, afirmó, “la Educación ya no es una institución que propicie la igualdad de oportunidades”.
En ese marco de mercantilización del hecho educativo, aportó algunos ejemplos concretos. Un caso curioso: un IES de Asturias, que había establecido un convenio de colaboración con la mercantil COCA COLA, tuvo que soportar la penalización de esta firma comercial por permitir que un alumno acudiera a las actividades programadas vistiendo una camiseta de la rival PEPSI COLA.
Capitalismo académico
Este “capitalismo académico” llega hasta la Universidad, institución que está ligando su investigación no a los intereses de la sociedad en su conjunto, sino a los de los grupos empresariales que la financian. A la vista de la adecuación de esta Educación al mercado, se asimila la sociedad a una empresa, y eso ha tenido su repercusión en el languidecimiento evidente de los saberes humanísticos, que han desaparecido de los currícula escolares y universitarios, en aras de una filosofía de la eficacia que hace que las competencias mínimas básicas se hayan degradado, hasta el extremo de que hoy los títulos de Grado son inservibles, postergados por los títulos de postgrado (máster), sólo al alcance de unos pocos privilegiados. Se ha convertido la Universidad en una empresa más, algo que, dijo, incluso es defendido por el actual presidente del Gobierno, Zapatero, cuando en el ‘Foro de la Nueva Economía’, abogó por que las Universidades fueran “más empresas”. De ahí a que las autoridades públicas se desentiendan por completo de la financiación sólo media un paso.
Las alternativas
Ante el cuadro ante aquí descrito, el profesor Díez Gutiérrez sintetizó que las alternativas posibles pasan por “humanizar” el capitalismo, con el recurso a políticas neokeynesianas, o bien entrar en una dinámica postcapitalista, superando el actual modelo económico. “Es necesario cambiar el sistema”, enfatizó, y puso como ejemplos de que otros modelos educativos son posibles las experiencias que se están dando de comunidades de aprendizaje, las escuelas que ponen el acento en la educación auténticamente democrática y, en suma, en el necesario camino hacia una Educación inclusiva, intercultural y más humanizada.
Diego Jiménez. –Murcia. “Un viejo proverbio enseña que mejor que dar pescado es enseñar a pescar. Eso está muy bien, muy buena idea, pero ¿qué pasa si nos envenenan el río? ¿O si alguien compra el río, que era de todos, y nos prohíbe pescar? O sea: ¿qué pasa si pasa lo que está pasando?” Esta sentencia de Eduardo Galeano sirvió como presentación de la ponencia que Enrique Javier Díez Gutiérrez, profesor de Pedagogía de la Universidad de León, pronunció el pasado miércoles, día 2 de abril, en el edificio ‘Moneo’, en el contexto de los debates que viene organizando la organización local de IU de Murcia, en acto cuya presentación corrió a cargo, una vez más, de Esther Herguedas, concejala de IU+Los Verdes en el consistorio murciano.
En su exposición Díez Gutiérrez dio un breve repaso a su reciente publicación “La globalización neoliberal y sus repercusiones en la Educación”. Comenzó afirmando que “la globalización nos educa, pero no somos conscientes”. Tres ideas-fuerza sostienen esta teoría económica: el mercado, la propiedad privada y la ineficacia del Estado. En ese contexto, Gutiérrez aseguró que “aunque la Escuela siempre se ha declarado neutral, en realidad transmite lo que se está viviendo, con su colaboración o con su silencio cómplice”, para pasar a afirmar a continuación que “el sistema de enseñanza es, en realidad, la enseñanza del sistema”.
Pasó a desarrollar una síntesis del contenido de su libro, que dijo está dividido en dos partes básicas: un análisis de la globalización neoliberal y las alternativas posibles al modelo.
La globalización neoliberal
Este sistema económico en que vivimos elude y oculta a los beneficiados de la globalización, pero también a quienes la sufren. Para dar una idea de algunos de sus efectos, Gutiérrez aportó el dato de que un niño de Indonesia habría de trabajar 100.000 años para alcanzar el sueldo de un año de un ejecutivo de NIKE para quien trabaja. La globalización en realidad es la expresión de la hegemonía de los EEUU y supone la prolongación del colonialismo de Occidente en todo el mundo. Sus secuelas son evidentes: “Dos mil niños y niñas mueren diariamente en el mundo por efecto de las armas de fuego”, dijo, para expresar su preocupación por que el modelo consumista occidental se esté trasladando a países como la India.
Pasó a enumerar los mitos que circulan sobre las bondades del mercado, como el de que éste nos trae la salvación, religión que se aplica a los pobres, pero recordó que los Bancos centrales de todo el mundo están insuflando miles de millones de dólares (dinero que es de todos los ciudadanos y ciudadanas) para salvar, en estos momentos, a los bancos en crisis. Otra de las consecuencias más relevantes de la globalización neoliberal es el proceso de privatización, pues el capitalismo, per se, necesita expandirse y, para ello, acumular cada vez más beneficios. En ese contexto, los derechos sociales de siempre se replantean bajo la denominación de “servicios de interés general”.
Consecuencias en la Educación
En el contexto antes descrito, las reformas educativas en todo el mundo siguen los dictados del FMI y del Banco Mundial, por lo que Educación ha de adecuarse a la práctica del mercado, convirtiendo a las escuelas en “empresas”. Se ha entrado, además, en una dinámica de sociedades fuertemente dualizadas, con un Estado mínimo para “garantizar algunos derechos sociales” y un Estado fuerte (como el que propugna en Francia Nicolas Sarkozy) para preservar las ganancias de las empresas y del capital en general. En este contexto de dualización social, los sistemas escolares, sobre todo en Latinoamérica, ofrecen escuelas para los grupos privilegiados de la élite y se impulsan, en contra de la evidente diversidad social y económica existente, sistemas educativos que ponen el acento en un currículum homogéneo.
Gutiérrez advirtió de la estrecha alianza existente entre las propuestas clásicas del neoliberalismo, que exige de los sistemas educativos calidad total y elevados niveles de competencia y excelencia académicas, y los nuevos conservadores (‘neocons’) que defienden insistentemente que el aparato escolar se dote de mayores niveles de exigencia. Retomando la cita de Max Weber, referida a una especie de “ética protestante” que adorna el capitalismo, Gutiérrez advirtió que se considera que el fracaso escolar depende de la mayor o menor dosis de esfuerzo individual que aportan los escolares. En ese sentido, “el fracaso reproduce la diversidad de clases sociales presentes en la escuela”, dijo, y en ese contexto se considera al mal alumno como causante del problema del fracaso escolar. Incluso se ha acuñado un término, el de “objetores escolares”, para definir a aquel sector del alumnado que no se acomoda a las normas que exige la institución educativa.
Díez Gutiérrez, que considera que la estructura que se da en la Educación Infantil, con niños y niñas que trabajan en “rincones”, en centros de interés, está muy alejada de la perversión que aqueja al resto del sistema educativo, puso el acento en los males que afectan, sobre todo, a la enseñanza secundaria. Con respecto a este nivel educativo, utilizando la metáfora “separar el trigo limpio”, dijo que las estructuras existentes reproducen la idea de que hay que volcar esfuerzos en quienes quieren estudiar, por lo que se insiste como norma en el culto al rendimiento y la eficacia y, para ello, hay que proceder a separar al alumnado en grupos homogéneos, por lo que la tentación de desembarazarnos del alumnado menos competente pedagógicamente está servida. En este sentido, y haciendo alusión a la Ley de Educación de Cataluña, aportó varios artículos de este texto que caminan por la senda de los criterios neoliberales aplicados al hecho educativo, con una lógica de mercado en que se prima una gestión jerárquica y empresarial. En concreto, aportó un artículo de este texto en el que, más o menos literalmente, se dice que “la segregación económica puede aportar beneficios a los alumnos más aventajados”. Y es que, recordó el profesor Gutiérrez, “la globalización ha colonizado el sentido común”· Se ha entrado en una dinámica de convertir a la Educación en un mercado educativo sostenido con fondos públicos pero que potencia la educación privada de algunas élites, por lo que, afirmó, “la Educación ya no es una institución que propicie la igualdad de oportunidades”.
En ese marco de mercantilización del hecho educativo, aportó algunos ejemplos concretos. Un caso curioso: un IES de Asturias, que había establecido un convenio de colaboración con la mercantil COCA COLA, tuvo que soportar la penalización de esta firma comercial por permitir que un alumno acudiera a las actividades programadas vistiendo una camiseta de la rival PEPSI COLA.
Capitalismo académico
Este “capitalismo académico” llega hasta la Universidad, institución que está ligando su investigación no a los intereses de la sociedad en su conjunto, sino a los de los grupos empresariales que la financian. A la vista de la adecuación de esta Educación al mercado, se asimila la sociedad a una empresa, y eso ha tenido su repercusión en el languidecimiento evidente de los saberes humanísticos, que han desaparecido de los currícula escolares y universitarios, en aras de una filosofía de la eficacia que hace que las competencias mínimas básicas se hayan degradado, hasta el extremo de que hoy los títulos de Grado son inservibles, postergados por los títulos de postgrado (máster), sólo al alcance de unos pocos privilegiados. Se ha convertido la Universidad en una empresa más, algo que, dijo, incluso es defendido por el actual presidente del Gobierno, Zapatero, cuando en el ‘Foro de la Nueva Economía’, abogó por que las Universidades fueran “más empresas”. De ahí a que las autoridades públicas se desentiendan por completo de la financiación sólo media un paso.
Las alternativas
Ante el cuadro ante aquí descrito, el profesor Díez Gutiérrez sintetizó que las alternativas posibles pasan por “humanizar” el capitalismo, con el recurso a políticas neokeynesianas, o bien entrar en una dinámica postcapitalista, superando el actual modelo económico. “Es necesario cambiar el sistema”, enfatizó, y puso como ejemplos de que otros modelos educativos son posibles las experiencias que se están dando de comunidades de aprendizaje, las escuelas que ponen el acento en la educación auténticamente democrática y, en suma, en el necesario camino hacia una Educación inclusiva, intercultural y más humanizada.
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