martes, 25 de junio de 2019

VENEZUELA SIGUE EN PIE



https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2019/06/25/venezuela-sigue-pie/1032928.html

"Enmarca el acoso a que está sometida Venezuela en el intento norteamericano de preservar el unilateralismo en política, obviando que estamos asistiendo a un mundo multipolar, con actores emergentes como Rusia y China, junto a otros países como Bielorrusia, Irán, Turquía e India"

24.06.2019 | 19:42
Venezuela sigue en pie

La situación política de Venezuela ha sido un tema recurrente de manipulación mediática. El fin del ciclo de campañas electorales en España ha supuesto un cierto paréntesis en la asfixiante proliferación de noticias falsas (fake news) utilizadas para deslegitimar el proceso y debilitar a la izquierda de aquí. Pero se siguen dando.

Recientemente, un artículo en un periódico alternativo desmentía, con datos, una de esas noticias falsas: el supuesto lujo derrochado en la boda de la hija de Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente de aquel país. La periodista Fania Rodríguez, corresponsal en Venezuela del periódico Brasil de Fato, afirma que lo que existe en el interior de Venezuela es totalmente distinto de lo que nosotros nos enteramos sobre el país. Por su parte, Erika Ortega Sanoja, periodista venezolana actualmente corresponsal para la emisora rusa RT, aclara que no se puede entender el fenómeno Juan Guaidó sin la potencia de los medios corporativos internacionales y las agencias de noticias hegemónicas. Parece evidente que, hoy, Venezuela y Cuba se erigen en baluartes frente a las pretensiones hegemónicas del gigante del norte. De ahí los esfuerzos por sacrificar la verdad.

No es posible comprender la situación que atraviesa la República Bolivariana de Venezuela sin recordar hechos como el primer 'Caracazo' de 1989, cuando Carlos Andrés Pérez, a cambio de un préstamo de 5.000 millones de dólares del FMI, puso en marcha un severo plan de ajuste estructural. La rebelión popular contra la brutal subida de precios del combustible y productos de primera necesidad condujo a la dura represión de Antonio Ledesma, gobernador de Caracas, que provocó no menos de 3.000 muertes. Carlos Andrés Pérez fue destituido en 1993, tras una rebelión militar e intentona golpista protagonizada por Hugo Chávez en 1992. Su leve condena judicial fue simultánea a una creciente organización de las gentes de los barrios pobres.

Hugo Chávez recuperó su libertad en 1994 y concurrió a las elecciones de 1998 como cabeza de una candidatura, Polo Patriótico (que englobó a otros partidos de izquierda), y se alzó con el 56% de los sufragios, lo que le permitió hacer avances en su programa electoral e impulsar una Asamblea Constituyente. La implantación de la Quinta República, apoyada por el 70% de los sufragios, y la nueva Constitución permiten el ciclo de reformas económicas que llevan, entre otras, a la Ley de Tierras de 2001. A partir de ese momento se profundizó lo que se conoce como Revolución Bolivariana. Tras la muerte de Hugo Chávez, el 'testigo' lo tomó Nicolás Maduro.

De estos temas nos informó directamente en Murcia, hace unos días, José Antonio Egido, que desgranó parte del contenido de su libro Venezuela vencerá, en charla organizada por el Frente Antiimperialista de Murcia y con la presentación del exdiputado regional Antonio Urbina. Egido es sociólogo, doctor por la Universidad de Provence (Francia) en 2001 y conocedor de primera mano de aquel país, en el que ejerció durante once años la docencia y la investigación.

Admitiendo que la dura dependencia del petróleo, la ineficacia administrativa y la corrupción han lastrado, en parte, el proceso revolucionario venezolano, este autor expuso nítidamente los logros de ese país, que tratan de ser abortados por el triunvirato Trump-Bolton-Pompeo, los 'halcones' de la Casa Blanca. Y para explicar la adhesión del Ejército venezolano al proceso en marcha afirma que, tras el nuevo 'Caracazo' de 2002, Hugo Chávez logró politizar a las fuerzas armadas en un sentido antiimperialista. Aquel golpe supuso el inicio de su radicalización política, tras «sufrir en carne propia la cruda realidad del imperialismo», nos recuerda en su libro.

Enmarca el acoso a que está sometida Venezuela en el intento norteamericano de preservar el unilateralismo en política, obviando que estamos asistiendo a un mundo multipolar, con actores emergentes como Rusia y China, junto a otros países como Bielorrusia, Irán Turquía e India.
Tras recordar que Venezuela soporta una larga tradición de golpes de Estado (cinco en total desde 1908), afirma que el plan actual del Departamento de Estado norteamericano respecto de este país para apropiarse de los inmensos recursos petroleros trataría de: deslegitimar las elecciones presidenciales de mayo de 2018; intentar asesinar al presidente Maduro; encubrir la intervención militar con el falso pretexto de ayuda humanitaria; evitar en lo posible el uso de tropas estadounidenses; intensificar las sanciones y el bloqueo económico y financiero, y reconocer como presidente a Juan Guaidó, de la misma manera que en abril de 2002 George W. Bush y José María Aznar reconocieron a Pedro Carmona.

Respecto a España, Egido critica el reconocimiento del Gobierno del PSOE a Juan Guaidó y aclara que la furibunda obsesión del grupo español Prisa con el chavismo tiene su origen en la negativa de Chávez a que el grupo editorial Santillana lograra la exclusiva de la distribución de los textos escolares venezolanos.

En cuanto a posibles escenarios y perspectivas, cree que si se produjera el derrocamiento de Maduro se impondría en Venezuela un régimen criminal, pues para el sociólogo James Petras el cambio de régimen sería sangriento, por la necesidad de EE UU de asesinar a ciento de miles de personas comprometidas con los avances sociales. Otra posibilidad sería que EE UU renunciara a tomar Venezuela (no lo tiene fácil, el Ejército brasileño y la vecina Colombia no están por la labor), pero iniciaría una larga guerra de desgaste económico, mediático, terrorista, social y político, al igual que hizo desde 1991 a 2003 al gobierno iraquí de Saddam Hussein.

De fracasar dichos planes, podría abrirse paso un proceso de integración regional puesto en marcha por Gobiernos progresistas latinoamericanos con presencia fortalecida de actores en la región como los países citados arriba.

Coincido con José A. Egido en la importancia, hoy, de la solidaridad intensa y eficaz con el pueblo venezolano, pues la patria bolivariana, según el periodista cubano Ángel Herrera Cabrera, es hoy el epicentro de la disputa mundial entre el orden unipolar y multipolar.

Egido nos recuerda que, en Francia, los 'chalecos amarillos' ondean la bandera venezolana en sus marchas. Porque, pese a todo, Venezuela sigue en pie.

martes, 11 de junio de 2019

EL RÉGIMEN DEL 78 SE RESQUEBRAJA

https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2019/06/11/regimen-78-resquebraja/1029299.html?fbclid=IwAR02UdV4KSCBizT_SGSElGB6q68mEPpnYRdpDyMJ5ZO9ftjDgGXtGYKh7hY





La reciente decisión del rey emérito de abandonar su presencia en actos institucionales y el auto del Tribunal Supremo (TS) por el que se paralizan cautelarmente los trabajos para la exhumación del dictador Franco son asuntos que han levantado estos días una tremenda polvareda mediática. Vayamos por partes.

Aunque el monarca Felipe VI sigue esforzándose por que la Corona se erija como elemento de estabilidad del país, y pese a que histórica y mediáticamente se ha construido un relato tendente a asimilar a ésta con todos los logros y consecuciones de la sociedad española en los últimos años, no podemos obviar un hecho incontestable: la crisis de la institución monárquica está detrás de la abdicación forzosa de Juan Carlos I hace cinco años, un síntoma más de la cuestionada legitimidad de origen de la monarquía borbónica.

Sin pretender ahondar mucho en precedentes históricos que, por sabidos, no es preciso detallar exhaustivamente, no podemos olvidar que Franco, en virtud de la Ley de Sucesión de 1947, prepararía el terreno para una auténtica restauración monárquica cuando él 'lo tuviera a bien'. Descartado el príncipe Juan de Borbón, eligió a su hijo, Juan Carlos, para 'educarlo' en los principios del Movimiento Nacional. En 1969, Franco lo nombró sucesor, a título de rey, por lo que, después de la muerte del dictador el 20 de noviembre de 1975, Juan Carlos fue proclamado capitán general de los tres Ejércitos y el 22 de noviembre, rey de España por las Cortes franquistas. Ante aquellas Cortes, el hoy rey emérito pronunció estas palabras: «Juro por Dios, y ante los Santos Evangelios, cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino y guardar lealtad a los principios que informan el Movimiento Nacional». El origen franquista de la Corona no puede estar más claro a partir de este juramento, del que el rey emérito, por cierto, no ha abjurado.

No es preciso extendernos sobre hechos que han afectado a la credibilidad de esa institución, como el dudoso papel de Juan Carlos I en el ¿autogolpe? del 23F y, más recientemente, sus 'aventuras' con Corinna, la cacería de Bostwana, el apoyo a las tropelías de su yerno Urdangarin o el origen de su fortuna personal, estimada en 1.800 millones de euros, para concluir que la monarquía borbónica ha sido copartícipe de la corrupción del sistema. Así lo entiende también uno de los mejores constitucionalistas del país, Javier Pérez Royo, quien considera que «la monarquía hereda el sistema del régimen de Franco y viene a mantener una estructura de poder, social, económica y una forma de hacer política de la era Franco, que era corrupta [...] La Monarquía da continuidad a esa forma de corrupción», afirma.

Para este constitucionalista, además, como toda la 'arquitectura' de la Transición se montó a partir de la Ley de Reforma Política, que mantenía, sin consultar al pueblo español, la fórmula de Estado monárquica, opina que vivimos en una falsa monarquía parlamentaria pues, a la hora de la verdad, el principio monárquico pasa por encima del principio de legitimidad democrática. «La Constitución de 1978 dice en el artículo 1.2 que la soberanía nacional reside en el pueblo español del que emanan poderes del Estado y, en el 1.3, que el Estado español es una monarquía parlamentaria. El orden es ése. Pero en los momentos decisivos el 1.3 se pone por delante del 1.2», concluye.

La monarquía, hoy, sigue jugando un papel claramente reaccionario, como lo demuestra el indisimulado alineamiento del rey Felipe VI con las fuerzas más conservadoras del país. Por ende, su parcialidad a la hora de juzgar los sucesos de Cataluña del 1-O, su discurso del día 3 de ese mes y la apelación, sin pudor, a la aplicación del 155 son una clara muestra de sus veleidades derechistas y su injerencia en asuntos de Gobierno, lejos de la neutralidad que exigiría su cargo.

En el ámbito de la Justicia, el auto emitido hace unos días por la Sección Cuarta de lo Contencioso-Administrativo del TS, paralizando cautelarmente la exhumación de la momia del dictador, no ha estado exento de polémica, básicamente por la fórmula elegida en el texto para referirse a Franco, al que denomina jefe del Estado desde el 1 de octubre de 1936 hasta su fallecimiento el 20 de noviembre de 1975. Creo que esa errónea denominación por los magistrados del Supremo, de la que, por cierto, no se han retractado, no obedece a desconocimiento histórico (como es sabido, el Jefe del Estado era entonces Manuel Azaña, presidente legítimo de la II República Española), sino a una voluntad consciente de no esconder el pasado y/o la afinidad franquista de algunos de esos magistrados, más próximos a la Fundación Francisco Franco, a la familia del dictador y al Opus Dei que a posiciones democráticas.

Hay que depurar la judicatura, en la que perviven no pocos elementos del franquismo, pues a nadie se la escapa la paradoja de que la Fiscalía califique de golpe de Estado lo sucedido en Cataluña el 1-O y, sin embargo, el TS pase por alto la gravedad del golpe de Estado fascista del 17-18 de julio de 1936 contra la II República. A este respecto, el magistrado Joaquim Bosch, en su libro El secuestro de la Justicia, del que es coautor con el periodista Ignacio Escolar, nos recuerda que la impunidad sobre los criminales franquistas contrasta con la condena dictada por la Audiencia Nacional contra Adolfo Schilingo, dictador argentino, en virtud del principio de Justicia Universal. Recuerda cómo el TS juzgó a Baltasar Garzón por prevaricación y expresó en su fundamentación jurídica que los crímenes del franquismo no podían ser enjuiciados en la esfera penal, apoyándose en la vigencia de la Ley de Amnistía de octubre de 1977, pero obviando que instancias internacionales vienen recordándonos la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad.

La crisis de la monarquía y la de las altas instancias judiciales demuestra que esos dos pilares del Régimen del 78 están contribuyendo al resquebrajamiento del mismo. La necesidad de un referéndum monarquía/república y la depuración del franquismo que anida en las instituciones son tareas urgentes, inaplazables. Por salud democrática.