(Atascos en Juan de Borbón. Foto de 20 Minutos)
Cuando usted, vecino o vecina de cualquier punto de la Región, quiera venir a la capital, a esta ‘Murcia, ciudad de compras’, recuerde que las nuevas ‘catedrales’ del consumismo compulsivo que nos incitan a comprar lo necesario y lo superfluo están ubicadas en la periferia. Porque la ciudad ha crecido mucho. Sin planificación, pero crece. Y crece en detrimento de lo que fue la Murcia de siempre. El centro urbano, que hasta hace unos años se ubicaba en La Trapería, en las plazas de Los Apóstoles, de de La Cruz, o en la emblemática del Belluga, la que nos deleita con el bello imafronte barroco de la catedral como testigo del paso del tiempo, está siendo desplazado hacia los nuevos centros comerciales que, como hongos, proliferan en la zona norte, porque una ciudad que crece ha de tener empaque, y eso supone copiar los peores vicios de la anarquía urbanística que aqueja a tantas capitales españolas. Esta Murcia que se nos fue está siendo reemplazada por una ciudad impersonal, diseñada a golpe de convenio urbanístico. Como cualquier ciudadano de esta ciudad, paseo por sus calles. Cada vez más a disgusto, pero paseo. Y, pese a lo que le cuento, no detecto síntomas de rebeldía ciudadana. Nos hemos habituado a soportar los ruidos de obras que nunca acaban, bocinas de automóviles, tráfico, mucho tráfico, polución, y a ver a una policía local que se las ve y se las desea para poder orden ante el caos.
Pero, querido vecino o vecina, pese a que cuando quiera venir de compras ha de desplazarse a la periferia, sepa que las autoridades municipales afirman que son decididas partidarias y defensoras del comercio tradicional del centro. Sí, así como lo oyen. Aunque hayan permitido que no tengamos cines en la capital. Aunque nos hayan dejado toda una temporada sin actividad teatral, por las obras del ‘Romea’. Aunque hayan hecho una política tendente a favorecer a las grandes superficies comerciales de las afueras. Y para eso, para que usted pueda venir a comprar a los comercios del centro que, contra viento y marea, se empeñan en subsistir, ha de venir en coche. Si puede ser, hasta la propia puerta del establecimiento. Porque, a falta de un transporte público en condiciones, en ausencia de aparcamientos disuasorios en la periferia –sí, los mismos que a usted le permitirían dejar su automóvil y venir a pie o en autobús al centro-, se diseñan en el mismo casco urbano. Nuestro Ayuntamiento, haciendo caso omiso de 60.000 firmas en contra y de algún que otro recurso, ha decidido dar luz verde a la construcción de dos aparcamientos en la avenida de La Libertad y en el Jardín de San Esteban, desplazando de este último lugar a artesanos y comerciantes a los que dice defender. Que no le engañen: sepa que si usted pretende venir a comprar a una de las viejas ‘catedrales’ del consumo que todos conocemos, ubicada donde se inicia la Gran Vía, le aconsejo que pida cita, día y hora. Si no es así, le veré disputando una de las escasas 653 plazas que ambos aparcamientos reservan para uso horario, pues los residentes van a disponer de más de 2.050 que se ofertan para su compra. Y sepa que las 167 restantes son para los funcionarios y funcionarias y altos cargos de la Comunidad Autónoma, los mismos que en cualquier ciudad holandesa predican con el ejemplo y acceden a sus puestos de trabajo en bicicleta, bien es cierto que porque disponen de carriles-bici, inexistentes en Murcia.
Así que, querido vecino o vecina, si se desplaza a la capital, sepa que viene a una ciudad en la que los responsables del tráfico han añadido una nueva consigna a la de Murcia, ciudad de compras: “Vengan al centro”. Porque, a falta de una planificación urbanística seria y racional, ante el evidente languidecimiento de la personalidad de una Murcia que era antaño una ciudad habitable y a escala humana, se empeñan en mantener el pálpito urbano que se nos fue inundándola de automóviles, los mismos que suplen al peatón que, siempre, le dio vida a sus calles.
Pero, querido vecino o vecina, pese a que cuando quiera venir de compras ha de desplazarse a la periferia, sepa que las autoridades municipales afirman que son decididas partidarias y defensoras del comercio tradicional del centro. Sí, así como lo oyen. Aunque hayan permitido que no tengamos cines en la capital. Aunque nos hayan dejado toda una temporada sin actividad teatral, por las obras del ‘Romea’. Aunque hayan hecho una política tendente a favorecer a las grandes superficies comerciales de las afueras. Y para eso, para que usted pueda venir a comprar a los comercios del centro que, contra viento y marea, se empeñan en subsistir, ha de venir en coche. Si puede ser, hasta la propia puerta del establecimiento. Porque, a falta de un transporte público en condiciones, en ausencia de aparcamientos disuasorios en la periferia –sí, los mismos que a usted le permitirían dejar su automóvil y venir a pie o en autobús al centro-, se diseñan en el mismo casco urbano. Nuestro Ayuntamiento, haciendo caso omiso de 60.000 firmas en contra y de algún que otro recurso, ha decidido dar luz verde a la construcción de dos aparcamientos en la avenida de La Libertad y en el Jardín de San Esteban, desplazando de este último lugar a artesanos y comerciantes a los que dice defender. Que no le engañen: sepa que si usted pretende venir a comprar a una de las viejas ‘catedrales’ del consumo que todos conocemos, ubicada donde se inicia la Gran Vía, le aconsejo que pida cita, día y hora. Si no es así, le veré disputando una de las escasas 653 plazas que ambos aparcamientos reservan para uso horario, pues los residentes van a disponer de más de 2.050 que se ofertan para su compra. Y sepa que las 167 restantes son para los funcionarios y funcionarias y altos cargos de la Comunidad Autónoma, los mismos que en cualquier ciudad holandesa predican con el ejemplo y acceden a sus puestos de trabajo en bicicleta, bien es cierto que porque disponen de carriles-bici, inexistentes en Murcia.
Así que, querido vecino o vecina, si se desplaza a la capital, sepa que viene a una ciudad en la que los responsables del tráfico han añadido una nueva consigna a la de Murcia, ciudad de compras: “Vengan al centro”. Porque, a falta de una planificación urbanística seria y racional, ante el evidente languidecimiento de la personalidad de una Murcia que era antaño una ciudad habitable y a escala humana, se empeñan en mantener el pálpito urbano que se nos fue inundándola de automóviles, los mismos que suplen al peatón que, siempre, le dio vida a sus calles.
(Artículo publicado en LA OPINIÓN de Murcia. 9-10-2007)
didac.mur@gmail.com
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