sábado, 14 de abril de 2007

NOS ROBARON AQUEL ABRIL


El catorce de abril de 1931 alumbró una nueva Primavera,
La Primavera de los Pueblos de España.
Llovieron sobre los resecos campos de Iberia
Pétalos de ilusión.

Sobre el suelo hispano se abrió, por fin,
Una puerta a horizontes de verde esperanza.
Callaron las voces de caciques sin alma,
Se apagaron los sones dominicales de curas montaraces,
Dejaron de oírse los ancestrales lamentos campesinos
De hambre de tierras.
Se empezó, por fin, a atisbar el inicio de aquella bella Utopía:
LA TIERRA PARA QUIEN LA TRABAJA.


En la fábrica, el sudor obrero, para enaltecimiento del patrono,
Se trocó por la ilusión por un nuevo amanecer
En el que quedaran enterradas la incertidumbre por el mañana,
La explotación y las penalidades cotidianas.


En las escuelas dejó de percibirse aquel estertor de voces infantiles
Que recogiera Machado: “Y todo un coro infantil / va cantando la
lección / Mil veces ciento, cien mil / Mil veces mil, un millón”.
En su lugar, maestras y maestros de bien
Pugnaban por arrancar de aquellas almas infantiles
Lo más noble del ser humano: el ansia de libertad, sapiencia y
justicia.


Misioneros de la cultura
Se desparramaron por pueblos y villas de España.
La voz de los clásicos inundó los locales del pueblo,
La magia del cine se apoderó de las calles.

La mujer vio, por fin, la luz al final del largo túnel
De la incultura y la sumisión.
El ansia por la igualdad dejó de ser una inconclusa Utopía.

Aquella Primavera de los Pueblos trajo, por fin,
Aires de modernidad a la vieja Iberia.
Pero aquella bella Primavera cedió, sin pretenderlo,
Su espacio a un verano atronador.

Ruidos de sables se unieron, en estrecho contacto,
Con las airadas voces de los clérigos
Y los siempre vivos rescoldos de la reacción.

Militares, terratenientes, financieros, curas,
Aliados con la siempre presente, por despechada,
Monarquía,
Lograron acallar las ansias de Paz, Progreso y Libertad
De todo un Pueblo.
Ensangrentaron los surcos y los caminos del campo hispano.
Redujeron a cenizas y escombros el heroísmo de ciudadanas y ciudadanos de bien de Badajoz, Málaga, Bilbao, Rentería, Madrid…

La Guerra Civil, la más incivil de las Guerras,
Sumió al solar de la vieja Iberia
En un otoño permanente en el que no brillara más la luz del Sol.

Enterrada fue aquella hermosa dama que portaba, orgullosa,
La tricolor en su mano alzada,
Mientras un león custodiaba su paso.

Pero ha de llegar, de nuevo, una nueva Primavera de los Pueblos.
Ha de ser realidad el día en que broten de nuevo las semillas
De la Ilusión y la Esperanza, de la Justicia.

Pronto verán los Pueblos de España un nuevo amanecer…
Republicano.
(Poema leído en la Cena Republicana del pasado viernes, 13 de abril)

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