martes, 30 de noviembre de 2010

Sin rumbo ni horizonte

http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2010/11/30/rumbo-horizonte/286842.html


 
La situación es no sólo seria, sino muy grave. No hace falta ser una persona experta en Economía para concluir que el déficit público está ligado a un descenso de la recaudación fiscal.

DIEGO JIMÉNEZ

Cuando la crisis económica está castigando severísimamente a esta Región, hace unos días, la ministra de Economía, Elena Salgado, incluyó a Murcia, junto a Castilla-La Mancha, entre las comunidades imposibilitadas de emitir deuda pública —en nuestro caso, por un importe de quinientos millones de euros— para financiar el déficit de sus cuentas. La noticia coincide con los severos recortes en los presupuestos regionales en áreas como la Sanidad, Educación, Cultura, prestaciones sociales, inversiones… Nadie nos dice que atravesamos una crisis más seria de lo que se está dispuesto a admitir.

La situación es no sólo seria, sino muy grave. No hace falta ser una persona experta en Economía para concluir que el déficit público está ligado a un descenso de la recaudación fiscal. El déficit, en nuestra Región, tiene una causas claras: un 25% de la población está rozando los límites de la pobreza (que, en el ámbito infantil se acerca al 34%); el paro afecta al 24% de la población activa y al 40% de la juventud; 5.000 familias están afectadas de desahucio por impago de sus hipotecas, mientras que un 56% de ellas reconoce no poder tomarse ni siquiera una semana de vacaciones al año… Esto es sólo un resumen precipitado de la situación social, a la que podríamos sumar la nefasta gestión del Gobierno regional de nuestro patrimonio ambiental y cultural, las inversiones en obras faraónicas inviables, las fuertes sumas destinadas al mantenimiento de una televisión regional pública de dudosa utilidad y rentabilidad, la corrupción omnipresente, el inexistente control de la economía sumergida y del fraude fiscal… Ante tal estado de cosas, sólo la desconfianza de la ciudadanía hacia los políticos que nos (des)gobiernan, la apatía general y la instrumentalización que, desde el poder político y mediático, se está ejerciendo explicarían esta ´paz social´, esta inexistente respuesta ciudadana (con excepciones) ante tal estado de cosas.

Ya está bien de que el Gobierno regional se escude en el ´victimismo´ (los males vienen de Madrid) para justificar su permanente inacción, que ha conseguido que la Región de Murcia no levante cabeza. Porque, cuando se ha gobernado durante quince años ininterrumpidamente, es claro que gran parte de la responsabilidad es achacable a aquél, sin desdeñar la que cabe atribuir a la política de Estado. En esta Región tenemos un sistema de financiación autonómico, que, si exceptuamos el de las Comunidades históricas, es igual para el resto de autonomías, con la cesión de impuestos estatales, cuya gestión y recaudación pasa a las autonomías, y otros que han sido transferidos parcialmente a éstas (100% de la recaudación del Impuesto sobre la electricidad (aún no redactado),, el 58% del impuesto especial de fabricación, el 50% del IVA y el 50% del IRPF).

Si, pese al notable paquete de medidas impositivas puestas a disposición de las comunidades autónomas, la Región de Murcia presenta este déficit, nos es lícito pensar que ello se debe a una mala gestión de los dineros de todos. Las prioridades del Gobierno regional no han sido siempre coincidentes con las necesidades sociales reales. Es tiempo, pues, de exigir responsabilidades. La solución, desde luego, no está en gastar menos aplicando más recortes, totalmente antisociales, sino en recaudar más. Y el aumento de recaudación debiera darse a partir de un incremento de la actividad económica y del consumo, atajando el fraude fiscal, luchando contra la economía sumergida, impulsando nuevos yacimientos de empleo (por ejemplo, en el campo de los servicios sociales), apostando decididamente por la inversión en Educación (con la mejora de la formación profesional), la sociedad del conocimiento y la Cultura, incrementando las inversiones en I+D+i, etc. Pero las recomendaciones de las organizaciones sociales y políticas y los informes del CES, que vienen incidiendo en estos aspectos, caen en saco roto. Aquí, durante los últimos años, obnubilados por el fuerte crecimiento económico ligado al ´ciclo del ladrillo´, nadie se preocupó de preparar un nuevo modelo económico basado en la necesaria diversificación industrial, la potenciación de una agricultura competitiva, un turismo sostenible y de calidad y la superación de nuestro ancestral atraso en políticas educativas y culturales. Y así nos va.

Si seguimos por la ´senda´ actual, ésta nos conducirá inexorablemente a consolidar una Región sin rumbo y, lo que es peor, sin un horizonte nítido.

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