(Artículo publicado en La Opinión de Murcia // 09-02-2010)
Escribo estas líneas cuando el Consejo de Ministros se dispone a analizar la situación del mercado laboral en España y, posiblemente, a plantearse cómo salir del atolladero a partir del malestar social por el anuncio de retraso de la edad de jubilación y del alargamiento del periodo de cómputo en diez años para el cálculo de las pensiones. A este respecto, desde varios medios se nos ha recordado que estas propuestas, impopulares, tienen trampa, por dos motivos: por achacar a los costes laborales la responsabilidad de la crisis y por pretender ignorar que mientras que un españolito de a pie necesita 35 años de cotización (los últimos 15 años cotizando al máximo) para disfrutar de esa pensión, diputados y senadores sólo necesitan siete en el cargo para cobrar el 80% de la pensión máxima (2.400 euros), que logran percibir íntegra tras once años. Y, para colmo, Emilio Botín, presidente del Banco de Santander, aparece públicamente aplaudiendo estas medidas. ¿Para quién gobierna el PSOE? Digámoslo claro: Zapatero está gobernando por y para la derecha.
Desde hace varios meses se viene advirtiendo de que el PP superaría en varios puntos al PSOE si se celebraran las elecciones. Y, claro, tanto va el cántaro a la fuente que, al final… Pero, dicho esto, hay que reconocer que, vista la deriva errática del Gobierno, reconozcamos que Zapatero se lo está poniendo ‘a huevo’ al PP. El presidente está cometiendo un error tras otro, hasta el extremo de haber dilapidado, en lo que llevamos de legislatura, el inmenso caudal de ilusión que acompañó su llegada al poder en aquel aciago mes de marzo de 2004, tras los atentados de Atocha en Madrid. Veamos algunas cifras: El paro atenaza a cerca de 4,5 millones de personas en este país, alcanzando a casi el 19% de la población activa, y todos los economistas solventes afirman que éste se ceba, particularmente, sobre los segmentos de población más vulnerables, jóvenes, mujeres e inmigrantes con contratos precarios; un 25% de la población de este país sobrevive en la pobreza; más de 1,2 millones de familias tienen a todos sus miembros en el paro y miles y miles de ellas están amenazadas de desahucio ante la imposibilidad del pago de sus hipotecas y alquileres; casi 400.000 autónomos y autónomas han debido cesar, forzosamente, en su actividad; la mayoría de nuestros ancianos y ancianas ha de subsistir con pensiones de miseria …
Ante este panorama, no se han arbitrado soluciones efectivas para superar una estructura productiva que todo lo fió al ‘ladrillo’ y a un sector turístico siempre impredecible. El Gobierno ha inyectado miles de millones de euros a los bancos, para sanear sus cuentas de resultados, pero éstos, como lúcidamente advertía hace unos días José Haro en su columna de LA OPINIÓN, invierten en Títulos del Tesoro los capitales que deberían prestar a particulares y pequeñas y medianas empresas. Cuando todas las instancias económicas internacionales nos advierten que nos va a costar superar la recesión, este Gobierno, lejos de aplicar recetas neokeynesianas que nos harían salir del pozo, abraza las tesis neoliberales como única salida, tranquilizando a los gerifaltes de las finanzas mundiales reunidos hace unos días en Davos, pero renunciando, como otros tantos partidos de su mismo signo en Europa, a las tesis socialdemócratas.
Que conste que escribo estas líneas inmerso en la desazón que me producen los testimonios de tantas y tantas personas allegadas que me dicen que lo están pasando realmente mal con esta crisis. Y que conste también que no quiero que alguien interprete que estas reflexiones de arriba son un balón de oxígeno para la derecha, pues, por circunstancias vitales personales y por convicción, me siento identificado plenamente con la izquierda, pese a que muchos se empeñan en ignorar y silenciar a la izquierda en la que realmente creo. Pero, hoy por hoy, hemos de reconocer, mal que nos pese, que la derecha ya está aquí.
1 comentario:
Suscribo totalmente tu brillante y acdertado artículo, que coincide con mi propia opinión.
La verdad es que llevo un tiempo dándole vueltas a la idea de que las gentes de izquierdas lo tenemos cada vez más problemático, y es necesario una buena reorganización de toda ella para frenar a la derecha.
Un abrazo, Diego.
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