martes, 15 de septiembre de 2009

CRISIS Y FISCALIDAD

(Publicado en LA OPINIÓN de Murcia.// 15-9-09)

Los economistas perciben bastantes similitudes entre la actual crisis económica y la que sacudió al mundo a partir de octubre de 1929. Salvando las distancias, las dos vinieron precedidas de una fuerte superproducción, distorsiones en los precios agrícolas, el recurso masivo al crédito y la especulación bursátil. Pero las recetas aplicadas para salir del atolladero distan de ser coincidentes. El ‘New Deal’ puesto en marcha por Franklin D. Rossevelt en EE UU para mitigar los efectos del crack de 1929 contenía medidas fuertemente intervencionistas que, en la crisis actual, sólo se han atisbado en parte. Además, tras el drama colectivo que afectó a la Humanidad, la Segunda Guerra Mundial, se aplicaron en todo Occidente medidas keynesianas que intentaban frenar, desde la óptica capitalista, la posible adscripción masiva de los sectores asalariados a las tesis y realizaciones del socialismo real procedentes de los países del Este de Europa. Emergió, pues, con fuerza, en muchos países del Norte de Europa el llamado ‘Estado del Bienestar’, auspiciado en parte por la inyección financiera del Plan Marshall, diseñado, además, para recuperar las débiles economías europeas de la posguerra y reactivar la producción y el consumo.

Como es sabido, el modelo pervivió hasta que triunfaron en toda Europa y en EE UU las tesis neoliberales de la ‘Escuela de Chicago’, puestas en práctica inicialmente en Latinoamérica (Chile, Argentina, Uruguay…) en virtud de procesos dictatoriales y, tras la crisis del petróleo de 1973, en Europa y EE UU (modelos Tatcher y Reagan). Quedaron aparcadas, pues, las propuestas socialdemócratas que asignaban al Estado un papel de redistribuidor de recursos con políticas fiscales progresivas y, en su lugar, incluso los gobiernos socialdemócratas de toda Europa empezaron a abrazar las tesis neoliberales. La consigna “a cada uno según sus necesidades” fue sustituida por el discurso de la “igualdad de oportunidades”, por el que se trocaron la progresividad fiscal y las políticas redistributivas por la asignación, por el Estado, de subvenciones a los grupos sociales desfavorecidos con la idea de generar una clase media estable y acomodaticia al sistema.

España no ha escapado a este último modelo. Las recetas a la crisis que está aplicando el Gobierno de Zapatero entran de lleno en políticas asistenciales: subsidios, en lugar de empleo; bono-libro, en lugar de Educación totalmente gratuita; ayudas a la dependencia, en lugar de creación de nuevos empleos en este sector; ayudas fiscales, en lugar de políticas fiscales progresivas, etc. Y ahora, el debate estelar: la necesidad de aumentar los impuestos –también los indirectos- para hacer frente al agujero presupuestario del Estado. Dicha medida, siempre impopular, se entendería socialmente si el Estado hubiera actuado con un criterio redistribuidor de las rentas, beneficiando claramente a los sectores populares. No ha sido así. En los últimos años nada se ha legislado para impedir el espectacular crecimiento de las rentas del capital. En la década 1996-2006 éstas han experimentado un aumento del 73% cuando, por el contrario, la masa salarial ha decrecido en el periodo 1992-2006 del 71% al 62% con respecto a la renta nacional. Un nuevo e impopular aumento del IVA y de los impuestos especiales sobre productos ampliamente demandados hoy como el alcohol, los combustibles fósiles y el tabaco va a cebarse, como siempre, en la gran mayoría de los que menos tienen, afectando de lleno a los ya de por sí menguados bolsillos de la ciudadanía.

Si Zapatero pretende recuperar parte de la credibilidad perdida, debería aplicar políticas redistributivas, haciendo que la mayor parte de los ingresos del Estado provengan de las rentas del capital, con medidas complementarias tales como atajar la enorme bolsa de fraude fiscal existente en el país. Un gobierno de izquierdas ha de poner el énfasis, en el Parlamento y en la calle, en que las clases dominantes, responsables directas de la crisis que hoy nos atenaza, han de contribuir a salir de la misma. Pero mucho me temo que no van a ir por ahí los debates de la próxima Ley de Presupuestos.

3 comentarios:

supersalvajuan dijo...

Lo de zp no es una propuesta, es ir hacia donde va el viento: a la deriva.

Roberto dijo...

Excelente Diego, suscribo el artículo en su totalidad. Un saludo.

Diego J. dijo...

Super y Cuadernos, gracias por vuestros comentarios. Ojalá las opiniones de la ciudadanía las tuvieran en cuenta los técnicos y políticos.

Por cierto, Cuadernos, tu artículo de LA OPINIÓN, muy bueno. Deberías prodigarte más en esos menesteres. La Economía, esa ciencia tan inaccesible para la gente, merece ser tratada con la sencillez y claridad expositivas que te caracterizan.