martes, 14 de abril de 2009

Tenemos Bando, falta la Huerta


Violante y Pedro, matrimonio huertano expropiado


(Artículo publicado en LA OPINIÓN de Murcia/14-04-09)

Aunque nacido en una familia de agricultores que, parte de su vida, dejaron su sudor en los surcos y caballones de aquel Campo de Cartagena regado por las aguas que los molinos de viento extraían trabajosamente de las entrañas del reseco suelo, me siento muy a gusto en Murcia, ciudad en la que vivo ya cerca de veinte años. Mi vinculación afectiva, pues, con el paisaje es doble: en mis escapadas a Cartagena, al vislumbrar esa llanura suavemente inclinada hacia el mar, siento la nostalgia de mi niñez y sigo percibiendo los olores del secano. Pero también amo la Huerta. O, al menos, lo que queda de ella. No hace tanto, el olor del azahar impregnaba las calles de la capital. Hoy ese aroma está ausente. Hace años, barrios como El Carmen, Vistabella, Santa María de Gracia…lindaban con cañares y tierras en las que aún nos era dado percibir el sonido del agua que, límpida, circulaba por sus acequias. Acequias hoy entubadas y engullidas por el asfalto y de las que nadie, sino los más ancianos del lugar, sabe de su existencia.

Murcia ha cambiado su faz de manera irreversible. Como toda la Región. He echado una ojeada al Informe “Sostenibilidad 2006”. Nuestra Comunidad Autónoma se sitúa a la cabeza de España en superficie ocupada en el primer kilómetro de costa y, por consiguiente, en los últimos lugares en superficie protegida terrestre y marina. Con un 60% de incremento de superficie artificial, ostenta en este aspecto el liderazgo de todas las comunidades autónomas. La Región ha elevado el porcentaje de suelo de naturaleza urbana al 216 por ciento, el mayor crecimiento de todas las provincias españolas. La tendencia a la destrucción del paisaje y, por consiguiente, al incremento de la construcción fue imparable en estos años. Lo prueba el hecho de que mientras el aumento de la población de 2001 a 2006 fue de un 14%, los valores catastrales subieron en ese periodo un 160%.

Con estas cifras, es lógico deducir que la víctima de ese crecimiento anárquico y sin control haya sido la Huerta. No hay más que recorrer su red de carriles y caminos de siempre, hoy transformados en improvisadas carreteras de pequeño tamaño aprovechadas por el vecindario para el acceso a la ciudad, ausente un transporte público eficiente y suficiente. Aun así, tenemos el Bando. Una muestra histórico-etnográfica que supone la expresión de algo que “fue” pero que ya “no es”. Porque la Huerta existió. Pero la torpeza y escasa visión de futuro de la clase política junto a la codicia insaciable de promotores y constructores han decidido condenar a la extinción este enclave multisecular. Hace unos meses moría Violante, esposa de Pedro, huertanos que personificaban la resistencia a dejar morir viejos modos de vivir y convivir entre moreras, hortalizas, naranjos, gallinas, conejos, cerdos… Un día, alguien decidió expropiarlos, obligándoles a abandonar su casa de siempre. La muerte de Violante, escasos días después de esa decisión administrativa, fue un aldabonazo en la conciencia colectiva de una ciudad que ve languidecer, para siempre, sus señas de identidad. Porque tenemos Bando, pero falta la Huerta. Tenemos peñas huertanas, empeñadas en el loable fin de, al menos, preservar en la memoria colectiva los usos y costumbres de quienes nos precedieron y lograron también, con su esfuerzo, ‘crear ciudad’. Aunque creo que el mismo empuje que ponen aquéllas en recordar lo que fue la Huerta debieran mostrarlo en la necesaria reivindicación de, al menos, conservar la que queda.

Pese a todo lo expuesto, me vestiré de huertano. Me cuesta diferenciar términos como tablacho, azud, azarbe, reguerón, acequia, merancho…Pero me tomaré unas cervezas y unas marineras a la salud de lo que queda de Huerta y a la de aquellos huertanos y huertanas que, un día como hoy, allá por 1931, vieron nacer la esperanza, como tantos españoles. Porque hoy es, además, 14 de abril.

Diego Jiménez http://desdemicornijal.blogspot.com

1 comentario:

supersalvajuan dijo...

La huerta está más muerta que la muerte. No queda "Ná". Y ná es la mitad de nada.