martes, 2 de septiembre de 2008

LAS IMÁGENES COMO (DES) INFORMACIÓN







(Artículo publicado en LA OPINIÓN de Murcia. 2-9-2008)

En estos tiempos en que la sociedad parece disfrutar de más información que nunca en virtud del fenómeno de la globalización, lo que realmente se da es una fuerte desinformación alentada por grupos de poder. El lingüista y politólogo norteamericano Noam Chomsky y el director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet, son autores de un clarificador ensayo titulado ‘Cómo nos venden la moto’, en el que se interesan por la evolución del papel ejercido por los medios de comunicación en el control y la limitación de la libertad individual. Chomsky afirma que hoy es posible presentar al público “cuadros falseados de la realidad”, como se nos muestra frecuentemente al analizar las opiniones populares acerca de los conflictos armados, la política y el terrorismo. Por su parte, Ramonet, al analizar la sustitución de la TV por la prensa escrita como medio de obtener información, sostiene que ese hecho ha causado una pérdida de profundidad general en beneficio de la imagen en vivo. El ciudadano pasa entonces de intentar comprender a simplemente ver, y esto acarrea una simplificación de la realidad. Han cambiado los conceptos de actualidad y veracidad de la información, sustituidos ahora por la riqueza de las imágenes. Viene esta cita introductoria a cuento si analizamos tres noticias de actualidad en el pasado mes de agosto.

En el accidente de un avión de Spanair en Barajas, el acoso de algunos medios a las familias inmersas en el dolor y la incertidumbre por la trágica pérdida de sus seres queridos contrastaba con las pifias evidentes de la información en primicia por la que se adelantaban, temerariamente, cifras de sólo siete fallecidos, cuando posteriormente se ha visto que la tragedia ha sido mayor. Nada de periodismo de investigación; ocultación sistemática de las causas reales del accidente (Spanair, sumida en una seria crisis de viabilidad, tenía latente un serio conflicto con su plantilla en virtud de un expediente de regulación de empleo); ninguna alusión a la privatización de los servicios, tan aireada por otra parte por el Gobierno con el eufemístico término de liberalización, como causa profunda de la creciente inseguridad aérea…Una vez más, la TV ha supuesto la máxima fuente de información y, como afirma Ramonet, ello ha determinado una pérdida de la profundidad de la información.

En el accidente de la central nuclear tarraconense de Vandellós, en una época en que, en virtud del alza imparable de los precios del crudo, ha vuelto a reavivarse el debate sobre las supuestas ‘bondades’ de la energía nuclear, se ha impuesto un ‘manto de silencio’ sobre las causas reales, además de que, en ningún momento, se nos ha informado de posibles impactos sobre el medio ambiente (la central se ubica junto a la costa mediterránea y cercana a playas de alta densidad de ocupación en estos días). Unas imágenes de la humeante chimenea de la central, tomadas desde cierta distancia, han sido todo el recurso informativo. Ninguna opinión contrastada del director de la planta, ninguna, tampoco, del Consejo de Seguridad Nuclear. Una vez más, las imágenes sustituyendo a la verdadera información.

Por último, en el conflicto del Cáucaso, la información sobre el apoyo norteamericano y europeo a la población de Georgia ha omitido, en última instancia, la sumisión de la diplomacia europea a las tesis de la OTAN y el evidente interés norteamericano por el control de un territorio, en disputa con Rusia, que posee en el Mar Caspio la tercera parte de las reservas petrolíferas del planeta. Como información de alcance durante estos días, sólo hemos podido ver imágenes de gentes desplazadas y la omnipresencia de los blindados rusos, junto con las de los grandes dirigentes reunidos en lujosas salas mientras la población civil soportaba las crueles consecuencias del conflicto de intereses desatado entre ambas potencias.

La sociedad se merece otro tipo de información. Porque la democracia verdadera se construye con una ciudadanía debidamente informada, con noticias contrastadas, objetivas y veraces.

5 comentarios:

supersalvajuan dijo...

El tratamiento del accidente de Barajas, salvo honrosas excepciones, ha sido amarillismo puro y duro.

Diego J. dijo...

En efecto, el tratamiento dado a la noticia por los servicios informativos de la TVE (pública) ha sido, con honrosas excepciones (léase, INFORME SEMANAL, a título de ejemplo), vomitivo.

Espero que hayas tenido un buen verano. Veo que tu blog sigue tan activo y variado como de costumbre.

Salud y República.

Sarashina dijo...

Yo coincido con vosotros. Leo dos periódicos diariamente, oigo la radio y veo algunos informativos, siempre con la impresión de que algo me ocultan. En lo de la guerra del Cáucaso me dio por imaginar la verdad de la población tras la frialdad diplomática con que El País, por ejemplo, informaba. Me parecía escalofriante. Nadie dice de verdad que detrás hay personas sufriendo humillaciones, agresiones, heridas, muertes, violaciones... No sería sensacionalismo decirlo claramente. Quizás el público se hiciera más consciente de que la guerra no es un vídeojuego. Saludos, Diego.

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con todo lo que escribes Diego. Suscribo tu opinión.

Saludos

Mal bicho dijo...

Me ha encantado el post, enhorabuena.
Las cosas son así. A los medios, a los gobiernos y a la misma sociedad le conviene tener ciudadanos bobos y fácilmente manipulables. Así, nos cuentan lo que quieren para "hacernos reaccionar" como les interesa.( Como dice mi novia,la mayoría de la gente es tonta y le basta con apuntarse a la moda del momento. Nadal, Alonso, Gran Hermano, OT etc etc )
En cuanto a la actitud de los medios, la velocidad a la que se genera la información provoca una carrera de datos entre medios, lo que sin duda desvirtua la realidad de la noticia en favor de la especulación y el morbo.
Como ejemplo de manipulación de la sociedad tenemos la película "La cortina de humo", en la que el gobierno americano "se inventa" una guerra para tapar un escándalo sexual del presidente.