martes, 11 de enero de 2011

LA POBREZA, EN NUESTRAS PUERTAS

http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2011/01/11/pobreza-puertas/295171.html

DIEGO JIMÉNEZ

No sé si ustedes tienen la misma apreciación, pero lo cierto es que he percibido que en estas pasadas fechas navideñas ha habido menos ambiente festivo que en otros años. La crisis, que golpea con saña, ha determinado que no haya aparecido el consumo compulsivo de otras veces, que hayamos visto menos a papá Noel intentando entrar a las viviendas por los balcones y que las astronómicas cifras que se pagaban por las veladas de Nochevieja hayan sido sustituidas por cenas familiares y de amigos. Y es que, aunque no que queramos admitirlo abiertamente, la pobreza, si no extrema en todos los casos, empieza a llamar a las puertas de muchos hogares de nuestra Región. Como la que, por desgracia, tienen que soportar a diario muchos inmigrantes que eligieron nuestra tierra para labrarse un futuro de supervivencia y dignidad.

El pasado día 31, pese a que personalmente soy cada vez más renuente a tirar la casa por la ventana cuando el calendario nos llama a convertirnos más que en ciudadanos en consumidores, acudí a un supermercado de mi barrio a ultimar las compras para el compromiso de la cena de Nochevieja familiar. Llovía tenuemente, pero la humedad relativa del aire, ésa que en Murcia cala hasta los huesos, era elevada, lo que aumentaba la sensación de frío. A la puerta del establecimiento, un ciudadano anónimo, uno de los muchos pedigüeños que durante estas fechas navideñas hemos visto por calles y aceras de Murcia, y que por el color de su piel detecté que era de procedencia subsahariana, se encontraba de rodillas en el suelo, lo que acentuaba su posición de sumisión y desesperanza. Al entrar en el supermercado lo saludé. Me contestó sólo con una leve inclinación de cabeza. Compré lo imprescindible para completar una cena más nutrida de lo que suele ser habitual, pero me dejé mis buenos euros en caja. A la salida, pese a que personalmente soy muy reticente a cumplir ese antiguo precepto bíblico que nos llama a ´dar limosna a los pobres´ —pues esa actitud, en la mayoría de los casos, no hace sino perpetuar las situaciones de miseria y de dependencia—, saqué de mi monedero lo que me quedaba suelto, unos euros, y los deposité en la caja de cartón situada junto al joven. A continuación, quise interesarme mínimamente por su situación personal.

­—¿La crisis te ha golpeado a ti también? —le dije.

Intuí que no había entendido el sentido de mis palabras. Su conocimiento del idioma no le alcanzaba a captar el tono de mi intervención. Descendí, pues, a un terreno más comprensible.

—Eres joven, ¿no has encontrado trabajo?

—No, no haber trabajo en Murcia —me contestó.

—¿De dónde eres?

—De Nigeria —me dijo.

Recordé que ese país soportó, durante los años de 1967 a 1970, una cruel guerra, motivada por la secesión de Biafra, que condujo al casi total exterminio de la etnia ibo. ¿Sería ese ciudadano anónimo uno de los miembros de aquella etnia? Le deseé suerte. Y, agradecido por mi gesto, juntó sus manos, como en actitud de orar, y me dio así las gracias.

Volví a casa con esa sensación de cierto bienestar por mi aportación personal a una pequeña obra humanitaria y, al tiempo, con la indignación propia de quien, sensibilizado por la problemática social, siente que bien poco se hace para paliar al menos tantas situaciones de hambre y de injusticia social.

Unos días después, a través de mi correo electrónico, me llegó un vídeo que rápidamente ´colgué´ en mi página de Facebook (también en mi blog personal, datado arriba, entrada «en manos de delincuentes»). Más que extenderme en la explicación, nítida y sin tapujos, que, sobre las causas de la pobreza, nos ofrece en el mismo Arcadi Oliveres, profesor de Análisis Económico de la Universidad Autónoma de Barcelona, les emplazo a que lo vean. Después de ello, espero que entiendan un poco más por qué la desigualdad y la pobreza afectan a tantas y tantas personas de este mundo.

Al constatar que todo sigue siempre igual, les confieso que cada vez me quedan menos motivos para celebrar la llegada de un nuevo año.

3 comentarios:

supersalvajuan dijo...

Es que todo está podrido.

Cristina dijo...

Últimamente yo también veo a muchos negros pidiendo limosna en mi barrio. Se tiran todo el día sentados en los escalones de cualquier fachada.
Ya tienen que estar mal las cosas cuando esta gente, que hacían cualquier tipo de trabajo, se ven obligados a estar en la calle rogando por unos euros.

Es curioso que sólo se vean negros pidiendo, porque no he visto ni a latinoamericanos ni a magrebies. Supongo que sólo es cuestión de tiempo.

Diego J. dijo...

Desde luego, Salva, todo está podrido.

Hasta la victoria, sí es verdad que hay muchos negros pedigüeños, no sé a qué achacarlo.

Gracias por vuestros comentarios.