martes, 11 de noviembre de 2008

¿ESPERANZA Y DECEPCIÓN?


(Artículo publicado en LA OPINION de Murcia. 11-11-2008)



Diego Jiménez

En las gradas del Lincoln Memorial, el pastor protestante negro Martin Luther King, protagonista de la histórica Marcha sobre Washington de 1963, dijo: "Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de los esclavos se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad". Hoy, cuarenta y cinco años después, un negro norteamericano se dispone a ocupar el próximo mes de enero el salón oval de la Casa Blanca. La victoria de Barack Obama ha despertado enormes dosis de esperanza en un país en el que la segregación racial sigue estando presente. Por ello, el que sea presidente de los EE UU es el resultado de la gran lucha por la igualdad y por los derechos civiles que iniciara Martin Luther King junto a la de los jóvenes y el pueblo contra la guerra de Vietnam en los años sesenta y setenta, así como gracias a las más recientes y generalizadas protestas populares contra las aventuras belicosas del Pentágono en Iraq en los últimos años, sin olvidar la gran batalla de las mujeres por sus derechos, incluido el del aborto, y la presencia constante de las luchas de los inmigrantes por su inserción en la sociedad americana. Es indudable que su triunfo electoral se ha debido, pues, al voto de un notable porcentaje de los sesenta millones de hispanos, al mayoritario de la población negra y al de un buen número de jóvenes, sectores sociales afectados en grado notable por la pobreza y que subsisten en el país más rico de la tierra con la llamada 'sopa de caridad'. Y es indudable, también, que hacia esos segmentos de población el nuevo presidente se dispone a adoptar una serie de gestos, como la anunciada subida de impuestos a las rentas superiores a los 250.000 dólares anuales para financiar la extensión de la cartilla sanitaria. Quizás decida el cierre de las horrendas prisiones de Guantánamo y Abu Ghraib, que se han significado por una lacerante y constante violación de los más elementales derechos humanos. Política de gestos que no pueden ocultar, sin embargo, que Obama está llamado a presidir el país al que los propios votantes consideran, con orgullo, 'el más poderoso de la tierra'. Y ello conlleva servidumbres. No en balde, el nuevo presidente es abogado de Harvard, una de las universidades más importantes de Estados Unidos, y durante catorce años dictó clases en la Universidad de Chicago, célebre por haber sido la cuna de los economistas neoliberales, alumnos de Milton Friedman, que asesoraron a Pinochet, a todas las dictaduras latinoamericanas y a todos los gobiernos de los años noventa. Además, el nada velado apoyo al nuevo presidente de grandes corporaciones económicas e incluso diarios tan prestigiosos como The Economist me lleva a pensar que una de sus prioridades será salvar al capitalismo americano del actual atolladero.
El Partido Demócrata controla hoy la Cámara de Representantes y ha incrementado su representación en el Senado. Aun contando con que la mayoría republicana en esta última Cámara puede conducir a bloquear propuestas de progreso, Obama debería adoptar decisiones importantes que harían creíble su discurso del pasado día 4 ante 100.000 simpatizantes en un parque de Chicago. El cambio en EE UU se notará si el nuevo presidente es capaz de retirar las tropas americanas de Iraq y Afganistán, auspiciar un liderazgo mundial compartido, impulsar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, ratificar el Protocolo de Kyoto, levantar, al menos parcialmente, el embargo a Cuba, apoyar la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, trabajar por la distensión mundial y por la desnuclearización del planeta, resolver diplomáticamente el problema de Irán, impulsar la causa de la paz palestino-israelí y apoyar un nuevo marco de relaciones comerciales, con la eliminación del proteccionismo comercial norteamericano, que está en el origen de un comercio desigual y, por tanto, del hambre en el planeta. ¿Se atreverá a encarar tales retos o, por el contrario, se diluirán pronto en el foso de la decepción la euforia y las esperanzas que su elección ha propiciado?

7 comentarios:

alfonso dijo...

espero equivocarme pero muchas de las promesas y deseos de las campañas se diluyen cual azucarillo en el cafe

supersalvajuan dijo...

¿Mitad y mitad? No se pueden cambiar las cosa en ocho año. Por mucho que el Economist señale prioridades. ES IMPOSIBLE.

Anónimo dijo...

Interesante artíclo el que has escrito Diego, habrá que dar tiempo al tiempo ya que somos muchos los que estamos entre la esperanza y la posible desilusión. De todas formas algo parece que ha empezado a cambiar, aunque sea poco y despacio.

Ya veremos

Roberto dijo...

En ocho años no se puede cambiar el mundo, pero creo que estamos ante un momento histórico muy importante. Continúo en la línea de la conversación que teníamos abierta hace un par de días. Un saludo

Sarashina dijo...

Yo nunca creí que fuera a cambiarlo todo, pero sí me parece un paso significativo su elección, por no ser el típico hombre blanco de edad madura, rico, sajón y protestante, y también porque hacía muchos años que no se había visto al pueblo americano votar en masa, como en esta ocasión. Da cierta esperanza todo esto. Si cierra Guantánamo y extiende la sanidad pública en su país, ya me parecerá bastante, aunque sea insuficiente a nivel mundial; todo es empezar. Y otra cosa, que es el estilo. Que en democracia las formas son muy importantes. Y más cosas seguramente que a mí se me escapan, pero que quieras que no, han ilusionado al mundo. Ojalá algo cambien, en el fondo, no sólo en las formas.
Gracias por tu artículo, Diego.

Diego J. dijo...

Me alegro, Alfonso, de que sintonices, en parte, con mis apreciaciones, más bien con mi escepticismo sobre posibles cambios en la cuna del Imperio.

Supersalvajuan, no pongo límites temporales a la necesidad de esos cambios, pero me reafirmo en que los que expongo al final de mi escrito se me antojan pura utopía.

Algo ha empezado a cambiar, sí, amigo Ernesto. En el fondo, todos preferimos a Obama; todos respiramos con la salida de Bush de la Casa Blanca, pero los cambios reales, ésos...ya veremos.

Amigo de Cuadernos, estaré encantado de, en la medida de mis posibilidades, seguir con estos debates, pues, aunque mis conocimientos de Economía no me permiten alardear de ser experto en esas lides, sí que es cierto que el conocimiento de las grandes líneas macroeconómicas que están marcando la economía mundial no escapan, en parte, a mi conocimiento y valoración crítica.

Anónimo dijo...

Hola Diego, yo también me sitúo en un cierto escepticismo. Aunque este señor sea negro, su educación y formación no está muy lejos de la élite blanca. Por otra parte habrá que ver de quien se rodea para formar equipo de gobierno. Habrá que darle tiempo... Como dijo otro comentarista si consigue arreglar la sanidad y dar una salida digna al problema de las prisiones ya habran ganado algo...
Un saludo.