jueves, 27 de septiembre de 2007

JAVIER COUSO, EN MURCIA: “ES DOLOROSO VER EN DIRECTO CÓMO ASESINAN A UN MIEMBRO DE TU FAMILIA, PERO NOS SOBREPONEMOS LUCHANDO, REIVINDICANDO JUSTICIA”






La familia espera ver entre rejas al sargento Thomas Gibson, al capitán Philip Wolford y al teniente coronel Philip de Camp, militares norteamericanos responsables de la muerte del cámara de Tele 5 José Couso.


Diego Jiménez. Murcia, 27-9-2007.- Había mucha expectación en el salón de actos del ‘Moneo’ la tarde del pasado miércoles, día 26 de septiembre, para oír en directo la versión de Javier Couso sobre la muerte de su hermano José, un día de abril de 2003, en Bagdad.

La serie ‘Debates del Moneo’, organizada por Izquierda Unida de la Región de Murcia y que va a tener su continuidad mensualmente con un tema de interés, quedaba inaugurada con esta comparecencia y con la cálida y sentida presentación de Esther Herguedas, responsable de la mujer en la dirección regional de IURM y concejala del consistorio murciano por esta formación política, ante un auditorio que contaba con la presencia de destacadas personas de las formaciones políticas IURM, PSRM-PSOE, así como de asociaciones de solidaridad y de defensa de los derechos humanos.

Esther empezó calificando a la guerra de Iraq de ilegal, ilegítima y contraria a la ONU, por lo que fue contestada multitudinariamente por la ciudadanía de Murcia, para pasar a presentar el asesinato de José Couso como la consecuencia de que “ejercía de informador veraz”, por lo que “su asesinato”, dijo, “no fue un accidente, sino un crimen contra la verdad y la paz”. Esther terminó presentando a Javier como a un luchador incansable “que viene a buscar la justicia para su hermano José”, calificando, además, de “encomiable” el trabajo de su familia “para que José no muera dos veces”.

Salutación y primeros datos de Javier Couso

Javier Couso enganchó con sus primeras palabras al auditorio cuando dijo, con la emoción contenida, que “es complicado y doloroso ver en directo cómo asesinan a un miembro de tu familia, pero nos sobreponemos luchando, reivindicando Justicia”.

Entró inmediatamente en materia: “La muerte de mi hermano fue una operación orquestada por el 64 Batallón de la 3ª División de Infantería Acorazada del Ejército de los Estados Unidos”, en la medida, dijo, “que el Ejército norteamericano estaba tomando en aquellos momentos la capital y no quería testigos incómodos”. Javier recordó que su hermano “estaba en su hotel en la mañana del 8 de abril; el resto de los periodistas había hecho lo mismo, por motivos de seguridad. Mi hermano fue alcanzado en la terraza de su hotel por el misil de un carro de combate, al igual que un periodista ucraniano de la agencia Reuters. Horas antes, dos bombas lanzadas desde un avión del ejército estadounidense sobre la sede de Al Yazira habían matado al periodista jordano Tarek Ayub. También se atacó a la TV de Abu Dhabi”.

Lo ocurrido aquel día en el ‘Hotel Palestina’ no fue un accidente, según la versión de Javier Couso. El supuesto ataque defensivo contra el hotel por parte del Ejército norteamericano se contradice con lo apuntado días antes por Collin Powell, que afirmó que “en la campaña militar, no se habían atacado desde el aire los alrededores y la propia sede del hotel porque se sabía que allí había periodistas”. Javier calificó al arma mortífera que acabó con la vida de su hermano como la ‘joya de la corona’ del material militar yanqui. El carro de combate responsable de su muerte posee, entre otras capacidades, la de señalar objetivos militares a más de cuatro kilómetros de distancia, de día y de noche, además de dos ordenadores con visores térmicos para discriminar objetivos, y puede diferenciar, entre 264 vehículos distintos, cuáles son ‘amigos’ o ‘enemigos’. Los militares norteamericanos alegaron que estaban siendo atacados, pero “hay constancia de que en los 35 minutos anteriores a los hechos no se produjo combate alguno en la zona”, enfatizó Javier, quien señaló además que “el día anterior, tropas de vanguardia estadounidenses no habían encontrado resistencia en Bagdad, incluso estuvieron hablando con los periodistas y con mi propio hermano”.


¿Por qué a la prensa?
El conferenciante se mostró convencido de que es misión de los ejércitos, además de hacer la guerra, ejercer el control de la información. “En tiempos pasados –dijo- los generales contaban con sus ‘relatores’, que contaban los hechos con una versión nada crítica, pues elogiaban las propias gestas militares; en las dos últimas guerras mundiales, se dio también la presencia de periodistas que ensalzaban las victorias de sus propios ejércitos”, pero la situación cambió con la guerra de Vietnam “donde cerca de 500 periodistas empezaron a contar, sin cortapisas, lo que veían”, y así fuimos testigos de episodios como aquella niña que corría asustada, con su cuerpo calcinado por el ‘napalm’, o de la matanza de My Lai, por poner unos ejemplos. “El nacimiento de la prensa crítica reforzó la oposición a la guerra de Vietnam y está en el origen de un poderoso movimiento pacifista en los EE UU”, dijo Javier, para añadir, a continuación, que el Ejército norteamericano comenzó a estudiar este fenómeno, lo que condujo, a medio plazo, al “control físico y absoluto de la información, ejercido sobre la prensa y los periodistas”. Así, encontramos censura durante la guerra de las Malvinas, en la invasión USA de Granada, en la muerte del periodista Juancho Rodríguez, asesinado en Panamá por un marine al que filmaba, etc.

En este sentido, Javier Couso nos recordó que, durante la Guerra del Golfo, no se permitió a los reporteros acceder al campo de batalla, y sí a los periodistas de la maniatada agencia CNN. En la reciente guerra de Yugoslavia, los 2.700 periodistas que intentaban cubrir aquel conflicto, acompañando a las fuerzas de la OTAN, sólo pudieron acreditar que contaban con “muchos datos pero con poca información”, de manera que los militares decían, ufanos, que habían ganado sus batallas contra los corresponsales de prensa. En el ataque a la TV serbia murieron muchos periodistas, de los que nada se supo.


La guerra de Afganistán, un cambio de orientación

Pero en la reciente guerra de Afganistán se produjo un cambio: la irrupción de cadenas independientes, fuera del control estadounidense, como la TV árabe Al Yazira, “que nos contaba la realidad desde otra óptica”. Así llegamos a la guerra de Iraq, que contó con un poderoso movimiento pacifista de oposición, por lo que Donald Rumsfeld llegó a contratar a expertos que le diseñaran la estrategia informativa, con la irrupción de “periodistas empotrados” entre las fuerzas de ocupación norteamericanas, sin que las autoridades de aquel país garantizasen, en ningún momento, la seguridad de otros periodistas independientes, los cuales siempre encontraron obstáculos para desarrollar su labor informativa. Eso condujo al silencio. Javier pudo constatar, en un viaje a Faluya, cómo los hechos que se habían producido en el ataque a esa ciudad iraquí pasaron desapercibidos para todo el mundo. “Visité esa población y constaté la existencia de horrendos crímenes de guerra”, dijo. Y esto es así porque “si se pierde el control de la información, los ejércitos pierden también la capacidad de persuadir a la población por lo que hay que ocultar al máximo el horror”, añadió Javier. Como se oculta el hecho de que, al día de hoy, haya más de 300 periodistas asesinados en Irak, asesinatos para los que, según un estudio de la Universidad de San Francisco, en un 60% de los casos se cuenta con la responsabilidad directa del Ejército de los Estados Unidos.


Manipulación informativa

La manipulación informativa llega a tal extremo de presentarnos a todos los iraquíes como supuestos terroristas, hecho tras el cual se ocultan secuestros, torturas, etc., practicados por las fuerzas de ocupación de aquel país. En lo que se refiere a lo que nos es más visible por los medios de comunicación convencionales, las acciones violentas en Iraq, de las que los ‘coches bomba’ son el mayor paradigma, Javier afirmó que sólo el 1% de esas acciones son violentas, el resto son hechos de guerra. Hechos de guerra que han conducido, según fuentes del propio Pentágono, a la existencia de entre 650.000 y 900.000 víctimas en aquel país, un auténtico genocidio. En ese sentido, Javier nos confirmó que las milicias armadas de los propios grupos gobernantes en Iraq producen más muertes que los coches-bomba.

Hasta ahora, tres cadenas de TV, las de Reuter, Al Jazira y la de Abu Dhabi estaban siendo testigos en directo de tal situación, retransmitiéndola a todo el mundo. “Por eso había que silenciar la información”, reiteró una vez más Javier.


Reivindicando justicia para José Couso

Hasta ese momento, Javier Couso había mantenido la expectación del auditorio con una charla, como hemos visto, pródiga en detalles técnicos. Este tiempo transcurrido, y la lacerante y terrible muerte de su hermano, han llevado a Javier, a la familia y a los amigos a una encomiable labor de estudio y documentación, reconocida por alguna persona de la sala en el posterior coloquio. Pero la parte final de su exposición fue la más emotiva y sentida. En ella, Javier desgranó detalles del periplo judicial para denunciar a los militares norteamericanos responsables de la muerte de su hermano, que ha conducido a que el juez Santiago Pedraz, de la Audiencia Nacional, haya visto indicios de criminalidad en esa acción, por lo que ha dictado orden de busca y captura contra estos militares, que, por lo menos, “no pueden pisar suelo español”, según Javier, quien lamenta la labor de obstrucción que viene practicando Cándido Conde Pumpido, desde la Fiscalía del Estado, desautorizando la instrucción del caso por el magistrado antedicho. En estos momentos, la familia estudia llevar su caso, junto con el de otros periodistas asesinados, al Parlamento Europeo, para lo que se están estableciendo contacto con las otras familias afectadas.

Para terminar, Javier Couso, que a lo largo de la exposición había dado muestras de la lucha entusiasta por esclarecer la verdad que viene practicando esta familia, arrancó aplausos del auditorio con algunas alusiones especialmente emotivas. Mostrando un optimismo contagioso, dijo: “Para cambiar las cosas hay que moverse”. Pero especialmente reconocida fue su emocionante alocución final: “A mi hermano lo mataron, pero, en realidad, no está muerto”. Esta frase y la afirmación de que siente como propias las muertes de ciudadanos y ciudadanas iraquíes, tanto como la de su hermano, arrancaron sonoros y prolongados aplausos del auditorio. Auditorio que se mantuvo expectante, como lo había estado durante toda la charla, en el posterior coloquio, en el que, entro otros asuntos, se abordaron temas como la excesiva dependencia europea y española de la maquinaria militar estadounidense, por nuestra integración en la OTAN, y la necesidad de cuestionar la presencia española en Afganistán. La frase de Javier “No somos aliados de Estados Unidos, sino vasallos”, supuso el colofón del sentimiento antibelicista que, con seguridad, ha anidado con fuerza en este hombre y su familia desgarrados por la tragedia. La frase de un compañero de la Sala “Javier, estamos contigo” exteriorizó la complicidad y solidaridad del auditorio ante tanto dolor inútil.