miércoles, 29 de octubre de 2014

Alejandro Ruiz-Huerta: “No se llegó a conocer a los inductores del múltiple asesinato, aunque parece claro que la mafia del sindicato vertical del Transporte estuvo detrás de aquellos crímenes”

Este superviviente de la matanza de Atocha de enero de 1977 intervino el pasado viernes, día 24 de octubre, en el ciclo “Escritores en Archena”, organizado por el Ateneo de esa localidad,  y nos expuso detalles de su libro “La Memoria incómoda”


Diego Jiménez. “A las 10:30 de la noche de ese día, 24 de enero [1977], los asesinos llamaron a la puerta. Enrique fue a abrir. Aún recuerdo la expresión del rostro de mi compañero al ver a uno de ellos, al mismo que había visto por la mañana en la sede del sindicato vertical del Transporte. Preguntaban por Joaquín Navarro, secretario general del Transporte de CCOO. Los acontecimientos transcurrieron después en medio de una gran tensión….” Así, con la emoción nada contenida, hasta el punto de que apenas podía articular palabras en esos momentos, dio cuenta del horrendo crimen de Atocha uno de los supervivientes, Alejandro Ruiz-Huerta, perteneciente, como el resto de víctimas,  a CCOO.  

Mesa inicial del acto: de izquierda a derecha, Dolores Abad, Alejandro Ruiz-Huerta, José Molina y Daniel Bueno
El que es hoy profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Córdoba, intervino el pasado viernes, día 24 de octubre, en el ciclo ‘Escritores en Archena’, en un acto precedido por las intervenciones de Dolores Abad, de la junta directiva del Ateneo, Daniel Bueno, secretario general de CCOO de la Región de Murcia, y el abogado, de origen archenero y afincado en Barcelona, José Molina.

Trabajo colectivo

Alejando Ruiz-Huerta, que presentó su libro “La Memoria Incómoda”, hoy agotado, comenzó afirmando que “recordar el atentado (se niega a calificar a aquellos hechos de “matanza”) es para mí duro”, pero lo ha venido haciendo en los cuatro puntos cardinales de España. “Fue un crimen espantoso”, añadió. En Atocha hacíamos un trabajo colectivo más de 20 abogados, no necesariamente laboralistas, pues “nos dedicábamos a asesorar a los trabajadores en asuntos varios; teníamos muchos clientes de toda condición social y trabajábamos en pequeños equipos”. Afirmó que CCOO ha mantenido la “luz encendida” de aquel atentado. Y que desde que en 1987 el Ayuntamiento de Madrid colocó una placa conmemorativa, a partir de ese momento se ha hablado más del tema en todo el país.  Así, en 2004, se creó la Fundación Abogados de Atocha.
 
Alejandro Ruiz-Huerta, el primero por la izquierda, en su disertación

Los precedentes

Alejando Ruiz-Huerta, que ubicó ese horrendo crimen en el marco de la Memoria Histórica del país, afirmó que hay serias carencias en este tema por parte del Estado; y, aun así, “no hemos de descansar hasta que una persona deba de hablar en silencio, atenazada aún por el miedo, o hasta que sea descubierto el último cadáver en las cunetas de las carreteras”. Y es que, a su juicio, “la Ley de Memoria Histórica ha fracasado”, no se ha cumplido en muchísimos ayuntamientos.

Pasó, a continuación, a exponer algunos detalles del periodo de la Transición política, recordando hechos como la pre-Transición (1969-1976), la Ley de Reforma Política de 1976, los secuestros de Oriol y Villaescusa, la detención y puesta en libertad de Santiago Carrillo y, para terminar, la huelga del transporte de Madrid, de enero de 1977, ganada por los trabajadores. Esa huelga, afirmó, “está claramente vinculada al atentado de Atocha”.

Recordó también el ambiente de tensión que se vivía en esos días, con acontecimientos como la muerte del estudiante Arturo Ruiz el 23 de enero. Días en los que se registraban contactos políticos entre grupos aperturistas y de izquierda. En ese contexto se desarrollaba el trabajo del grupo de abogados de la calle de Atocha, en tres claros frentes: en la Magistratura de Trabajo, en el Colegio de Abogados y en los barrios. Precisamente el grupo de personas asesinadas o heridas cubría este último frente de trabajo.


El atentado

“El día 24 teníamos una reunión de barrios; en principio nos íbamos a reunir en la calle Fuencarral, pero se realizó en Atocha-55”, afirmó Alejandro. A continuación, embargado por la emoción, y con un auditorio que escuchaba su relato en respetuoso silencio, pasó a exponer los detalles de ese horrendo crimen. Recordó los nombres de las víctimas, sus compañeros, nombres que, dijo, “hay que decirlos despacio”, según palabras de Miguel Sarabia, superviviente, fallecido a los 82 años. Las víctimas mortales:  Ángel Rodríguez, Enrique Valdevira, Francisco Javier Sauquillo, Luis Javier Benavides y  Serafín  Holgado. Quedaron gravemente heridas las siguientes personas: Miguel Sarabia, Alejandro Ruiz-Huerta, Luis Ramos Pardo y Dolores González.

Y recordó también los nombres de los asesinos. Los de los autores materiales de los hechos: José Fernández, Fernando Lerdo de Tejada y Carlos García Juliá. Y el del autor “intelectual” de la matanza, Francisco Albaladejo, el entonces secretario del Sindicato vertical franquista del Transporte.

“Se vivieron momentos de extrema tensión y dureza; los asesinos desconectaron los cables del teléfono”, dijo,  para recordarnos a continuación que, tal como se relata en la película de Bardem (Siete días de enero), no cesaban de repetir: “las manitas arriba”. Alejandro confesó que fue casual que hubiera supervivientes, él uno de ellos, y que la matanza hubiera sido mayor de haber estado en ese momento en el despacho otros ocho compañeros, que se habían retrasado. “Como pude, me arrastré hacia la puerta, en medio de un espectáculo dantesco. Y lo primero que dije al trabajador de la recogida de basuras que acudió a auxiliarnos fue que había estallado una bomba. Incapaz de percibir los detalles concretos por los momentos de extrema tensión vivida, confundí los disparos con un artefacto explosivo", nos recordó con la voz entrecortada. "Con varias heridas de bala en la pierna y una en el pecho, que afortunadamente no era muy grave, me acompañó hasta el final un policía armada; desde entonces, he de confesarlo, profeso bastante respeto a los miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado", afirmó.  


Alejandro terminó su intervención, que fue largamente aplaudida, recordando que “no se llegó a conocer a los inductores reales de los asesinatos de Atocha”. Aun así, en el juicio a los asesinos, por vez primera desde la dictadura franquista, se reconoció que existía la extrema derecha en España. Pero “nuestros abogados no pidieron nunca la pena de muerte para los asesinos, en un gesto acorde con el espíritu aperturista que vivía el país", concluyó.

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