martes, 19 de noviembre de 2013

EL HIJO DEL HERRERO


El 17 de julio de 1936, por orden del ministro de Marina, José Giral, los destructores Lepanto y Sánchez Barcaíztegui parten hacia Melilla, primera ciudad española en sublevarse contra la República, con el fin de evitar el paso de tropas a la península. También se desplazó hacia allá el almirante Valdés. Pero el Sánchez y el Valdés se unieron a la rebelión. No así el Lepanto, aunque en ese buque unos cuantos oficiales se adhirieron a la sublevación. 

En Málaga, la marinería del Lepanto comunicó a don Valentín Fuentes, su capitán, su decisión de detener a quienes habían mostrado su adhesión al alzamiento. Los oficiales son conducidos al Gobierno Civil. Milicianos de Málaga invitan en la Casa del Pueblo de esa ciudad a la marinería del buque a un ágape. Tras el mismo, algunos marineros participan en el fusilamiento de esos oficiales del Lepanto desafectos a la República. Entre aquellas personas se encontraba, sin pretenderlo, pues acudió allí mediante engaño, Camilo Campillo, cabo artillero. El auxiliar de Sanidad Enrique Martínez Godínez y Pedro Cerezuela, armero, ni siquiera llegaron  a estar en el lugar de los fusilamientos, pues se negaron a subir a los coches que llevaban hasta allí a los oficiales del buque. 


Pero tres años después, tras la victoria del bando rebelde, los distintos sumarios abiertos contra 31 tripulantes de ese barco se traducen en el resultado de la condena de tres de ellos a separación del servicio, a distintas penas de prisión para otros doce, a siete ejecuciones  y a una muerte a consecuencia de las torturas sufridas durante un interrogatorio. En efecto, con la detención de Enrique Martínez Godínez, practicada por el teniente de navío Federico Vidal, se precipitan los acontecimientos que van a llevar a su interrogatorio, tortura y brutal asesinato, producto de un apaleamiento, el 25 de mayo de 1939, en las dependencias del SIP (Servicio de Información Personal de la Marina) en Cartagena. El cuerpo es arrojado al mar. Curiosamente, sus verdugos, conocedores de que se les 'había ido la mano' en el interrogatorio, logran que se dicte ese día un auto decretando su puesta en libertad. El cadáver apareció, sin embargo, tres días después, envuelto en un saco,  en la playa de Rihuete, en Mazarrón. El juzgado de Totana, que se ocupó en un primer momento del caso, se inhibió a favor de la jurisdicción militar. Enrique Martínez Godínez fue enterrado en Mazarrón, y sólo tres años después, la familia, tras identificarlo a partir de unos objetos personales, pudo efectuar el traslado de sus restos mortales al cementerio cartagenero de Nuestra Señora de los Remedios. Pero, durante años, vino reclamándose la comparecencia del militar asesinado, dándolo por evadido hacia Francia. 

Siete décadas después de estos hechos, su nieta, Pepa Martínez López, investiga acerca de las circunstancias del asesinato de su abuelo. Las distintas pistas que sigue le van ayudando a reconstruir la verdad de aquellos trágicos hechos. Su libro, El hijo del herrero, es producto de un notable trabajo de archivo y de cotejo de datos bibliográficos y de hemeroteca, pero también de largas conversaciones de la autora con su padre, su abuela, la viuda Josefa Ros Cases, y otros miembros de la familia. El libro de Pepa es una aproximación, también, a la vida cotidiana de Cartagena durante la República, la Guerra Civil y la posguerra. Con esa obra, Pepa, que ha sido maestra de Primaria y ha participado activamente durante años en la vida social y cultural de la ciudad de Cartagena (en el Ateneo de Los Dolores, en el colectivo de Educación de Personas Adultas Carmen Conde...), ha conseguido culminar ese sueño de su padre, el que un día le dijera: «Ah, si yo pudiera alguna vez publicar un libro contando la verdad de lo que le pasó al abuelo». 

Pepa Martínez autora de una novela anterior publicada en 2008 con el pseudónimo Marta Segura, la titulada Trasbordo al tren de la libertad,  pertenece hoy a la junta directiva de la Asociación Memoria Histórica de Cartagena. Al culminar la redacción de esta historia novelada que comenzara a redactar aquella tarde de septiembre de 2007, durante unas cortas vacaciones en Fuerteventura, ha logrado que, de una vez por todas, se conozca la verdad sobre la muerte de su abuelo.

El hijo del herrero ha sido presentado en Cartagena, en 2012, en el Auditorio de la Lonja de Orihuela, en el Ateneo de Madrid y en la cafetería Itaca de Murcia. El pasado viernes, merced a los buenos e incansables oficios de Pepe Hernández Escámez, miembro del Ateneo de la Vila de Archena, tuve el honor de presentar a la autora y su obra en la Casa de la Cultura de esa localidad, en un acto del ciclo Escritores en Archena.

El hijo del herrero es una obra imprescindible, dentro de la no siempre valorada historiografía local, para contribuir a esa reivindicación pendiente de Verdad, Justicia y Reparación para las víctimas del franquismo.

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