miércoles, 28 de julio de 2010

UNA SOLA VOZ

"Los representantes socialistas en las Cortes no exhiben ni un ápice de discrepancia con las consignas emanadas desde arriba y se muestran solícitos a votar afirmativamente todas y cada una de las propuestas del Gobierno. A lo peor es que sus señorías son refractarios a eso que denominamos voluntad popular"

DIEGO JIMÉNEZ

Cuando, tras el paréntesis impuesto por la nefasta dictadura franquista cuyas secuelas persisten en tantos aspectos de nuestra actual realidad política, acudí a las urnas aquel día 15 de junio de 1977, creí que se abría ante nosotros una nueva etapa plenamente democrática. Pronto, sin embargo, empecé a oír que para el mantenimiento de esa democracia, que ya entonces nació lastrada, todos los actores habían de atenerse a las ´reglas del juego´. Así parecen haberlo interpretado los partidos mayoritarios en España —con la ayuda de ciertos grupos minoritarios—, dispuestos siempre a escenificar en la tribuna de oradores del Congreso una supuesta confrontación que no logra esconder, sin embargo, una visible sintonía en temas fundamentales. Como la que se dio entre los 169 diputados y diputadas del grupo parlamentario socialista a la hora del voto en el pasado debate del Estado de la Nación. Carlos Taibo, profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid, evidenció esta circunstancia en un artículo reciente titulado 169 diputados, en el que, como muchas otras personas, se sorprende ante el hecho de que los representantes socialistas en las Cortes no exhibieran ni un ápice de discrepancia con las consignas emanadas desde arriba y se mostraran solícitos a votar afirmativamente todas y cada una de las propuestas del Gobierno. A lo peor es que sus señorías son refractarios a eso que denominamos voluntad popular. O quizás ocurra que nunca se ha dado plenamente lo que la Constitución de 1978 definía implícitamente como ´soberanía popular´, hecho constatable en el momento actual, con unas Cortes aprobando propuestas que van en contra de los derechos sociales largamente conquistados.

El periodista Iñaki Gabilondo lo tiene claro. En un país donde los medios de comunicación de masas aparecen frecuentemente anestesiados, incapaces de percibir el auténtico rumbo de la política, me sorprendieron gratamente las palabras de despedida de este periodista en el programa que ha venido presentando en una cadena de televisión. La afirmación de Gabilondo de que vivimos sujetos a la ´dictadura de los mercados´ no es una cuestión baladí. Ateniéndose a lo que está ocurriendo con motivo de una crisis que, desde luego, no han provocado los sectores populares, este lúcido periodista expone que la actual democracia, más formal que nunca, aparece secuestrada, sometida a los dictados de las instituciones económicas transnacionales que condicionan la voluntad de los Gobiernos. Por lo que, concluye, la única solución consiste en ´reinventar´ la democracia, apelando asimismo a una necesaria reconstrucción de la izquierda.

El asunto es de enjundia. Es mucho lo que está en juego en estos momentos. Porque, tras el intento de eliminación de la disidencia social y política —plegados los partidos socialdemócratas de toda Europa a los designios del gran capital—, se esconde nada menos que el deseo de vaciar de contenido esta democracia formal burguesa tal como la hemos venido conociendo. Y esta afirmación no es gratuita. Hace unos días, Durao Barroso, anticipándose al inevitable auge de las movilizaciones populares que están por llegar en toda Europa en virtud de las duras políticas de ajuste que están aplicando los Gobiernos, advertía del peligro de la desaparición de las democracias en el sur del continente y, por consiguiente, de la eclosión de Gobiernos militares, esto es, dictaduras, si los sectores populares se negaran a aceptar este estado de cosas.

Y mientras esto ocurre, el supuesto Gobierno español de izquierdas y los diputados que lo sustentan, ignorando que la fase actual del capitalismo refleja una agudización de la lucha de clases, lejos de encarar políticas redistributivas arrancadas de parte de la ´tarta´ que supone el inmenso crecimiento de las rentas del capital, toman medidas favorables a éste. Decididamente, como advertía Carlos Taibo, 169 diputados, pero una sola voz.

http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2010/07/27/opinion-sola/260594.html

1 comentario:

supersalvajuan dijo...

Supuesto gobierno de izquierdas, tú lo dices y que razón tienes.