martes, 13 de julio de 2010

LA ROJA COMO CATARSIS *

La tremenda ola de simpatía que la Selección ha despertado entre los sectores juveniles, afectados por el paro, el trabajo precario y la incertidumbre sobre su futuro, ¿es un hecho casual o fomentado conscientemente?
Foto de la Agencia EFE


DIEGO JIMÉNEZ
He vivido, como la inmensa mayoría del pueblo español, las peripecias de nuestro combinado de fútbol en el presente Mundial. Y, como aficionado a este deporte, confieso que me he alegrado de la gesta de estos chicos jóvenes que nos representaban. Pero, dicho esto, me gustaría exponer, siquiera brevemente, algunos puntos para la reflexión.

Está por estudiar en profundidad a qué obedece ese paroxismo colectivo que ha adornado los triunfos de la Selección. Algunos estudiosos nos advierten al respecto que tanto los Juegos Olímpicos como el propio Mundial de fútbol, lejos de constituir eventos deportivos que trataban de hermanar a los distintos países, fueron auspiciados durante las dos guerras mundiales, periodos en los que la pretendida solidaridad de clase internacionalista sucumbió ante una fuerte identificación nacionalista. En ese sentido, el reciente triunfo sobre Alemania puede haber contribuido, inconscientemente, a salvaguardar el «orgullo» español ante un país que se ha sabido que condiciona, y mucho, la situación económica de países del Sur de Europa, entre ellos el nuestro.

En el ámbito interno, en primer lugar, sorprende la identificación colectiva con un término, La Roja, que en tiempos muy recientes tuvo connotaciones peyorativas. Baste recordar que, durante el franquismo, el adjetivo «rojo» fue sustituido, al menos en Murcia, por otras expresiones como «encarnado» y «colorado». En otro orden de cosas, habría que estudiar sociológicamente si, como algunos han afirmado, la prolija exhibición por calles, plazas, balcones y vehículos particulares de la bandera rojigualda obedece a una expresión identitaria nacionalista o más bien ha supuesto una simple adscripción popular a un equipo de fútbol. Lo cierto es que este evento deportivo ha coincidido con una serie de hechos que han quedado diluidos ante los triunfos de la Selección: la reforma laboral y los preparativos de la huelga general de septiembre; la sentencia del Estatut; el anuncio de la privatización de las cajas de ahorro; las algo más que veladas amenazas de Durao Barroso tendentes a limitar las democracias del Sur de Europa si los sectores populares no acatan las políticas de ajuste en ciernes, etc. Empero, algunos nos han advertido de que los triunfos de la Selección repercutirían en una recuperación del PIB, es decir, que contribuirían al saneamiento de los negocios. El principal beneficiario, el Estado. A título de ejemplo, estos días hemos conocido que capitales chinos han acudido, confiados, a la última subasta de los bonos del Tesoro español.

Por último, algunos hechos más que no han pasado inadvertidos a cualquier observador. En primer lugar, la tremenda ola de simpatía que la Selección ha despertado entre los sectores juveniles, afectados por el paro, el trabajo precario y la incertidumbre sobre su futuro. ¿Es ello un hecho casual o fomentado conscientemente? En segundo lugar, en unos momentos en que la institución monárquica viene siendo cuestionada por determinados sectores sociales, entre ellos el juvenil, la presencia de la Familia Real en el Mundial ha constituido una inyección de «monarquismo» que tampoco creo que sea casual. ¿Y qué decir de la profundización del sentimiento españolista? Si bien es cierto que, como dije arriba, la proliferación de banderas rojigualdas (también han aparecido algunas republicanas) quizás haya obedecido a una simple identificación social con unos «colores» deportivos, lo cierto es que esta ola de nacionalismo asociada a un equipo de fútbol ha tratado de acallar las evidentes muestras de descontento con la crisis del Estado autonómico, visibles, sobre todo, en la magna concentración ciudadana de Barcelona en defensa del Estatut. Aunque también es cierto que el destacado protagonismo que en la Selección han tenido jugadores del principal equipo representativo de Cataluña –notables han sido los elogios hacia jugadores como Puyol e Iniesta– ha mitigado, por unos días, la creciente ola de antipatía hacia esa comunidad, un anticatalanismo que venía siendo auspiciado sobre todo desde sectores conservadores del país.

Sean cuales sean los aspectos que nos han tratado de ocultar, es cierto que los triunfos de La Roja han supuesto una especie de catarsis colectiva para un país con un futuro incierto.

6 comentarios:

Diego J. dijo...

Pues me siento muy complacido con tus comentarios, Mari Carmen. Atinados, ecuánimes y -como debe ser- no del todo conformes con mi reflexión. Pero los artículos se escriben, precisamente, para concitar adhesiones o discrepancias sobre el contenio de los mismos.

Un abrazo

Cuadernos Keynesianos dijo...

Diego,

Yo no he visto ninguna tricolor por las calles estos días. Lo que sí he visto durante el día de las celebraciones han sido más banderas con el pollo de las que me hubiera gustado.

Felices vacaciones.

Crítica Social y Ciudadana dijo...

Amigo Diego, yo no tengo ninguna afinidad al fútbol. Lo mío es el Rugby y el Torneo de 5 (ahora 6) Naciones. Siempre me ha quedado un remanente de la época de Franco cuando se organizaban eventos (fútbol o toros) de mucha repercusión cuando se acercaba el 1º de Mayo o alguna huelga. Así que mi seguimiento al fútbol me viene por la afición que tienen mis hijos, y por ellos me he visto involucrado en este Mundial. La noche de la Final, nos bajamos a la calle con mi mujer (que odia el fútbol…). Fue muy interesante ver este movimiento espontaneo. Nadie había convocado nada y sin embargo todos íbamos hacia la Redonda. Una de las cosas que me ha llamado más la atención ha sido la juventud de los que estaban en la calle. Ninguno de ellos ha conocido la época de Franco, ni tampoco este nacionalismo “españolista” que nos reprochan los nacionalistas. De manera espontanea han ido surgiendo banderas y cánticos que hace unos meses eran impensables, y menos por parte de una generación que parece pasar de todo esto. Éramos pocos los de nuestra edad en la calle. Otra cosa llamativa fue la participación de muchos jóvenes inmigrantes: africanos, sudamericanos, magrebíes (he visto varias mujeres con velo bajar a la Redonda) ¡con banderas españolas!
Catarsis: creo que es la palabra correcta. Por unas pocas horas nos hemos sentido uno, gracias a unos chavales, la mayoría de origen humilde, que con una actitud noble han sabido ganar este campeonato.
Banderas republicanas he vistos un par de ellas en balcones en Torrevieja. Con el pollo, la noche de la final, sólo vi una. Así que la cosa no está tan mal.

Diego J. dijo...

Amigos Roberto y Vicente, os agradezco, de veras, vuestros comentarios. Coincidís en una cosa: la escasa presencia de la tricolor en esas celebraciones; sí las hubo, aunque en minoría, y además se pusieron en circulación algunas camisetas con la tricolor.

Vicente, sigo pensando que, a falta de otros referentes, un equipo de fútbol ha tenido la virtud de consolidar un fuerte sentimiento identitario entre los jóvenes como no lo ha logrado ningún otro acontecimiento. Identidad nacionalista versus exaltación de un patriotismo (y esto no no dije en el artículo, por limitaciones de espacio) que coincide -no es casual- con la xenofobia que se trata de alentar desde sectores conservadores, sobre todo ahora, con la crisis. Identidad nacionalista españolista que se orienta, además, a acallar las voces discrepantes con el modelo actual de Estado surgidas de las comunidades históricas (por ejemplo, Cataluña). Por ello, me pregunto: ¿alguien pudo haber propiciado y alentado tal explosión de júbilo con esas aviesas intenciones?

En otro orden de cosas,
es extraño que ese furor juvenil expresado en las calles no se vea canalizado por parte de sus actores hacia otros logros, como la lucha contra su situación laboral y la falta evidente de expectativas de futuro. Eso quería expresar, bien que de forma sutil, en un artículo que, repito, tiene sus limitaciones de espacio como para profundizar más en este tipo de reflexiones.

¿Y qué decir del desmedido tratamiento mediático de este acontecimiento? A mi entender, las distintas televisiones se excedieron, rebasando los límites de lo que debiera haber sido una información razonable.

Cordiales saludos. Feliz verano

Dto. Geografía e Historia dijo...

Hola Diego. Soy Chus, tu ex-presidente de 2008. Imagino que sabrás que me han vuelto a reclutar para el proceso selectivo más desorganizado, caótico y desastroso de los cuatro que he vivido. Pero he salido con bien, solo ligeramente herido. Bueno, a lo que voy: ¿tú me podrías decir cuál es el medio más eficaz para hacer llegar a la clase política la urgencia que siento de que tienen que cambiar la ley electoral, pero ya mismo?
Espero tu respuesta aquí, o en profhistoria10@gmail.com
un abrazo ¿vuelves este verano al campo?

Anónimo dijo...

Hola Diego!
Me digno a leer un reporte futbolístico, ya que viene con tu firma.
A mi me encantaba el futbol, de pequeño jugaba todos los días, tenía varias equipaciones, y veía los partidos en casa y en los bares, las actitudes que me rodeaban hicieron mella en mí. Insultos, tensión, violencia, intolerancias (racismo y machismo), ¿quién no ha oido o ha dicho ante declaraciones de futbolistas catalanes: "que hijosdeputa los catales, que hablen español!?. Yo lo dije.

Soy maestro de educación física, se y valoro la importancia de el ejercicio físico, cooperacion, juego limpio, etc...Pero soy ANTI deporte profesional. No es más que negocio, machismo, competitividad no sana,etc.. He asistido a varios partidos de1ª en todos ví ultras armados, pero lo más triste y general en las gradas era ver como el niño repetía el hijosde**** que gritaba el padre. El futbol es violencia. En mi pueblo ví unas 6 o 7 peleas los días que hubo partido de la roja (..y eso que eran de la misma afición)
Recomiendo la lectura del Partisans: deporte, cultura y represión.

La Roja, ha sido más que nunca EL PAN Y CIRCO. Es realmente triste, que tengan el rebaño tan apaciguado. Quien separa por ahí la política de lo demás, no es más que la oveja sumisa que cree que no le afectan las políticas, y basa la emoción de su vida en el futbol.
Para mi, fue realmente triste y preocupante la importancia que todo el país le dió a unos negocios de entretenimiento de masas. Ver que pueden hacer lo que quieren con sus medios... Es una lástima que siga habiendo tantas vendas.

Daniel.