(Artículo publicado en LA OPINIÓN de Murcia/ 27-10-2009)
Cuando, hace sólo unos años, la economía regional, por mor de ese erróneo indicador de bienestar, el crecimiento del PIB, daba aparentes muestras de aparente solidez, casi nadie en esta Región daba crédito a las voces que alertaban que todo el edificio se estaba construyendo sobre cimientos de barro. Hoy, en el punto álgido de la crisis, cuando todo lo que acontece en esta otrora Arcadia feliz invita al pesimismo, seguimos instalados en la autocomplacencia, desoyendo las tenues voces de protesta que tratan de hacerse oír en un océano de conciencias aletargadas, dormidas y, lo que es peor, anestesiadas por unos dirigentes políticos que se empeñan en diluir sus propias responsabilidades, achacando a factores exógenos lo que no es sino propia incapacidad para aportar soluciones.
Cuando todos los indicadores sitúan a la Región a la cola del Estado en Educación, asistencia sanitaria, prestaciones sociales, Cultura…;cuando el paro –eso dicen las estadísticas, porque el paro real debe ser aún mayor- afecta ya al 20,7 de la población activa; cuando la pobreza atenaza, sin salida, a una de cada cuatro de personas que habitan en esta Región; cuando el Informe de la Sostenibilidad nos advierte que nuestra tierra se señala por ser una de las pocas autonomías que desprecia la defensa del territorio; cuando son visibles signos de que nadie hace nada por diseñar otro modelo de crecimiento alternativo al fenecido ‘ladrillo’, sorprende la aparente paz social que impera en una Región regida por un partido que, con una mayoría electoral asfixiante, es el responsable directo de la situación. Y todo esto ocurre en un contexto en que las respuestas de la izquierda, sea por inercia, por propia incapacidad o porque no convienen a quienes viven instalados en la apatía y la comodidad, apenas son perceptibles. La otrora Arcadia feliz languidece víctima de sus muchos pecados y sus habitantes se resisten a despertar del letargo en que otros los sumieron.
Recientemente, sin embargo, tres hechos casi simultáneos nos indican que el cuerpo social no está del todo inerte. En esta Región, sumida en el atraso secular, dominada por las mismas fuerzas que la han condenado secularmente al ostracismo, la pasada semana se han dejado oír las voces de quienes se rebelan contra la pobreza, de quienes cuestionan el modelo de crecimiento y de quienes denuncian la parálisis cultural. Aunque con una presencia casi testimonial, fue una bocanada de aire fresco comprobar que seiscientas personas tomaban días pasados la Gran Vía de Murcia para denunciar, ante la Delegación de Hacienda y el Banco de España, la pobreza que afecta a millones de seres humanos del planeta. El notable gesto de quienes secundaron esa convocatoria de la Alianza Regional contra la Pobreza fue un aldabonazo para tantas conciencias dormidas. Como lo es la llamada de atención del ‘universo’ ecologista, reducido pero notable, al recordar en las recientes jornadas conmemorativas de los treinta años de presencia en esta Región, que, de no haber mediado sus acciones, Sierra Espuña estaría hoy siendo objeto de explotación minera, nuestras costas, arrasadas por el ladrillo, y el Río Segura, condenado, irremisiblemente, a una muerte cierta. Y qué decir del entusiasmo que Manoli Sevilla, la viuda heredera de la tradición teatral de Edmundo Chacour, ha puesto, un año más, en la organización de la VIII Muestra de Teatro Edmundo Chacour (a pesar de que voces autorizadas, como las del profesor César Oliva, en una comparecencia radiofónica reciente, hablara de que se produce una saturación de estas muestras), para advertir a quienes entienden la Cultura en su dimensión elitista, chabacana y distante, que la Cultura y el Teatro sólo tienen sentido en su vertiente pedagógica y popular, algo que ella viene haciendo desde la dirección del grupo de teatro que lleva el nombre del fallecido Edmundo.
Languidece la Arcadia feliz. Pero no todo está perdido. Su cuerpo social conserva aún algo de vida. Señal inequívoca de que, si despertamos del letargo, aún hay un hueco para la esperanza.
4 comentarios:
Pero el despertador se ha quedado sin pilas. Veremos si algún grito perdido obtiene recompensa.
Amigo super, he querido evidenciar que algunos lamentos pueden llegar a ser gritos desesperados que despierten tantas conciencias aletargadas.
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