https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2019/04/02/107000-habitantes-ferrocarril/1010199.html
Si el sentido común no remedia la situación actual, tras la apertura
de la variante ferroviaria de Camarillas y si se consuma el cierre de la
estación de Calasparra, más de 107.000 habitantes de Murcia, parte de
Granada y de Jaén van a verse privados del acceso al ferrocarril, pues a
las 94.456 personas que habitan el Noroeste murciano y la Comarca del
Río Mula habría que añadir los 12.718 habitantes de las poblaciones de
Huéscar, Puebla de Don Fadrique y Santiago de la Espada-Pontones (INE,
enero de 2019). Por ello, en la medida en que cada vez me siento más
vinculado a esas tierras que otrora constituyeran el dominio de la Orden
Militar de Santiago, quiero con estas líneas poner en evidencia el
indudable desinterés de todas las Administraciones por evitar el
despoblamiento al que les conduce una situación de marginalidad que la
desaparición del ferrocarril no hará sino acrecentar.
Para
redactar este artículo, me he puesto en contacto con una serie de
personas de esa extensa comarca que me han dado sus impresiones sobre el
declive del servicio ferroviario en la zona, en general, y sobre el
cierre de la estación de Calasparra, en particular, así como sus
soluciones.
Juani Marín, arqueóloga, librera y concejala de Ganar Caravaca, me refiere que cuando el economista Eduardo Garzón recaló
en la localidad le contó que había buscado en Internet cómo acceder a
esa ciudad y se sorprendió de que había que llegar hasta Murcia para
viajar a Caravaca. Su sorpresa no fue menor cuando comprobó que, para
regresar hacia Madrid, había de desplazarse hasta Calasparra por una
carretera lenta y peligrosa en muchos de sus tramos.
Por eso, Pepe Ortega,
vecino de Bullas, donde fue concejal de IU durante doce años, y
actualmente residente en Cehegín, nos recuerda, además, que el cierre de
la línea férrea Murcia-Caravaca en 1971, debido a su falta de
rentabilidad, supuso en su día una falta de consideración de los
gobernantes de la época hacia una comarca con dificultades de
comunicación. Y ahora, con la apertura de la variante de Camarillas, el
abandono de la estación de Calasparra, que podría haber quedado abierta
como ramal de un 'puerto seco' para mercancías, deja a la comarca del
Noroeste en evidente desventaja respecto a otras zonas de la Región.
Angelita Trujillo,
maestra calasparreña jubilada y exdirectora de un colegio de la
localidad, nos refiere que la estación fue abierta al servicio el 27 de
abril de 1865. Y, con datos del historiador local Juan José Moya,
nos recuerda que se ubicó en un punto estratégico, pues la localidad
fue siempre un punto de confluencia de las comunicaciones con la comarca
de los Vélez. La estación estuvo también muy ligada al transporte del
mineral de hierro que se extraía de las Minas de Gilico, situadas en el
término municipal de Cehegín. Desde las minas se colocó un sistema de
vagonetas por cable hasta la estación, a finales del XIX y principios
del XX, coincidiendo con la crisis del hierro que se produjo a finales
de la I Guerra Mundial.
Pese a
su importancia estratégica en la línea ferroviaria
Cartagena-Chinchilla, las razones alegadas para su supresión, a juicio
de Angelita Trujillo, son, entre otras, los problemas de circulación por
la presa de Camarillas; el bajo uso del tren; el indudable incremento
del transporte de mercancías por carretera, y, sobre todo, el haber
volcado esfuerzos en una línea de alta velocidad que han situado al AVE,
el aeropuerto y el agua en el centro de la propaganda política.
Por su parte, José Luis Vergara Giménez,
concejal ciezano de CCCI y miembro de la Comisión regional 'Más tren
por Camarillas', de la que fue portavoz el recientemente fallecido José Antonio Pujante,
nos recuerda que siempre han apostado por no abandonar del todo la
conexión ferroviaria Cieza-Calasparra; y, entendiendo que no podía
mantenerse el tramo norte Calasparra-Agramón, afirma que la línea ha de
continuarse desde Calasparra hasta un punto intermedio o cercano a
Caravaca y Cehegín, con el doble objetivo de nutrirlas de un servicio de
lanzadera para líneas de larga distancia, a través de la estación de
Cieza, con horario compatible con los trenes más rápidos 'Alvia', y de
cercanías, con horario útil universitario.
Radiografiado
el problema, se aportan algunas soluciones. Pepe Ortega cree que lo
deseable sería que los habitantes del Noroeste tuvieran un acceso rápido
a la estación de Cieza, dificultado en estos momentos por la mala
calidad de la carretera que une la Venta del Olivo con Caravaca y Puebla
de Don Fadrique. Por ello, Ortega coincide en ese punto con Angelita
Trujillo en que, además de otras medidas, que pasan por mantener la
infraestructura ferroviaria actual, sería conveniente la conexión por
autovía Jumilla-Caravaca-Puebla de Don Fadrique. Angelita, además, apela
a la movilización ciudadana, a reclamar compensaciones y a poner en
marcha un plan a corto, medio y largo plazo a través de un proceso
participativo.
Por su parte,
José Luis Vergara apuesta por la profundización de los servicios de
cercanías de las distintas comarcas murcianas, articulados en su
relación con la capital y las comarcas de Cartagena-Mar Menor y
Lorca-Aguilas. En ese aspecto, su reivindicación de la extensión del
ramal de Calasparra con al menos otra población del Noroeste murciano
(Cehegín, Caravaca o un punto intermedio entre ambas) la considera de
gran interés para la vertebración de las cercanías regionales. A su
juicio, deben establecerse, además, con frecuencias y costes reducidos,
servicios de transporte público por carretera desde varias localidades
hasta Cieza, llamada a ser la estación de conexión de estas comarcas del
Noroeste con Castilla-La Mancha y Madrid.
Estas
ricas y diversas opiniones nos demuestran lo importante que es contar
con las voces de la sociedad civil, cosa que está siempre ausente a la
hora de planificar asuntos y tomar decisiones que tienen que ver con el
interés general.
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