Marchan con la frente bien alta,
desdeñando el cansancio y las molestias físicas, desafiando al calor y al frío,
con la convicción de que hay que luchar por conservar las conquistas que tanto costó conseguir. Por preservar la dignidad. Estos días las carreteras de todos
los puntos cardinales de España registran la presencia de columnas de gentes
procedentes de sus más remotos confines. Estudiantes, personas paradas,
jubilados, autónomos… de Galicia,
Asturias, Cantabria, Euskadi, Aragón, Cataluña, Extremadura, Andalucía, Murcia
y Comunidad Valenciana caminan en estos momentos en dirección a Madrid. Son las
Marchas por la Dignidad. La capital del Estado acogerá, el próximo día 22 de
marzo, la que se anuncia como la mayor concentración popular de rechazo de los
últimos tiempos a las políticas de recortes y ataques a los derechos sociales y
laborales impuestas por la Troika con la complacencia del Gobierno del PP.
Por razones personales, no me
ha sido posible acompañar al medio millar de personas que iniciaron la marcha
hacia Madrid el pasado domingo, día 9, desde el barrio murciano de Santiago El
Mayor. Pero las redes sociales, a falta de una mayor difusión mediática (es
vergonzoso el silencio que mantienen las grandes cadenas de televisión y radio sobre la incidencia de estas marchas),
nos permiten seguir el día a día de la columna murciana. Así, me llegaron
noticias del caluroso recibimiento que estas entusiastas personas tuvieron en
los distintos puntos de la Región, en las etapas iniciales. Y de testimonios
tan sentidos como el del joven que dice que marcha hacia Madrid porque “tenía
que hacer algo, pues se ríen de nosotros”. O el del jubilado que, reivindicativo
y orgulloso, exhibe ante la cámara una pancarta en la que puede leerse: ‘Por
mis nietos’.
Conocimos el emocionado
recibimiento en Molina de Segura. Y de que en La Algaida se obsequió a las
personas caminantes con chocolate y medio bollo (“quizá por aquello de los
recortes”, nos contaban con ironía). A la llegada a Archena, a los caminantes les sorprendió la
presencia de un ‘ciego con mucha vista’ (en alusión al conocido personaje local
de ‘El Ciego del Empalme’). Cálida recepción también en Cieza, en el Club
Atalaya; en Jumilla –donde no faltó el gazpacho, hasta el extremo de que
algunas personas confiesan que, pese a la caminata, esas comidas les están
haciendo ganar peso-, y en Yecla, donde, de paso, la comitiva se solidarizó con
una persona amenazada de desahucio por el
BBVA. Me llegan testimonios de que la emoción desbordada se incrusta en los
corazones de los caminantes y en las personas de apoyo. Y de que la solidaridad
y la ayuda mutua están presentes en todo el trayecto.
La columna murciana abandonó la
Región por Yecla en dirección a la localidad de Caudete, en donde se unió a la procedente de la Vega Baja,
Elche y Alicante (Por cierto, al alcalde de ese municipio albaceteño, José Miguel
Mollá, se encaró en la puerta
del ayuntamiento con las personas participantes en la marcha). En Tarancón, la
columna valenciana confluirá con la murciana y alicantina, para, juntas, hacer su entrada en Madrid, por el barrio de
Vallecas.
‘Pan, trabajo y techo’ es el
eslogan de estas marchas. Porque las gentes que nutren esas columnas
exteriorizan el hastío hacia un sistema político que permite que más de tres
millones de personas vivan en España en pobreza severa, intentando sobrevivir –eso
quienes lo perciben- con apenas 300 euros al mes, mientras que el paro afecta a
seis millones de personas. Protestan ante el hecho de que las grandes fortunas y
las grandes empresas concentren el 71% del total del fraude fiscal en el país,
mientras que, en virtud de la reforma ‘express’ del artículo 135 de la
Constitución (bendecida por el PP y el PSOE), se dé prioridad al pago de la
Deuda s0bre la prestación de servicios sociales a la ciudadanía. Esas gentes de
bien que ocupan estos días nuestras carreteras no entienden por qué han
aumentado en estos años en un 30% las diferencias entre ricos y pobres, y que,
cuando los desahucios están a la orden del día, se rescate con dinero público a
las entidades financieras. Critican abiertamente las subastas amañadas que se
traducen en subidas escandalosas en el recibo de la luz. Les repugnan los casos
diarios de corrupción. Se rebelan contra el amordazamiento de los derechos de
expresión y manifestación. No llegan a entender por qué miles de jóvenes,
formados en España, han de buscar trabajo en otros países. Repudian la sangría
diaria de 105 millones de euros para satisfacer el pago de intereses de una Deuda
ilegítima…
Por eso, personalmente el
próximo día 22 me he propuesto estar en Madrid. Porque yo también creo que,
pese a tantos atropellos, no podrán arrebatarnos la dignidad.